En una llamada telefónica con su amigo y ex-alumno Jorge Milia, Papa Francisco habla sobre el afecto por su predecesor
ANDREA TORNIELLI
CIUDAD DEL VATICANO 11 de Julio 2013
«No te imaginas la humildad y la sabiduría de este hombre… Nunca renunciaría al consejo de una persona de este tipo, ¡sería una locura por mi parte!». Son palabras de Papa Bergoglio sobre Benedicto XVI. Palabras que dijo por teléfono a Jorge Milia, periodista, escritor y ex-alumno de Bergolgio. Las incluyó el mismo Milia en un artículo publicado en el blog de Alver Metalli “Terre d’America”.
El escritor comienza diciendo que el Papa se quejó por haber recibido de su parte una carta de 12 páginas. «Pero no puedes negar que te hice reír…», le respondió Milia. «Y rió. Por esas razones que nadie puede explicar, mucho menos yo, todavía tolera mi prosa, tal y como hace tantos años, cuando éramos profesor y alumno. Le dije que empecé a leer la encíclica “Lumen Fidei” y él declinó cualquier mérito personal. Comentó que Benedicto XVI había hecho la mayor parte del trabajo, que era un pensador sublime, desconocido o al que no entiende la mayor parte de las personas».
Después, el escritor cita otras palabras del Pontífice: «Hoy estuve con el viejo… –así a la argentina, con aquel carácter afectuoso que le dan a la palabra– platicamos mucho, para mí es un placer intercambiar ideas con él».
«Y, de verdad, cuando habla de Ratzinger –subraya Milia– lo hace con mucho reconocimiento y ternura. A mí me da un poco la sensación de uno que ha reencontrado a un viejo amigo, a un ex-compañero de clase, de los que se dejan ver de tanto en tanto, que frecuentaba la escuela uno o dos cursos más adelante que nosotros y que, de alguna manera, admiramos, tal vez con las diferencias pulidas por el tiempo, suavizadas».
Por teléfono, Francisco añadió que «no te imaginas la humildad y la sabiduría de este hombre». Milia contestó: «Entonces, tenlo cerca…». «Nunca renunciaría al consejo de una persona de este tipo, ¡sería una locura por mi parte!».
Con respecto a la accesibilidad en la relación con las personas, Francisco le dijo a su amigo y tocayo: «No ha sido fácil, Jorge, aquí hay muchos “padrones” del Papa y con más antigüedad de servicio».
«Después comentó –escribe Milia– que cada uno de los cambios que ha introducido le ha costado esfuerzos (y, supongo, enemigos…). Entre estos esfuerzos, la cosa más difícil fue la de no aceptar que se ocuparan de su agenda. Por esto no quiso vivir en el palacio, porque muchos Papas terminaron convirtiéndose en “prisioneros” de sus secretarios».
«Soy yo el que decide a quién ver –dijo Francisco a su ex-alumno–, no mis secretarios… A veces no puedo ver a quien quisiera, porque debo ver quien quiere verme».
«Esta frase me sorprendió mucho –observó el escritor. Yo, que no soy Papa y que no tengo su poder, siento que el corazón se acelera cuando espero a un querido amigo y no sé si podría dar la precedencia a otro en su lugar. Él, en cambio, se priva del encuentro que querría para estar con quien lo pide. Me dijo que los Papas han estado aislados durante siglos y que esto no está bien, el lugar del Pastor es con sus ovejas…».
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