viernes, 1 de julio de 2011

SEÑALES DE NUESTRO TIEMPO



MENSAJES
El primer día de cada mes, Nuestro Señor le dicta a Ana un nuevo mensaje para toda la humanidad sobre Su llamado a servir.


Junio 1, 2011


Jesús


Queridos apóstoles, la humanidad sufre. Si tienen ojos para ver, entonces observen que en cualquier parte a su alrededor hay hijos de Dios desconectados de su Padre. Cuando un hijo sufre, éste se siente consolado si su Padre está cerca para cuidarlo. A pesar de su gran dolor, el hijo se siente comprendido y sabe que, en última instancia, hay seguridad aún cuando esté enfrentando un riesgo temporal. El saber que uno está destinado a una total seguridad proporciona una disposición tal que permite sortear cualquier dificultad, incluso la idea de la muerte. Queridos apóstoles tan cercanos a Mí: ¿se dan cuenta que ustedes tienen algo que muchos no tienen? ¿Se dan cuenta que el hecho de saber que al final estarán seguros les proporciona una pared sólida a sus espaldas que un día los absorberá en sí misma? Cuando eso suceda, nunca más volverán a estar en riesgo. Serás uno de esos que se regocija completamente no sólo en tu propia seguridad, sino en la seguridad de todos los que te rodean. Serás absorbido en la Comunión de los Santos que hoy por hoy está plenamente consciente de la lucha que está librando la humanidad trabajando incansable y gozosamente por la salvación de sus hermanos y hermanas que todavía están en la tierra. Cuando se termine tu tiempo, tú también comprenderás las grandes cosas que pude lograr con las pequeñas respuestas afirmativas que me diste durante tu viaje a través del tiempo en ese lugar, y entonces dirás ‘sí, todo valió la pena.’ Dirán eso queridos amigos, sin importar cuánto sufrimiento o sacrificio tuvieron que aguantar. Así como me alegro anticipadamente de su próxima venida al cielo, también los exhorto a que apresuren el paso en mi servicio. Otras personas también deben tener esa confianza y seguridad. Si te dijera que hay una persona que está perdida y que podría ser encontrada ¿te alegrarías conmigo? Si te dijera que esta persona que ahora sufre podría ser reclamada hoy para el cielo mediante tu juramento hacia Mí ¿harías ese juramento otra vez? Pues eso es lo que te estoy pidiendo: dime que sí. Dame el día de hoy y observa, mi querido apóstol, lo que puedo hacer con tu “si”. Mira hacia atrás y ve lo que he podido hacer con tu “sí” en otros tiempos. El pasado te mostrará tajantemente la verdad de lo que he logrado contigo, y sólo en el cielo verás en toda su plenitud lo que el Padre ha logrado a través de tu presencia en Su Corazón. Confía en mí mientras yo obtengo paz para ti y para los demás por tu medio.


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