Nuestro mundo está cambiando vertiginosamente. Hoy en día, más de 40 naciones se encuentran envueltas en un conflicto bélico. En los últimos 100 años ha habido más muertes relacionadas con guerras armadas, que todos los siglos anteriores sumados.
Vemos que hoy en día existen cada vez más líderes dictatoriales que pretender controlar a sus naciones, no solamente de una manera dictatorial, sino eliminando los derechos básicos dados por Dios al ser humano; derechos de libertad, de elección y de expresión, manipulando las leyes y convirtiéndolas en una anatema en contra de los Mandamientos de la Ley de Dios.
Al acercarnos al tiempo Cuaresmal y de Semana Santa, recordamos aquellos días donde Nuestro Señor Jesús habitaba entre nosotros. Una época donde el Imperio Romano abolió la libertad general del Pueblo Judío y trató sus leyes superfluamente. Una era donde el paganismo rigió sobre el mundo. Un tiempo donde la fe de los Judíos clamó a Dios para que una vez más los librase de la tiranía.
La historia siempre girará en círculo. Una vez más hemos llegado a una etapa en la historia mundial donde el paganismo y todo lo que aquello conlleva, reina sobre aquellos hombres de fe que hoy más que nunca antes en la historia de la humanidad, están sirviendo a dioses falsos e ídolos. Una vez más los hijos de Dios deberán clamar a su Padre Celestial para que los salve de estos abominables actos en contra de la vida, la familia, la pureza, la libertad, la justicia… lo correcto de lo incorrecto. Debemos actuar ya, ahora, a través de las únicas dos cosas que lograrán que se produzca un cambio a nivel mundial, oración y cambio personal.
En esta época de Cuaresma, reflexionemos sobre estos tiempos y la condición del mundo. Si queremos que las cosas cambien, debemos empezar por ti y por mí. Si una persona que puede cambiar: Tú, se reúsa a hacerlo, entonces cómo podemos esperar que el mundo cambie o mejore. Tú debes ser quien produzca ese cambio mediante el poner a Dios en el centro de tu diario vivir. Cada día, todos los días.
Que la Cuaresma sea para hacer tiempo para Dios cada día, priorizar nuestro tiempo, para que Dios esté presente desde el comienzo hasta el final del día.
Dediquemos cada día de la Cuaresma a nuestro Padre Celestial y oremos incesantemente desde nuestro corazón.
Que el Espíritu Santo los ayude durante esta época de Cuaresma y Semana Santa, a comprender lo que necesitan hacer para poder decir desde el fondo de su corazón: “Señor, yo soy tu siervo, hágase en mí según Tu Palabra”
Que el Señor Jesús los bendiga a ustedes y a sus familias.
Con amor
Rick