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sábado, 29 de junio de 2013

"Libro del Cielo" - El mal del desaliento y de la desconfianza. - Luisa Picarreta-

Febrero 4, 1900


1.       El mal del desaliento y de la desconfianza.



Encontrándome en un estado lleno de desaliento, especialmente por la privación de mi sumo Bien, esta mañana apenas dejándose ver me ha dicho:

“El desaliento es un humor infeccioso que infecta las más bellas flores y los más agradables frutos y penetra hasta el fondo de la raíz, de modo que aquel humor infeccioso, invadiendo todo el árbol lo marchita, lo vuelve escuálido y si no se le pone remedio regándolo con el humor contrario, como aquel humor malo se ha introducido hasta la raíz, seca la raíz y hace caer por tierra al árbol. Así le sucede al alma que se embebe de este humor infeccioso del desaliento”.

A pesar de todo esto yo me sentía todavía desalentada, toda encogida en mí misma y me veía tan mala que no me atrevía a arrojarme hacia mi dulce Jesús, mi mente estaba ocupada pensando en que para mí era inútil esperar como antes las continuas visitas de Él, sus gracias, sus carismas; todo para mí había terminado.

Y Él, casi reprendiéndome ha agregado:

“¿Qué haces? ¿Qué haces?

¿No sabes tú que la desconfianza deja moribunda al alma?

Y ésta, pensando en que debe morir no piensa más en nada, ni en adquirir, ni en comerciar, ni en embellecerse más, ni en poner remedio a sus males, no piensa otra cosa sino que para ella todo ha terminado. Y no sólo vuelve al alma moribunda, sino que la desconfianza pone a todas las virtudes en peligro de expirar”.

¡Ah Señor! Me imagino ver a este espectro de la desconfianza, triste, mustio, medroso y todo tembloroso y toda su maestría, no con otra astucia sino sólo con el temor conduce las almas a la tumba.

Pero lo que es peor es que este espectro no se muestra como enemigo, porque entonces el alma podría burlarse de su miedo, sino que se muestra como amigo y se infiltra tan dulcemente en el alma, que si el alma no está atenta, pareciéndole que es un amigo fiel que agoniza junto y llega a morir junto con ella, difícilmente se sabrá liberar de su artificiosa maestría.




               Jesús, Jesús, Jesús