Amigos de la
vida:
Necesitamos su ayuda ahora mismo.
En este momento, en Río de
Janeiro, Brasil, los gobiernos de todo el mundo se encuentran reunidos para
decidir cómo gastaran miles de millones de dólares en las próximas décadas,
supuestamente para ayudar al medio ambiente.
El personal de C-FAM que se
encuentra en Río acaba de enterarse que el documento puede ser usurpado por
defensores del control demográfico. Si conoce a alguien que
esté en el gobierno de su país, llámelo ahora y alértelo de que hoy el
representante nacional debe estar presente para poner freno al lenguaje
proabortista que favorece el control demográfico que acaba de ser insertado en
el documento de Río+20.
Si usted es brasileño, costa rica, peru, húngaro
o de un país africano, esto es particularmente importante.
Por favor,
llame a su gobierno ahora mismo y ruéguele que se asegure de que sus
delegados estarán presentes en las negociaciones de Educación, Salud y Género de
5 pm a 10 pm hoy en la sala de negociación P3-D y que se movilicen a favor de la
supresión del término "derechos reproductivos".
No se trata
de una negociación de rutina (la ONU espera que el documento sea refrendado por
los jefes de estado o por altos funcionarios de todas las naciones. Se necesita
su ayuda urgentemente para asegurar que no se apunte a los niños del mundo.
¡Por favor, actúe ahora y que Dios lo bendiga por su
trabajo!
Cordialmente. Austin
Ruse Presidente C-FAM
The World Health Organization's Abortion Agenda
Dr. Andrew Essig
In this paper the author Andrew Essig endeavors to show how far the World Health Organization (WHO) has come from its original mandate, to expose the degree to which the abortion agenda has permeated its ideology, and who is providing the funding to promote it. The paper examines how WHO has emphasized family planning, including abortion, by eschewing other aims. All of this to the detriment of that institution’s effectiveness and reputation. Finally, it offers recommendations for concerned policy makers in donor and recipient nations.
Dr. Essig’s paper provides a well-deserved critique of the way the world’s premier health organization has become the world’s top abortion advocate. In so doing, Dr. Essig adds his voice to an ongoing debate about what WHO recipient nations can do to protect their pro-life laws and policies from WHO interventions.
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