Locución del Señor Jesús:
Imitad mi vida. Profundizad en mi Palabra, en mi Evangelio. No podéis decir que conocéis de mí, si desconocéis las Sagradas Escrituras. Cómo hablar de lo que no conocéis. Descubrid mis encantos en el libro Sagrado que os llevará al gozo, en la vida eterna.
Cómo mantener vuestra conciencia tranquila, cuando algunas veces vuestras acciones ocultas, traspasan mi agonizante Corazón.
Cómo mantener vuestra conciencia tranquila, si en vuestro corazón hay manchas, barro de pecado.
Cómo mantener vuestras conciencias tranquilas, si os he escuchado tantas veces: promesas de cambio y no sois fuertes en la tentación; fácilmente caéis, fácilmente os desplomáis, fácilmente caéis en el fuego ardiente de vuestras bajas pasiones.
Cómo mantener vuestras conciencias tranquilas, si de apariencia sois hijos de la luz, pero frente a mis ojos sois hijos de las tinieblas.
Cómo mantener vuestras conciencias tranquilas, si en cualquier momento, vendré por vosotros para juzgaros en justicia.
Enderezad vuestras sendas; volved vuestros ojos y vuestro corazón a Mí. Os perdonaré, os declararé inocentes frente a mi Padre Eterno; borraré del libro de vuestras vidas, vuestros pecados; os regeneraré, os renovaré, os restauraré; os ceñiré alas de ángeles para que paséis por alto, trabas y tropiezos en vuestro camino. Depurad todo lo que lleváis dentro.
En el Sagrario os purificaré, os lavaré y quedaréis tan blancos como la nieve.
Desde el mismo instante que escuchasteis el eco imperceptible de mi voz, os señalé un nuevo camino; suscité ansias de seguir mis huellas, os quité la máscara que llevabais puesta y acentué con perfección mis rasgos divinos; condoné vuestra deuda, os declaré libres e inocentes, os justifiqué.
Algunas veces, os visteis empujados por vuestros ímpetus. Algunas veces, os acercasteis al fuego y os quemasteis. Algunas veces me rechazasteis, me excluisteis de vuestras vidas para dar rienda suelta a las concupiscencias, a vuestros sentimientos lascivos; deformasteis vuestra alma; vuestro corazón quedó saturado de la hediondez del pecado; pero me dejé encontrar nuevamente, porque no quiero perderos, no quiero que seáis trofeos de satanás; me presenté a vosotros como Padre de Misericordia; sentisteis mis besos y mis abrazos, os presté mi hombro para que lloraseis, para que descansaseis en Mí, y escuché de vuestros labios un perdón sincero.
Os doy tantas oportunidades de salvación; y esta lección, este llamamiento, es un nueva oportunidad en vuestras vidas; oportunidad que no debéis rechazar, oportunidad que será asediada por el espíritu del mal, porque él pretenderá sacaros de mi Divina Voluntad; él os presentará otros caminos distintos a los señalados por Mí. Y en esta fuente de misericordia, mis siervos reparadores, porción amada de mi Divino Corazón: os purificaré, os limpiaré; vendaré las heridas de vuestro corazón; quitaré vuestros viejos andrajos de mendigos y os vestiré con el sayal penitencial, para que reparéis ahora que estáis vivos; para que aspiréis, siempre, llegar a la meta, habitar en el Cielo que os tengo prometido.
El Llamado
Noviembre 5/10 (7:04 a. m.)
Locución del Señor Jesús:
Cuando os despertéis en la mañana: que el primer pensamiento del día sea, Yo. Cuando abráis vuestros ojos, miradme con los ojos del alma. Cuando lleguéis a mi Sagrario: sumíos en adoración profunda; oración que os llevará a contemplar mis Misterios Divinos. Misterios que os revelaré, os los daré a conocer porque sois sencillos, humildes, porque sois pequeños.
Unid vuestras tres potencias: cuerpo, alma y espíritu y elevad plegarias al Cielo. Salmodiad con vuestros labios y con vuestro corazón.
Uníos a la adoración de la Iglesia Militante y Triunfante. Vaciad todo lo que lleváis dentro: preocupaciones, miedos, dudas, inseguridades. Postrad a los pies de mi Santa Cruz: vuestras tentaciones, vuestros pecados y debilidades, y bebed sorbo a sorbo la Sangre preciosa que brota de mis Sagradas llagas.
Mirad, de vez en cuando, el Santo Crucifijo: meditad en mi dolorosa pasión y pensad en las veces que habéis sido mis verdugos, cómplices de satanás. Pensad en las veces que (recibiendo tanto amor, tanto derroche de ternura, tanta misericordia desbordada para con vosotros) me rechazasteis, caminasteis por caminos amplios, espaciosos, caminos laxos, caminos de perdición.
Si hubiese sido mi Divina Voluntad: os pude haber llamado en el momento más crítico de vuestras vidas, os pude haber llamado en el acto más deplorable frente a mis purísimos ojos; pero no cesé de llamaros, no cesé de derramar: bondad, comprensión para con todos vosotros. Os mostraba una luz en vuestro caminar, pero os encontrabais enceguecidos. Os hablaba, pero no escuchabais mi voz, porque vuestros oídos se hallaban taponados. Tocaba las fibras más profundas de vuestro ser, pero vuestro corazón se hallaba encapsulado en la costra del pecado. Pero salí a vuestro paso, me dejé encontrar; me he dejado ver, sentir; me he dejado escuchar y llegasteis a Mí con vuestro cuerpo llagado, con vuestro corazón deformado por el pecado. Me pedisteis perdón; tomasteis la decisión de empezar de nuevo, de hacer mortificación, penitencia, reparación, por vuestros pecados; me entregasteis vuestras vidas. Clamasteis en vuestra aflicción y os escuché, os acogí con amor, sin reproches, ni censuras; os cubrí con mis besos y con mis abrazos y os sentisteis perdonados.
En una etapa de vuestras vidas: empezasteis a sentir vacíos, inconformidades; lo que antes apetecías, ha perdido el encanto, el sabor.
Empezasteis a ver las trivialidades del mundo; observabais, cómo los hombres se afanan más por los bienes temporales, descuidando los bienes espirituales y eternos. Os cuestionasteis y decidisteis buscar lo perenne, lo trascendental; escuchasteis mi voz y caminasteis tras mis huellas. No os importó dejar: vuestras familias, vuestros pueblos, ciudades, veredas, países; os separasteis de vuestros amigos.
Renunciasteis: a ser vosotros mismos, a construir desde vuestro propio yo y egoísmo, y os donasteis por entero a Mí. En Mí, encontrasteis lo que buscabais.
En Mí, descubristeis que era el Todo, la única razón de vuestro existir.
En Mí, hallasteis reposo, paz, seguridad.
En Mí, vislumbrasteis un futuro promisorio y esperanzador.
Optasteis por consagraros a Mí, por salir del mundo. Optasteis por vivir radicalmente mi Evangelio, mi Palabra.
Optasteis ser mis discípulos, mis siervos reparadores. Optasteis ofrendaros como hostias vivas y almas víctimas de amor, por la conversión de todas las almas del mundo entero.
Optasteis por un camino de sacrificios, de renuncias diarias.
Optasteis abrazar mi Cruz, sanar mis llagas con vuestra adoración y reparación.
Optasteis, ser los peregrinos del amor; peregrinos, que aspiran habitar en una de las moradas del Cielo.
Optasteis por morir a vosotros mismos y nacer de nuevo. Optasteis en arder, como cirio encendido, en el Santísimo. Optasteis ser almas contemplativas, almas con vida de ascesis, almas que sólo piensan en dar gloria a mi Santo Nombre. Amén.
La reparación tiene mayores méritos, cuando…
Noviembre 5/10 (10:21 p. m.)
Locución del Señor Jesús:
Hijos míos: impregnaos de mi aroma celestial, extasiaos ante el gran milagro que ven vuestros ojos. Abajad vuestras cabezas, reconocedme como vuestro Señor; reconocedme como al Rey de reyes que habita en todos los Tabernáculos del mundo entero.
En este silencio: escuchadme, sentid mis palabras como barullo de Ángeles. Sentid mis palabras como lluvia fresca, sentid mis palabras como balbuceo de amor. Vosotros, que ya no os preocupáis por las cosas del mundo, porque vuestra máxima preocupación son los asuntos del Cielo; vosotros, que no os fatigáis por los bienes efímeros: queréis cansaros, desgastaros por los bienes eternos: os seduje, salí a vuestro paso, os encadené de amor; vuestro corazón parecía estallar de gozo; vuestro corazón palpitaba de amor frenesí, porque: al fin pudisteis verme, al fin pudisteis escucharme, al fin pudisteis reconocerme. Vosotros que os rendís ante mis galanteos: haced caso a mis súplicas, llamados angustiosos que hago a toda la humanidad, porque muchos hombres de corazón estulto, caen en la profundidad del infierno, porque su arrogancia les encegueció, su prepotencia les ensordeció, su altivez endureció sus corazones y por eso: rechazaron mis gracias, mis bendiciones.
Reparad: para que los pecadores se acerquen a Mí con corazón contrito y humillado, para que lleguen a Mí con el lodo de sus bajezas, que Yo les sumergiré en las fuentes de aguas vivas y quedarán limpios, quedarán puros.
Vosotros, que respondisteis a mi llamado, que optasteis por la cruz, por el martirio; que optasteis por seguir mis pisadas de amor: tenéis la gran tarea de la reparación, tenéis la gran misión de ser mis coadjutores en la salvación de las almas.
Siervos reparadores, porción amada de mi Divino corazón: llegad a uno de los jardines del Cielo y regad con vuestra oración, las rosas y las flores que le embellecen. Dejaos perfumar con mi nardo purísimo. Dejaos arrebatar en vida, porque os profeso gran amor y gran ternura.
Siervos reparadores, porción amada de mi Divino corazón: que pasáis largas horas en el silencio de mi Sagrario, que os asemejáis a un cirio encendido; vosotros que os vais consumiendo de amor, en deseos desbocados de dar gloria y honra a mi Santo Nombre: no os dejéis contagiar por filosofías llamativas y extrañas; bebed en las fuentes fidedignas de las Sagradas Escrituras y del Magisterio de la Iglesia.
Siervos reparadores, porción amada de mi Divino corazón, si estáis encadenados al Corazón Inmaculado de mi Madre: dejaos arropar bajo los pliegues de su sagrado manto, dejaos abrazar en la llama de su Amor Santo, dejaos tomar de sus virginales manos y caminad sin nunca cansaros; caminad seguros, porque no tropezaréis; caminad seguros, porque no encontraréis obstáculos; caminad seguros, porque halláis la senda de encuentro conmigo. Siervos reparadores, porción amada de mi Divino corazón: agitad los incensarios de la adoración y de la reparación. Amadme, por los que no me aman; adoradme, por los que no me adoran; rendidme tributos que soy vuestro Dios, rendidme homenajes que soy el misterio escondido.
Siervos reparadores, porción amada de mi Divino corazón: id a la viña y trabajad bajo el ardor del sol; trabajad bajo la lluvia impetuosa; os pagaré el justo jornal. No os iréis con vuestras manos vacías; a cada cual le pago el justo salario.
Siervos reparadores, porción amada de mi Divino corazón: ved en la Hostia Consagrada, el libro abierto de mi Sagrado Corazón. Venid y meditad en Él, para que os hagáis sabios. Venid y meditad en Él, para que os hagáis dóciles a la acción del Espíritu Santo. Venid y meditad en Él, para que os asemejéis a los Santos Ángeles. Venid y meditad en Él, para que os impregnéis del aroma de la santidad, del aroma del Cielo. Venid y meditad en Él, para que cosechéis virtudes; virtudes que os harán hijos de la luz, virtudes que den fin a vuestro hombre viejo.
Siervos reparadores, porción amada de mi Divino Corazón: caminad con vuestras sandalias de suelas desgastadas, andad ligeros de equipaje, nada os faltará; os proveeré; seréis asistidos, seréis resguardados en uno de
los Aposentos de mi Divino Corazón.
El día que seáis probados, el día que decida pasaros por el cedazo de la tribulación, el día que decida pasaros por el fuego, refinaros y acrisolaros como oro y plata: no penséis que ya no os amo, no penséis que os estoy cobrando los errores y caídas de vuestro pasado, no penséis que os he dejado solos, que me he apartado de vuestro camino; pensad más bien, que mi amor por vosotros es inmenso, incomparable. Jamás les podrá pesar: vivir, llevar con amor la cruz de cada día; porque, mediante el Misterio de la Cruz, os daré luz, os haré radiantes, os despojaré de vuestras cadenas oxidadas, os quitaré vuestras amarras, vuestros lazos opresores y os daré libertad; y una vez halláis resistido la prueba: ceñiré en vuestras cabezas coronas de príncipes o de princesas; entregaré en vuestras manos un cetro de oro finamente tallado; os sentaré en un puesto de honor, porque os asociasteis a mi Sagrada Pasión, porque fuisteis mis cirineos, llevasteis libremente parte de mi cruz, fuisteis mis verónicas porque no tuvisteis miedo frente a las turbas, llegasteis a Mí y enjugasteis mi Rostro sangrante y sudoroso, secasteis mis lágrimas.
Si estáis en crisis: en mi dulce prisión, en mi pequeña porción del Cielo en la tierra: os haré ver mi magnificencia de amor; os haré sentir: uno a uno, los latidos de mi Eucarístico Corazón; os sentiréis impulsados en ofrendaros como hostias vivas de amor, hostias vivas de reparación, hostias vivas de expiación.
Fijad vuestras miradas al Cielo. Ved las escaleras de oro que se desprenden de uno de sus pórticos; intentad caminar en pos de ella, intentad caminar para que subáis sus peldaños; sed valerosos, intrépidos y pretended llegar al escalón más alto, porque una de las puertas del Cielo se os abrirá de par en par; podréis disfrutar por adelantado la gloria que se vive en la eternidad, os haréis el firme propósito de llevar una vida santa, vida sin tacha, sin reproche y repararéis vuestros pecados, porque al Cielo nada manchado entrará.
Una vez halláis subido, el escalón más alto de oro: sacad la cítara que lleváis guardada en vuestro corazón y entonadme un himno de adoración, cantadme un cántico de alabanza. Os pido perfección de vida, os pido honestidad en vuestros actos, os pido rectitud en vuestro proceder.
La reparación tiene mayores méritos, cuando se vive en estado de gracia.
La reparación tiene mayores méritos, cuando se adquiere templanza: a través de los sacrificios, ayunos, mortificaciones, penitencias.
La reparación tiene mayores méritos, cuando se hacen serios propósitos de conversión, serios propósitos de dejar el pecado, serios propósitos de dar muerte y de enterrar el hombre impío, el hombre viejo.
Si os sentís fatigados, melancólicos, obnubilados: venid a
Mí que os sumergiré en un remanso de paz, os hablaré muy quedo a vuestro oído, entraréis en un éxtasis místico de amor. No penséis en las cosas que dejasteis atrás. Corresponded a mi llamado; el enemigo os querrá sacar, sembrará desazón a vuestro corazón, inquietud para que caminéis hacia atrás, para que volváis al vómito, como lo hacen lo perros. No deis rienda a vuestra imaginación, sutil engaño de satanás. Recobrad la paz, recibid palabras de consolación y permaneced firmes en vuestra vocación, en mi elección. Si sois casados, vivid como casados pero santamente. Si sois religiosos, comportaos como religiosos, siendo fiel reflejo y copia fidedigna de mi presencia en vosotros. Si sois célibes, comportaos como célibes pero viviendo en coherencia con mi Palabra, respetando vuestro cuerpo como templo y morada del Espíritu Santo.
Llevad una vida espiritual: ordenada, sacrificada; abajaos, humillaos para yo glorificarme en vuestras vidas. Sed humildes y apeteced las cosas sencillas. Evitad exuberancias, excentricidades; pasad desapercibidos frente a los ojos del mundo. Sólo sed, mis siervos reparadores vestidos con las túnicas de la mortificación, ceñidos con las sandalias del arrepentimiento, amarrados al cíngulo de la castidad perfecta. Una vez, halláis respondido a mi llamado de amor: no os cuestionéis, no pongáis obstáculos; sed como niños y dejaos guiar por los concejos de mi Madre.
Sed como niños y acatad mis mandatos, mis leyes.
Sed abiertos, receptivos a mis palabras; abrid vuestros ojos, permaneced despiertos, porque el enemigo podrá llegar de improviso y destrozaros, como el ave de rapiña se abalanza sobre su presa.
Que, éstas, mis palabras os den: paz, os suman en profunda contemplación y adoración. Que mis palabras no caigan en el vacío de vuestros corazones. Que mis palabras os aviven, os lleven a la generosidad, porque me lo entregasteis todo, os donasteis en plenitud. Firmamos un pacto de amor con la tinta imborrable e indeleble de mi Sangre preciosa. No busquéis más la felicidad en el mundo. Escudriñad mis Misterios Divinos; os haréis sabios, experimentaréis la dicha verdadera, el regocijo y la paz que el mundo jamás os podrá dar.
Permaneced mucho tiempo en mi celda de adoración y de reparación, cumpliendo con el oficio de los Santos Ángeles, uniéndoos a la Iglesia Triunfante
Que el silencio de la noche, os sumerja en un éxtasis; que la vigilia nocturna, os lleve a morir a vuestras viejas apetencias y deseos; en vuestro pasado, os desvelasteis en las cosas del mundo; en vuestro presente, desvelaos en reparación; para qué sumiros en la somnolencia, cuando aún, os falta mucho camino por recorrer; cuando, aún, os faltan muchas dificultades qué superar; cuando, aún, os falta mucho camino para llegar a la meta, para recibir el premio de gloria; pero también recordad que el tiempo pasa, los años llegan y cuando menos penséis: estaréis en mi Tribunal Divino, rindiéndome cuentas; estaréis siendo juzgados en justicia y pasaréis a recibir el trofeo de gloria o el pasaporte que os llevará directo al infierno.
Llevad escritas, éstas, mis palabras en vuestro corazón con letras de oro; dadles brillo con vuestra oración y reparación; acicalad vuestra vida espiritual: con el ayuno, la mortificación y la penitencia. Es Jesús el que os ha llamado; y ante Jesús presentaréis vuestros talentos, entregaréis cuenta detallada y minuciosa de cada uno de los dones que puse en vuestras manos; os llevo tatuados en las palmas de mis manos; soplo mi Hálito Divino en vuestras conciencias, para que comprendáis lo caducos que sois, para que emprendáis vuestra marcha hacia la patria celestial.
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