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domingo, 3 de marzo de 2013

EJERCITO VICTORIOSO DE LOS SAGRADOS CORAZONES - Agustín del Divino Corazón - Coloquio 1

Coloquios con el Amor Divino
Coloquio 1
Julio 07/2012
1:27 p.m.

Alma: Señor bendice a este tu pueblo, Señor deja una huella imborrable en cada corazón.

Jesús: Ya he dejado una huella de amor, un toquecito de amor en cada corazón abierto y dispuesto en recibir mis gracias.
Ya he dejado una huella imborrable en cada alma generosa que ha escuchado mi llamado, mi voz; voz que ha calado en lo profundo de cada corazón y les ha llevado a suspirar de amor.

Alma: Señor que seas tú el timón de nuestras vidas, que seas tú Señor el capitán que dirija este navío por medio de la alta mar, que no nos de miedo atravesar por en medio de vientos fuertes encontrados o mareas altas.

Jesús: Soy el piloto de vuestras vidas, quiero tomar vuestros corazoncitos para Yo mismo direccionaros.
Quiero ser la brújula que os muestre el oriente y el occidente, el norte y el sur.
Quiero daros la seguridad y la certeza de que estando a mi lado nada os sucederá; podréis atravesar por en medio de los ríos y no os ahogaréis, podréis atravesar por en medio de fuertes torbellinos y no seréis arrastrados, y mucho menos arrancados de mi regazo paterno.
Quiero ser vuestra única ilusión, la máxima y la constante en vuestras vidas.
Quiero que penséis en Mí desde el mismo instante que abráis vuestros ojos en cada amanecer.
Quiero que sintáis el arropo de mi Madre en cada anochecer.

Alma: Señor danos la gracia de una conversión de corazón, danos la gracia Señor de pensar solamente en dar gloria y honra a tu santo nombre, danos la gracia Señor de sentirte siempre a nuestro lado aún en nuestros momentos de soledad.

Jesús: Sed como niños, comportaos como niños. Siempre permaneceré a vuestro lado, como un buen Padre vela por el bienestar de sus hijos. Aún en la soledad me haré sentir, aún en la tristeza verteré en vuestros corazones gotitas de mi amor, sorbitos de mi amor para que sonriáis y sintáis paz en medio del sufrimiento.
El día en que descubráis verdaderamente mi presencia en vuestras vidas, y sintáis que os he salido a vuestro camino y si sois dóciles, si lloráis vuestros pecados y reparáis por vuestras culpas, os concederé la gracia de una conversión de corazón, conversión perfecta y transformante, de tal modo que terminéis viendo con mis ojos, escuchando con mi oídos, tocando con mis manos, caminando con mis pies y sintiendo con mi corazón.

Alma: Señor despierta en cada uno de nosotros amor por la Eucaristía, ansias de soledad, deseos de escucharte desde tu Sagrario.

Jesús: Desde este mismo instante derramo rayitos de luz que brotan de mi Corazón Eucarístico, rayitos de luz que os herirán de amor y a partir de este instante sentiréis el anhelo de encontraros Conmigo en la soledad de mi nuevo Getsemaní. En mi excelso trono os haré sentir mi amor, sanaré vuestras heridas con el óleo bendito de mis sagradas llagas.

Desde este mismo instante renuevo vuestra manera de pensar y de actuar. Ya no podréis vivir si no me sentís a vuestro lado, ya no pasaréis de largo por una capilla o por un templo. Saetaré vuestros corazones con mis rayos de luz y os atraeré como imán se adhiere al metal, y por un instante, por unos minutos o quizás por unos segundos, os bastará encontraros Conmigo en esta pequeña porción del cielo en la tierra y os daré la fuerza que necesitáis para continuar con vuestra jornada, jornada del día en la que me rindáis gloria y alabanza por ser vuestro eterno Dios presente en la Sagrada Eucaristía.

Alma: Señor enséñanos a llevar la cruz, a cargar con la cruz de cada día, sin reproches, sin lamentos Señor, enséñanos señor a aceptar la cruz de la enfermedad.

Jesús: Amados míos entended que sin cruz no entráis al cielo. Acaso cuando fui aprehendido como un criminal, cuando mis huesos fueron dislocados y bruscamente extendido mi cuerpo santísimo en la cruz me lamenté, o lancé improperios contra todo un pueblo que me atacaba. Supe en todo obrar de acuerdo a la divina voluntad de mi Padre, antes bien, añoraba y deseaba el momento de abrazar la cruz, cruz que sería madero de victoria porque a través de mi muerte en cruz redimiría al género humano de todo pecado, a través de mi muerte en cruz pagaría vuestra deuda contraída por el pecado.

No penséis que ya no os amo cuando os sintáis enfermos, cuando decida probaros a través del sufrimiento, es que necesitáis pasar por el fuego de la tribulación, necesitáis ser refinados como oro y como plata.

Recordad que un corazón manchado, un corazón teñido de oscuridad o salpicado del lastre del mundo no podrá entrar al reino de los cielos. La cruz os pule, os talla, os da perfección. La cruz os asemeja al Mártir del Gólgota, al Mártir del Calvario.

Alma: Señor y qué decir aquellas veces cuando nos sentimos en momentos de desierto, en momentos de aridez, aquellas veces cuando no nos provoca orar, Señor, o la oración se hace demasiado rutinaria. ¿Qué hay que hacer?

Jesús: Amados míos, aún en el desierto sentiréis una fuente de agua viva, fuente de agua viva que os refrescará, fuente de agua viva que remojará la tierra estéril de vuestro corazón. Muchas almas, en momentos de desierto, en momentos cuando ya no sienten mi presencia, mis dádivas divinas, se alejan de Mí, caen de nuevo en los peñascos del mundo y muchas de estas pobres almas han sucumbido, han fracasado, han olvidado los pactos de amor que un día me juraron en el Sagrario.

En vuestros momentos de aridez espiritual acudid a la fuente de mi Sagrario. Si no os fluyen palabras, vuestra mera presencia es oración; si no os sale de vuestro interior palabras, me vasta con escuchar un “te amo” de vuestros labios, me vasta con escuchar “aquí estoy Señor, aún en mi aridez, aún en mi momento de desierto, pero tengo la fe, mis ojos y mi corazón puesto sen Ti”.

En vuestros momentos de aridez espiritual repetid jaculatorias, San Francisco de Asís entraba en éxtasis y en oración profunda con sólo repetir y decir “mi Dios y mi todo, mi Dios y mi todo, mi Dios y mi todo”.

En vuestros momentos de aridez espiritual pedidle también a vuestro santo ángel de la guarda, él como vuestro guardián y protector, os acercará a Mí, quebrantará vuestros espíritus y os sumergirá en alabanza contemplativa.

Alma: Señor, sabemos de que tú nos amas con amor de Padre, con amor de amigo, con amor de hermano; y ¿qué hemos de hacer cuando algunas veces ponemos nuestra confianza más en la creaturas, en los hombres, y vienen los desengaños, las heridas, las desilusiones?

Jesús: Amados míos, soy el Dios verdadero que ha bajado del cielo y se ha quedado hasta la consumación de los siglos en la Hostia consagrada.
Entended que el ser humano es frágil por naturaleza, el amor humano muchas veces coacciona, manipula, reprime, es egoísta; mientras que mi amor es ilimitado, incondicional.
Me doy sin reservas a todas aquellas almas que me buscan y de hecho me dejo encontrar.
Gran error poner vuestra confianza en los hombres. Si tenéis plena convicción que estoy en el Sagrario, venid a Mí, que aún en la simpleza de la Hostia consagrada me dejaré ver con vuestros ojos del alma. Aquí en el Sagrario seré vuestro confidente, vuestro amigo, amigo dispuesto en escucharos y en daros la ayuda que necesitáis en ese momento, quizás crucial de vuestras vidas. No pongáis vuestras ilusiones, vuestras esperanzas y confianzas en las creaturas. Soy el Dios que os ha engendrado en el vientre de vuestras madres, os he creado a mi imagen y semejanza; soy el Dios que todo lo puede y obra según sea vuestra fe, no os defraudaré, os consolaré, os levantaré, os animaré a continuar la marcha.
Siempre el amigo fiel os esperará en su Tabernáculo de amor.
Siempre Jesús, el humilde hijo del carpintero, os espera en su ebanistería divina para tallaros, puliros y daros perfección de alma y de espíritu.

Alma: Señor y qué hemos de hacer en aquellos momentos de desesperación, en aquellos momentos en que aún creyendo de que tu nos ayudas y nos auxilias, entra la congoja, entra el desánimo Señor.

Jesús: No permitáis que la turbación entre en vuestro corazón. La turbación os la pone el enemigo del alma para sembrar caos, para llevaros a la ruina espiritual.
Sosegad vuestro corazón agitado en mi presencia eucarística y sentid mi presencia eucarística, mis palabras como brisa suave que entrapan vuestra alma y os llevan a la paz, al regocijo.
Entended que todo problema tiene solución, no hay dificultad en la que no os pueda ayudar. Sólo necesitáis la fe de la hemorroísa, ella con su enfermedad tenía la convicción plena que con tan sólo tocar la orla de mi manto quedaría sana y vosotros qué fe tenéis en Mí, ¿acaso os encerráis en vuestros problemas, os ahogáis en vuestras dificultades?, ¿acaso llegáis a Mí en el último momento de vuestras vidas a contármelo todo? Cuando todo lo conozco, cuando todo lo sé.
La turbación de espíritu es gangrena mortal que os pudre interiormente y os hace añicos. Conservad la paz, excesiva confianza en Mí que todo lo puedo y obro prodigios grandes si sois dóciles, si sois obedientes y abiertos en recibir mis gracias.

Alma: Señor y cuando hemos pecado tanto, cuando nos hemos apartado tantos años de tus leyes, cuando hemos violado tus mandamientos Señor, cuando tantos años de nuestras vidas fueron desgastados y tantas veces abusamos de tu misericordia divina Señor, cuando no valoramos el sacramento de la confesión, nos confesábamos y al instante pecábamos. ¿Qué piensas de ello? ¿Qué quieres enseñarnos Jesús?

Jesús: Recordad que soy el buen pastor, que va tras la oveja perdida y una vez la encuentra la lleva sobre sus hombros y le sana sus heridas. ¿Cuál fue mi actitud con el hijo pródigo? Aquel hombre tentado por el mundo, aquel hombre saturado de pecado, ¿acaso le recriminé cuando se presento ante Mí pidiéndome perdón? De inmediato le puse ropajes nuevos, ceñí nuevas sandalias, puse en su dedo una argolla, eso mismo hago y haré con todos vosotros el día en que lleguéis a Mí pidiéndome perdón.

¿Qué hice con la mujer pecadora cuando fue vista, atrapada de manera infragante, mientras todo un pueblo le juzgaba? Yo escribía en la tierra, qué dije: quien esté libre de pecado que le arroje la primera piedra. A ella en ese instante le liberé de sus ataduras, de sus vicios y esclavitudes. Mi mirada de amor le purificó y le perfumó la hediondez que llevaba dentro, no la censuré, tan sólo le invité a ser buena, a cambiar de vida.

El amor es ternura, es terapia para el alma y el corazón herido, enfermo. Soy un Dios de misericordia y siempre os estaré esperando en mi tribunal abierto las 24 horas del día, tribunal en el que siempre entraréis siendo culpables y saldréis libres, exentos de toda culpa. Recordad que donde sobreabundó el pecado, sobre abunda la gracia. Reparad por vuestros pecados, tened un corazón contrito y humillado, y recibiréis gracias. Mi perdón ya os lo he dado, ¿acaso os parece poco mi muerte e inmolación en la cruz?

Alma: Señor, gracias por todo lo que tú nos enseñas, gracias Señor porque la paz entra en lo profundo de nuestro corazón y cala en la profundidad de nuestra alma ¿Cómo debemos de comportarnos? ¿Qué es lo que más te agrada a ti Señor? ¿Cuál es la mejor de las reparaciones que quieres que hagamos?

Jesús: Comportaos de acuerdo a mi Evangelio; os he dejado unas normas, unas leyes, mi Palabra divina no puede pasar desapercibida en vuestras vidas. Leed y meditad las Sagradas Escrituras, allí aprenderéis a ser santos.
La mejor de las reparaciones que podéis hacer y desagraviar los ultrajes a mi Sacratísimo Corazón es convirtiéndoos del todo a Mí, dejad la vida de pecado, el pecado es ruptura a mi filiación divina, el pecado deforma vuestra alma, ensombrece mi luz; el pecado os hace títeres de satanás.
La mejor de las reparaciones: una conversión de corazón, conversión perfecta y transformante.
Aprende a rechazar el pecado, buscad a toda costa la santidad, comportaos como ángeles en la tierra.

Alma: Señor, María, la mujer del fiat; María la elegida del Padre Eterno para ser tu madre, la Madre del salvador.

Jesús: Amadla en extremo, amándola a Ella me amáis a Mí, dejaos tomar de sus virginales manos porque es el camino seguro de encuentro Conmigo. Ella es la puerta del cielo siempre abierta. Su Corazón Inmaculado exalta de gozo cuando os escucha rezar el Santo Rosario, Santo Rosario que os hará fuertes en la tentación, Santo Rosario que formará una coraza de protección en vuestra vida espiritual y satanás no podrá con vosotros.
Cuando estaba en la cruz, pronunciando mis últimas palabras, llamé a mi amado discípulo Juan y le dije: Hijo ahí esta tu madre, y a mi Madre,Madre ahí está tu hijo. Desde aquel instante Ella os acogió a todos vosotros como sus hijos amados. Desde aquel instante Ella extendió su manto maternal sobre todos los hombres de cualquier época, de cualquier cultura. Y Ella siempre os estará esperando para abrazaros con la llama de su amor santo, Ella os estará esperando para interceder por vosotros en vuestras necesidades, dificultades.

Alma: Señor, tanto nos hablan del pecado, de las consecuencias nefastas del pecado Señor y caemos, te herimos, te lastimamos.

Jesús: Hijo amado, el pecado me lleva a un nuevo Getsemaní. El pecado flagela de manera inmisericorde mi cuerpo santísimo. El pecado agranda las llagas de mis manos y de mis pies. El pecado traspasa mi Corazón agonizante de lado a lado. El pecado deforma el alma de todos mis hijos. El pecado ha llevado a la condenación eterna a un sin número de almas. El pecado se roba mis gracias.

Permaneced en estado de gracia. Buscad al sacerdote, os perdonaré, os liberaré de vuestro yugo y esclavitud a través de su bendición.

Buscadme a Mí, cuantas veces caigáis os levantaré y os daré ánimos, fuerzas para que derrotéis las fuerzas tenebrosas del mal con el sacrificio, la mortificación, la penitencia. No juguéis con lo más sagrado de vuestras vidas, la salvación de vuestras almas; no os acomodéis jamás a los criterios del mundo. Pecado seguirá siendo pecado frente a mi presencia, el pecado trae consecuencias nefastas en vuestra vida espiritual, os separa de Mí, os pone una valla entre tú y Yo.

Lo oscuro no se mezcla con lo claro, vuestro corazón debe permanecer radiante como una estrella, nítido y transparente como el agua. No puede haber mitad oscuridad y mitad luz.

Haced un propósito en este día, alcanzar la santidad a toda costa. Imitad el heroísmo y la valentía de los santos, ellos supieron y aprendieron a vencerse a sí mismo, ellos domaron, colocaron freno al potro o caballo brioso que llevaban dentro; ellos se asemejaron al santo de los santos.

Alma: Señor y qué decir de aquellas personas que dudan de ti en la Eucaristía, o de aquellas personas que se atreven a recibir tu cuerpo y tu sangre en pecado mortal, personas que han recibido un mal consejo Señor y vemos que en este mundo actual lo sagrado va perdiendo valor e importancia.

Jesús: Un jueves santo, instituí el mandamiento del amor. Un jueves santo instituí el sacerdocio. Un jueves santo, decidí quedarme hasta el fin de los fines, hasta la consumación de los siglos presente en la sagrada Hostia. Pensé en vosotros, no quise dejaros solos y mucho menos huérfanos. Pero los intelectuales, los empíricos, aquellos que solo creen en aquello que puede ser controlado y verificado a través de los sentidos, siembran dudas en las almas sencillas y buenas.

Mi inventiva de amor parece ser que no ha sido lo suficiente para demostrarle a la humanidad entera mi gran amor, mi derroche de misericordia y ternura para con todos vosotros.

Vosotros que sí tenéis fe en Mí, reparad en el Sagrario por aquellos que creen que la hostia consagrada es un embuste, un engaño; tarde o temprano se darán cuenta del error, del gran error.

Vosotros que os acercáis a Mí con espíritu de fe, amadme por aquellos que no me aman, adoradme por aquellos que no me adoran, glorificadme por aquellos que no me glorifican. Y eso bastará para que el manto de mi misericordia se extienda, aún, sobre las almas más pecadoras, sobre las almas más embadurnadas de pecado.

Y qué decir de aquellos pobres hijos míos que sin las debidas licencias o disposición para recibirme en mi augusto sacramento se atreven a comulgar las especies del pan y del vino en pecado mortal. Pobres almas, están bebiendo y comiendo su propia condenación y destrucción. Pobres almas, hacen de sus corazones guillotinas de martirio para mi cuerpo adorable.

Vuestro corazón, amados míos, purificadlo en el sacramento de los ríos de la gracia, perfumadlo primero con el nardo de la santidad y de la virtud y una vez estéis aptos para recibirme no tengáis miedo, los latidos de mi Corazón Eucarístico se confundirán sin cesar con los vuestros.

Alma: Señor y aquellas personas que fueron llamadas para una vida sacerdotal, religiosa desde el vientre de sus madres y no te respondieron, o por cobardía lo dejaron todo.

Jesús: Hijo amado, a cada uno le encomiendo una misión, una tarea específica qué cumplir. Los hombres aún no han valorado ni han comprendido la grandeza y la dignidad del sacerdocio, algunos no han comprendido el gran amor y el derroche de misericordia que tengo con las almas consagradas. Almas que han dejado, aún, sus propias familias, veredas, pueblos o han tenido que salir de sus propios países para llevar la Buena Nueva a toda creatura.

Los hombres no han comprendido la grandeza de la vocación religiosa. Las almas que siendo llamadas a la vida sacerdotal o religiosa y se han dejado cautivar por el mundo, siempre llevarán un vacío en su corazón. Por momento, la nostalgia y el recuerdo, pero como soy un Dios compasivo, misericordioso, mi ternura y mi amor siempre, siempre les acompañará.

Si alguno de vosotros, sentís un llamado a dejarlo todo por el Todo, vale la pena que os aventuréis a caminar tras la huellas del Maestro de sandalias desgastadas. Vale la pena que no escatiméis en generosidad, os pagaré el ciento por uno.

Alma: Señor gracias por lo que tú nos enseñas, has invadido nuestro corazón de tu paz. Nos miras con amor, con ternura.
Señor, gracias porque tú sanas, gracias porque tú restauras, tú liberas. Gracias porque algo nuevo sentimos que obras en nuestras vidas. Aleluya Señor.