VIVENCIA SOBRENATURAL
CONCEDIDA POR CRISTO A LUZ DE MARÍA
7 DE JULIO DEL 2014
DESPUÉS DEL MENSAJE, CRISTO ME COMPARTIÓ:
AMADA MÍA, VEN, TE MOSTRARÉ:
Nuestro Señor Jesucristo se acerca a mí, me toma de la mano y me lleva a lo alto, desde donde pude mirar gran cantidad de criaturas humanas, que vestían como vestimos normalmente.
Me dice Mi Señor: vas a mirar de cerca los frutos de quienes viven, obran y actúan en Mi Voluntad, de aquellos que luchan contra el mal, como Yo deseo; de los que dicen amarme y actúan en el pecado, en la oscuridad donde creen que no les puedo mirar.
Miré un gran batallón de criaturas que oraban y yo escuchaba sus oraciones y sentía en mi alma un regocijo. Me dice nuestro Amado: ese regocijo es la profunda devoción, el amor ofrecido, la donación de estas almas en el acto de orar. Escucha: no es algo mecánico, es el fruto de su amor hacia Mí y hacia sus hermanos.
Las miré invocar con oraciones y ofrendas espirituales a la Madre Santísima y vi como la Madre tomaba en Sus Manos esos actos y los presentaba ante Jesús Eucaristía que se mantenía en un altar de una altura inimaginable, rodeado de criaturas Angélicas que permanecían en adoración, levantaban sus rostros e inclinaban la cabeza ante tan Grande Majestad. Candelabros hermosos con velas encendidas iluminaban el altar.
¡Oh Dios Mío y Señor Mío, qué grande eres!
Nuestra Madre Santísima se acerca al altar y miro altares más pequeños y de variedad de materiales y formas. Me dice Cristo: estos son los altares de los templos del mundo.
¡QUÉ FELIZ ME HACEN LAS ALMAS QUE SE ACERCAN A RECIBIRME VERDADERAMENTE CONSCIENTES DE QUE ME RECIBEN A MÍ!,
Y ¡QUÉ DOLOR ME CAUSAN LOS QUE POR APARIENCIA SE ACERCAN A RECIBIRME; DOBLEMENTE ME OFENDEN!
Miré unos seres luminosos como el sol, sus rostros verdaderamente angelicales de una belleza sobrenatural, y cada uno de esos seres acompañaba a la criatura a recibir la Sagrada Comunión, y luego estos hermanos nuestros y compañeros de camino, colocaban sobre las cabezas de las criaturas que habían comulgado debidamente, una gracia especial. Esta gracia se trasformaba en una corona. En unas cabezas había varias coronas y en otras una, en otras una o dos flores. Me explicó Cristo que las coronas distinguen a cada criatura en su espiritualidad, señaló a una criatura y me dijo: esta criatura Me recibe a diario pero vive una fe muerta, no vive a plenitud Mi Amor en el prójimo y Me recibe por costumbre, y la costumbre mata la entrega y el amor.
De cada una de esas almas vi salir un rayo luminoso, y cómo estos se unían en uno solo que Cristo lo tomaba en Sus Manos y lo elevaba. Yo pregunté: Señor, ¿hacia dónde va ese rayo tan luminoso? Él me respondió: hacia Mi Padre y va a fortalecer a aquellos hermanos tuyos que necesitan auxilio para crecer en la fe y no consentir el temor ni los respetos humanos que les detienen para ser voceros de Mi Voluntad.
Es impactante el poder de la oración; escuche un murmullo y Cristo me dijo: este rayo de luz, son las oraciones realizadas con amor, verdad, paciencia, fe, esperanza y caridad; llegan hasta donde moran las almas que necesitan de los actos de los hombres en Mi Voluntad para recibir consuelo y así esperar a que Mi Madre les lleve hacia Mi Morada.
Pero de un momento a otro me sorprendió la cantidad de rayos azules, violetas, verdes, rojos, amarillos, lila, dorados y plateados que salían de esas criaturas que oraban, y las miré moviéndose en busca de otras almas. Me dijo Cristo: este es Mi Regocijo, las criaturas no sólo se mantienen estáticas en la oración, sino son acción; mira cómo esa criatura - y la señaló para que yo la mirara, tan tímida, comparte con sus hermanos esas páginas y les pide que las lean, no necesita hablar, sólo actuar. Esas son las criaturas que provocan esta variedad de luces según su obrar y actuar, pero míralas, ninguna se encuentra en un solo lugar. Ese es Mi Pueblo, el que más bendiciones produce, el que no se guarda para sí Mis enseñanzas sino las comparte con sus hermanos.
Mira a los que luchan por la vida, mira a los que transmiten Mis peticiones a la humanidad, mira a los que no detienen su pensamiento en actos banales sino actúan para Mí y para el bien de las almas.
Un Arcángel, en obediencia a nuestra Madre paso de lado a lado en donde se mantenían esas criaturas que luchaban contra todos los detentes cotidianos para permanecer en el camino correcto; el Arcángel bendecía con un agua celeste a todas esas criaturas.
Pregunté, Mi Señor, ¿qué tiene esa agua de color tan especial? y Cristo me respondió: Fe, amada Mía; Fe, es el agua de la Fe, para que continúen a pesar de las batallas diarias. Apareció otro Arcángel, e incensando a todos exclamaba: ¡esperanza para todas las criaturas fieles a Mi Rey, esperanza!
De pronto un Arcángel, moviéndose con una luz esplendorosa, casi enceguecedora, que sólo me permitía mirar su silueta, mantenía en su mano una tea y decía: la Luz de nuestro Rey ilumine el camino de los fieles y fortalezca a los temerosos, les colme de caridad, ésta que el mal ha llevado a desaparecer del corazón y de la sensibilidad de los hombres. La caridad es la luz que hace renacer en los corazones la verdad de la entrega de nuestro Rey. El Amor sin caridad es una farsa, y la caridad sin Amor es impensable. El Amor y la Caridad son virtudes en donde confluye la Voluntad de la Divinidad.
Mi regocijo, dice el ser Angelical, me lleva a exultar en un cántico de adoración, al mirar lo que sucede durante una oración llevada como Cristo y la Madre esperan de los hombres: en acto de contrición, con verdadero propósito de enmienda, con fe, obediencia, y disposición, vertiendo todo esto en la práctica hacia los hermanos y abriendo los ojos del prójimo, no sólo los del cuerpo sino los del espíritu, para que no sean engañados.
Y el ser Angelical de esplendorosa luz pronunció: ¡Ah… si todos los seres humanos actuaran con esta consciencia de este pequeño número y en lugar de perder la vida dedicándose a la crítica y al mal, se propusieran ser mensajeros activos hacia el prójimo!, ¡qué diferente sería esta humanidad! Ya me permitirá Mi Rey permanecer más cerca del hombre, junto a nuestra Reina y Madre, en los instantes necesarios en los que la fe deba crecer y no disminuir en los seres humanos.
Nuestro Amado me miró fijamente, y me dice: Mi Pueblo no permanecerá solo, enviaré todo auxilio de Mi Casa, no será presa fácil del enemigo del alma.
Amada mía, has vivido lo que logran no sólo las oraciones sino los actos y obras de las criaturas humanas, cuando éstas son efectuadas con consciencia, y deseo no sólo compartir el conocimiento sino compartirlo con el propósito de que cada hombre lleve a otros este conocimiento para que el mal no les encuentre dormidos.
Mis hijos deben ser conscientes de que la disposición es necesaria para que Mi Espíritu actúe en cada uno y derrame los carismas necesarios, y cada uno alerte a sus hermanos, ante esta pandemia de poder y de insensibilidad que sobre los débiles y más necesitados, vierten los que mantienen poder en la Tierra.
Y me dice: “LA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA”.
Y ESTE ES EL INSTANTE DE LA ACCIÓN Y LA UNIDAD; EN ESTE INSTANTE, LA UNIÓN PESA SOBRE LAS ALMAS QUE MÁS CONOCEN. QUIEN ES CAUSA DE DESUNIÓN, SERÁ JUZGADO SEVERAMENTE.
Mi Amado me da la orden de compartir con mis hermanos los méritos de la oración correctamente realizada, los méritos de las comuniones ofrecidas con plena consciencia de que se recibe a Cristo vivo y palpitante; y me da la orden de compartir la importancia de ser cada uno de nosotros un vocero que alerte al hermano de cuanto sucede en la humanidad, para que el mal no tome más ventaja ante la ignorancia de Su Pueblo.
Así en obediencia, comparto esta bendita experiencia.
Luz de María.
www.revelacionesmarianas.com
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