Mensaje de Dios Padre a J.V.
el 22 de julio, 1998.
La Santificación de vuestras Obras.
Hoy, hijitos Míos, os quiero hablar sobre la santificación de vuestras obras. Todos vosotros, grandes, pequeños, ricos o pobres, sanos o enfermos, todos pertenecéis al Cuerpo Místico de Dios, a Mí Cuerpo, a Mí Amor.
Todos vosotros tenéis una función específica en vuestras vidas para completar la Pasión y Redención de Mí Hijo. La misión de cada uno de vosotros es propia, no hay dos misiones iguales sobre la Tierra, al grado de que cuando uno de vosotros no quiere seguir la misión que se le confió libremente, atrasa o coarta Mí Obra Salvadora y tengo que pedir a otra alma la función que ésa alma llevaba para la salvación por vosotros.
Vosotros sois como las células del cuerpo humano, todas se alimentan de la misma sangre y todas vierten al torrente sanguíneo sus productos y así una y otras se ayudan. Con Mís Palabras, todos vosotros recibís Mí Vida a través de la Gracia y Bendiciones con que os vivifico día a día y vosotros tenéis que dar vida a los demás con vuestras obras, oraciones, buen ejemplo, penitencias, etc. Vosotros no debéis ni podéis permanecer estáticos, debéis ser dinámicos para que nada se detenga en Mí Obra de Salvación.
Ya os lo he explicado con anterioridad, pero os lo vuelvo a recordar. Muchas almas sobre la Tierra, desearían hacer grandes cosas por Mí, recuerdan la vida de Mis Apóstoles que iban y venían, hacían grandes milagros, morían mártires por el Nombre de Mí Hijo Jesucristo. Es muy loable vuestro deseo de Servirme y Yo lo tomo como si realmente lo hicierais, pero además os quiero explicar que lo podéis hacer.
Una persona postrada en su cama sufriendo, una persona en silla de ruedas que no se puede ya ni levantar, un anciano enclaustrado en un asilo, todos ellos pueden ser grandes apóstoles y misioneros. Primeramente y éste es el gran secreto, es unirse en el deseo, en el sufrimiento, en las alegrías, a la Vida de Mí Hijo sobre la Tierra. Al unir vuestro deseo de acompañar a Mí Hijo, en ése preciso momento vuestra alma vuela a Su Corazón. Ya sea vuestro deseo, obras, sufrimientos, actos humanos, todos quedan santificados en Mí Nombre, ya no estáis vosotros solos, ya no vivís abandonados o recluidos, estáis ahora realmente caminando y viviendo con Mí Hijo. Este es un gran regalo de Vuestro Padre y un amoroso Misterio de Mí Amor. Al así vivir unidos, en intimidad con Mí Hijo, estás compartiendo con Él, Sus alegrías, Sus Penas, Sus sufrimientos, Sus logros, Su Amor para con los demás y Su Triunfo Final. Una persona al así unirse perfectamente con Mí Hijo, Yo le concedo la Gracia de ya no sentirse sólo. Es tan grande, a veces, esa unión con Mí Hijo, que la gente a su alrededor “le sale sobrando”. Valga decirlo así, porque ven en ésa nueva vida de unión, una vida divina, tan bella, tan vivificante, tan satisfactoria para sus almas, que ya lo terreno queda ahora en un nivel muy secundario. Vivir la Vida Divina es un regalo muy grande y lo podéis gozar aun estando en la Tierra y llegará a su plenitud en Mí Casa Celestial.
Santificar y reparar vuestras obras, aún las pasadas, en la que aún no sabíais de éstos “trucos” de Mí Amor, son bendiciones muy grandes, ya que, como os he dicho, os amo tanto que os doy infinidad de ocasiones y medios para que alcancéis vuestra plenitud espiritual y podáis gozar de más bendiciones y más amor Mío al llegar a Mí Reino.
La ancianidad es un tiempo de gracia que os concedo con vuestra reflexión a vuestra vida pasada, para que podáis tomar los medios necesarios para vuestra purificación. Pero también es tiempo de Gracias que derramo en Mis ancianitos para la salvación de muchas, muchas almas que no han sabido aprovechar su tiempo pasado para su salvación.
Recordad, hijitos Míos, que Yo puedo ganar un alma y santificarla por toda la Eternidad en sólo segundos, aunque su vida pasada haya sido de grandes pecados. Mí Misericordia es infinita, Mí Corazón está abierto para todos Mis hijos sobre la Tierra. Mi Corazón está abierto para salvar almas. Unid, hijitos Míos, vuestro Corazón al Mío, vivid en el vuestro todos los momentos de Salvación de Mí Hijo. Haced vivir en vuestro corazón toda Su Bondad, compartid Sus Milagros y pedidlos para vuestros hermanos pasados, actuales y futuros. Penetrad íntimamente en todos los sentimientos de Mí Hijo, Él gozó mucho algunos momentos de Su Vida, Él lloró también por los pecados y por amor a los demás, Él temió también por los momentos que tendría, Él sintió soledades muy grandes, tanto Mía, en la Cruz, como la de los suyos, Él participó de todos los sentimientos humanos, grandes y pequeños. Os digo esto para que no sintáis que vuestra unión con Mí Hijo pueda pareceros imposible. Todos vuestros actos sencillos, aparentemente sin importancia, pero unidos a Sus actos, son grandes fuentes de salvación. Vosotros ancianitos, que vuestro caminar se os hace fatigoso, unid vuestro caminar a Su Caminar diario, llevando Mí Palabra a los pueblos a los que predicó, así vuestro caminar se santifica.
Al tomar un vaso con agua, algo tan sencillo y sin aparente importancia, dejad que las Manos de Mí Hijo tomen ése vaso con agua y que Él saboreé en vuestro paladar la frescura de ésa agua y deseando vosotros que apague Su Sed y así le daréis una gran alegría y se santificará vuestra acción que, aparentemente, carecía de importancia.
Cuando os vestís u os desvestís, también os podéis unir a Sus Actos. Él lo hacía diario, igual que vosotros, unid ésos momentos a Sus Momentos para que queden santificados.
Vuestra alegría al recibir a una visita que os ama, Él también recibió mucha gente que lo amaba. Recordadle ésos momentos gratos y así quedarán santificados. El tomar una medicina amarga o desagradable a vuestro paladar, Él también tuvo esa fea sensación y la aceptó por vosotros. Unid vuestra molestia a la de Él y así también salvaréis infinidad de almas.
En resumen, lo que os quiero hacer notar, es que son tantos los actos humanos desperdiciados a diario al no unirlos a los actos terrenos de Mí Hijo, que si todos vuestros actos, de todos vosotros Mis hijitos, fueran ofrecidos, vuestro Mundo sería ahora un Paraíso, el Purgatorio estaría vacío y ya no se condenarían más almas, Mis almas. Es muy fuerte el poder de la oración, pero es más fuerte cuando está unida a la de Mí Hijo. Aprovechad estos Grandes Misterios de Mí Amor para vuestra santificación y para la de los vuestros. Mí Misericordia os provee de muchos caminos para alcanzar Mí Gloria Eterna, no los desaprovechéis, hijos Míos. Muchas almas se arrepienten de no haber aprovechado Mis Dones y Ocasiones en vuestro engrandecimiento a vuestras almas.
Muchas almas, como muchos sabéis, Me piden una segunda oportunidad para aprovechar Mis Bendiciones. Yo no os doy dos oportunidades ya después de vuestra muerte, pero sí os doy infinidad de oportunidades durante vuestras vidas sobre la Tierra, vuestro error es el no Verme a Mí y a Mí Hijo en TODOS los acontecimientos de vuestras vidas y así dejáis pasar una a una todas las oportunidades que os doy.
Aprovechádlas hijitos Míos, y alcanzaréis en Mí Gloria alegrías inimaginables, porque, mientras más améis, a Mí, Vuestro Padre, y a vuestros hermanos en Mí, más recibiréis y os lo recuerdo, que nadie paga mejor que como vuestro Dios Amor, sabe pagar.
Yo os bendigo con todo Mi Corazón, con el de Mí Hijo y con el Amor Infinito del Espíritu Santo.
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