COMENTARIO DEL INSTRUMENTO SOBRE EL ÚLTIMO MENSAJE 22.04.2010
Hermanos (as):
HOY NOS DIJO EL SEÑOR Y NOS LO DIJO AYER TAMBIÉN POR MEDIO DE SU MADRE:
QUE NO TEMAMOS PORQUE ÉL ESTÁ CON NOSOTROS.
Nos dijo que no nos desanimemos; que ahora el enemigo está trabajando en contra de aquellos que tratamos de estar con el Señor, trabaja para desanimarnos y nos pone eventos, situaciones, que no son tan grandes, pero que nosotros las hacemos grandes y le permitimos al maligno que nos desestabilice.
Pero el Señor nos dice que hay situaciones de mayor envergadura, que se están cerniendo sobre la humanidad. Esas sí nos deberían preocupar.
Siento que nosotros ahora vivimos en un continuo ¡ay! de dolor por las cosas que nos suceden, nos hieren y preocupan. Pero ese ¡ay! debe transformarse en un ¡gracias Señor!, porque a través de determinada situación nos está permitiendo reparar un poquito. El Señor nos había dicho que en la medida en que nosotros demos gracias por lo que nos sucede, en esa medida, el demonio nos va a dejar de molestar porque a él no le sirve, ni le conviene que estemos agradeciendo por lo que nos llega.
Entonces el Señor, en la medida en que le agradezcamos por lo que nos llega, por las enfermedades, por las situaciones difíciles, en la medida en que digamos: ¡Gracias Señor te lo ofrezco por la salvación de las almas!, en esa medida se van a ir disminuyendo y alejando porque al “otro” no le conviene que nos sucedan cosas que nosotros, en lugar de transformarlas en un ¡ay! de lamentos, las transformemos en un ¡gracias y ofrecimiento! por y para la salvación de las almas.
En la medida en que nosotros vayamos transformando nuestra mente y nuestros sentimientos y los sepamos manejar como se maneja un carruaje y los pasemos a través de un corazón espiritualizado, entonces llevaremos todo por el camino del ¡gracias! Y por el camino de la salvación de las almas. Hasta ahora hemos estado llevando el carruaje de los sentimientos por el camino del ¡ay!, del dolor, del ¿por qué me sucede esto? O del ¿para qué está permitiendo Dios esto? El Señor nos está llamando a enderezar ese carruaje de los sentimientos y a no dejar que sea el corazón egoísta el que lleve las riendas o el timón sino que sea – de ahora en adelante- el Espíritu Santo.
El Señor nos lo dijo ahora: somos creaturas inteligentes, pero con una inteligencia divina, con una inteligencia superior. Tenemos, entonces, que comenzar a vislumbrar y a diferenciar lo que Dios está permitiendo para bendición y para que nosotros nos transformemos en canales de gracia para la humanidad. Digámosles, pues, al Señor: “Ven, Señor, a ser mi inteligencia para que yo discierna con claridad los momentos en que el enemigo me quiere desestabilizar y los momentos en que yo tengo que tomar decisiones y ofrecer oraciones para la salvación de las almas”. Si le permitimos a Jesús que tome nuestra inteligencia, nuestra mente, nuestra razón, nuestros ojos que son las ventanas del alma, entonces, vamos a ver que todo lo que me está llegando, tiene que ser para la salvación de las almas.
De ahora en adelante, ya nada tiene que ser para perturbarnos sino que todo tiene que ser para bendecir.
Él me permitió ver un hecho –no puedo decir qué es- pero un hecho que va a asombrar a todo el mundo. Y esto nos lo está anunciando para que desde ahora oremos, para que desde ahora bendigamos a Dios porque Él, que ve más allá de donde nosotros vemos con nuestra limitación humana, Él sabe en Su infinito Amor, que todo lo que nos manda es para nuestro bien y que todo lo que permite, es para nuestro bien.
Nuestra generación ha caído muy bajo. Si revisamos las escrituras, nos damos cuenta que estamos viviendo tiempos como vivieron Sodoma y Gomorra, pero estamos viviéndolos elevados a la máxima potencia. Hace poco recordamos un ejemplo en la vida de los santos en que un santo vio al demonio sentado tranquilamente a las puertas de una ciudad, sin preocuparse por ir a tentar a la gente de aquella ciudad. El santo le preguntó al demonio: ¿por qué no entras?, ¿por qué estás afuera de la ciudad y no adentro tentando a la gente? satanás le contestó: porque ya no tengo por qué tentarlos, ya que ellos están pecando aún más de lo que yo esperaba. ¡Qué triste!, que hoy el demonio pueda decir: estoy con los brazos cruzados, sentado y mirando a la gente pecar sin que yo tenga que empujarlos a pecar.
Aquí es donde nosotros como Iglesia peregrina, pero guiada por Dios, caminantes pero no solos, debemos tener esa seguridad, esa confianza y esa firmeza de que nosotros somos creaturas bendecidas por Dios para atraer bendición a toda la Creación.
Vean que ahora el Señor lo dijo: un acontecimiento que estremezca a la Tierra, repercute sobre todo el Universo; repercute no solo sobre la tierra y sino sobre todo lo creado. Entonces, ¿cómo no va a tener toda la Creación, todo el cosmos, su mirada puesta sobre la tierra? El cosmos está a la expectativa, está temeroso y a la vez está enviando bendiciones a la tierra, porque lo que ocurra en la tierra, va a repercutir en toda la Creación.
Y todo cuanto hay en el cosmos, tiene impreso el sello de Dios; y ese sello de Dios, esa Mano de Dios, ese amor de Dios está vivo en cada planeta, en cada lugar. Y ese amor vivo siente que la tierra no está acorde con la Voluntad de Dios y que en cualquier momento va a ser el hombre mismo el causante de un desastre a nivel cósmico, y sobre nosotros va a caer esa gran responsabilidad de haber traído destrucción a toda la infinita obra de la Creación de Dios. ¡Qué gran responsabilidad de para nuestra generación! Por eso tenemos que ser purificados. Aunque nos duela, tenemos que aceptarlo. Y yo, humildemente le digo: ¡Señor, ven ya!, antes de que haya más pecado, antes de que todo se salga de las manos. Porque esta tensión que se está viviendo ya entre Estados Unidos e Irán, puede generar o puede degenerar en algo catastrófico.
Nosotros no conocemos los alcances que tiene ahora la ciencia, y en una sola bomba pueden traer la destrucción de todo el planeta, y lo que sucedió en Chernóbil va a ser como una leve pincelada frente a los avances que en estos momentos tienen en sus manos las grandes potencias. Tenemos que orar y el Señor nos lo ha dicho hace como tres años. Él nos lo había dicho que las grandes potencias se estaban armando y que oráramos por los gobernantes de las grandes potencias para que ellos pudieran discernir en el alcance que tendría una tercera guerra mundial porque allí sufriríamos todos y por eso el Señor nos está llamando con esa inteligencia que nos dotó, a tener sacramentales, a tener agua bendita. Nos ha dicho que si bendecimos los alimentos que estén contaminados – claro que siempre manteniendo mucha fe- no nos van a causar daño. Nos ha llamado a almacenar muchas cosas en recipientes herméticos para poder pasar esos tiempos, esos momentos. Sabemos que todo está a la puerta porque nuestra Madre no se cansa de avisarnos sobre la prontitud, sobre la inminencia del aviso. No se cansa de llamarnos a que cambiemos de vida porque está muy cerca el aviso. Después del aviso vendrá el milagro, pero muchísimos no creerán, y entonces vendrá un castigo que culminará con los 3 días de oscuridad.
El panorama no es alentador para el que no tiene su fe cimentada en el Señor. Me está recordando en este momento el Señor, que no se nos olvide que Él nos aseguró que “es el cimiento de la muralla”. No estamos sobre arenas movedizas, estamos sobre la roca firme, la que nada ni nadie puede mover y la que nadie va a penetrar jamás. Tenemos, pues, que tener esa fe, esa seguridad y esa convicción y comenzar ya a permitirle al Señor, que Él conduzca nuestro pensamiento, que Él conduzca nuestra mente, nuestra inteligencia, para que la inteligencia en manos de Nuestro Señor nos lleve a ver todo lo que acontece en otro plano, en un plano de bendición, en un plano de amor, en un plano de gracia.
Nosotros hemos limitado la capacidad que Dios nos ha dado. Dice Nuestro Señor que nosotros hemos limitado las facultades con las que Él nos dotó. Las hemos limitado, y por eso no pasamos de donde estamos, no avanzamos, porque nos hemos limitado a esto, que es carne, y no queremos penetrar en lo de adentro que es espíritu y si queremos, si queremos salir de la carne, tenemos que comenzar a ver a través del espíritu para no limitar las facultades.
Debemos como hermanos, estar no sólo unidos, sino fusionados, preocuparnos unos por otros.
Seamos conscientes de la magnitud de los llamados del Señor. Vayamos a esos países donde están ocurriendo desastres naturales, y compartamos el dolor, compartamos el amor, mandemos bendiciones a esos corazones que están desalentados a esas personas que están hambrientas, sedientas.
Mandémosles el alimento de Dios, mandémosles el agua de Dios, pidámosle a Dios milagros para esa gente, aunque no tengan fe, pero nosotros tomemos la incredulidad de ellos para llevarles nuestra fe y que ocurran milagros de conversión. Y recemos finalmente por el Papa. Él necesita nuestras oraciones, está cansado, está agobiado.
Recordemos que la Cruz no es sólo padecer, sino que es gloria, poder, majestad y es poder ilimitado.
Por eso la Segunda Venida de Cristo será de victoria, de alegría, de paz y de triunfo infinito.
NOTA COMPLEMENTARIA AL COMENTARIO DEL INSTRUMENTO:
Después de decir Jesús: “Debo decirles que un hecho asombroso llegará pronto y será visto y sentido por toda la humanidad”, en ese momento las personas presentes y los sacerdotes vieron cómo la vidente a través de la cual hablaba Jesús, estando de rodillas, abrió desmesuradamente los ojos con una expresión como nunca antes se había presenciado, mirando primero hacia el frente, luego levantó su cabeza y llevó su cuerpo a una posición casi horizontal hacia atrás y siguiendo con ojos atónitos y pupilas dilatas la trayectoria del acontecimiento que el Señor le estaba permitiendo vivir, al final de lo cual, la vidente se persignó solemnemente. Este hecho causó una gran impresión en los sacerdotes y en todas las personas presentes y los dejó sumidos en un silencio profundo y respetuoso.
Hermanos (as):
HOY NOS DIJO EL SEÑOR Y NOS LO DIJO AYER TAMBIÉN POR MEDIO DE SU MADRE:
QUE NO TEMAMOS PORQUE ÉL ESTÁ CON NOSOTROS.
Nos dijo que no nos desanimemos; que ahora el enemigo está trabajando en contra de aquellos que tratamos de estar con el Señor, trabaja para desanimarnos y nos pone eventos, situaciones, que no son tan grandes, pero que nosotros las hacemos grandes y le permitimos al maligno que nos desestabilice.
Pero el Señor nos dice que hay situaciones de mayor envergadura, que se están cerniendo sobre la humanidad. Esas sí nos deberían preocupar.
Siento que nosotros ahora vivimos en un continuo ¡ay! de dolor por las cosas que nos suceden, nos hieren y preocupan. Pero ese ¡ay! debe transformarse en un ¡gracias Señor!, porque a través de determinada situación nos está permitiendo reparar un poquito. El Señor nos había dicho que en la medida en que nosotros demos gracias por lo que nos sucede, en esa medida, el demonio nos va a dejar de molestar porque a él no le sirve, ni le conviene que estemos agradeciendo por lo que nos llega.
Entonces el Señor, en la medida en que le agradezcamos por lo que nos llega, por las enfermedades, por las situaciones difíciles, en la medida en que digamos: ¡Gracias Señor te lo ofrezco por la salvación de las almas!, en esa medida se van a ir disminuyendo y alejando porque al “otro” no le conviene que nos sucedan cosas que nosotros, en lugar de transformarlas en un ¡ay! de lamentos, las transformemos en un ¡gracias y ofrecimiento! por y para la salvación de las almas.
En la medida en que nosotros vayamos transformando nuestra mente y nuestros sentimientos y los sepamos manejar como se maneja un carruaje y los pasemos a través de un corazón espiritualizado, entonces llevaremos todo por el camino del ¡gracias! Y por el camino de la salvación de las almas. Hasta ahora hemos estado llevando el carruaje de los sentimientos por el camino del ¡ay!, del dolor, del ¿por qué me sucede esto? O del ¿para qué está permitiendo Dios esto? El Señor nos está llamando a enderezar ese carruaje de los sentimientos y a no dejar que sea el corazón egoísta el que lleve las riendas o el timón sino que sea – de ahora en adelante- el Espíritu Santo.
El Señor nos lo dijo ahora: somos creaturas inteligentes, pero con una inteligencia divina, con una inteligencia superior. Tenemos, entonces, que comenzar a vislumbrar y a diferenciar lo que Dios está permitiendo para bendición y para que nosotros nos transformemos en canales de gracia para la humanidad. Digámosles, pues, al Señor: “Ven, Señor, a ser mi inteligencia para que yo discierna con claridad los momentos en que el enemigo me quiere desestabilizar y los momentos en que yo tengo que tomar decisiones y ofrecer oraciones para la salvación de las almas”. Si le permitimos a Jesús que tome nuestra inteligencia, nuestra mente, nuestra razón, nuestros ojos que son las ventanas del alma, entonces, vamos a ver que todo lo que me está llegando, tiene que ser para la salvación de las almas.
De ahora en adelante, ya nada tiene que ser para perturbarnos sino que todo tiene que ser para bendecir.
Él me permitió ver un hecho –no puedo decir qué es- pero un hecho que va a asombrar a todo el mundo. Y esto nos lo está anunciando para que desde ahora oremos, para que desde ahora bendigamos a Dios porque Él, que ve más allá de donde nosotros vemos con nuestra limitación humana, Él sabe en Su infinito Amor, que todo lo que nos manda es para nuestro bien y que todo lo que permite, es para nuestro bien.
Nuestra generación ha caído muy bajo. Si revisamos las escrituras, nos damos cuenta que estamos viviendo tiempos como vivieron Sodoma y Gomorra, pero estamos viviéndolos elevados a la máxima potencia. Hace poco recordamos un ejemplo en la vida de los santos en que un santo vio al demonio sentado tranquilamente a las puertas de una ciudad, sin preocuparse por ir a tentar a la gente de aquella ciudad. El santo le preguntó al demonio: ¿por qué no entras?, ¿por qué estás afuera de la ciudad y no adentro tentando a la gente? satanás le contestó: porque ya no tengo por qué tentarlos, ya que ellos están pecando aún más de lo que yo esperaba. ¡Qué triste!, que hoy el demonio pueda decir: estoy con los brazos cruzados, sentado y mirando a la gente pecar sin que yo tenga que empujarlos a pecar.
Aquí es donde nosotros como Iglesia peregrina, pero guiada por Dios, caminantes pero no solos, debemos tener esa seguridad, esa confianza y esa firmeza de que nosotros somos creaturas bendecidas por Dios para atraer bendición a toda la Creación.
Vean que ahora el Señor lo dijo: un acontecimiento que estremezca a la Tierra, repercute sobre todo el Universo; repercute no solo sobre la tierra y sino sobre todo lo creado. Entonces, ¿cómo no va a tener toda la Creación, todo el cosmos, su mirada puesta sobre la tierra? El cosmos está a la expectativa, está temeroso y a la vez está enviando bendiciones a la tierra, porque lo que ocurra en la tierra, va a repercutir en toda la Creación.
Y todo cuanto hay en el cosmos, tiene impreso el sello de Dios; y ese sello de Dios, esa Mano de Dios, ese amor de Dios está vivo en cada planeta, en cada lugar. Y ese amor vivo siente que la tierra no está acorde con la Voluntad de Dios y que en cualquier momento va a ser el hombre mismo el causante de un desastre a nivel cósmico, y sobre nosotros va a caer esa gran responsabilidad de haber traído destrucción a toda la infinita obra de la Creación de Dios. ¡Qué gran responsabilidad de para nuestra generación! Por eso tenemos que ser purificados. Aunque nos duela, tenemos que aceptarlo. Y yo, humildemente le digo: ¡Señor, ven ya!, antes de que haya más pecado, antes de que todo se salga de las manos. Porque esta tensión que se está viviendo ya entre Estados Unidos e Irán, puede generar o puede degenerar en algo catastrófico.
Nosotros no conocemos los alcances que tiene ahora la ciencia, y en una sola bomba pueden traer la destrucción de todo el planeta, y lo que sucedió en Chernóbil va a ser como una leve pincelada frente a los avances que en estos momentos tienen en sus manos las grandes potencias. Tenemos que orar y el Señor nos lo ha dicho hace como tres años. Él nos lo había dicho que las grandes potencias se estaban armando y que oráramos por los gobernantes de las grandes potencias para que ellos pudieran discernir en el alcance que tendría una tercera guerra mundial porque allí sufriríamos todos y por eso el Señor nos está llamando con esa inteligencia que nos dotó, a tener sacramentales, a tener agua bendita. Nos ha dicho que si bendecimos los alimentos que estén contaminados – claro que siempre manteniendo mucha fe- no nos van a causar daño. Nos ha llamado a almacenar muchas cosas en recipientes herméticos para poder pasar esos tiempos, esos momentos. Sabemos que todo está a la puerta porque nuestra Madre no se cansa de avisarnos sobre la prontitud, sobre la inminencia del aviso. No se cansa de llamarnos a que cambiemos de vida porque está muy cerca el aviso. Después del aviso vendrá el milagro, pero muchísimos no creerán, y entonces vendrá un castigo que culminará con los 3 días de oscuridad.
El panorama no es alentador para el que no tiene su fe cimentada en el Señor. Me está recordando en este momento el Señor, que no se nos olvide que Él nos aseguró que “es el cimiento de la muralla”. No estamos sobre arenas movedizas, estamos sobre la roca firme, la que nada ni nadie puede mover y la que nadie va a penetrar jamás. Tenemos, pues, que tener esa fe, esa seguridad y esa convicción y comenzar ya a permitirle al Señor, que Él conduzca nuestro pensamiento, que Él conduzca nuestra mente, nuestra inteligencia, para que la inteligencia en manos de Nuestro Señor nos lleve a ver todo lo que acontece en otro plano, en un plano de bendición, en un plano de amor, en un plano de gracia.
Nosotros hemos limitado la capacidad que Dios nos ha dado. Dice Nuestro Señor que nosotros hemos limitado las facultades con las que Él nos dotó. Las hemos limitado, y por eso no pasamos de donde estamos, no avanzamos, porque nos hemos limitado a esto, que es carne, y no queremos penetrar en lo de adentro que es espíritu y si queremos, si queremos salir de la carne, tenemos que comenzar a ver a través del espíritu para no limitar las facultades.
Debemos como hermanos, estar no sólo unidos, sino fusionados, preocuparnos unos por otros.
Seamos conscientes de la magnitud de los llamados del Señor. Vayamos a esos países donde están ocurriendo desastres naturales, y compartamos el dolor, compartamos el amor, mandemos bendiciones a esos corazones que están desalentados a esas personas que están hambrientas, sedientas.
Mandémosles el alimento de Dios, mandémosles el agua de Dios, pidámosle a Dios milagros para esa gente, aunque no tengan fe, pero nosotros tomemos la incredulidad de ellos para llevarles nuestra fe y que ocurran milagros de conversión. Y recemos finalmente por el Papa. Él necesita nuestras oraciones, está cansado, está agobiado.
Recordemos que la Cruz no es sólo padecer, sino que es gloria, poder, majestad y es poder ilimitado.
Por eso la Segunda Venida de Cristo será de victoria, de alegría, de paz y de triunfo infinito.
NOTA COMPLEMENTARIA AL COMENTARIO DEL INSTRUMENTO:
Después de decir Jesús: “Debo decirles que un hecho asombroso llegará pronto y será visto y sentido por toda la humanidad”, en ese momento las personas presentes y los sacerdotes vieron cómo la vidente a través de la cual hablaba Jesús, estando de rodillas, abrió desmesuradamente los ojos con una expresión como nunca antes se había presenciado, mirando primero hacia el frente, luego levantó su cabeza y llevó su cuerpo a una posición casi horizontal hacia atrás y siguiendo con ojos atónitos y pupilas dilatas la trayectoria del acontecimiento que el Señor le estaba permitiendo vivir, al final de lo cual, la vidente se persignó solemnemente. Este hecho causó una gran impresión en los sacerdotes y en todas las personas presentes y los dejó sumidos en un silencio profundo y respetuoso.
MENSAJE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
A SU HIJA AMADA, LUZ DE MARÍA.
22 DE ABRIL 2010
Amadísimos Míos, amadísimos de Mi Corazón:
ÚNANSE, ES MOMENTO DE PERMANECER EN LA UNIDAD DE MI AMOR, ES MOMENTO DE SER MI MISMO AMOR.
Cada uno debe laborar en su campo personal y ser Mi mismo Amor. Lo demás se los daré por añadidura.
El enemigo trabaja incansablemente asechando a los débiles de espíritu para llevarles a caer en el pecado, para hundirles en las profundidades del pecado y que no puedan levantarse.
Ustedes Pueblo Mío, Pueblo fiel: no teman, no tambaleen; únanse, formen una fuerte muralla, el cimiento soy Yo. No teman, únanse; cierren sus oídos a las asechanzas del mal. Cierren sus oídos a aquellos que les quieren desanimar; cierren sus oídos a aquellos que con palabras vanas y maliciosas desean destruir Mi Iglesia.
Sean ustedes eco del amor y la entrega de Mi Madre, mediante la oración sincera. No olviden que el que ora, clama; el que ora, ama, el que ora, crece. Es imprescindible la oración para que mantengan esa unidad con Mi Casa.
ÚNANSE A MI CRUZ, SEAN UNO EN MI CRUZ. Sean inseparables de este Misterio que encierra Mi Cruz, Misterio de Mi Amor por cada uno de ustedes. Sean parte de este Misterio de Amor, siendo perseverantes, siendo verdaderos, permaneciendo con fe inmovible. Que lo venidero no sea motivo de flaquear en este momento, sino al contrario: que ustedes se mantengan firmes y constantes, sabiendo que YO JAMÁS LES ABANDONARÉ.
En este momento se dejan abrumar por las vicisitudes que les llegan a su vida, por varias situaciones que se enfrentan a ustedes. Porque así es: les hacen frente a ustedes para que reaccionen en contra de esa ecuanimidad y de esa fe en Mi protección que les he pedido. Hay acontecimientos de mayor envergadura, que se ciernen sobre todo lo creado. El mismo Universo está pendiente de la Tierra, puesto que bien saben ustedes, como criaturas de gran inteligencia, que cualquier hecho que ocurra dentro del Universo, acarrea parte de él hacia todo lo creado. Así la Tierra traerá un gran desorden en todo el Universo.
Debo decirles que un hecho asombroso llegará pronto y será visto y sentido por toda la humanidad.
Continúen siendo perseverantes, no desmayen en la oración, aliméntense diariamente de Mi Cuerpo y de Mi Sangre.
QUE CADA UNO DE USTEDES SEA UN SAGRARIO DE AMOR OFRECIDO A MÍ.
Les bendigo.
Queden en Mi Paz y en Mi Amor.
Su Jesús
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