domingo, 14 de octubre de 2012

VISION - SANTA HILDEGARDA DE BINGEN





VIDA DE SANTA HILDEGARDA

Santa Hildegarda nació en 1098 en Bermersheim, cerca de Maguncia, Alemania, última de los diez hijos de un matrimonio de la nobleza local. Sus padres consideraron que Hildegarda debía ser dedicada al servicio de Dios, como "diezmo". A los 6 años comenzó a tener visiones que siguieron durante el resto de su vida. Cuando la niña contaba ocho años (1106), la entregaron para su formación a Jutta, de la familia de condes de Spannheim, la cual vivía en una pequeña casita adosada al monasterio de los monjes benedictinos fundada por san Disibodo en Disibodenberg. Jutta instruyó a la joven en la recitación del Salterio, y la enseñó a leer y escribir. La reputación de la santidad de Jutta y de su alumna pronto se extendió por la región y otros padres ingresaron a sus hijas en lo que se convertiría en un pequeño convento benedictino agregado al monasterio de Disibodenberg. Más tarde, a la edad de 15 años, Hildegarda profesó como monja en este lugar. Las visiones continuaron durante toda su vida, aunque Hildegarda solo informó inicialmente de ellas a Jutta, y después al monje Volmar de Disibodenberg, primero preceptor de Hildegarda y luego su secretario y escriba hasta su muerte en 1173. Cuando Jutta murió en 1136, Hildegarda fue elegida abadesa de la comunidad a la edad de treinta y ocho años.
Como las visiones continuaban, el monje Godfrey, su confesor, lo reveló a su abad, el cual lo comunicó al arzobispo de Maguncia, que examinó sus visiones con sus teólogos y dictaminó que eran de inspiración divina, y la ordenó que comenzase a escribirlas.
En el año 1141, Hildegarda comenzó a escribir su obra principal, Scivias, (Scire vías Domini ó vías lucís = Conoce los Caminos), obra que tardó diez años en completar (1141-1151). Hildegarda tenía dudas sobre la oportunidad de escribir o no lo que percibía, y recurrió a San Bernardo de Clavaral, fundador de monasterios y uno de los grandes doctores de la Iglesia, con el que en el futuro mantendría una fluida relación epistolar, para que la aconsejara. No solo recibió la aprobación de este santo, sino que cuando el Papa Eugenio III fue a la región con motivo del Sínodo de Tréveris en 1147-1148, el arzobispo de Maguncia a instancias del abad de Disibodenberg presento al Papa una parte del Scivias con las visiones de Hildegarda. El Papa designó una comisión de teólogos para examinarlos, entre ellos Albero de Couní, obispo de Verdún, y después de recibir el informe favorable de la comisión, dió la aprobación papal a este texto, llegando a leer partes del libro a los prelados reunidos en el Sínodo. El Papa dictaminó: "Sus obras son conformes a la fe y en todo semejantes a los antiguos profetas" y escribió a Hildegarda instándola a continuar la obra y animando y autorizando la publicación de sus obras.
Aprobación tan señalada era el reconocimiento oficial de que la labor de Hildegarda estaba inspirada por Dios. Hildegarda se apresuró entonces, llevada de enardecido celo, á refutar de palabra y por escrito los errores de los herejes cátaros. Así llegó á ser una de las columnas más firmes de la Iglesia por aquel tiempo. Su fama hizo que su comunidad creciera de modo que tomó la decisión de establecer a sus monjas en un monasterio propio, sin ninguna dependencia de la abadía de monjes de Disibodenberg, para lo que fundó un convento en Rupertsberg, cerca de Bingen. Fue el primer monasterio de monjas autónomo, pues hasta entonces siempre habían dependido de otro de varones Entre 1147 y 1150 las monjas se trasladan a su nuevo monasterio. Los monjes de Disibodenberg se opusieron a este traslado, pues veían disminuidas las rentas y la influencia de su monasterio, pero la tenacidad y energía de Hildegarda venció todas las dificultades y en 1150 el Arzobispo consagró el nuevo monasterio, que siguió atrayendo numerosas vocaciones y visitantes.
En la década de los años 1150 comienza su obra musical, de la que se conservan más de 70 obras con letra y música, himnos, antífonas y responsorios, recopiladas en la Symphonia armoniae celestium revelationum, (Sinfonía de la Armonía de Revelaciones Divinas) la mayoría editadas recientemente, así como un auto sacramental cantado, titulado "Ordo virtutum" (1150?).
Entre 1151-1158 escribió su obra de medicina bajo un único título: Liber subtilitatum diversarum naturarum creaturarum (Libro sobre las propiedades naturales de las cosas creadas). En el siglo XIII fue dividido en dos textos. Physica (Historia Natural), también conocido como Liber simplicis medicinae (Libro de la Medicina Sencilla), y Causae et Curae (Problemas y Remedios), también conocido como Liber compositae medicinae (Libro de Medicina Compleja).
Entre 1158 y 1163 escribió la Liber Vitae Meritorum, y entre 1163 y 1173-74 la Liber Divinorum Operum, considerados junto con el Scivias como las obras teológicas más importantes de Hildegarda.
Una de sus obras es la Lingua Ignota (1150?) formada por unas 1000 palabras y un alfabeto de veintitrés letras (Litterae Ignotae), de las que solo hay información fragmentaria.
Se conservan casi 400 cartas a personas de toda índole que acudían a ella en demanda de consejos como árbitro que dirimiese sus contiendas. De ellas, ciento cuarenta y cinco están recogidas en la Patrología Latina de Migne. Hildegarda escribió cartas a Papas, cardenales, obispos, abades, reyes y emperadores, monjes y monjas, hombres y mujeres de todas clases tanto en Alemania como en el extranjero. Se conservan las cartas cruzadas con dos emperadores, Conrado III y su hijo y sucesor el emperador Federico I Barbarroja, con los Papas, Eugenio III, Anastasio IV, Adriano IV y Alejandro III, con el Rey inglés Enrique II y su esposa Leonor de Aquitania, y una larga serie de nobles, cardenales y obispos de toda Europa, a quienes aconsejaba y si era necesario reprendía, escuchada por todos como referencia moral de su tiempo.
Completan su obra una serie de tratados menos conocidos: Solutiones triginta octo quaestionum (1178) (Respuesta a 38 preguntas); Expositio Evangeliorum (Explicación del Evangelio), Explanatio Regulae S. Benedicti (Comentario de la Regla de San Benito), Explanatio Symboli S. Athanasii (Comentario del Símbolo Atanasiano), Vita Sancti Ruperti (1150?) Vida de San Ruperto y Vita Sancti Disibodi (1170) Vida de San Disibodo, algunas de ellas de fecha desconocida.
Hildegarda realizó al menos cuatro grandes viajes fuera de los muros del convento (entre 1158 y 1171, a lo largo de los ríos Nahe, Meno, Mosela, y Rin) a instancias de los prelados de diversos lugares. En ellos predicó en iglesias y abadías sobre los temas que más urgían a la Iglesia: la corrupción del clero y el avance de la herejía de los cátaros. En su tercer viaje, (entre 1161 y 1163) cuando visitó Colonia a instancias de los Canónigos Capitulares para predicar contra la herejía de los cátaros, lo hizo pero también y con gran énfasis, recriminó con dureza y achacó el auge de la misma a la vida disoluta que llevaban los mismos canónigos, los clérigos y a la falta de piedad de los mismos y del pueblo cristiano en general, lo que da idea de su carácter. Fue la única mujer a quien la Iglesia permitió predicar al pueblo y al clero en templos y plazas. De sus cartas se desprenden los itinerarios y la finalidad de sus viajes que realizaba en barco y a caballo, un autentico sufrimiento para su naturaleza débil. 
En 1165, y debido al incremento de monjas en el convento de Rupertsberg, parte de ellas se transladaron al cercano convento de Eibingen, entoces vacío.
Murió el 17 de septiembre de 1179 y fue sepultada en la iglesia de su convento de Rupertsberg del que fue Abadesa hasta su muerte. Sus reliquias permanecieron allí hasta que el convento fue destruido por los suecos en 1632. Actuamente sus restos se encuentran en Eibingen.
En ninguna de las obras o cartas, Hildegarda se atribuye a sí misma ningún mérito, antes bien, se define como "pobre criatura falta de fuerzas". Todo lo que sabe y hace, es obra de Dios. Las visiones, las revelaciones, las curaciones que realizó, fueron sobrenaturales: "todas las cosas que escribí desde el principio de mis visiones, o que vine aprendiendo sucesivamente, las he visto con los ojos interiores del espíritu y las he escuchado con los oídos interiores, mientras, absorta en los misterios celestes, velaba con la mente y con el cuerpo, no en sueños ni en éxtasis, como he dicho en mis visiones anteriores. No he expuesto nada aprendido con el sentido humano, sino sólo lo que he percibido en los secretos celestes". (Prólogo del Liber Divinorum Operum)
Se puede considerar que Hildegarda continuó el trabajo de los profetas en la proclamación de las verdades que Dios deseó que supiera la humanidad: "Escribe pues estas cosas, no según tu corazón, sino como lo quiere mi testimonio, de mí, que soy vida sin principio ni fin, ya que no son cosas imaginadas por ti, ni ningún otro hombre lo ha imaginado, sino son como Yo las he establecido antes del principio del mundo". (Prólogo del Liber Divinorum Operum)


Disibodenberg (La montaña de Disibodo) (Foto cortesía de Google Earth)
El Monasterio de Disibodenberg ("la montaña de Disibodo"), está situado en la confluencia de los ríos Nahe y Glan, 25 Km al SO de Bingen. Los orígenes de este asentamiento, lugar de culto ya desde tiempos precristianos, se remontan al año 650 aproximadamente, cuando el monje irlandés San Disibodo (620 al 700), fundó, con unos compañeros, un pequeño monasterio para el auxilio espiritual de los habitantes de la zona. A su muerte, su tumba milagrosa se convirtió en un lugar de peregrinación. San Disibodo se menciona documentalmente por primera vez en el Martyrologium de Rabanus Maurus, Arzobispo de Maguncia, fechado hacia el año 850. Alrededor de 1170 Santa Hildegarda escribía una biografía del santo, "Vita Sancti Disibodi".
Durante los dos siglos siguientes el monasterio sufrió pillajes y destrucciones en sucesivas guerras. Los monjes huyeron y los edificios fueron abandonados.
Hacia el año 1000 el Arzobispo de Maguncia refundó el monasterio con doce monjes. Posteriormente (hacia 1112), adosado y dependiente del monasterio, hubo una pequeña casita o ermita en la que vivía Jutta, hija de los condes de Spannheim, como cabeza y primer miembro de un convento femenino, al cual entró Santa Hildegarda.
En 1136 murió Jutta y Santa Hildegarda fue elegida abadesa. En este convento, en el año 1141, Hildegarda comenzó a escribir su primera obra, Scivias, que tardó diez años en completar. En 1147 Hildegard dejó Disibodenberg, transladandose a Rupertsberg con 18 monjas.
El monasterio de Disibodenberg fue arruinado y parcialmente destruido en varias ocasiones en el curso de sucesivos enfrentamientos entre nobles o en diferentes invasiones. En 1559 cerró definitivamente. Hubo algunos intentos de restauración, el más serio a cargo de españoles: el General Spinola intentó en 1631 y 1639 restaurar el monasterio con la ayuda de los benedictinos, pero estos intentos no cuajaron.
En el siglo XVIII los restos fueron desmantelados, pues sus piedras empezaron a usarse como cantera.
Actualmente el lugar está en manos privadas. En 1989 sus propietarios lo cedieron a una fundación: "Fundación Scivias", que se dedica la investigación de la obra de Santa Hildegarda y a la preservación de las extensas ruinas del monasterio.(Volver al texto)


Rupertsberg (La montaña de Rupert) (Foto cortesía de Google Earth)

San Rupert vivó en el siglo IX, hijo de un noble cuyas posesiones se extendían casi hasta la ciudad de Maguncia. Por influencia de Bertha, su cristiana madre, construyó en ese lugar un oratorio y  alojamientos donde atendían a los mas necesitados. Despues de una peregrinación a Roma y a la edad de veinte años, Ruperto  moría de fiebres. Bertha sobreviviría a su hijo casi 25 años, continuando con la obra de su hijo dedicada al servicio de Dios. Más tarde la población agradecida erigiría una capilla en su recuerdo.
Según cuenta el secretario de Santa Hildegarda, Theoderich, en su Vida, el Espiritu  mostró a la santa este lugar, al cual debería trasladarse con su congregación abandonando Disibodenberg. Como parece que era reticente a la mudanza, fue castigada por su retraso en cumplir el mandato divino, de tal forma que no podía ni moverse ni ser movida de la cama por más fuerza que se hiciera. Solo cuando manifestaba su disposición a cambiar de vivienda, recuperaba su fuerzas y la movilidad.
Así pues, el convento de Rupertsberg fue fundado en 1147 por Sta. Hildegarda, abadesa de Disibodenberg. En 1150 Sta. Hildegarda y dieciocho hermanas nobles se transladaron al convento. En 1152 el arzobispo de Maguncia bendijo y dedico  el altar mayor de la iglesia a Sta. Maria  y a los apóstoles Felipe y Santiago, a San Rupert y a San Martín.
Permaneció como convento benedictino hasta 1215, entonces se instaló  una comunidad de monjas Cistercienses, hasta 1632, fecha en la que los suecos incendiaron y destruyeron el convento de Rupertsberg, durante la Guerra de Treinta Años.
La comunidad fue transferida en 1632 a Eibingen, donde permaneció hasta su disolución final, por las autoridades napoleónicas, en 1803.
Sta. Hildegarda fundó y vivió en este convento hasta su muerte, el 17 de septiembre de 1179. Sus huesos están  desde 1642 en la iglesia de Eibingen.
Las ruinas del convento fueron en adelante cantera para la construcción de otros edificios. Los restos que quedaban fueron dinamitados en 1857 para la construcción del ferrocarril. Solo permanece de esa época la  bóveda de sótano, conservada cuidadosamente por el actual propietario de esa parte del antiguo monasterio.
Desde el siglo XIX el lado del río donde se encontraba el convento se denomina Bingerbrück. (Volver al Texto)

Viajes de Santa Hildegarda
Hildegarda realizó al menos cuatro grandes viajes fuera de los muros del convento entre 1158 y 1171, a lo largo de los ríos Nahe, Meno, Mosela, y Rin.


Eibingen (Foto cortesía de Google Earth)
Sta. Hildegarda de Bingen fundó dos conventos,  el convento Rupertsberg  (montaña de Rupert) cerca de Bingen y el convento Eibingen, al otro lado del Rin.
El convento de Eibingen habia sido originariamente  fundado en 1148 por una dama noble, Marka de Rüdesheim, pero debido a  las guerras del  Emperador Federico Barbarroja había sido abandonado.
El número de hermanas en la  fundación de Rupertsberg crecía. En 1165 Sta. Hildegarda adquirió y fundó de nuevo  este convento, a él transladó  a 30 hermanas desde Rupertsberg a las que  visitaba dos veces por semana.
En 1219 el papa Honorio III ponía al convento de Eibingen bajo su protección. El convento entró en la decadencia durante el siglo dieciséis, de forma que en 1575 vivían en el convento Eibingen solamente tres hermanas que finalmente acabaron transladandose.
Durante la guerra de los 30 años, en 1632, los suecos incendiaron y destruyeron el convento de Rupertsberg. Las reliquias de Hildegarda que se encontraban en ese convento, despues de un breve paso por Colonia, llegaron a Eibingen donde aun se custodian.
Eibingen vivió momentos de esplendor durante los siglos XVII y XVIII. En 1814 el convento se cerró,  dentro de la ola de secularización que asoló esta parte de Alemania, y parte de sus dependencias se destruyeron.
La actual comunidad (una rama benedictina) se estableció en 1904 gracias a los auspicios de un noble (con un paréntesis durante la II GM). Las reliquias de Santa Hildegarda se guardan en un relicario que se expone en la Iglesia parroquial de Eibingen.
Convento de Eibingen actualmente:

Altar de la Iglesia parroquial de Eibingen y Relicario:


http://www.hildegardiana.es

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