LAS SIETE EDADES DE LA IGLESIA
Monseñor Richard Williamson. Conferencia brindada el 17 de
septiembre de 2004.
La situación de hoy es desesperante desde el punto de vista de la
fe. El demonio aparentemente está triunfando, Dios cada vez es más echado fuera
de su creación, los hombres, llenos de orgullo, están conduciendo al mundo a
su ruina: esto está clarísimo. Y nos acercamos a no sabemos qué acontecimiento,
pero habrá una catástrofe, un desastre... no sabemos cuál, pero mucha gente lo
siente. Y aparentemente, no hay nada que pueda impedir esto.
Lo que está pasando hoy no tiene sentido. Porque la Creación es de
Dios y Dios creó todo para que los hombres lleguen al cielo, ¿pero qué vemos
hoy? Corrupción (la corrupción, por ejemplo, de la juventud, la corrupción de
las costumbres, la confusión cada vez más creciente en los espíritus). Si Dios
se ha perdido, si Dios aparentemente no actúa ¿qué sentido tiene esta situación
que estamos viviendo? En particular sobre la corrupción de la juventud, ¿cómo
pueden los hombres de hoy conocer la verdad? ¿Ycómo pueden elegir una verdad
que no conocen?
Entonces, ¿qué sentido tiene esta situación que estamos viviendo?
Por eso creo que este análisis de las siete épocas de la Iglesia
no sólo permite vislumbrar un sentido, sino hasta un plan y un futuro. Veamos
de qué se trata.
La idea de estas siete épocas es de un alemán de la primera mitad
del siglo XVII, el Venerable Barthelemy Holzhauser. Para la Iglesia no es
todavía Santo, pero era un sacerdote muy bueno, muy santo y al igual que Mons.
Lefebvre, animó a los sacerdotes a vivir en comunidad. Se daba cuenta (como
Mons. Lefebvre) de que los sacerdotes aislados sólo con muchas dificultades
pueden resistir a las influencias del mundo de hoy. Los sacerdotes tienen que
vivir juntos en comunidad para apoyarse y ayudarse los unos a los otros. Hizo
mucho en este sentido. Entonces lo vemos corno un reformador o por lo menos un
gran ayudador del clero alemán en los años terribles de la Guerra de los
Treinta Años (de 1618 a 1648). Y escribió un comentario del Apocalipsis, último
libro de la Biblia.
Estaba convencido de que escribía esto'bajo inspiración. Decía: “ No
son mis ideas, yo recibo estas ideas”. Por supuesto que decir esto no
significa que estaba verdaderamente inspirado, pero cuando llega al capítulo
15, versículo 4, dejó de escribir, diciendo: “No tengo más inspiración”.
Lo que haremos aquí es esencialmente su comentario a los capítulos
2 y 3 del Apocalipsis. Son aquellos capítulos que presentan las siete Cartas a
las siete iglesias (Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y
Laodicea). Holzhauser dice que cada Carta corresponde a una época de la Iglesia,
o sea: siete Cartas, para siete épocas de la Iglesia. Y agrega que en esas
siete épocas se ve una cierta hermosura, una simetría. Que la historia de la
Iglesia desde Cristo hasta el Anticristo es como una curva en el cual hay tres
épocas que suben y tres épocas que bajan.
Primera época: La de los
Apóstoles. La
primitiva Iglesia tuvo mucha fuerza, mucho vigor. La primera época de la
Iglesia fue la de los Apóstoles, desde el año 33 supongamos, el año de la
muerte de Nuestro Señor, hasta el año 70, en que ocurre la destrucción del
Templo en Jerusalén por parte de los romanos (el fin público y evidente de la
religión de Moisés, del Antiguo Testamento).
Es decir, que el Antiguo Testamento tuvo su fin con la muerte de
Nuestro Señor en la Cruz a pesar de todo lo que fingen los judíos de hoy. Es
completamente falso que el Antiguo Testamento vale todavía. Ha muerto con
Nuestro Señor en la Cruz, y el Nuevo Testamento entró en vigor en ese mismo
momento. Pero no obstante, vemos en los Hechos de los Apóstoles que San Pedro y
San Juan frecuentaban aún el Templo, porque el culto en el Templo continuó
hasta la destrucción de Jerusalén. Y de allí los judíos se dispersaron por todo
el mundo_ Y su vuelta de hoy es algo "permitido" por Dios.
Los Apóstoles, entre aquellos años 33 y 70, sembraron la fe en
todo el mundo conocido en aquel tiempo. San Juan vivía aún después del año 70,
pero en general hasta allí fue la época de los Apóstoles. Una época de
"semillas".
Segunda época: La de los mártires. Época de “regar”. Regar con la sangre de los
mártires, desde el año 70 hasta el 313. Había fe, la fe se conocía, pero el
Imperio Romano en particular en todos sus dominios, resistía. Y hubo diez
persecuciones más o menos feroces desde la primera de Nerón hasta
la décima de Diocleciano.
El Imperio estaba en contra de los cristianos y los asesinaba: aparecieron los
mártires. El número de ellos no se sabe exactamente, pero fueron muchísimos.
Pensemos nosotros, ¿seríamos capaces de morir por la fe? En principio, ¡por
supuesto! En Inglaterra los católicos cantan siempre que “ Moriremos,
vamos a morir...” ylas viejitas cantan “Vamos
a morir...” Y
todos los burgueses que cantan "Vamos a morir" son bastante cómodos,
por cierto. Y la sangre de los mártires fue el cimiento de la Iglesia, los
fundamentos de la Iglesia. Entonces, ésta fue la época de los mártires (años 70
a 313). Terminó en el año 313 con la batalla al norte de Roma en la que el
emperador Constantino venció a Maximiliano, que se ahogó en el río, y
Constantino fue el emperador único del Imperio. Y venció “ in
hoc signo”, en “la
señal de Cristo”. Cristo
le había dado su victoria.
Entonces, Constantino se convirtió, el Imperio Romano se convirtió y se ingresó
en una nueva época de la Iglesia (en la cual el Estado ya no estaba más en
contra de la Iglesia).
Tercera época: La de los doctores. La de la Doctrina dé la
Iglesia. Cuando el
Estado está contra la Iglesia y cuando está a favor de la Iglesia, se dan dos
situaciones diferentes. En el año 313 empezó la época constantiniana de la
Iglesia, a la que el Padre Congar (un feroz modernista francés del Vaticano II)
dijo que el Concilio Vaticano II “le había puesto fin”. Es decir, que la época
constantiniana empezó con la victoria del emperador Constantino y la tercera
época de la Iglesia también.
Como el Estado ya no estaba más en contra de los mártires sino a
favor, los mártires desaparecieron de las fauces de los leones. Entonces, como
el demonio no se podía tragar más a los cristianos con los leones, tuvo que cambiar de táctica. Y en
lugar de atacar los cuerpos, atacó las cabezas... atacó la doctrina. Y la
tercera época de la Iglesia fue la época de las grandes herejías. El arrianismo
fue la primera y la más terrible, pero también hubo otras (como el
nestorianismo, etc.).
Fue la gran época de la doctrina de la Iglesia. No por supuesto de
la invención de la doctrina ni de su descubrimiento, porque la doctrina fue
descubierta o revelada antes de la muerte del último Apóstol. Fue la época de
la explicitación del dogma. Y este proceso siguió siempre después, cada herejía
empujó a los católicos a explicar más claramente el aspecto de la doctrina
católica que había sido atacado en su época. En diferentes épocas, diferentes
ataques, diferentes defensas, diferentes doctores. Pero muchos doctores de la
Iglesia pertenecieron a aquella tercera época. Por eso Holzhauser la llamaba
“la época de los doctores”.
Tres de los cuatro grandes doctores latinos y los cuatro grandes
doctores griegos, es decir, siete de los ocho grandes doctores de la Iglesia
pertenecieron a esta época. Los griegos: San Atanasio, San Basilio, San
Gregorio de Nisa, San Gregario de Arianzo. Los latinos: San Ambrosio, San
Agustín y San Jerónimo. Todos pertenecieron a la época en la cual frente al
ataque doctrinal del demonio (a través de los herejes), la Iglesia tuvo que
explicar y profundizar su doctrina. Y es la época de los “consubstanciales”,
esas palabras inventadas por los cristianos para expresar la realidad.
Pero la realidad es de Cristo, y fue revelada a los Apóstoles. Una verdad ha sido revelada y hay que
explicar cada vez mejor esa verdad
Hay católicos que creen que las definiciones crean verdades. No:
en primer lugar, la realidad. En segundo lugar, la verdad que expresa la
realidad, una proposición verdadera que expresa la realidad. Pero sin
realidad, no hay verdad.
En tercer lugar, una definición, que llega después de la realidad
y de la verdad y la definición no hace verdad de la realidad. Es la realidad la
que hace la realidad de la verdad, la realidad hace la verdad de la verdad.
Sigue la definición, y la definición no añade otra cosa que la certidumbre de
la verdad_ La certidumbre, para nosotros; no la realidad en sí, sino la
certidumbre para nosotros.
Las definiciones son muy útiles para los creyentes. Pero con
respecto a la verdad, no son necesarias, no cambian la realidad. Las
definiciones hacen
aparecer la verdad, así como la nieve que cae sobre una montaña no cambia la
montaña, sino que hace que se la vea más claramente. La definición no es otra
cosa. Hay católicos que creen que el Papa puede crear una nueva verdad con una
nueva definición: no, hay que someter las autoridades de la Iglesia a la
verdad.
Entonces, los doctores no crean las verdades de la Iglesia pero la
expresan cada vez mejor. Trini dad (otra palabra inventada por
los católicos), consubstanciales, y los conceptos de naturaleza y persona se
desarrollan completamente, profundizados por los católicos, sobre todo en esta
tercera época.
Cuarta época: La de la Cristiandad. Tras el gran ascenso de la Iglesia en tres
épocas, ahora la Iglesia se hallaba en órbita, y voló durante mil años: fue la
cuarta época, una época hermosísima de la Cristiandad, de la que hoy nos
sentimos tan envidiosos. En muchos sentidos quisiéramos recrear la Cristiandad.
Como un ideal sí, pero según las circunstancias no, es
imposible. Los hombres de aquella época son muy diferentes de los hombres de
hoy, son diferentes según las épocas. El triunfo mismo de la Iglesia cambió a
los hombres, y el demonio cambió .de táctica.
Desde esa cuarta época de la Iglesia en que la Iglesia fue la
Reina de la civilización, no hubo civilización sin la Iglesia. Pocas herejías
(mártires sí) pero muchas misiones y la conversión de muchas naciones. Las
naciones se convertían, no sólo los individuos. En 496 Clodoveo en Francia, en
598 la conversión del rey de Inglaterra, la conversión de Alemania, Irlanda,
muchísimas naciones en esta época. Hasta Suecia, Escandinavia y Rusia. Y todas
aquellas hermosas conversiones pertenecieron a aquel triunfo de la Iglesia del
que hablamos.
Pero después, digamos ya desde el 1300, hubo señales de decadencia.
El nominalismo en filosofia; con los legistas de Francia hubo ya un laicismo
de hecho, lo que hoy llamamos secularismo.
Ya en el año 1400 el gran predicador dominico San Vicente Ferrer
gritaba que venía el fin del mun do: “El fin del mundo es inminente, convertíos...” Y convirtió a muchísima gente
porque fue un taumaturgo, un gran hacedor de milagros. En el 1400 decía: “El fin del mundo es inminente”. Se equi vocó seiscientos
años... un “Pequeño”' error. Pero sólo fue un pequeño error de calendario,
porque vio justo que en el año 1400, antes del fin de la Cristiandad, así como
nosotros hoy lo pensaríamos, había ya una decadencia que culminaría con el
Anticristo. Es decir que el Santo, con sus ojos espirituales, leyó en los
acontecimientos de su propio tiempo el fin, donde necesariamente tenía que acabar.
Vio la corrupción y sabía que ella tiene que acabar con el Anticristo. Y viendo
esto, fue para él tan dramático que pensó que era para mañana.
Asimismo, hoy, nosotros que vemos con ojos un poco espirituales lo
que pasa, sabemos que es horrible y terrible y pensamos que se tiene que
acabar mañana. Y lo decimos desde hace treinta años (desde los años sesenta).
Decimos: “Se tiene que acabar, así las cosas no pueden seguir”. Y las cosas
siguen, siguen y siguen... ¿Hasta cuándo?
San Vicente Ferrer vio lo que pasaba en el 1400, hubo sólo un
error de tiempo, pero de hecho la Cristiandad ya estaba decayendo desde el año
1300 desde el 1400...
Quinta época: La de la apostasía. En 1517 fue la irrupción del protestantismo
con Lutero. El fin del medioevo, el inicio de los tiempos modernos y el inicio
de la quinta época de la Iglesia. Y aquella fue la época de la apostasía. La fe
constantemente iba decayendo. Entonces, desgraciadamente, es completamente normal
que hoy la fe esté constantemente decayendo. Es lamentable, no es cómodo. Si
se tiene fe, no es cómodo porque hay cada vez menos fe alrededor de nosotros,
pero es "normal".
Desde Lutero, es normal.
Hubo tres grandes episodios: 1517, protestantismo; 1717, inicio de
la masonería en Londres, y 1917, irrupción del comunismo en Rusia. Del
protestantismo al liberalismo; del liberalismo al comunismo, es una caída
inevitable.
Del protestantismo al liberalismo, se pasó de una situación mala a
una aún peor. Pero esta caída del protestantismo hacia el liberalismo era
inevitable, y la del liberalismo al comunismo también.
Por lo tanto, la caída del protestantismo en el comunismo fue la historia, de la quinta época
de la Iglesia (la apostasía). Hoy el comunismo es la misma revolución: desde
Lutero hasta nuestros días es la misma revolución la que muta, es decir, la
que adquiere otra forma y apariencia (como una metamorfosis);
El comunismo ha mutado en la globalización. De manera que la
globalización de hoy es la conclusión lógica del protestantismo, y es mucho más
peligrosa que el comunismo. Porque el comunismo (al estilo de Stalin) era
brutal, evidente y claro, e hizo muchos mártires (mártires de sangre). Pero
hoy y hasta ahora la globalización, aparentemente no es brutal, y la gente
misma va a ver a los tiranos y les pide que les pongan más cadenas.
Y este acto permite ver que desde las gracias inmensas dadas a la
humanidad por la Encarnación de Cristo, la subida de su Iglesia fue normal.
Que hubiera un triunfo que durara un largo tiempo, también. La Encarnación no
podía triunfar sólo cincuenta o quinientos años, no: triunfó mil años. Pero
dado el pecado original y el libre albedrío de los hombres, la caída de este
triunfo también fue normal. Y si Holzhauser dijo que él vivió al inicio de esa
época, nosotros vivimos el final de esta quinta época. ¿Qué va a seguir? La
corrupción de hoy es tan grande, profunda e irreversible... ¡Cuánto facilitado
el pecado! Los pecados en los futuros padres de familia, por ejemplo. ¿Cómo
habrá familias sanas mañana? ¡Hay tantas influencias que están destruyendo la
familia!
Los hombres podrían convertirse, pero para eso haría falta un
milagro global. Habrá un milagro global: Garabandal. Yo creo que es auténtico.
No es de fe. Es materia opinable, y las opiniones opuestas son perfectamente
lícitas. Pero para mí, en esta situación de hoy, la profecía triple de
Garabandal adquiere mucho sentido.
Primero: habrá un gran aviso para despertar y revelar la verdad
cuando ésta ha sido tan escondida por las universidades y sobre todo por la
Iglesia. Un gran aviso que permitirá que todos vean exactamente dónde están
delante de Dios, sin morir, tal es la primera profecía de Garabandal. Viendo la
confusión de hoy, esto tiene mucho sentido para mí. Muchos hombres hoy podrían
comparecer delante del Tribunal de Dios y decir “ Pero,
Señor, yo no supe”. Pero
después de este aviso sabrán cómo salvar sus almas.
Segundo: un gran milagro, aún más grande que el del sol de Fátima, que durará un cuarto de hora,
dijo la Virgen en Garabandal. Y que dejará en las montañas de España una señal
permanente. En Fátima se vio el milagro del sol, pero después, no quedó nada.
Esta vez todos podrán ir con sus cámaras y tomar acaso una imagen de ese suceso
extraordinario que no sabemos cuál será, pero que seguirá mostrándose en
Garabandal.
Entonces, con el aviso y el milagro, habrá una grandísima
posibilidad para los hombres de convertirse.
Tercero: un castigo. Si los hombres no se convierten o si vuelven
á caer en pecado, la tercera profecía es un castigo. Y un castigo espantoso,
que corresponde a los pecados del fin de esta época. La historia de la
humanidad alguna vez se acabó con el Diluvio en tiempos de Noé. Leemos en el
Génesis que los hombres habían corrompido sus caminos y sólo Dios podía lavar
todo eso y empezar de nuevo, con el Arca. Noé trató de explicar las cosas a sus
contemporáneos y se burlaron de él. Nosotros quisiéramos explicar las cosas a
nuestros contemporáneos y, o se burlan, o no escuchan. Es como si habláramos en
griego y ellos sólo entendieran latín. Hoy el idioma de la fe y sus conceptos
son extraños a los hombres modernos. Todos son gentiles, sinceros, tienen
buenas intenciones: son todos buenos. Delante de Dios... es otra historia.
Dios no ve las cosas como los hombres de hoy. Entonces, una vez hubo un castigo
que destruyó la humanidad. Eso prueba que puede llegar a darse otra vez. Hay
muchas profecías y el Venerable Holzhauser hablaba también de un castigo
terrible que tendrá lugar al final de la quinta época y que lavará al mundo.
Sexta época: La del triunfo del Corazón Inmaculado de María. Después del castigo, todos los hombres tendrán
el santo Temor de Dios, y por eso la sexta época de la Iglesia será el triunfo
más grande de todos los tiempos: el triunfo del Corazón Inmaculado de María.
Habrá como una interrupción de la caída.
Los hombres serán muy buenos porque tendrán el Temor de Dios, que
hoy casi ha desaparecido. ¿Quién tiene hoy el Temor de Dios? El Temor de Dios,
dice la Sagrada Escritura, es el inicio de la sabiduría. ¿Quién es hoy verdaderamente
sabio? ¿Quién piensa hoy en las verdades importantes de la vida? Nadie: sólo
placer, placer, y placer.
Entonces será el triunfo del Corazón Inmaculado de María. Pero
Nuestra Señora dice en La Sallete (1846): “Esta paz entre los hombres, no será
larga: veinticinco años de abundancia en sus cosechas les harán olvidar que sus
pe cados son ¡ti causa de todos los males gire existen en la tierra”. Es decir, que el bienestar hará
olvidar a Dios en poco tiempo. La sexta época de la Iglesia no será larga.
Veinticinco años de buenas cosechas y unos años para que el Anticristo llegue.
Y cuando la corrupción de esta sexta época de la Iglesia ocurra, será la
llegada del Anticristo.
Séptima época: La del Anticristo. El Anticristo será la séptima y última época
de la Iglesia. El reino del Anticristo durará tres años y medio; después de su
muerte quizás (hay un versículo de Daniel que permite pensarlo), entre su
muerte y el fin del mundo, habrá unos cuarenta y cinco días de paz.
Entonces: la cuarta época, mil años; la quinta, más o menos 500
años. Hasta el castigo en el 2017, posiblemente, no lo sé. La sexta, 25 años de
buenas cosechas y unos años más... unos años más para el Anticristo. La séptima
época, la del Anticristo que reinará tres años y medio, más unos 45 días más
(versículo de Daniel) para el fin del mundo.
Es posible que los jóvenes de hoy conozcan el fin del mundo. San Vicente Ferrer acortó los años
necesarios, mas la justicia de Dios es muy lenta pero muy exacta. Entonces,
desde hoy hasta el Anticristo habrá 50 años, quizás más, quizás hasta cien
años: me asombraría personalmente, pero ¿quién sabe? Dios lo sabe... nosotros
no.
De todas formas, hoy no estamos viviendo
la época del Anticristo, sino una corrupción que es como la repetición general
de la corrupción del Anticristo. Es decir, que la corrupción de hoy es muy
semejante a la que será la corrupción bajo el Anticristo. Pero no lo es
todavía: es por eso que muchos piensan hoy que estamos viviendo los tiempos del
Anticristo. No lo creo. Pero es muy semejante a lo que será.
Piensen ustedes que la corrupción de hoy es muy sutil. Hay tantos
católicos engañados por el Concilio que no la ven... todavía no la ven. Después de
cuarenta años de frutos malos, todavía no la ven. Y son buenos católicos, mejores
que ustedes y yo, aparentemente. Nosotros hemos recibido una gracia particular
de Dios para verla, pero muchos buenos católicos no la ven, porque esta
corrupción es muy sutil.
Los hombres, al salir de las cavernas, al inicio de la sexta época
de la Iglesia, habrán sufrido toda esta corrupción de hoy y habrán entendido
qué era la corrupción: a través del castigo terrible y sus sufrimientos y la
cólera de Dios, la verán. Es decir como la vieron, luego la entendieron.
Los seminaristas, en tres días harán tres años de teología. En
tres días de tinieblas aprenderán muchísimo sobre Dios, y los años de seminario
no serán quizás tan necesarios después de aquel castigo, yo no sé. Pero si la
corrupción de hoy es tan sutil y a pesar de esto el período de paz no será
largo, ¿cuán sutil ha de ser la corrupción del Anticristo?
En la séptima Carta, a la Iglesia de Laodicea, el Señor dice:
“Nosotros sois tibios, ojalá fueseis fríos o calientes. Pero puesto que sois
tibios yo los vomitaré de mi boca”.
Hoy también... vemos que hay indiferencia, pero no hay odio a
Dios. Y Dios prefiere el odio, porque quien odia a Dios, por lo menos se lo
toma en serio. Pero los hombres de hoy toman en serio a Dios, es terrible.
Entonces, podemos estar no demasiado lejos del fin del mundo, pero
éste no ha llegado todavía.
Es muy interesante la Carta a la Quinta Iglesia, la de Sardes
(nosotros estamos en esta Quinta Iglesia). Dice así: “Al
ángel de la Iglesia de Sardes escríbele: Esto dice el que tiene los siete
espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras, se te tiene por
viviente pero estás muerto. Ponte alerta y consolida lo restante que está a
punto de morir. Porque no he hallado tus obras cumplidas delante de Dios.
Recuerda pues tal como recibiste y oíste, guárdalo arrepiéntete. Si no velas,
vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora llegaré sobre ti. Con todo, tienes
en Sardes algunos pocos hombres que no han manchado sus vestidos v han de
andar conmigo vestidos de blanco porque son dignos. El vencedor será vestido
con vestidura blanca y no borraré su nombre del Libro de la Vida, y confesaré
su nombre delante de mi Padre y de sus Ángeles. Quien tiene oído, escuche lo
que el Espíritu dice a las iglesias”.
Son los consejos del Espiritu Santo para nosotros:
“Conozco tus obras, se te tiene por viviente pero estás muerto”:
Toda esta quinta es
una época de hipocresía. El protestantismo es hipocresía, se dice cristiano,
pero hace su propia voluntad. El jansenismo, el puritanismo son hipo cresía. El liberalismo es hipocresía
también. Los liberales fingen ser tan buenos como los católicos; pero sin Dios
sin Cristo, no lo son. Las garras de los liberales gotean sangre, son halcones
que simulan ser palomas.
Los liberales de la iglesia oficial fingen ser amables con
nosotros, pero tienen garras de sangre para destruirnos, si acaso pudieran
hacerlo.
Una palabra caracteriza a esta época de la Iglesia: es la
hipocresía. Y es lógico, porque es una época que llega después de la
Cristiandad. Antes de ésta, los hombres no la conocían, entonces no era
necesario fingir ser cristiano. Pero después de la Cristiandad, todos saben
que es mejor ser cristiano. Pero no quieren ser más cristianos sino fingir que
lo son, y tienen que ser hipócritas. La hipocresía de esta época es lógica y
caracteriza a los hombres de hoy: “Son tan buenos, tan sinceros, tienen tan
buenas intenciones, somos todos tan gentiles...” No, las garras gotean sangre.
“... Se te
tiene por viviente pero estás muerto”. La gente de hoy cree estar viva
espiritualmente, en todos los sentidos importantes, y están muertos en el
único sentido importante, que es el espiritual. ¿Cuántos viven hoy en estado de
gracia?
“...Ponte alerta v consolida lo restante”- Es exactamente la tarea de la Tradición
católica, consolidar lo restante. Esto es lo que hizo Monseñor Lefebvre. En
las ruinas de la Iglesia, después del Concilio Vaticano II, Monseñor Lefebvre
agrupó lo restante para recomponer pequeñas capillas, pequeñas iglesias,
pequeñas escuelas, lo que era posible. Mañana ni siquiera quedará este resto
que logró consolidar Monseñor Lefebvre, porque hoy lo restante es amenazado
cada día. Pero nosotros tenemos que hacer lo que podamos para consolidar lo
restante.
“.. . Que
está a punto de morir” . ¡Lo restante está a punto de
morir! Hay niños que vienen aquí, jóvenes también; ¿pueden comprender, tienen
ganas de comprender? Algunos sí. Y la misma Carta a la Quinta Iglesia lo dice
exactamente: “hay unos pocos buenos” es decir, que hay muchos que no lo
son. Cada vez quedarán menos. Nuestro Señor dice de la séptima época: “Si
estos días no fueran acortados, ni siquiera los elegidos se salvarían”.
“...Porque no he hallada tus obras cumplidas delante de
Dios”: Es exactamente
lo que dije antes: cómo vemos nosotros a nuestros contemporáneos y cómo los ve
Dios, son dos cosas completamente diferentes. Nosotros pensamos que todos somos
amables, buenos y sinceros, pero para Dios es otra cosa.
“Recuerda pues tal como recibiste y oíste”. La Tradición.
“Transmití lo que recibí” dice la tumba
de Monseñor Lefebvre. Hay que cuidar y guardar lo que oímos siempre, las
verdades de siempre, no las novedades de hoy, sino lo recibido y oído en el
pasado.
“...Guárdalo y arrepiéntete. Si no velas, vendré como ladrón, y no
sabrás a qué hora llegaré” . El
castigo.
“...Con todo, tienes en Sardes algunos pocos hombres que no han
manchado sus vestidos” : Algunos
hoy logran vivir en estado de gracia, no manchan sus vestidos, pero no muchos.
Es difícil, hoy eso es un heroísmo. Guardar hoy el estado de gracia puede ser
heroico.
“...Han de andar conmigo vestidos de blanco porque son dignos”. Las últimas palabras, la recompensa magnífica
para los que se mantengan fieles en esta época tan difícil como es la nuestra,
la recompensa.
“...El vencedor será vestido así de vestidura blanca y no borraré
su nombre del Libro de la Vida, y confesaré sur nombre delante de mi Padre Y de
sus Ángeles. Quien tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias” . Recomiendo leer el texto completo del
Venerable Barthelemy Holzhauser. Habla bastante de la Guerra de los Treinta
Años. Vio horrores en esa guerra en Alemania.
Y un último punto, breve: en toda la historia de la Iglesia se ve
una simetría, un arco hermoso. Vean la simetría: la gran época, la cuarta, en
el centro. Por ambos lados tenemos la subida de los doctores y la bajada de la
apostasía. A los mártires corresponde, por otro lado, el triunfo de María y a
los Apóstoles de Cristo corresponden los apóstoles del Anticristo del otro
lado, el éxito del Anticristo que casi aniquilará a la Iglesia. Dijo el Señor.
“Cuando vuelva ¿acaso hallaré fe sobre la tierra?”... En el fin del mundo la
Iglesia estará muy reducida.
Hay muchos paralelos entre la quinta época y la séptima. Se
podrían agregar más cosas pero basta por ahora.
Mons.
Richard Williamson.
Fuente:
www.statveritas.com.ar/Apocalipsis/MonsWilliamson-01.htm