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miércoles, 2 de octubre de 2013

La ofrenda es una forma de oración. Toda la jornada puede ser una oración si se la ofrecemos a Dios nuestro Señor.

¿Cómo rezar cuando las cosas cuestan y cuando no?


Acabo de estar en la Sierra Tarahumara, en el Estado de Chihuahua, México. Visité la misión de Cusárare y al entrar al templo presencié el momento en que una mujer Tarahumara colocaba las primicias de su cosecha junto al Sagrario. A juzgar por sus gestos y su forma de orar, su ofrenda iba animada y acompañada de un corazón ardiente de amor a Dios. Me gustó también la humildad de esta mujer sencilla que se ruborizó al verme entrar, creo que ella hubiera preferido que su ofrenda quedara en secreto, entre ella y Dios.
ofrenda tarahumara

Me recordó a aquella viuda que Jesús puso como ejemplo de generosidad: "Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir». (Mc 12,38-44)
Lo que a Jesús más le agradó fue que ella se dio a sí misma: en eso consistió su ofrenda. Como la Virgen María que se dio por completo: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra." La viuda amó con obras: se dio y dio lo que tenía.
La mujer Tarahumara, al llevar a Cristo Eucaristía el fruto de su esfuerzo durante tantos días y meses de trabajo, estaba reconociendo que de Él lo había recibido y a Él se lo entregaba. No dio de lo que le sobraba, era una mujer notablemente pobre. Su oración iba más allá de la formalidad de llevar las primicias al Señor;esas mazorcas simbolizaban un corazón generoso con Dios y con los hermanos. Lo que ella estaba poniendo sobre el altar de Dios era su vida, su trabajo, su amor.
"El sacrificio exterior, para ser auténtico, debe ser expresión del sacrificio espiritual. "Mi sacrificio es un espíritu contrito..." (Sal 51,1 9). Los profetas de la Antigua Alianza denunciaron con frecuencia los sacrificios hechos sin participación interior o sin relación con el amor al prójimo. Jesús recuerda las palabras del profeta Oseas: "Misericordia quiero, que no sacrificio" (Mt 9,13; 12,7) El único sacrificio perfecto es el que ofreció Cristo en la cruz en ofrenda total al amor del Padre y por nuestra salvación. Uniéndonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios." (Catecismo 2100)
Cuando le ofreces tu vida a Dios, le dices que le amas. Le dices que confías en Él. Le dices que Él es lo mejor que te ha pasado. Le dices que Él es el sentido de tu vida. Le dices que con nada puedes pagar lo que Él hizo por ti. Le regresas amor por amor.
La ofrenda es una forma de oración. Toda la jornada puede ser una oración si se la ofrecemos al Señor.
Cuando tenía 14 años mi director espiritual me entregó la siguiente oración de ofrecimiento para que la rezara todos los días al levantarme:
Señor Jesús:
Te entrego mis manos para hacer tu trabajo.
Te entrego mis pies para seguir tu camino.
Te entrego mis ojos para ver como tú ves.
Te entrego mi lengua para hablar tus palabras.
Te entrego mi mente para que tú pienses en mí.
Te entrego mi espíritu para que tú ores en mí.
Sobre todo te entrego mi corazón para que en mí ames a tu Padre y a todos los hombres.
Te entrego todo mi ser para que crezcas tú en mí, para que seas tú, Cristo, quien viva, trabaje y ore en mí.
Amén.
tarahumara capilla
Santa Teresita del Niño Jesús nos enseñó a su vez esta oración para el inicio del día:
Dios mío! Os ofrezco todas mis acciones de hoy, según las intenciones del Sagrado Corazón de Jesús, y sólo para su gloria.
Quiero santificar los latidos de mi corazón, mis pensamientos y mis
obras, por más insignificantes que sean, uniéndolas a sus méritos
infinitos, y para reparar mis faltas, arrojándolas en la inmensa
hoguera de su Amor Misericordioso.
Oh Dios mío! os pido para mí y para mis seres queridos, la gracia
de cumplir, con toda perfección, vuestra santa voluntad y aceptar,
por vuestro amor, las alegrías y las penas de esta vida pasajera,
para que un día estemos reunidos en el Cielo por toda la
eternidad.
Amén!
Nuestra oración de ofrecimiento puede ser breve y sencilla, incluso espontáneamente, con nuestras palabras, podemos dirigirnos así a Dios nuestro Señor para iniciar bien la jornada:
Te ofrezco, Señor, este día. Soy tuyo, el día es tuyo. Haz conmigo lo que quieras. "Aquí estoy, Señor, para hacer tu Voluntad" (1 Sam 3, 4).
Todo lo que hagamos podemos ofrecérselo a Dios como un acto de amor, desde las cosas más ordinarias hasta otras más grandes que supongan mucha generosidad y desprendimiento personal. Esta forma de oración nos ayuda a mantener contacto con Dios durante todo el día, como el padre de familia que durante la fatiga del trabajo diario recuerda con frecuencia: "Es por amor a mi esposa y a mis hijos, lo hago por ellos." Ese es el sentido del ofrecimiento, tanto de lo que cuesta como de lo que se disfruta: hacerlo por amor. De alguna manera es como brindar.
La enfermedad y el sufrimiento físico son buena ocasión para presentar nuestra ofrenda al Señor, uniéndonos e identificándonos con Cristo crucificado. Una oración así, además de ser agradable a Dios, es curativa: «Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito» (Enc. Spe salvi, 37).
Cuando las cosas cuestan y también cuando no: ofréceselas a Dios.

 El contenido de este artículo puede reproducirse total o parcialmente en internet, sin fines comerciales y citando siempre al autor y la fuente de la siguiente manera: Autor: P. Evaristo Sada, L.C.; publicado originalmente en:  http://www.la-oracion.com

martes, 18 de junio de 2013

¿DE QUIÉN ENTRE USTEDES ES EL AMOR MÁS FUERTE QUE LA MUERTE?



¿DE QUIÉN ENTRE USTEDES ES EL AMOR
MÁS FUERTE QUE LA MUERTE?
10.06.92

La paz sea contigo.  El Amor te ama.

Flor, escucha y escribe:

Como un hombre que invita a sus amigos a compartir sus alimentos, Yo los invito hoy a orar, pero también a compartir Conmigo Mis sufrimientos, Mi alegría y Mis deseos.  Ustedes están esperando ansiosamente oirme y escuchan en silencio lo que tengo que decir, y ¡ah!... ¡Cómo sé cuán sedientos están algunos de ustedes!

En estos tiempos, como nunca antes, Yo extiendo Mi Mano desde lo alto, para salvarlos de los poderes del mal que están preparados para apagar la poca luz que queda en ustedes y forzarlos a habitar en la oscuridad. Así que no digan: "no hay nadie que me salve y nadie que me ofrezca su amistad", ni que se les niega la ayuda. Invóquenme con su corazón y Yo vendré volando hasta ustedes...

Yo soy su Amigo. 

Yo soy Aquel que más los ama. Yo soy el Todo Fiel. Yo les he enseñado a no negar una bondad a cualquiera que se las pida. ¿Se negarán a arrancar las espinas que atraviesan Mi Corazón? Para esto necesito almas generosas. Hoy necesito, más que nunca, almas víctimas. ¿Queda entre ustedes algún alma sensible? ¿Quién de ustedes Me va a poner como un sello en su corazón? ¿De quién entre ustedes, su amor es más fuerte que la Muerte? ¿Todavía no has comprendido cuán enfermo estoy de amor por ti, generación? Ábranme enteramente su corazón, hermana Mía, hermano Mío, bienamados Míos, pues Mi Boca está más seca que el pergamino por falta de amor. Abandónense a Mí. ¿Por qué temen entregarse? Ustedes se estarán entregando únicamente a su Santo, al que ustedes dicen que aman. Dénme su corazón, completamente, y Yo haré de él un Cielo para Glorificarme a Mí, su Rey.

Conságrense ustedes mismos a Mi Sagrado Corazón y glorifíquenme. Ustedes son todos de Mi Casa y no deseo que nadie se pierda. Si permanecen en Mí, vivirán. Continúen, Mis pequeñas ovejas, dando a conocer a sus hermanos y hermanas la consagración a Mi Sagrado Corazón, así como la consagración al Corazón Inmaculado de su Madre.

Yo los bendigo a todos, dejando el Suspiro de Mi Amor en sus frentes. 




(Mensaje de nuestra Bendita Madre).

Hijos bienamados, hagan todo lo que Jesús les diga.

Den gracias a Su Nombre por Su Amor Fiel. Levanten sus cabezas hacia Dios y crecerán radiantes. Mis pobres hijos, desde lo alto Yo miro a sus ciudades donde no hay descanso y donde hay tantos levantamientos. Miro, pero no puedo encontrar suficiente amor ni generosidad. Necesito más oraciones, más generosidad y amor para ayudarlos. Encuentro tan pocos que Me apoyen en Mis plegarias.  Renuncien a todos sus malos caminos y vivan santamente.

Necesito sus oraciones como una tierra sedienta necesita lluvia, para ayudarlos y embellecerlos para Mi Hijo.

No debe haber más demora ahora. El Enemigo está decidido a matar sin misericordia y sin piedad y a seguir expulsando gente de su propio país. He visto horrores desde lo alto y Mi Corazón está roto dentro de Mí, pero Yo puedo restaurar las tierras y la Paz entre hermanos, solamente si ustedes están alerta a Mis súplicas de Oraciones y a Mis Llamados al sacrificio.  Las pérdidas de hijos, la viudez, inmediatamente acabarían.

Esta vez tomen de corazón Nuestros Mensajes. Ofrézcanse a Dios y Él los tomará de la mano y los formará. Él hará de ustedes un reflejo de Su Divina Imagen.  Con Él, ustedes aprenderán que el sufrimiento es divino, la mortificación satisfactoria a los Ojos de Dios, la obediencia agradable a Él. Deseen lo que es más rechazado por este mundo:

Su Cruz.

Yo los bendigo a todos con Mi Amor Maternal.