BARQUISIMETO, 17 DE MAYO, 2010
Mis queridos hijos, esta noche vengo a ustedes en la advocación de Nuestra Señora de la Preciosísima Sangre. He venido a alumbrar a Venezuela de costa a costa, de
arriba abajo y a mandar mi mensaje de la Preciosísima Sangre al resto
de Latino América, Europa y África.
Les pido que hagan una cosa muy simple y es que recen; recen por la paz, recen por sus enemigos, por aquellas personas que a ustedes no les caen bien, recen por las almas, especialmente aquellas que están en este momento en peligro de perderse. Cada vez que piden por un alma ganan gracia; recuerden que cuando perdonan a la persona que más les desagrada o a la persona que más daño les ha hecho, ganan muchas gracias, quizás hasta el cielo. No pueden entrar en el cielo sin perdonar.
Estamos en una época de gran oscuridad, el mundo está lleno de ateísmo y materialismo, el hombre lleno de avaricia y poder, pero más que todo el sufrimiento de los pobres.
En las escrituras leemos: que Dios oye el llanto de los pobres.
Los bendigo, los bendigo a todos en este país; he escogido este país por la fe, cientos de años de fe, que no será removida por nadie. Dios esta haciendo muchos milagros en toda Venezuela, como habrán muchas sanaciones y milagros esta semana para dar testimonio de la gloria de Dios.
Amansen los unos a los otros como El los ama, bendíganse los unos a los otros como El los bendice, sean humildes de corazón, no sean solo obedientes sino pídanle a Dios
que les de la gracia de amar su voluntad; amar la voluntad de Dios es el camino al cielo.
Los bendigo esta noche, bendigo las flores, los rosarios, los bendigo a ustedes y a sus familias.
Gracias por escuchar mi llamado.
MENSAJE DEL 18 DE MAYO
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martes, 25 de mayo de 2010
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