“Yo Soy
El Camino
La Verdad y
La Vida
Nadie va al Padre sino por mi”
Juan 14, 6
Jesús caminó sobre la tierra repitiendo una y otra vez “Yo Soy la Verdad”, y algunos no le creyeron y prefirieron crucificarlo. Con frecuencia le creemos más a la teorías humanas y las ciencias inventadas por los mismos hombres que a Dios.
Es por esa razón que hoy en día, en este mosaico multicolor de teorías atrayentes a la mente, los hombre hemos preferido las teorías de la Nueva Era, buscar brujos, adivinos, creerle mucho más a la teoría de la liberación, que es humanismo pero no cristianismo, y a todos aquellos que dicen que Jesús es una invención humana y que sus palabras deben ser puestas en duda pues muy probablemente han sido alteradas para manipular la mente humana. Es que sin daros cuenta y defendiendo el capitalismo hemos permitido que las teorías de Marx entren en nuestros corazones y declaremos que la religión es el opio del pueblo y especialmente la religión católica.
Dejamos a su consideración un pequeño aparte de una explicación que Jesús dio a María Valtorta.
“Pilato, sentado en su sitial, me escudriña porque para él soy un enigma. Si hubiera liberado su alma de las preocupaciones humanas, de la soberbia del cargo, del error del paganismo, habría comprendido en seguida quién era Yo. Mas ¿cómo podrá la luz penetrar en donde demasiadas cosas ocluyen las aperturas para que entre?
Siempre ha sido así, hijos. También ahora. ¿Cómo pueden entrar Dios y su luz en un lugar donde no hay espacio para ellos y las puertas y ventanas están trancadas y defendidas por la soberbia, la humanidad, el vicio, la usura, y por muchos, muchos guardianes al servicio de Satanás contra Dios?
Pilato no puede entender qué reino es este reino mío. Y no pide – y esto es doloroso; que Yo se lo explique. Ante mi invitación a que conozca la Verdad, él, el indomable pagano, responde: “¿Qué es la verdad?”, permitiendo que se zanje la cuestión encogiéndose de hombros.
¡Oh hijos, hijos míos! ¡Oh mis Pilatos de ahora! También vosotros, como Poncio Pilato, dejáis que se zanjen las cuestiones más vitales encogiéndoos de hombros. Os parecen cosas inútiles, superadas. ¿Qué es la Verdad? ¿Dinero? No. ¿Mujeres? No. ¿Poder? No. ¿Salud física? No. ¿Gloria humana? No. Entonces, mejor olvidarse; no merece la pena correr tras una quimera. Dinero, mujeres, poder, buena salud, comodidades, honores: éstas son cosas concretas, útiles, cosas apetecibles y que merece la pena alcanzar cueste lo que cueste. Razonáis así. Y, peor que Esaú, trocáis los bienes eternos por un alimento de baja calidad que perjudica a vuestra salud física y os daña en orden a la salud eterna. ¿Por qué no persistís en preguntar: “¿Qué es la Verdad?”? Ella, la Verdad, sólo pide darse a conocer para instruiros sobre sí. Está frente a vosotros como frente a Pilato, y os mira con ojos de amor suplicante implorándoos: “Pregúntame. Te instruiré”.
¿Ves cómo miro a Pilato? Igual os miro a todos vosotros. Y, si tengo mirada de sereno amor para el que me ama y solicita mis palabras, tengo miradas de amor doliente para aquel que no me ama, no me busca, no me escucha. Pero amor, en todo caso amor, porque el Amor es mi naturaleza.”
Jesús a María Valtorta
En su obra “El Poema del Hombre-Dios”