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sábado, 21 de febrero de 2015

REFLEXIONES DE LUZ DE MARÍA - 17 de Febrero del 2014

REFLEXION DE LUZ DE MARIA
INICIO DE LA CUARESMA
17.02.2015
Iniciamos esta Santa Cuaresma motivados hacia una renovación espiritual,  hacia una toma de conciencia como en ningún instante anterior en la historia de la humanidad.
En llamados de anteriores cuaresmas, nuestros Señor nos indicó: Tengan la seguridad de que Mi Amor sobrepasa todo amor humano y Mi Misericordia es infinita. ‘Vine por los enfermos’, vine a sanar, vine a traerles un Cofre para preservarles del mal: el cofre del Corazón Inmaculado de Mi Madre Santísima, sumérjanse en él, porque ustedes son Mi Tesoro.    
Tienen que resucitar espiritualmente siendo criaturas nuevas.
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, los cuarenta días que Jonás predico en Nínive, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
Es un tiempo de reflexión, meditación y de reconciliación con Cristo. Ese es el objetivo espiritual que se espera de la Cuaresma, una preparación para penetrar en el Misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección  de Cristo y con Él Su Iglesia. La conversión nunca está más cercana del hombre que en este periodo.
Hoy más que nunca hace falta que el hombre no solo tenga una cercanía o relación mediana con Cristo sino que viva una verdadera experiencia Mística, para que comprenda que ha Dios se le ama, y a la vez se le respeta no con temor al castigo sino con temor de ofenderle.
En este instante la humanidad debería apegarse a la penitencia a la que mueve la Semana Mayor, aunque cada año son menos los que viven la cuaresma con verdadero espíritu de contrición. 
Si cada día al abrir los ojos se tuviera consciencia de que vivimos una nueva oportunidad para ser mejores cristianos que lo que fuimos ayer, quizá no se apresuraría el hombre en afanarse a lo pasajero. Si el ser humano hubiera sido formado con una consciencia que las obras y actos repercuten sobre su vida, si cada ser humano decidiera ser diferente porque se le motiva a la espera de una vida más allá de la muerte, quizá el hombre actual no fuera tan desentendido de la realidad espiritual que le rodea.
Miramos la cruz, quizá llevada por bastantes jóvenes que la cuelgan al pecho, algunos la llevan como una joya más, otros como si fuera un amuleto, y la mayoría no conocen el verdadero significado de la misma. La Cruz es el signo más grande, fuerte y amado porque es lo más grande en la historia de la humanidad, en Ella Cristo suplió  a cada uno de nosotros, hasta sentir el abandono del Padre, el Santo de los Santos, pagó por cada uno de nosotros.
Soledad que el hombre padecerá en el aviso, y ahí sentirá en carne propia el dolor desesperante de la ausencia del Espíritu Santo en el ser humano.
La violencia actual, bien lejos está de la Voluntad Trinitaria, recordando la historia, la violencia se ha disfrazado hasta de santidad para matarse entre hermanos. La cristiandad persiguió lo que no comprendía, y por lo que después se vio en la obligación de  pedir perdón. Pero el cristianismo es la religión perseguida, porque el verdadero hijo de Dios sabe que no está sólo y que le quitaran la vida pero el alma nadie la puede tocar. Esto causa en las demás religiones, un cierto temor hacia los cristianos, porque saben que viven con algo más grande y más eterno que los demás.
Que si se adentra en el camino espiritual, como el águila y dejara de ser tan humano para ser más a imagen y semejanza de Cristo. Los misterios de la Pasión de Cristo van más allá de cargar la Cruz por la humanidad, Cristo mismo le ha cedido al hombre Su herencia, para que trascienda lo que el ojo ve.
Tengamos presente las palabras de Paulo, cuando dice: el querer hacer lo bueno está en mí, pero no hago lo que yo quiero sino lo que mi cuerpo quiere: ¿que nos dirá? La naturaleza humana lleva al hombre a pecar, debido a que su ego, el libre albedrio es el que planifica el mal obrar, ¿Cuántos han dado muerte a un hermano de la forma más cruel que pueda existir?, ¿Cuántos sin ser terroristas dando rienda suelta a su querer humano inundado de soberbia, han dedicado su vida a perseguir a un hermano con el fin de causarle el mal?
No es necesario abortar a una criatura en gestación para cometer un crimen, o tener un puñal en la mano para dar muerte, o tener a un ser humano noche y día bajo tortura hasta que muera, para ser un asesino. Cada ser humano debe preguntarse, ¿Qué tan cerca estoy de la Cruz, soy un verdadero cristiano, conozco a Cristo, vivo en el pecado?
¡Qué puedo hacer para cambiar mi vida y arrepentirme!
Amor, humildad, obediencia, son parte de mí.
Dios es rico en misericordia, y aunque se hubiera caminado en lo mundano, con pensamientos y actos nacidos de la ira, estando muerto me dio vida y vida en abundancia.
Y aunque la violencia y la ira aumente, y la sangre continúen tiñendo la tierra, los cristianos son perseguidos como anticipo a la aparición del anticristo y anticipo de la Segunda Venida de Cristo.
Nos dice Cristo: ¿Acaso es que no están unidos a Mi Cruz, que desean vivir sin tribulación, en las familias o en sus vidas? ¿Acaso es que han olvidado que “el que quiera seguirme, renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que Me siga” (Mt. 16,24)? 
Tenemos que mantenernos en Cristo.
Que debemos hacer?
Derribar el yo humano, cuando tiende hacia el mal, y esto es en la mayoría de las ocasiones.
La humildad no es querida, porque decrece el ego, pero eleva el espíritu y el espíritu no lo miran los demás a simple vista.
El hombre vive de apariencias, y hay que preguntarse: que tan cerca estoy de Cristo?
Vivo con una máscara, y por dentro estoy vacío?
Auxilio al hermano cuando no me miran los demás?
Cumplo los mandamientos?
La Pasión de Cristo estremece el alma del cristiano. 
Meditando en esto, y evocando a los soldados que se jugaban la túnica de Cristo, ¿Qué diferencia hay con los que se llaman salvos reclamando la herencia de la salvación, qué diferencia hay entre los primeros y los que no creen, los que blasfeman, o los que pertenecen a una lujosa iglesia, o con los que creen tener un lugar privilegiado, o entre los católicos, evangélicos, grandes políticos, adinerados, leprosos.
Cuantos aun sin saberlo, son como aquellos soldados cuando se lucha por alcanzar un lugar privilegiado con la jerarquía de la iglesia, o entre la comunidad?
Cuantos juicios condenatorios sepultan la honra de un ser humano. Vivimos tan cerca del mundo sin mirar los sedientos espirituales. Mientras se pierde el instante parafraseando en lo bueno que se es, en lo que ayuda al prójimo. Cuantos sermones desperdiciados con predicas en contra de un miembro de la comunidad. Con cuanta facilidad vemos los defectos de los demás, y se pasan por alto los propios. Nos creemos tan cerca de Cristo que no se mira la propia realidad.
En cuantas partes hemos dividido la túnica de Cristo? Se está tan cerca de la Cruz y a la vez se está tan lejos de Cristo?
Sean uno como Mi Padre y Yo somos Uno…
Es la orden de Cristo, no es una utopía.
Tan solo decidámonos unos cuantos, que deseemos vivir la locura de la Cruz, y lo demás lo hará Cristo.
Meditemos en la primera lectura de hoy, correspondiente al capítulo 7, del génesis, en que nos narra el diluvio.
En el versículo 11 del cap 7; dice era el año 600 de la vida de Noé, el día 17 del segundo mes, cuando reventaron las fuentes del océano y se abrieron las compuertas del Cielo y estuvo lloviendo sobre la tierra 40 días y 40 noches.
Coincidentemente el día de hoy es 17 del segundo mes, víspera de la cuaresma que dura 40 días, igual número de días que duro el diluvio. Será esto un llamado a la humanidad para que medite el instante que estamos viviendo?

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