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jueves, 13 de agosto de 2015

CUIDEN EL TRAJE HERMOSÍSIMO DE LA GRACIA SANTIFICANTE

Tomado del Libro: Diario Espiritual Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María (1961-1981) (Con Aprobación Eclesiástica)
De: Isabel Kindelmann – Budapest, Hungría
CUIDEN EL TRAJE HERMOSÍSIMO DE LA GRACIA SANTIFICANTE
Después de haberme hablado la Santísima Virgen, el Señor Jesús dijo todavía muchas cosas, pero lamentablemente no puedo escribirlas todas. Después de la Sagrada Comunión Le agradecí con profunda gratitud las abundantes Gracias y Le pedí perdón por haberlo recibido tantas veces indignamente en mi corazón. He reparado también por aquellos que hoy Le reciben indignamente. El Señor Jesús, viendo mi aflicción y reparación comenzó a quejarse efusivamente: Sus Palabras de quejan fluían a raudales:
Jesucristo.-
“Hijita Mía, cuando un padre de familia compra un traje nuevo para su hijo, lo hace dar gracias y le inculca que lo cuide porque ha sido fruto de sacrificio.
Mi Padre Celestial también les ha dado un traje nuevo en el Bautismo, el traje hermosísimo de la Gracia Santificante y ustedes, a pesar de todo, no lo cuidan. ¿Habrá padre de familia que haya sufrido más que Yo a fin de que la vestidura de Gracia Santificante pueda de nuevo recobrar su blancura?… He instituido el Sacramento de la Confesión y ustedes no hacen uso de él. Por eso he sudado Sangre. Por eso Me coronaron de espinas. Voluntariamente Me acosté sobre el madero de Mi Santa Cruz. He sufrido lo indecible y después Me escondí modestamente bajo una insignificante apariencia para ser más asequible a ustedes, para que no Me tengan miedo. Como Niño pequeño envuelto en blanco pañal, Me he escondido en la Hostia Blanca. Cuando entro en el corazón de ustedes, tengan cuidado de que no se halle en el vestido de su alma ninguna suciedad, desgarrón o mancha, porque ¿hay padre de familia que haya hecho mayor sacrificio para adquirir un traje a su hijo? Muchos ni Me lo agradecen debidamente. Todos los días repiten impasibles las mismas palabras con frialdad, sin sentirlas, sin poner atención, con el pensamiento vagado por otras partes. Así vienen todos los días y esto va así año tras año. No piensan que Yo también Soy Hombre y como a tal, no deben guardar los dos pasos de distancia de las reglas de urbanidad, ya que Me han recibido en su corazón. Tienen que hablarme con sencillas palabras humanas. No Me dejen, pues, solo, Mi Corazón anhela amor y confianza.
Soy Yo quien les pido que Me hablen, para que tenga oportunidad de responder a sus palabras con la plenitud de Mis Gracias.
Dondequiera que puedas, hijita Mía, trae las almas, más cerca de Mí.”
REPÁRAME POR LAS ALMAS CONSAGRADAS24 de Mayo de 1962
Me conmueve hasta las lágrimas si Lo pienso como Niño pequeño y me postro ante Él. Él, espiritualmente, extendía hacía mí Sus dos Manitas y me decía:
Jesucristo.-
“¡Bésalas por aquellos hacia quienes en vano las extiendo!” 
Le he colmado con todo el anhelo de mi alma, y Le pregunté: ¿Hay personas hacia quien las extiendes y no te hacen caso?
Jesucristo.-
“Lamentablemente, sí las hay. Sólo Me apena que ante éstas tendré que levantar Mi Mano como severo Juez.” 
Hoy me dijo:
Jesucristo.-
“Repárame en lugar de aquellas almas que aunque están Consagradas a Mí, no se preocupan de Mí. A quienes he abrigado en Mi Corazón, a quienes he colmado con Mis preciosos tesoros, pero ellas dejan que se empolven en el fondo de su alma. Si por el Sacramento de la Penitencia les sacaran brillo, de nuevo estarían relucientes con la claridad de Mis Gracias. Pero esto no les interesa, se distraen solamente con el juego multicolor de este mundo. Quien no recoge Conmigo, desparrama.” 
Me pidió el dulce Salvador que meditara junto con Él Sus eternos anhelos. Esto ha tomado largo tiempo; ha meditado conmigo la oración, siento pena de no poder describirlo porque Sus Palabras pasaron directamente a mi conciencia. Penetraron tanto a mi interior y se fundieron con él, que no soy capaz de expresarlas con palabras.
Tenía un trabajo que debía entregar, por tanto, andaba con prisa. Él todavía me dijo:
Jesucristo.-
“¿Verdad que seguiremos unidos?” 
No nos separaremos nunca, ya que ¡no podríamos soportar vivir el uno sin el otro!
Estas palabras sonaban tan simultáneamente en mi alma que verdaderamente no sé quién las pronunció antes, Él o yo.
AGRADECER A JESÚS CON EL ARREPENTIMIENTO DE LOS PECADOS2 de Junio de 1962. Sábado
En la Santa Misa había exposición del Santísimo. Saqué mi libro de oraciones (el pequeño Salterio). Entonces el dulce Salvador me dijo:
Jesucristo.-
“¡Guarda tu libro de oraciones y conversemos!” 
Grande emoción se apoderó de mí porque Sus Palabras llenas de caridad inundaban con Gracias mi alma. Me dirigí a la Santísima Virgen:
Ven, Madre mía, ayúdame a dar gracias a Tu Hijo Santo, porque apenas puedo soportar Sus Gracias que vienen arrolladoras hacía mí. No alcanzo a pronunciar palabras. ¿De qué manera podría agradecérselas?
Santísima Virgen.-
“¡Responde a Mi Santo Hijo, con el profundo arrepentimiento de tus pecados!” 
Las Palabras de la Santísima Virgen me han movido a profundo arrepentimiento de mi alma. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Así ha pasado el tiempo hasta el momento de la Sagrada Comunión. En el melodio se entonó el canto sagrado: “En el fondo silencioso del templo…” Esto aumenta todavía más la ternura que sentía hacia Él. Éste es mi canto preferido. Hace ya meses que no lo había oído tocar y ahora ya es el cuarto día sucesivo que lo oigo. Nunca me ha impactado tanto como hoy. Las lágrimas corrían por mi rostro. No podía contenerlas ni siquiera cuando estaba comulgando. Cuando me arrodillé de nuevo en mi lugar, hubiera querido expresar mi gratitud por la unión con Él. Pero Él no ha dejado de hablar. ¡Él ha comenzado a encomiarme a mí!:
Jesucristo.-
“¡Mi pequeña hermanita! ¡Qué feliz Me siento que puedo entrar a tu corazón que con todo su empeño trata de amarme a Mí!” 
Y tanto inundaba mi alma (que ya llevaba algunos días de aridez espiritual) con Sus Gracias fecundas que me sentía abrumada bajo la conciencia de mi miseria. Él seguía hablándome:
Jesucristo.-
“¿Te ha gustado el canto? He sido Yo quien lo ha tocado hoy en el melodio. Éste es el canto que nos gusta más. Quería con ello halagarte porque tanto amas el fondo silencioso del Templo donde Yo habito.” 
El 2 de Junio fue el dulce Salvador, quien me despertó para la hora de la velada nocturna con estas Palabras:
EN LA NOCHE SOLITARIA, BUSCO CORAZONES
No tome a mal quien algún día lea estas líneas que de nuevo tengo que anotar que me brotan las lágrimas. Tanta delicadeza y atención de parte de Él empañan mis ojos de lágrimas. Luego dijo:
Jesucristo.-
“Como esto también te agrada, desde hoy, cuando sea Yo quien te despierte, ésta será la consigna: En la noche solitaria busco corazones.” 
Sentí de Sus Palabras que Su eterno Pensamiento es buscar corazones.

sábado, 25 de julio de 2015

APRESÚRATE A PASAR LA LLAMA DE AMOR PARA SALVAR TU PAÍS

Tomado del Libro: Diario Espiritual Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María (1961-1981) (Con Aprobación Eclesiástica)De: Isabel Kindelmann – Budapest, Hungría
Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María
Diario Espiritual Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María (1961-1981)
TOMAD PARTE TODOS EN MI OBRA DE SALVACIÓN17 de abril de 1962
Petición a los Sacerdotes
Muchas cosas me dijo el amable Salvador. Pidió que no nos rindiéramos en esta lucha espiritual porque la lucha sin tregua aumenta la Gracia:
Jesucristo.-
“Pide a Mis hijos (los Sacerdotes) que envíen a las almas a Mi Madre querida, y que no pronuncien ninguna homilía sin exhortar a los fieles a tener una profunda devoción hacia Ella. Somos el país de la Gran Señora del pueblo Húngaro. Hagan brillar esto constantemente ante los ojos de los fieles ya que se trata del deseo de Nuestra gran Señora.
“Y tú, hija Mía, con todas las fuerzas y sacrificios de tu vida, anhela sin cesar la llegada de Mi Reino, que la Llama del Amor de Mi querida Madre se inflame y se propague por las chispas del amor.”
Una vez, estando postrada delante del Señor Jesús y lamentándome del tiempo perdido de mi vida, me habló así:
Jesucristo.-
“El aumento de la caridad contrapesa las ocasiones que has desaprovechado. Al crecer tu amor Mis gracias también van a crecer en ti. 
(Luego habló todavía largamente conmigo).
Lo que te voy a decir ahora, hija Mía, no es sólo para ti, entrégalo a Mis queridos hijos:
Que entretejan lo esencial de estas Mis Palabras con los pensamientos de su alma. Tienes que sacudir a las almas tibias de la desidia en la que se han hundido. Primero, háganlos conscientes de que son llamados a vivir en íntima unión Conmigo. Comuniquen esto especialmente a las almas que a pesar de que Me reciben frecuentemente en su corazón, no por eso se acercan más a Mí. En vano querría llevarlas a mayor profundidad espiritual, si ellos dan vuelta y Me abandonan.
En el fondo de su alma ni se acuerdan de Mí en medio de los trabajos del día. ¡Esto Me duele tanto! Cuando dicen: —Señor, no soy digno de que entres en mi casa…— no Me den la espalda, sino háganse dignos, dispongan sus corazones para una continua unión Conmigo. Háganlo durante el día también, por medio de una jaculatoria fervorosa o una mirada de amor. ¡Qué ansias tan grandes siento por ustedes! ¡Son tan pocos los que vienen a Mí! Por lo menos los que vienen sean entregados y de verdad recogidos. Despierten en sus almas la confianza hacia Mí. Lo que más Me duele es que no confían en Mí. En vano tienen fe, sin la confianza no pueden acercarse a Mí.
Pide a Mis hijos que despierten valor en las almas. Diles cuán queridos son para Mí todos los que luchan. Que las almas no abandonen la lucha, porque la lucha ininterrumpida aumenta en ustedes Mis Gracias. Envíenlas a Mi dulce Madre.
Desea para Mí, hijita Mía, muchas almas. Éste el objetivo de tu vida que no pierdas nunca de vista. Por eso te he arrancado del mundo, para esto te escogí, Me alegro de que, al menos tú, te hayas compadecido de Mí, Me comprendas y en Mi inmenso dolor Me consueles.”
Mientras me decía esto, derramaba Su dolor sin límites en mi corazón. Mi Señor Jesús, yo soy una miserable pecadora—. Pero Él seguía hablándome:
Jesucristo.-
“Es tu arrepentimiento, hija Mía, lo que te ha traído cerca de Mí. Pide este profundo arrepentimiento para muchas almas. Hay tan pocas almas así, aún cuando Yo llamo a muchas a Mi especial seguimiento. No soy caprichoso, escojo las almas de aquí y de allí, de entre las circunstancias más diversas, pero lastimosamente con poco resultado. Hoy Me quejo mucho, hijita Mía. He tenido necesidad de abrir Mi Corazón delante de ti, con su mar de penas. ¿Por qué tanta conducta indigna tengo que soportar de parte de las almas a Mí consagradas?
¡Ven más temprano a Mí y consuélame todavía más! ¡Sal de tus propios límites! ¡Qué tu amor hacia Mí sea ardiente, lleno de fervor! Sufre con amor y atiende con más amor Mi Voz. Para poder oír Mi Voz, sé muy callada porque con Mi Voz delicada, silenciosa, sólo las almas sumergidas en el amor pueden sintonizar. Mantén vivo tu anhelo por Mí, siendo hostia viva por el amor. El amor es fuego que solamente la aceptación incesante de sacrificios puede mantener incandescente.”
APRESÚRATE A PASAR LA LLAMA DE AMOR PARA SALVAR TU PAÍS20 de abril de 1962
Jesucristo.-
“Toma parte sin cesar en Mi trabajo redentor. No preguntes cómo, ansía que llegue Mi Reino a ti y a todas las almas.
Cuando te aprestes a descansar, revisa todo tu día, ¡qué has hecho para que llegue Mi Reino!”
Al día siguiente inundó mi alma con un dolor agudo, oprimía mi corazón y quemaba verdaderamente: Tú lo conoces, Jesús mío, porque Tú me lo diste, me prometiste darme diferentes sufrimientos. Tanto me duele y sin embargo, ¡cuánto me agrada sufrir! No sé con qué comparar este dolor.
Jesucristo.-“Podrías saberlo —contestó Él mansamente—. Recuerda cuando eras todavía niña, lejos de tu madre y de tu querida patria. Ésta era la pena que durante largo tiempo te torturaba.”
Era la añoranza por la patria, mi amable Jesús.
Jesucristo.-
“Ya ves, has atinado. Este fuerte dolor que te he enviado es la añoranza por la Patria Celestial. Súfrelo por aquellos que no sienten ansia por la Patria eterna.” 
Hoy me pidió el Señor Jesús:
Jesucristo.-
“Apresúrate a pasar la Llama de Amor de Mi Madre para que así aparte del país la mano castigadora de Mi Padre.” 
Me costó muchísimo partir, el Señor me dio ánimo:
Jesucristo.-
“¡Ya no titubees más, hijita Mía! La Santísima Virgen, bajo la advocación de la Gran Señora de los Húngaros, te va a acreditar. Nuestras Palabras, que te hemos dirigido, sean tus oraciones.” 
En estos días, por cierto, he sentido impulsos de transmitir los Mensajes recibidos al Padre E.
En los días consecutivos fui temprano donde el Señor Jesús. Después de estar largo tiempo callado fue Él quien comenzó a hablar en mi alma. Con Voz mansa tan silenciosa que apenas se oía, me dijo muchas cosas pero todo pasó a la conciencia de mi yo.
Sentí la maravillosa importancia de Sus bondadosísimas Palabras que penetró en mi alma, pero me siento incapaz de expresarlas a excepción de unas pocas palabras con que me movió a urgente acción. Entre otras cosas me pidió que ya no me demorase más en entregar las peticiones a mí confiadas y que las instrucciones dictadas por Él las entregara cuanto antes al Padre. Sentí gran temor al saber que ya no había tiempo para dilaciones. En mi gran susto le rogué a la hermana sacristana que dijera al Padre que me encomendara en sus oraciones. No dije nada más. Por tratarse de un asunto tan confidencial no lo pude comunicar con nadie más fuera de aquél para quien el Señor lo destina. Ese día el maligno oprimía sin cesar mi alma. Esto duró hasta que ya de noche me postré a los pies del Señor. Después de breve silencio, el Señor Jesús comenzó a hablarme con indecible, maravillosa ternura. Un amor tan indescriptible, hasta ahora desconocido para mí, pasó de Él a mi alma temblorosa. Esta extraordinaria, maravillosa sensación recorría por largo rato todo mi cuerpo y mi alma. Y el Señor me habló con Voz tan tierna como nunca hasta ahora. Sentí que a Él también le dolía lo que me iba a decir.
Jesucristo.-
“Ésta es nuestra noche de despedida, Mi hijita carmelita. Tu alma ha sido el depósito de Mis apacibles Palabras. A partir de ahora te cubriré con el silencio. Te voy a privar no sólo de Mis Palabras, sino hasta de sentir continuamente Mi Presencia.” 
Cuando pronunció esto, el maligno respiró aliviado y con malicia. El Señor me permitió sentirlo. El maligno dijo: ¡Ha llegado mi hora!”
Sentí que estaba muy lejos y como si el Señor con un gesto lo hubiera aniquilado. Sentí cómo el Señor le dolía el tener que causarme tristeza. Me inspiró con placible bondad:
Jesucristo.-
“Por el bien de tu alma tengo que hacerlo.” 
Al penetrar su inspiración en mi alma un sentimiento para mí totalmente desconocido, delicado, estremecedor y lleno de Gracias inundó todo mi interior. Sentí que era el Espíritu de Amor, el Espíritu de Santidad.
Mientras Él irradiaba a mi alma Su Espíritu, sentí que el Espíritu Santo exhalaba sobre mí una fuerza de Gracia de un orden diferente para vencer todas las tentaciones. Esto me dio tanta tranquilidad que las lágrimas que brotaban de mis ojos por la partida del Señor, cedían el lugar a un silencioso recogimiento. Y después de descansar así en mi alma, el Señor una vez más me habló:
Jesucristo.-
“¡No Me entiendes mal, hija Mía! Yo seguiré estando contigo, también en adelante cuando Me recibas en la Santa Comunión, y esperaré tu venida con el corazón oprimido como lo he recibido hasta hoy. ¡Sé fiel, no busques tus sentimientos! ¡Renuncia a ti misma y sólo ámame a Mí! ¡Llene tu alma, únicamente el Espíritu de Amor! Ámame como a un niño pequeño envuelto en blancos pañales. Búscame como Mi Madre Me buscó angustiada en medio de la multitud. Y donde quiera que te encuentres, ¡alégrate de Mí! Piensa en Mí cuando necesites una mano que te ayude.
Si piensas que tienes necesidad de apoyo paternal, mira hacia arriba, a Mi Padre Eterno y con el Espíritu Santo sumérgete en Nuestro Amor.”
Éstas eran Sus Palabras de despedida. Con todo lo bondadoso que era, me han dejado con tristeza. En las noches anteriores era siempre el Señor Jesús, quien me despertaba para la oración de vigilia. De hoy en adelante será mi Ángel de la Guarda, quien me despertará cuando llegue la hora. ¡Oh, qué diferencia entre el anterior y el actual despertar!
EN LA ESCUELA DE LA HUMILDAD27 de Abril de 1962, viernes
Después de la Santa Misa, partí decididamente para entregar al Padre E. el Mensaje de la Santísima Virgen. Traigo una carta para usted, Padre le dije, en la carta está el Mensaje recibido de la Santísima Virgen. Temblaba en todo mi cuerpo pero sentí que la fuerza del Espíritu Santo me asistía. Esperé hasta que terminó de leer.
Me miró sorprendido y contestó con palabras evasivas: “No puedo dar respuesta a ello”… Yo no esperaba respuesta. Yo sólo soy una miserable pecadora y llevo sufriendo ya bastante por esta causa… Me retiré con el alma oprimida. Me sentí profundamente humillada.
Luego me quedé todavía largo tiempo en el templo sumida en mis pensamientos. Me quejaba ante la Santísima Virgen: ¿A quién me enviaste, Madre querida? Me ha rechazado, no me dijo ni una palabra de aliento. Con dolor en el alma y con la vergüenza por la humillación sufrida, salí del templo. Pero sí hubo algo que me dijo el Padre E. Me dijo que fuera donde el Padre X. A él no lo conocía; jamás había oído hablar de él. Al día siguiente fui a verle pero como no lo encontré en casa, al otro día volví a buscarle. En la santa confesión expuse ante él la situación especial de mi alma. Brotaron de mí oleados de palabras acompañadas con lágrimas. Aunque nunca le había visto, me abrí ante él, con plena confianza; le supliqué que me orientara en mi singular estado de alma. Le dije: “Con la mayor humildad le pido que me diga si estoy en error para así lograr tranquilizarme”. Sus palabras mansas y bondadosas me devolvieron la paz: no encontró en mí nada anormal. Era mi humildad de la cual sacó esta conclusión. Estas palabras daban consuelo a mi alma. Regresé a mi casa apaciguada. Hemos quedado en que la próxima vez le llevaría escritas las comunicaciones de la Santísima Virgen, porque hay Sacerdotes que se confiesan con él y va a tratar con ellos sobre este asunto.