UNA PROFUNDA EXPRESIÓN DEL
INFINITO AMOR UNIVERSAL Y DE LA INCOMPRENSIÓN DEL HOMBRE QUE LLEVÓ A ESTREMECER
DE DOLOR TODA LA CREACIÓN.
Amada.
En el momento de la Sagrada Pasión de nuestro Rey, todos nosotros junto a todo el cosmos que incluye los universos, nos estremecimos, totalmente, lamentamos desde lo mas profundo de nuestro ser, por tanta irreverencia, tanta maldad, tanta oscuridad en el corazón de la humanidad.
Tanta obstinación; que si no fuese por el Amor Divino que Mora en nosotros, y la Divina Voluntad que nos ordenó no intervenir para que el plan de Dios se cumpliera, nosotros y toda la creación hubiese descendido contra el ser humano ante tal ingratitud.
Cada golpe al atravesar las Divinas Manos y Pies de nuestro Rey, hizo estremecer el Cielo y nosotros caímos postrados al sentir el dolor Divino ofrecido por cada hombre y ante tanto e infinito amor de nuestro Rey por la humanidad y ante el dolor de Nuestra Reina Celeste.
Nosotros que recibimos el gran poder de manos del Padre, debimos contener todo nuestro amor y nuestra lealtad, ante un hombre que jamás comprendió a quien estaban flagelando.
Al expirar nuestro Rey, lloramos tanto que la tierra se inundo de agua, el sol dejo de brillar y todo fue oscuridad y tiniebla. A la vez que los enfermos sanaron y nosotros protegimos el Divino Cuerpo junto a la Madre.
Esta es la causa por la cual en cada criatura humana en la que se repite la Sagrada Pasión , visible o místicamente, acudimos y nos dejamos mirar, porque protegemos esas criaturas repetidoras del verdadero y único Amor en toda su esencia. Nos postramos ante cada criatura espejo de la entrega Divina.
En el momento de la Sagrada Pasión de nuestro Rey, todos nosotros junto a todo el cosmos que incluye los universos, nos estremecimos, totalmente, lamentamos desde lo mas profundo de nuestro ser, por tanta irreverencia, tanta maldad, tanta oscuridad en el corazón de la humanidad.
Tanta obstinación; que si no fuese por el Amor Divino que Mora en nosotros, y la Divina Voluntad que nos ordenó no intervenir para que el plan de Dios se cumpliera, nosotros y toda la creación hubiese descendido contra el ser humano ante tal ingratitud.
Cada golpe al atravesar las Divinas Manos y Pies de nuestro Rey, hizo estremecer el Cielo y nosotros caímos postrados al sentir el dolor Divino ofrecido por cada hombre y ante tanto e infinito amor de nuestro Rey por la humanidad y ante el dolor de Nuestra Reina Celeste.
Nosotros que recibimos el gran poder de manos del Padre, debimos contener todo nuestro amor y nuestra lealtad, ante un hombre que jamás comprendió a quien estaban flagelando.
Al expirar nuestro Rey, lloramos tanto que la tierra se inundo de agua, el sol dejo de brillar y todo fue oscuridad y tiniebla. A la vez que los enfermos sanaron y nosotros protegimos el Divino Cuerpo junto a la Madre.
Esta es la causa por la cual en cada criatura humana en la que se repite la Sagrada Pasión , visible o místicamente, acudimos y nos dejamos mirar, porque protegemos esas criaturas repetidoras del verdadero y único Amor en toda su esencia. Nos postramos ante cada criatura espejo de la entrega Divina.
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