Rosario vespertino.
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Mensaje de Dios Padre y Nuestro Señor Jesucristo a J. V.
Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.
Sobre: ¿Cómo podría Yo, vuestro Dios, vuestro Hermano, vuestro Amigo, apartarMe en los momentos más difíciles de vuestra vida? Soy vuestro Dios en las buenas y en las malas y, así, deberéis tenerMe, como el Dios que escucha, como el Dios que os ama y que os quiere ayudar en todo.
Hijitos Míos, ciertamente, a Mi Iglesia, se le ha ido perdiendo devoción, cariño, amor. Vais, la gran mayoría de vosotros, porque tenéis que ir los domingos, para cumplir con el Precepto, pero, realmente ¿lo cumplís con amor, con respeto y vais, realmente, de humor para estar Conmigo? ¿O vais obligados, vosotros, los pequeños o jóvenes, por vuestros padres? o ¿los adultos, vais obligados, para que vuestros vecinos no os señalen?
Mis pequeños, cuando vosotros vais a casa de un buen amigo vuestro, vais con gusto y, desde que vais caminando, ya sea a pie o en vuestro coche, hacia la casa de vuestro amigo, vais gozando, porque vais a ver a vuestro buen amigo. Vais pensando de qué platicaréis y, sobre todo, si no lo habéis visto en mucho tiempo, le contaréis vuestras aventuras, vuestro trabajo, vuestros viajes, lo que habéis hecho, qué os ha gustado mucho, y lo querréis compartir con vuestro buen amigo. Qué, acaso, ¿no Soy Yo, mejor que vuestro buen amigo? Soy vuestro Salvador, Yo Me di por completo por vosotros.
Yo estoy esperando que vosotros lleguéis a Mi Casa, todos estáis invitados, y Yo quiero que vosotros entréis a ésta, que también es vuestra casa, y platiquemos, pero, realmente. ¿Cuántos de vosotros llegáis de buen humor, empezando por ahí, y con deseos de platicar Conmigo?
Es una tristeza, Mis pequeños, que lleguéis de mal humor y obligados. Yo Me pongo triste, Yo quiero platicar con vosotros y no obtengo, de la gran mayoría de vosotros, ése diálogo íntimo, en que podeMos platicar, en que os puedo aconsejar, en que os puedo quitar ésas cargas que traéis de vuestras obligaciones de estado o de los problemas que habéis tenido en la semana, ya sea en vuestro trabajo, en la familia, con los vecinos. Tantas y tantas cosas que, por un lado, os aquejan y tantas otras que, también, os causan alegría, que Me gustaría que Me compartierais. Pero, no os imagináis, Mis pequeños, cuán pocos de vuestros hermanos llegan realmente a lo que deben de llegar, a estar Conmigo, a compartir, a darMe un rato de alegría, o que Yo os lo dé, porque os pondréis a platicarMe de vuestros problemas y Yo traeré Paz a vuestro corazón y, ciertamente, muchos de vosotros, salís de la Iglesia transformados, porque os doy Mi Paz y os ayudo a que vosotros tengáis la respuesta a vuestros problemas.
Algunos llegan a Mí, implorando Mi Amor, implorando Mi Ayuda, eso es en el caso de aquellos que no Me tienen, todavía, como Hermano y que Me tienen, hasta, podría decir, demasiado respeto, que eso evita que llegueMos a la confianza fraterna, a la cual quiero que lleguéis Conmigo. Una fraternidad respetuosa debe existir, pero que tampoco Me tengáis allá a lo lejos, bajo un capelo y que, vosotros mismos, os sintáis como apartados de Mí y que no podáis platicar Conmigo, porque estoy demasiado alto, demasiado lejos y creáis que nos os voy a escuchar.
No, Mis pequeños, Yo estoy siempre con vosotros, os acompaño a lo largo de vuestra existencia, es más, voy en vuestro interior y conozco todo lo que traéis en vuestra mente y en vuestro corazón.
Lo que más quiero de vosotros, es ésa sencillez de trato, que no utilicéis palabras ostentosas, palabras que os separan, realmente, de ésa íntima conversación, que seáis sencillos, como niños, sencillos, como dos amigos que se quieren mucho, quiero de vosotros la fraternidad.
Ciertamente, Soy vuestro Dios y merezco respeto por Quien Soy y por todo lo que Yo he hecho por vosotros, pero, también, quiero que tengáis ése trato hermoso de familia, respetuoso, ciertamente, pero, también, un trato alegre, sencillo, humilde.
No Me apartéis, pues, Mis pequeños, de vuestra vida, no os mantengáis en la idea de que Soy el Inalcanzable, que estoy muy lejos de vosotros. No, Mis pequeños, conozco vuestra vida perfectamente y vuestras necesidades, pero quiero que vengáis a Mí, con toda ésa seguridad de que sintáis de que vais a ser escuchados realmente y, eso es una realidad, ¿cómo podría Yo, vuestro Dios, vuestro Hermano, vuestro Amigo, apartarMe en los momentos más difíciles de vuestra vida? Soy vuestro Dios en las buenas y en las malas y, así, deberéis tenerMe, como el Dios que escucha, como el Dios que os ama y que os quiere ayudar en todo.
No limitéis Mi Amor hacia vosotros, no limitéis Mi trato amoroso hacia vosotros, sed sencillos, vosotros, porque Yo también Soy Sencillo con cada uno de vosotros.
Venid, venid a Mí y que, la próxima vez que vayáis a Mi Casa a escuchar la Santa Misa, que sería lo mejor, o que paséis, cuando menos, a visitarMe unos momentos, platiquemos como Hermanos, como Amigos o, si queréis que solamente os escuche acerca de vuestros problemas, de vuestras necesidades, podréis contar Conmigo y Yo os daré Mi Paz y os ayudaré en vuestras preocupaciones.
Gracias, Mis pequeños.
Segundo Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.
Sobre: Pido, a vosotros, los que entendéis esta realidad, que vengáis a Mí, que reparéis por el mal que Me hacen hermanos vuestros, que Me tratan con grosería, porque no les concedo lo que quieren.
Hijitos Míos, cuando os digo que vengáis a visitarMe a Mi Casa, que es la Iglesia, ciertamente, os he dicho que vengáis a pedirMe lo que necesitéis, pero, muchos de vosotros, os enojáis Conmigo, porque no cumplo vuestros deseos. Pero deberéis recordar, primeramente, Mis pequeños, que Soy vuestro Dios y que siempre voy a buscar lo mejor para vosotros.
Escuchad lo que os voy a decir, y deberéis tener la humildad de aceptar lo que os voy a aconsejar: No estáis capacitados para pedir correctamente. Sí, suena feo y doloroso, pero la más de las veces, vosotros, Me pedís cosas que os van a hacer más daño que bien y lo peor de todo, es que vosotros pedís, sin antes consultarMe.
Cuando sois pequeños, vosotros, siempre pedís a vuestros padres algo y ellos, en su madurez, ya obtenida por los años, deciden si lo que estáis pidiendo es bueno o es malo, especialmente cuando sois pequeños y deseáis algo que solamente los adultos pueden tener, como armas o algunas otras cosas que vosotros no sabéis manejar, porque sois pequeños, que habéis visto, quizás, en la televisión y se os antojan, pero os van a hacer daño.
Lo mismo hago Yo, Mis pequeños, por poneros un ejemplo sencillo. Vosotros pedís, sin realmente saber qué necesitáis. Cada uno de vosotros, tenéis una misión qué llevar a cabo en la Tierra, necesitáis dones, Virtudes, capacidades especiales, y os las voy dando, de acuerdo a como vayáis madurando en la Fe y, ciertamente, si veo que vosotros, realmente, vais madurando junto a Mí y no os vais por mal camino, ya que satanás os va desviando, os voy aumentando los dones.
Vosotros no sabéis pedir, os repito, porque ya satanás ha afectado todo a vuestro alrededor y, quizá, lo que creéis que es bueno para vosotros, en la realidad no lo es y, menos a nivel espiritual. Ha distorsionado los valores, os ha llevado por caminos erróneos y, vosotros, os dejáis guiar por la generalidad de vuestros hermanos, porque muchos ya han tomado ése camino erróneo y creéis que porque muchos lo han tomado, es lo correcto y, desgraciadamente, no es así. Muchos hermanos vuestros se han desviado y llevan vida de gran pecado.
Es obvio que Yo no os voy a conceder algo que os va a llevar por ésos caminos de error y de pecado, porque satanás os quiere poner en contra Mía. Yo os voy a llevar hacia la perfección. Muchas veces tardáis, vosotros, en entender esto que os estoy diciendo y ya que lo entendéis, Me dais las gracias, pero, mientras tanto, os enojáis Conmigo, Me blasfemáis y Yo tengo que soportar todos estos dolores, a pesar de que estoy buscando vuestro Bien.
Eso nunca, nunca lo meditáis, siempre Me echáis la culpa de que no os concedo lo que vosotros queréis y porque no lo conseguís, dudáis de Mí y os apartáis, muchas veces, de la Iglesia o de la oración, como venganza a que Yo no os escuché o que no os di lo que vosotros queríais y, como niños malcriados, Me abofeteáis, cosa que no Me merezco, Mis pequeños, porque Yo siempre actúo en el Amor hacia vosotros, os respeto y quiero lo mejor para vosotros, pero vosotros respondéis solamente como niños malcriados, como os dije, y no os ponéis a meditar que si realmente, lo que Me estabais pidiendo, iba a ser para vuestro bien o para vuestro mal.
Por eso pido, a vosotros, los que entendéis esta realidad, que vengáis a Mí, que reparéis por el mal que Me hacen hermanos vuestros, que Me tratan con grosería, porque no les concedo lo que quieren. Sed de aquellos, hermanos Míos, que Me aman de corazón, que entienden perfectamente lo que os estoy diciendo, que sufro por vosotros, que os cuido, aunque no siempre escucho agradecimientos de corazón.
Soy ése Dios olvidado, Yo Soy ése Dios, que os está pidiendo limosna de vuestro amor, que Me deis las migajas de vuestro amor, que os acordéis, aunque sea, un poquito de Mí. Cuando debiera ser al revés, ya que Yo Soy el Dios, Rico, Poderoso, que tengo tanto qué regalar y que vosotros debierais venir a Mí, hasta con cierto temor de pedirMe migajas de Mis Riquezas. Vuestra soberbia ha subido tanto en vuestros corazones, que Me tratáis al revés, como si vosotros fuerais los poderosos, los que os merecéis todo y que os acordáis de Mí, solamente, cuando tenéis problemas o cuando no tenéis nada qué hacer.
¿Os dais cuenta de esta horrible realidad, Mis pequeños? ¡Tan poco amor que recibo de vosotros, a pesar de tanto Amor que derramo por toda la Tierra, por toda la humanidad y por el Universo entero! ¡Son tan pocas las almas que aman de corazón! y, por eso las consiento, porque son, Mis verdaderos amigos.
Gracias, Mis pequeños.
Tercer Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: PedidMe, de corazón y con todas vuestras fuerzas, ésa Luz que ha de bajar, para que ilumine vuestra mente y vuestro corazón.
Hijitos Míos, pedidMe, de corazón y con todas vuestras fuerzas, ésa Luz que ha de bajar, para que ilumine vuestra mente y vuestro corazón. Estáis viendo cómo vuestro Mundo se ha vuelto un caos y esto es propiciado por satanás. Los gobiernos se han dejado mover por él, han hecho pacto con él, para llevaros al caos, al dolor, al temor y, de esta forma, os preocupáis con vuestro alrededor, pero, lo peor de todo, Mis pequeños, es que vosotros no reaccionáis y debierais contraatacar todo ése mal con oración, con la pureza de corazón, con la vida Sacramental. Solamente os enojáis, habláis, reprendéis, pero no contraatacáis, como os digo, con la vida de oración y con una vida íntima Conmigo.
Os digo contraatacar, que es muy diferente a atacar. Al mal, no se le destruye con el mal, y eso sería atacar; contraatacáis, tratando de disminuir el mal que os está atacando, precisamente, con un bien y esto es, con Mi Amor y todo lo que se deriva de él.
Tenéis armas poderosas espirituales, para destruir la realidad que estáis viviendo, debéis estar conscientes que lo que empieza a generarse en vuestro interior, como una idea, como un deseo malo, luego lo ponéis en práctica y eso es lo que está sucediendo con las almas que se han vendido a satanás, y os lo puedo decir así, prácticamente, los gobernantes de las mayores potencias del Mundo, se han vendido a satanás, porque él os quiere destruir, quiere destruir Mi Obra, quiere destruir vuestras almas, porque son parte de Mí, quiere destruir aquello que os lleve a una espiritualidad alta, madura, que os haga crecer en el Amor.
Se os olvida, Mis pequeños, que vivís en terrenos de satanás, él es el príncipe de éste Mundo y él no desea que, en su Mundo, se viva el Amor, se viva la Paz, se viva Mi Presencia entre vosotros, y vosotros no estáis contraatacándole con el Bien que debierais utilizar.
Os digo, tenéis los Sacramentos, tenéis el Rezo del Santo Rosario, que tanto os lo ha pedido Mi Hija, la Siempre Virgen María, en todas Sus Apariciones. Es un arma poderosísima, sencilla, como la honda que usó David contra Goliat.
Vosotros sentís que, con el Rezo del Santo Rosario, no obtendréis grandes cosas, que necesitáis armas más poderosas para vencer al mal y no os dais cuenta que, durante el Rezo del Santo Rosario, todo el Cielo está con vosotros, los Ángeles, los Santos, aún las Benditas almas del Purgatorio, están orando con vosotros, son miles y millones de almas que están con vosotros, especialmente, cuando los invitáis. Toda ésa, es una Potencia de oración, y eso le va menguando fuerza a satanás.
A Mí, Mis pequeños, Me gusta lo sencillo, para contraatacar lo que, aparentemente, es grande, cuando viene de satanás. Tenéis en las Sagradas Escrituras, varios ejemplos, en donde, en la sencillez, se muestra Mi Grandiosidad. Como en el pasaje de Moisés, cuando va a recibir las Tablas de la Ley. Él escucha, primeramente, truenos, luego vienen temblores, terremotos y Yo no estoy ni en uno ni en otro, luego viene una brisa y ahí llego Yo, en la sencillez, en la suavidad. Como en el pasaje con Eliseo, aquél capitán que se quería curar de la lepra, nada más le dijo, “báñate siete veces en el Jordán”, era algo sencillo y no lo quería hacer, él quería que se mostrara Mi Potencia Inmensa y, en la sencillez, se curó. Mi Hijo curaba siempre con las formas más sencillas, no aparatosas, a veces, simplemente, les decía: “vete, tú Fe te ha salvado”.
¿Por qué queréis ver vosotros, cosas aparatosas? Estáis acostumbrados a cómo actúa satanás en su soberbia. La maldad es así, aparatosa, para que tengáis miedo y así se os controla y, si lo notáis, así os controlan los jefes de los pueblos, con lo aparatoso, con los temores, guerras en cambio, todo lo que viene de Mí, es sencillo, así es como debierais vivir, Mis pequeños, para tener paz en vuestro corazón, en la sencillez.
Sed sencillos, pues, y mostrad a vuestros hermanos que Yo Vivo en vosotros, actuando, precisamente, en esa sencillez y no en lo aparatoso, como le gusta aparecer a satanás ante vosotros.
Gracias, Mis pequeños.
Cuarto Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: A Mí, Me vencéis fácilmente, Mis pequeños, y Me vencéis con Mi Amor, que tenéis en vuestro corazón.
Hijitos Míos, Yo no Soy el Dios del Antiguo Testamento, Dios Vengador, el Dios que exige, pero de una forma guerrera, Sus Derechos, el Dios que impone, el Dios que tiene el Poder de matar a Sus enemigos, destruir pueblos, destruir a todos sus habitantes.
Envié a Mi Hijo, para que vosotros fuerais conociendo Mi Faceta de Amor. Si Yo fuera ése Dios de guerra, de destrucción, Me equipararíais, quizá, con el mismo satanás, porque él es destrucción, es maldad.
Ciertamente, Soy un Dios Celoso y lo podéis ver en el Antiguo Testamento, cuando escogí al pueblo Israelita, para que fuera el pueblo en el que Me derramaría en regalos espirituales y aún materiales, siempre y cuando cumplieran Mis Mandamientos. Los consentía, los amaba, les daba lo mejor de la Tierra, cuando ellos respondían a Mi Llamado y actuaban dentro de la Ley que les pedí cumplieran. Pero desobedecían continuamente, porque están muy apegados a las cosas del Mundo, a sus riquezas, y cuando los pueblos vencidos les enseñaban que sus dioses les daban o les ayudaban para obtener ésas riquezas, Me hacían a un lado y se dedicaban a seguir a ése dios y se volvían idólatras. Preferían a un dios de barro y, a Mí, Me hacían a un lado: un Dios Vivo, que hablaba con Su pueblo a través de los profetas, pero no les gustaba que Yo les llamara la atención por los males que hacían y, simplemente, Me borraban de su vida y dejaba que ellos mismos se castigaran, siguiendo con ésos ídolos. No se daban cuenta que, atrás de ésos ídolos, era satanás a quien adoraban y, satanás, nunca os va a traer el bien, os engaña dándoos lo material, que vosotros pedís tontamente, y no crecéis en lo espiritual, que es vuestra vida futura.
Cuando Yo Me apartaba de ése pueblo, caían en desgracia, y todo por la desobediencia, pero, sobre todo, por su tontería, por no tener Sabiduría Santa para escogerMe, para seguir Conmigo, cuando Yo, en todo momento, les daba protección en todos sentidos y los hacía fuertes ante todos los demás pueblos.
Así estáis ahora vosotros, no estáis buscando todo aquello que os va a hacer fuertes contra la guerra que os está dando satanás. Os atemorizáis, porque no Me tenéis en vuestro corazón. Si, realmente, Yo viviera en vuestra vida, en vuestro interior, que fuera vuestro soporte espiritual, no le temeríais al mal que os está rodeando y que os está tratando de destruir.
Queréis manteneros en la idea que Soy el Dios castigador del Antiguo Testamento y no el Dios de Amor del Nuevo Testamento, que Yo Me Manifesté a través de Mi Hijo y Él así lo confirmaba: “el que Me ve a Mí, ve al Padre” y veían Mi Bondad, veían Mi Poder a través de Mi Hijo, veían Mis Milagros que Mi Hijo producía entre el pueblo.
Ése Soy Yo, Mis pequeños, en Mi Santísima Trinidad, un Dios de Amor, un Dios que os quiere, a pesar de vuestra maldad, a pesar de vuestros pecados y que, solamente, quiero escuchar de vosotros un arrepentimiento desde lo más profundo de vuestro corazón y Yo, os abriré nuevamente, de par en par, las Puertas del Reino de los Cielos.
A Mí, Me vencéis fácilmente, Mis pequeños, y Me vencéis con Mi Amor, que tenéis en vuestro corazón. Vosotros, no podríais amar, si Yo no os hubiera compartido antes Mi Amor, Y Soy vuestro Dios, el que genera el Amor en vosotros, en todo lo que os rodea, en el Universo entero, en todo lo Creado. Todo se mueve, por Mi Amor. Y aquellos que viven en Mi Amor, gozan plenamente Mi Presencia en ellos y viven, realmente, Mi Paraíso, ya desde la Tierra.
Os he dicho que Mi Amor es dinámico, que no lo podéis detener. Cuando vosotros amáis, lo transmitís por necesidad, no lo podéis detener, es tan bello, es tan grande, es tan fuerte, que vosotros no podéis detener su acción y es así, que, vosotros, los que estáis Conmigo, transmitís vida, vida de amor, necesariamente, a los que están a vuestro alrededor y, es así, como quiero que se vaya transformando el Mundo. No por las guerras, no por las luchas que estáis viendo a vuestro alrededor, que son causadas por satanás, sino es Mi Amor el que va a transformar al Universo entero.
Por eso, os debéis preguntar, cada uno de vosotros, ¿vuestra vida, está Conmigo, porque producís amor, porque producís bien a vuestro alrededor? o ¿sois de satanás, porque vivís causando problemas a vuestro alrededor, causando muerte, causando destrucción? Meditad, bien, Mis pequeños, sólo hay Amor y maldad, Vida y destrucción, ¿con quién queréis estar?, ¿con quién creéis estar?
Gracias, Mis pequeños.
Quinto Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: De esto depende vuestra subsistencia sobre la Tierra, ¿queréis ser destruidos, plenamente, por satanás? dejad que el mal que tenéis en vuestro corazón, aflore; pero, si queréis que esta humanidad se mantenga y venza a satanás, dejad que el Amor, Mi Amor, que tenéis en vuestro corazón, aflore y vencerá sus potencias.
Hijitos Míos, os explicaba que, en la sencillez, Yo muestro Mi Grandiosidad y, por eso, esto mismo lo tomo para vosotros. Cuando vosotros dais poco, pero de corazón, para Mí, es grande, porque vosotros os vais a unir, a los Méritos de Mi Hijo, os vais a unir al Amor de Mi Hija, la Siempre Virgen María, os vais a unir al Amor de Mi Santo Espíritu y así, vuestra pequeñez, se vuelve grande, porque Yo voy a recibir de ellos, lo que vosotros sentís como poquito, pero va a ser grande ante Mis Ojos, porque es vuestro pequeño amor, unido a Mi Gran Amor, en Mi Santísima Trinidad y esto Yo lo aprecio inmensamente, Mis pequeños.
Os he dicho que entiendo vuestra vida, entiendo vuestras obligaciones de estado, vivís a veces, vidas caóticas, buscáis hacer tantas cosas a la vez, pero lo que Me gusta, cuando sois realmente almas de oración, es que Me procuráis unos minutos, os detenéis para amarMe por unos momentos, para ofrecerMe vuestras delicias, para platicarMe de vuestros problemas.
Cuando hacéis esto, Mis pequeños, Me dais un gran gusto, porque puedo estar unos momentos con vosotros. Vosotros sabéis lo que es la soledad, cuando vosotros sois rechazados en vuestro propio hogar, se os hace a un lado, os sentís solos y, realmente, ésa soledad duele, porque no os sentís amados.
El alma necesita amor, vosotros, necesitáis, por vuestra espiritualidad, sentiros amados de los que os rodean, de los que vosotros consideráis vuestra familia y, cuando de ellos no recibís muestras de amor, os sentís abandonados. Podéis recibir muestras de amor de amistades, pero no es lo mismo, porque no las sentís como vuestra familia.
ImaginadMe a Mí, Mi posición de Padre y Creador vuestro, que he velado por vosotros desde antes de vuestra concepción. Os conozco, os he amado desde antes que bajarais del Cielo y, desde que fuisteis concebidos, os he cuidado durante vuestra misión en la Tierra; cada segundo de vuestra vida, está en Mi Corazón.
Vais creciendo, y si vuestros padres os enseñaron a amarMe, estaré más seguido en vuestro corazón, pero si no os enseñaron a amarMe, quizá, quizá con el tiempo, podáis llegar a amarMe, que, ciertamente, pondré todas las oportunidades que estén a Mi alcance, para que, a lo largo de vuestra existencia, en algún momento, seáis tocados por este Amor tan grande por vosotros. Algunas almas responden y de otras, prácticamente, no obtengo muestras de amor a lo largo de toda su vida sobre la Tierra. ¿No se os hace esto, triste, Mis pequeños? Estas almas, de las cuales no recibo nada o prácticamente nada, toda su vida fue cuidada por Mí, y así lo dicen las Escrituras “el sol sale todos los días, para buenos y malos” y esto es, que Mi Amor se da para buenos y malos, Mi Amor siempre está alumbrándoos, cuidándoos, guiándoos, alimentándoos, porque vuestra alma, no podría subsistir, si no tuviera muestras de Amor y, vosotros, como os decía antes, cuando no recibís ése amor en vuestro hogar, muestras de cariño, de respeto, os sentís decepcionados, os sentís mal. Pero conozco vuestro corazón y Me acerco a vosotros, Me derramo en vosotros y hago que vuestro corazón Me Viva, Me sienta y llego como salvavidas a vuestra vida, a ayudaros a subsistir y suena feo esta palabra, a subsistir, cuando debierais vivir plenamente, en Mi Amor, porque esto debiera darse plenamente en vuestra familia: que todos Me amaran y que todos os compartierais de Mi Amor.
Realmente, como os dije, estáis viviendo momentos caóticos, momentos, en los cuales, satanás, prácticamente, se ha adueñado de toda la humanidad.
Manteneos, pues, en la gran lucha, contraatacando, como os dije, con Mi Amor, no con el mal que todos tenéis en vuestro interior, que si lo utilizáis, estaréis agrandando más el mal que os rodea y que, eso quiere satanás, que os matéis los unos a los otros, que os dañéis los unos a los otros, que os arrebatéis lo material y aún lo espiritual, los unos a los otros.
Entended bien esto, Mis pequeños, porque de esto depende vuestra subsistencia sobre la Tierra: ¿queréis ser destruidos, plenamente, por satanás? dejad que el mal que tenéis en vuestro corazón, aflore; pero, si queréis que esta humanidad se mantenga y venza a satanás, dejad que el Amor, Mi Amor, que tenéis en vuestro corazón, aflore y vencerá sus potencias.
Gracias, Mis pequeños.
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lunes, 22 de agosto de 2016
Jul 28_16 Tenéis en las Sagradas Escrituras en donde, en la sencillez, se muestra Mi Grandiosidad.
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