viernes, 25 de febrero de 2011

No bajéis la guardia de velar y rezar por los sacerdotes. No dejéis de ofreceros por ellos cada día y ofrecer sacrificios y renuncias

 

Candelas en las grandes oscuridades del alma son los sacerdotes fieles a Mí, a Mi amor, a Mi Evangelio, al Magisterio de la Iglesia. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos Míos, rezad encarecidamente por los sacerdotes, por los que no son buenos para que lo sean, por los que ya lo son para que sigan siéndolo, porque Mi Santo Espíritu enriquece a un sacerdote en su ministerio como no os lo podéis imaginar, cuando éste, es verdadero sacerdote de Dios. Yo, Jesús, os hablo.

Por todas las almas hay que rezar mucho, pero por los sacerdotes no hay que dejar de hacerlo. Yo bendigo y apruebo todo lo que se haga por ellos, aunque aparentemente, parezca que los resultados no son los esperados, así Mi hija N.N. lo que haga por ellos Yo lo bendigo y sus frutos serán aplicados a quienes menos penséis, quizá a un sacerdote a punto de sucumbir en el otro lado del Planeta. Todas las exposiciones del Santísimo que hagáis por ellos y todo lo que ofrezcáis por ellos, Yo lo bendigo con creces, aunque aparentemente quien lo hace, crea que no ha tenido resultados óptimos. Hijos, el amor con que se hacen las cosas, la obediencia a las luces de Mi Espíritu Santo, las rectas intenciones, el tiempo que se emplea en ello, son componentes que preparan para hacer una masa excepcional, rica en todos sus aspectos, porque cuando se emplean en las obras cosas buenas, bueno tiene que salir el resultado, aunque vosotros hijos Míos, miréis más la cantidad que la calidad, no así en el Cielo, no así.

Mi hija la Hna. María Sherry dio su vida por los sacerdotes y esa decisión fue inspirada por Mi Santo Espíritu y secundada por Mi Santa Madre. Ella fue un alma victima a favor de los siervos de Dios y, entendió muy bien el mensaje evangélico de: Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus hermanos (Jn 15,13) como Yo, Jesús, Sumo y Eterno sacerdote di Mi vida en rescate de muchos (Mt 20,28). Yo, Jesús, os hablo.

No bajéis la guardia de velar y rezar por los sacerdotes. No dejéis de ofreceros por ellos cada día y ofrecer sacrificios y renuncias. Esa generosidad alcanzará en el Cielo a vuestras almas un brillo especial consecuencia del amor por los sacerdotes. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo. Mi paz a todo aquel que lee y cree en este mensaje.

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