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sábado, 11 de abril de 2015

Mira, os va a sacudir todo de improviso. Sí, va a haber guerra. - La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús, Dictados de Jesús a Marga

Tomado del Libro: La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús 
Dictados de Jesús a Marga



25-02-2003
Jesús:
Mira, os va a sacudir todo de improviso. Sí, va a haber guerra. Los gobernantes se embrollarán entre sí y consigo mismos, no podrán parar el desorden mundial que ellos mismos empezaron. Empezarán queriendo salvaguardar los intereses de su propia nación y hasta que al final terminen por querer salvar sólo los suyos en un abandono repentino del buque ante el desastre inminente.
Mira cómo los hombres se desesperarán, sin gobernantes, sin nadie que dirija su destino, y dirigiéndose a Dios para ¡exigirle!, ahora, protección, protección y protección propia, para sí y para sus hijos, para sus cosas y pertenencias. ¡Pero a todos esos Yo les diré: ¡No os conozco!![1] Ahora venís a Mí, cuando el agua la tenéis al cuello habiendo desoído todos mis Llamamientos de Amor anteriores. ¡No os conozco! Para salvaros a ti y tus cosas,[2] Dios no se presta a trueques ni a juegos orgullosos, Dios quiere tu conversión, ¡y que te conviertas y vivas!,[3] para eso, si hace falta: ¡muere!, muere tú con tus cosas.[4]
Sí, hija, y Yo he dicho a través de mi Papa en la tierra: ¡Convertíos!, ¡rezad!, ¡rezad el Rosario!, ¡venid a Mí! Y a través de tantos y tantos arquitectos y profetas como tú. ¿Y qué caso se me ha hecho?
Ésta sola es la solución, acogedla si queréis ser salvos. Si no, pereced entre grandes dolores de espanto.
¿Comprendes mi Dolor? Acéptalo. Y dalo a conocer.
27-02-2003
Virgen:
Mira, hija, un mal de hoy: Cada uno vive la vida de los demás para no vivir la propia. Pero la propia vida y las propias obligaciones son de las que Yo les pediré cuentas, de las que se les van a pedir cuentas al final de sus días, no de la vida de sus clientes, sus hijos, sus padre, sus vecinos...,[5] cada uno responsable de su propia vida. Y mira cómo hoy, más que nunca, se eluden las propias responsabilidades sin coger las riendas de tu vida valientemente. Lo que se hace es huir cobardemente hacia otros lados en aras de la valentía, cuando sólo es muestra de cobardía, cobardía y cobardía, pereza, miedo al sufrimiento, miedo al qué dirán, evasión de una realidad que juzgan inmerecida, vida de espaldas a Dios y de ver claro cuál es Su Voluntad en tu vida, cuál es el Plan de Dios sobre ti.
Así, los padres dejan a sus hijos en manos de extraños o en manos de los abuelos, familiares, que nunca, por más que les quieran y se esfuercen, podrán darles el amor, cariño y dedicación que les niegan sus padres. Les abandonan en manos de otros o, simplemente, no los tienen, que es más fácil. No abren su vida a la vida que Dios les quiere comunicar, y luego se quejan de «muerte del amor»,[6] ¿qué amor?, ¿su propio egoísmo?, ése ha muerto ya antes de nacer a la vida. Con esas bases no hay amor que se le resista.
Los abuelos cuidan a sus nietos y se ocupan de la vida de sus hijos más allá de sus responsabilidades, sin aceptar su obligado puesto que, por ley de vida, les corresponde. Eterna juventud que no quieren dejar escapar, inexistente vida conyugal, vínculo desunido, labores que no se quieren aceptar. Y alientan a sus hijos, con su ejemplo y con sus consejos, a que vivan una vida que no la hubieran querido para sí, bajo apariencia de buscar su propio bien.[7] ¿Existe incongruencia mayor? Y reniegan de todos sus principios. ¡Oh, abuelos que sobre vosotros descansaba la conservación de la fe en España!, ¿qué habéis hecho de ella? Empujáis a los que a vosotros se ha confiado al abismo. ¡Oh, grandes patriarcas!, ¿en quién podrán basarse las generaciones venideras? ¡No habéis estado firmes y fuertes ante el timón!, lo habéis dejado zarandear bruscamente, vuestra mano no lo ha sostenido. Y así va la barca, a la deriva. Yo conservé vuestras mentes privilegiadas y lúcidas precisamente para esto, para que, llegado el momento, supierais vencer, tuvierais capacidad, ¿y qué ha pasado?, las habéis empleado en la confusión de vuestro orgullo, bajo apariencia de generosidad. ¡Mirad que lo que más detesto, lo que más detesta mi Corazón son las apariencias!: apariencias de bien, cuando estáis corrompidos por dentro. Y echáis la culpa a vuestros hijos de su mala educación, pero decidme: ¡¿Quiénes fueron sus educadores?![8]
Padres, que os casáis sólo para satisfacer vuestros egoísmos, que buscáis fuera lo que debíais encontrar dentro, que os prodigáis en cariños hacia los demás, atenciones y delicadezas en aras de vuestra santa apariencia, de vuestro status social, descuidando el amor que debías tener en casa, a vuestro cónyuge, a vuestros hijos, en muchos casos inexistentes. ¡Oh, padres!, que en lugar de dar la vida os habéis convertido en asesinos de vuestros hijos. ¡Oh, padres!, ¿a quién voy a recurrir cuando Dios os quiera dar vuestro merecido?[9] ¿Qué le voy a poder decir? Vuestro rezo a Mí no tendrá ningún valor, porque no podré presentar ante Dios ninguna de vuestras obras, papás ingratos, hacedores del mañana, constructores de la civilización y la familia. ¡¡Por más que busco, no encuentro ninguna obra buena...!![10]
Restaurad la familia desde sus cimientos, a ti te lo digo, niña, te hago depositaria a ti de esta mi dicha: Restaurad, vosotros, la familia desde sus cimientos, desde el amor y el amor al Amor, desde buscar y encontrar cuál es la Voluntad de Dios sobre ella, y cuál sobre cada uno de vosotros, desde mostrar con la vida el ejemplo de lo que hay que ser: ¡sin miedo!, ¡con valentía!
Que muchos puedan volver sus ojos hacia vosotros y que digan: «¡Esto es lo que hay que hacer, ya no me encuentro perdido!, estos son un ejemplo de lo que yo quiero hacer, en lo que debo servir». ¿Has entendido?
03-03-2003
Jesús:
Mira, no es que no crean en mi Espíritu. Creen en Él y en su Poder, y lo desean, lo desean como un máximo bien. Pero lo malo es que se creen ellos los dispensadores y distribuidores de Él como les place y a quienes les place, y el distribuidor sólo es Dios, que da sus Dones como quiere y cuando quiere.
Ellos han experimentado el Poder de mi Espíritu, y lo desean, pero como simple muestra de su propio poder, para ser poderosos ante los hombres. Y he aquí que Yo, precisamente, no distribuyo mi Espíritu entre los sabios y engreídos de este mundo, sino entre los pobres y humildes.
Ellos nunca reconocerán en vosotros la acción creadora y renovadora de mi Espíritu, siempre os perseguirán, porque, en su soberbia, creen ser ellos los depositarios de mis Dones, mis siete y excelsos Dones, junto con los de la fe, esperanza y caridad. ¡Tan ciegos están que no saben mirar sobre sí mismos![11]
Ellos gozan en todas estas manifestaciones externas,[12] y algunos sienten cosas verdaderamente extraordinarias, pero mira que es el Malvado el que les hace sentir eso, aprovechándose de su egoísmo y egocentrismo, orgullo y falta de fe y de piedad, de amor y verdadera caridad.[13]
¿Cómo les reconoceréis?: Por sus frutos los conoceréis. Verdaderamente el Espíritu Santo es Poderoso, y está renovando mi Iglesia, pero no por el camino que ellos creen, porque ellos mismos lo proponen. No se han dejado guiar por el Espíritu y caminan por donde les dicta su propio espíritu. ¡Tan alejados se encuentran de Mí! Creen que todos debéis tomar ese camino. Les he negado el don dediscernimiento y cuando piensan, con sus inteligencias sólo se confunden con el camino a seguir, y confunden a los a ellos confiados y a quienes, por incautos, se confían a ellos.
Dicen: «¿Por qué tienen ellos el Espíritu y no nosotros? ¿Por qué esta persona que no ha estudiado como nosotros, que ni siquiera tiene la apariencia física ni el carisma para atraerse a las gentes, como lo tenemos nosotros, que no tiene las formas adecuadas que exige la modernidad para hacerse «todo con todos». ¿Por qué ella es depositaria de tus gracias y yo no, que te he servido siempre con tanta fidelidad? ¡Ni siquiera te ha sido fiel! Sé de su vida, y su vida es una pura infidelidad a tus Dones, ¿por qué a ella, Señor, la colmas de ellos y no a mí?»
Porque Yo reparto mis Dones a quien quiero y como quiero. Y por haber tenido envidia de ella y haberte engreído sobre mi Santo Monte, te alejo de Mí hasta que reconozcas mi Poder en los pobres y humildes de este mundo, y no entre los sabios y altaneros, y te hagas a ti mismo pobre, manso y humilde como Yo.[14] Hasta entonces: aléjate de Mí y no vuelvas a invocarme, pues he aquí que no te escucho —oráculo del Señor—, no te escucharé hasta que vuelvas verdaderamente a Mí reenfocando tu vida.
¡Vive!, ¡y sé humilde! Y no ambiciones ni codicies los carismas a ti no concedidos.
Espera de Mí mi Misericordia. Amén.
________________________
[1] Cfr. Mt 7,23.
[2] Habla a la persona particular.
[3] Cfr. Ez 18,21-32.
[4] Este abandono de Dios en esos momentos puede ser para la persona la última cuerda de salvación para su eternidad. Les dejará sufrir para que, al menos así, puedan salvarse al final. Pero habrá gente que no aceptará tampoco esto y renegará de Él, y Él sufre por eso muchísimo.
[5] Evadir las propias responsabilidades en: el trabajo, los cotilleos, ocuparse de la vida de otros.
[6] En su matrimonio.
[7] Consejos diabólicos: «trabaja y no tengas más hijos, esfuérzate fuera de casa, que es lo que cuenta: dinero, status, apariencia, vida confortable, utiliza métodos anticonceptivos ...»
[8] La Virgen aquí se ha puesto sumamente dura, grave.
[9] Juicio particular en el que volverán sus ojos a María, suplicantes.
[10] Esto lo dice casi sin aliento, ahogada por la angustia y la impotencia.
[11] Para darse cuenta de que no los tienen.
[12] Liturgia, cantos, oraciones, reuniones...
[13] Cfr. Mt 7,20.
[14] Cfr. Mt 11,29.