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jueves, 25 de octubre de 2012

Mensaje de Dios Padre, Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María a J.V.

Mzo 21_05 Soy un Dios de Misericordia, Soy un Dios de Amor.ImprimirE-Mail



Rosario

Mensaje de Dios Padre, Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María a J.V.

Primer Misterio, Habla Nuestro Señor Jesucristo. 
(Lenguas...)
Hijitos Míos, fui bajado de la Cruz, Muerto ante los hombres, despreciado por los hombres, creyendo que con eso Me habían vencido, creyendo que con eso su pecado iba a quedar sin castigo.
Mis pequeños, Soy un Dios de Misericordia,  Soy un Dios de Amor, siempre busco a aquellas almas buenas en quienes apoyarMe, antes que estar buscando vuestra maldad para castigaros. Voy buscando dentro de vuestro corazón, cómo agradeceros, para ensalzaros, y cómo llevaros hasta lo más íntimo de Mi Corazón por vuestras obras buenas, por vuestras obras santas.
Soy un Dios de Amor y así como el imán atrae al hierro, así Mi Alma, Mi Corazón se deja atraer por vuestras buenas obras. Yo Juzgo al hombre por sus obras buenas, por su donación a Mí, por el cuidado que tuvo con sus hermanos, por la expansión del Reino que dejó durante su vida aquí en la Tierra. Juzgo al hombre por ésos actos de bondad, en los cuáles Mi Presencia se translució a través de él.
Yo Juzgo al hombre en la bondad, Mis pequeños y no en el error. Conozco vuestra pequeñez y no le hago tanto caso como en el deseo del alma en tratar de superarse. Me gustan las almas que, después de haber caído, se levantan para su perfección, ésas son las almas que valen ante Mis Ojos, almas que no se quedaron caídas en el pecado, almas que no se que dieron por vencidas después del ataque satánico, sino que se levantaron y lucharon contra él, tomando de Mis Fuerzas, porque Yo siempre estoy junto a las almas caídas, siempre estoy junto a todas las almas.
Yo Soy esa Fuente de Vida, Yo Soy ese Alimento Divino de Quien podéis tomar, de Quien podéis comer para vuestra santidad y para que vuestro fruto sea abundante.
Mis pequeños, Yo deseo la Vida en el alma, no la muerte que produce el pecado, levantaos, no os quedéis en el pecado llorando vuestra culpa. Levantaos sonrientes, sabiendo que estoy junto a vosotros, reparando, perdonándoos y queriendo vuestra perfección para la Gloria eterna, sed humildes y sencillos, que así es como encontraréis Mi Bondad y Mi Misericordia.
Sed prudentes, para que, caminando por el mundo, podáis ayudar en lugar de destrozar almas con vuestro mal ejemplo. Sed niños, para que podáis confiar plenamente en las Bondades de vuestro Dios y podáis soltaros totalmente a Mi Divina Voluntad, aceptando en vuestro corazón todo lo que Yo os pida, para levantar a vuestros hermanos con vuestro ejemplo y con vuestra palabra a la vida íntima con vuestro Dios para la salvación de sus almas.
Vivid pues, unidos a Mi Corazón, para que tengáis siempre ése deseo grande de servicio, de servicio a vuestro Dios y así caminemos unidos en el mundo, llevando la Palabra de Nuestro Padre, para que unidos podamos ayudarles en su salvación y para que unidos vivamos el gozo del Cielo por toda la eternidad.
Gracias, Mis pequeños.
Segundo Misterio, Habla Dios Padre.
Hijitos Míos, os pido nunca os canséis de vivir en la oración. La oración íntima, la oración profunda, la oración de corazón es la que acerca el alma a Mi Corazón.
Mis pequeños, muy pocas son las almas que mantienen ese coloquio Conmigo, con vuestro Dios, Yo Viviendo en el corazón de las almas, Viviendo en las almas y para las almas. Son tan pocos los que se acuerdan de Mí, los que se acercan a Mí con esa familiaridad de hijo con Padre, para platicarMe, para agradecerMe, para pedirMe simplemente, para acompañarMe.
Vivo abandonado en las almas, Soy el Huésped a Quien no se le hace caso. Por eso, Mis pequeños, cuando encuentro almas, con quienes platicar, almas sencillas, almas pequeñas, almas confiadas, las llevo a profundidades más íntimas y con ellas Me recreo y en ellas puedo hacer grandes cosas.
Os pido, Mis pequeños, que seáis de ésas almas íntimas, pequeñas y confiadas en las cuales Yo pueda hacer Mi Paraíso Terrenal, que Yo pueda bajar de los Cielos a Gozar en vosotros, que Yo pueda transmitir Mi Vida y que se pueda Vivir entre vuestros hermanos a través de vosotros.
Almas confiadas y puras que dejen ver a su Dios, que sean Luz entre los hombres, que sean palabra de aliento para las almas caídas.
Mis pequeños, Yo os bendigo y os agradezco éstos momentos de intimidad, de confianza, de amor que Me dais a Mí, vuestro Dios. Son momentos de recreo que Yo tengo. Proseguid vuestra obra, buscad vuestro perfeccionamiento, pedidMe lo que deseéis, que Yo os daré todo lo necesario para vuestra santidad aquí en la Tierra y para una vida íntima, muy cerquita en Mi Corazón, en el Reino del los Cielos. El que lucha por un ideal, lo consigue y si estáis buscando ésa intimidad con vuestro Dios, la conseguiréis y la gozaréis por toda la eternidad.
Gracias, Mis pequeños.
Tercer Misterio, Habla la Santísima Virgen María.
Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María, Madre vuestra, Madre del todo el género humano.
Mis pequeños, la tarea de una madre es muy grande, muy loable, es una tarea bendecida por Nuestro Padre Dios, porque no solamente estamos llamadas a transmitir vida física, sino vida espiritual.
Una madre se da por los hijos, una madre sufre por los hijos, una madre puede morir por los hijos, por ésa profundidad de amor que tiene hacia ellos. El demonio ha atacado especialmente a la mujer, sabiendo de esa posición tan grande que tiene ante los Ojos de Nuestro Dios.
La mujer se ha dejado vencer por su vanidad, por su soberbia y se ha apartado de ése Bien tan grande que le ha concedido Nuestro Padre Dios, el don de dar vida física y el don de dar vida espiritual. La mujer se ha tragado el anzuelo, como el pez y ha producido muerte, su propia muerte y la de sus hijos. Se ha salido del camino que le trazó Nuestro Padre Creador desde el Principio de los tiempos porque en la mujer puso Su confianza para la transmisión de la vida, apoyada por su esposo, ya que entre los dos tenían que crear grandes almas para el Reino de Nuestro Dios.
Mis pequeños, debéis volver a uniros en familia. La mujer tiene que pedir ésa humildad, tiene que pedirMe esa ayuda para dar lo que tiene que dar, como madre, como esposa, como hija de Nuestro Dios. La vida espiritual, básicamente la va a transmitir la madre, pero el demonio la ha tomado con engaños, la mujer no quiere ya vivir ésa vida espiritual, ya no quiere vivir ésa cercanía con su Dios, ni la transmisión de los valores que la llevarán a ella y a sus hijos directamente al Reino de los Cielos.
Orad mucho, Mis pequeños, para proteger a la mujer contra los ataques del enemigo. Que el Don de la Vida, que es Sagrado, no se cancele por solamente el placer que ahora busca la humanidad. El Don de la Vida es necesario para la propagación del Reino y estáis evitándolo por vuestro egoísmo, por vuestra maldad.
Ahora la mujer se ha vuelto instrumento de satanás, no solamente evitando el Don de la Vida, sino volviéndose causa de escándalo y de pecado, buscando solamente los placeres efímeros del mundo, destruyendo hogares y corazones.
Hijas Mías, mujeres en el mundo entero, vedMe a Mí, vuestra Madre, Yo también sufrí y he sufrido para levantaros a todos vosotros. He sufrido en Mi Hijo los ataques del mundo y ahora sufro por esa negación en vuestro corazón a los planes de vuestro Dios. Volved vuestros ojos a Nuestro Dios, antes de que sea demasiado tarde. Arrepentios de vuestro mal proceder, negaos a vosotras mismas quitando ésos placeres mundanos, al buscar el pecado para destruiros y destruir a los que estén a vuestro alrededor y tomad nuevamente las bellezas, las virtudes que os dio Nuestro Dios, como transmisoras de vida humana y espiritual.
No os imagináis, Mis pequeñas, los regalos tan grandes que recibe una madre en el Reino de los Cielos que supo ser verdadera madre, que supo verdaderamente darse por una familia, que supo transmitir la vida de Amor de su Padre Dios. Fuisteis llamadas a la vida y no solamente para dar vida, sino para hacerla vivir dentro de vuestro vientre y entregarla a vuestro Dios.
Vuestra tarea es grande en la Tierra, tan grande, que el demonio lo sabe y por eso os ataca tanto. Volved a la pureza, volved a la santidad, volved a dar Vida a vuestros hijos, a vuestros hermanos. Volved a uniros a la Vida de vuestro Dios.
Gracias, Mis pequeños.
Cuarto Misterio, Habla Dios Padre. 
Hijitos Míos, disipad de vuestra mente y de vuestro corazón todo aquello que os haga creer que de vuestro Dios puede salir un acto de maldad hacia el hombre, fuisteis creados por Amor y con Amor por vuestro Dios, por Mí, vuestro Padre y Creador.
Al estar Conmigo y al proceder de Mí, vuestra función es Amor. Amar a vuestros hermanos, amar a vuestro Dios, ésa es la misión del hombre y así os lo dijo Mi Hijo: “Amaos los unos a los otros como Yo os he Amado”.
La Creación es Amor, todo fue creado para el Bien. Se os dio la tarea de mantener ése Bien, la Creación completa quedó sometida a vosotros para que la cuidarais y para que ella misma glorificara a su Dios.
Habéis querido aprovecharos de las riquezas de la naturaleza para ensalzaros, para llenar vuestras propias arcas, para sentiros importantes ante vuestros hermanos.
Os vuelvo a repetir: La Naturaleza y todo lo Creado quedó sometido a vuestros pies, por vuestro amor, no para aprovecharos de ella, sino para engrandeceros y engrandecer a vuestros hermanos. Las primicias de la tierra, debieran ser para Mí, todo lo más bello que la tierra produjera debiera ser ofrecido a Mí, vuestro Dios.
Debierais de compartir, en amor fraterno, todo lo que ella produjera, pero en lugar de compartir, acaparasteis para llenar vuestros graneros, para enriqueceros y así destruir vuestra alma. Habéis buscado vuestro propio bien, acaparando lo que no es vuestro, sino de todos vosotros y eso, Mis pequeños se ha terminado ya. No habéis obrado con justicia ni con amor con los bienes que se os dieron para cuidar. No obrasteis con equidad y os tratasteis de aprovechar de vuestros hermanos, vendiendo lo que no es vuestro, llevándolos a la miseria y al hambre, cuando todo se os dio como regalo. Vuestro corazón podrido por el mal ha producido frutos malos y así no podéis llamaros hijos de Dios.
La misma Naturaleza se vuelve contra el hombre, porque ella no fue tratada con dignidad y con respeto y en lugar de ayudarla a su crecimiento, la despreciasteis, la azotasteis, la destruisteis, ella se volverá contra el hombre para clamar venganza, para clamar justicia.
Los tiempos se terminan, el cambio vendrá y volveréis a esos bellos momentos del principio en donde deberéis obrar con amor, con respeto, con hermandad cuidándoos unos a otros, viviendo el Cielo en la Tierra.
Yo estaré con vosotros, Mis pequeños, cuidaos mientras tanto con lo que tengáis, compartid lo que tengáis con vuestros hermanos y no temáis de que se os termine, porque aquel que dé de corazón, de lo que gratuitamente se le dio, se le multiplicará. Es Mi Promesa de Padre y de Dios, porque aquel que obra de corazón, ése está Conmigo y nada le faltará.
Gracias, Mis pequeños.
Quinto Misterio, Habla Dios Padre.
Hijitos Míos, vuestra vida en la Tierra, tiene que ser en total fraternidad, deberéis vivir como se Vive en el Cielo, compartiendo de los Bienes que Yo os di gratuitamente y que debéis transmitir a vuestros hermanos para su crecimiento espiritual.
Muchos Dones se os han dado y mucho los habéis desperdiciado, porque no vivís para el Reino de vuestro Dios. Vivís tan comprometidos para las cosas del mundo que no gozáis ni apreciáis de los Dones que Yo os he concedido.
Pronto se os olvida vuestra misión en la Tierra, que es espiritual y os involucráis rápidamente con las cosas del mundo, de sus placeres, de su perversión.
Vinisteis a traer ésa fraternidad Celestial a vuestros hermanos, vinisteis para hacer vivir esa vida Celestial entre vosotros, ésa es vuestra misión en la Tierra. Se os han dado las capacidades y los Dones para lograrlo, pero los habéis hecho a un lado y preferisteis tomar lo que es del mundo y habéis hecho que ésos Dones se desperdiciaran.
Por eso os pedía, desde el principio de éste Santo Rosario, vivir en ésa unión Conmigo a través de la oración, para que Yo os vuelva a instruir, para que Yo os vuelva a indicar el camino, para que Yo os pueda nuevamente regresar al plan Divino por el que vinisteis.
Entrad pues, en ésa intimidad, para que uséis de ésos Dones que Yo os he dado, para que tengáis la Fortaleza de apartaros del mundo y tengáis ésa Caridad hacia vuestros hermanos de atraerlos hacia Mí y para que también los ayudéis a que puedan hacer uso de ésos Dones con los que fuisteis constituidos.
Todos vosotros deberéis tender a la unidad, ser Uno con la Trinidad y eso solamente se logrará a través de esa fraternidad santa que deberéis llevar a  cabo y que deberéis de hacerla crecer en el Amor y en el respeto. El amor no se obliga, el amor se da, el amor se impone en los corazones con el ejemplo y con el respeto.
Volved a Mí, Mis pequeños, traedMe a vuestros hermanos. Volvedles a abrir las puertas hacia el Paraíso Terrenal a través de vuestros actos, sed ejemplo de vida, de vida en Dios, de Vida Divina. Tened la Fortaleza de apartaros de las insidias del mal y de sus engaños, en donde os hace creer que el mundo y sus riquezas son los que os darán la libertad y el placer que debe tener el alma, que debe tener el hombre. No os dejéis engañar, Mis pequeños, por los bienes efímeros de la Tierra, buscad los intereses Divinos, que ahí radica vuestra tarea.
Me tenéis a Mí en vuestro corazón, tenéis todas Mis Potencias en vuestro corazón, usadlas, usadlas Mis pequeños para el bien de vuestros hermanos y para que se logren Mis intereses con el triunfo del Amor sobre toda la humanidad. El Amor de vuestro Dios.
Gracias, Mis pequeños.

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