San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Avisos y máximas
«Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial»
Se pueden entender estos pastores del alma por los mismos ángeles; porque no sólo llevan a Dios nuestros recaudos, sino también traen los de Dios a nuestras almas, apacentándolas, como buenos pastores, de dulces comunicaciones e inspiraciones de Dios, por cuyo medio Dios también las hace, y ellos nos amparan y defienden de los lobos, que son los demonios.
Porque en cuanto los ángeles me inspiran y los hombres de ti me enseñan, de ti más me enamoran, y así todos de amor más me llagan.
La luz de Dios ilumina al ángel penetrándolo de su esplendor y abrasándolo en amor, porque el ángel es puro espíritu dispuesto totalmente para esta participación divina, pero ordinariamente no esclarece al hombre más que de manera oscura, dolorosa y penosa, porque el hombre es impuro y débil...
Cuando el hombre llega a ser verdaderamente espiritual y transformado por el amor divino que le purifica, recibe la unión y la amorosa iluminación de Dios con una suavidad semejante a la de los ángeles...
Se acuerde cuán vana cosa es gozarse de otra cosa que de servir a Dios y cuán peligrosa y perniciosa; considerando cuánto daño fue para los ángeles gozarse y complacerse de su hermosura y bienes naturales, pues por esto cayeron en los abismos feos.