jueves, 28 de febrero de 2013

Profecías sobre la renuncia de Santo Padre Benedicto XVI, y el próximo papado











Huid de las cosas del mundo
Mayo 27/10 (4:08 p. m.)
Alocución del Señor Jesús:
Mis hijos amados: tomad nota de mis palabras. Escribidlas con tinta indeleble para que permanezca en vuestros pensamientos y en vuestro corazón.
Penetro vuestros corazones, con mi mirada, en este instante; os lo transverbero con un flechazo de Amor Divino para que quedéis heridos de amor por Mí. Aprovechad este espacio de encuentro a solas conmigo, escuchad mis palabras, postraos a mis divinos pies y recibid mis enseñanzas en este día. Lección del Maestro de los maestros.
Como sois mis discípulos, os muestro el camino que os lleva al Cielo. Pero para poder habitar en una de sus moradas debéis purificaros, debéis renunciar a vuestros propios intereses, debéis ser dóciles a las acciones del Espíritu Santo, debéis acoplaros de acuerdo a mis Santas Leyes: aprender a repudiar el pecado, huir de las cosas del mundo, como el cervatillo le huye al león para no ser devorado. Huid de las cosas del mundo porque satanás, en su astucia, os puede engañar, os puede arrancar de mis manos paternales y llevaros consigo a las profundidades del infierno.
Huid de las cosas del mundo, ya que el mundo os presenta placeres efímeros, falsos dioses, alegrías momentáneas, pasajeras. La alegría, la felicidad no la encontráis en el mundo, la encontráis solamente en Mí.
Huid de las cosas del mundo y dejaos cubrir con la túnica de mi Amor, dejaos arropar bajo mi Hálito Divino.
Dejaos embarcar en mi Sacratísimo Corazón para que vuestras miradas estén siempre fijas y puestas en Mí. Para que vuestro corazón se adhiera a mi Grandeza, a mi Divinidad, a mi Omnipotencia, a mi Sapiencia infinita.
Huid de las cosas del mundo y dejaos seducir por mi estilo de vida; vida profunda, vida de gracia, de santidad.
Huid de las cosas del mundo y guardad mis sabios consejos en el cofre de oro de vuestro corazón, no en gavetas empolvadas, oxidadas; no os dejéis distraer por las falsas seguridades y falsas seducciones, no os dejéis sustraer de mi Divina Voluntad porque podréis naufragar en aguas contaminadas, en aguas fangosas, os podréis ahogar, podréis sucumbir.
Huid de las cosas del mundo; en él hallaréis desdichas, sinsabor; en él caminaréis por caminos amplios y espaciosos, pero caminos que os llevan a la perdición; en él encontraréis tinieblas, oscuridad.
Huid de las cosas del mundo. Dejaos preservar por Mí. Sois mi resto fiel. Dejaos atar al cordel de oro que sostiene mi túnica. Dejadme limpiar la putrefacción de vuestro corazón con mi agua viva. Deseo hacer de vuestra alma un espejo reluciente, sin manchas. Dejadme encender en vuestra alma mi luz; luz que debéis alimentar con vuestra oración, con vuestra reparación.
Luz que debéis alimentar con vuestro sacrificio, con vuestra mortificación.
Luz que debéis alimentar con vuestra vida de santidad, para que esta luz no se os apague, para que esta luz no se extinga, no muera.
Soy la Luz verdadera que ilumina vuestro caminar.
Soy la Luz verdadera que os muestra el camino recto, el camino angosto, pedregoso; pero camino en el cual encontraréis una puerta abierta que os llevará a mi Reino, al disfrute eterno.
No os dejéis seducir por las cosas del mundo. No caigáis en las trampas de satanás; su fin es engañaros, seduciros; su fin es robarse las gracias que os doy. Sed sagaces, permaneced vigilantes, atentos.
En este desierto de Amor Santo y Divino: os llamo a evaluar vuestra vida. Os llamo a bajar vuestra mirada al corazón para que os encontréis con vosotros mismos, para que saquéis conclusiones, para que os encontréis con la verdad.
En este desierto de Amor Santo y Divino: mirad, reflexionad en los atractivos del mundo que, aún, os seducen; que aún, no han dado muerte al hombre terrenal que hay en vosotros; en los atractivos del mundo que aún, no os dejan ser libres; en los atractivos del mundo que os hacen descender en vuestra vida espiritual; en los atractivos del mundo que deforman vuestra alma.
En este desierto de Amor Santo y Divino: discernid, concluid si, aún, estáis en el mundo; o si estáis en el mundo, sin ser del mundo.
Os recuerdo: para Mí no hay secretos, os conozco en plenitud. No tengáis miedo en reconoceros pecadores. No tengáis temores en sentiros, aún, mundanales; porque, aún, os hace falta respuesta generosa para seguirme; aún, os falta decisión férrea, firme para caminar tras de Mí.
En este desierto de Amor Santo y Divino: entregadme vuestras cadenas opresoras, entregadme todo el hombre viejo que lleváis dentro y haced el firme propósito de cambio; propósito que os lleve a una conversión perfecta, transformante; propósito que os lleve al arrepentimiento real de vuestras culpas, propósito que os lleve al cambio radical, a cortar de raíz con las cosas del mundo para vivir en santidad.
Hay tantas almas que en vida desaprovecharon mis gracias. Hay tantas almas que en vida no supieron responder a mis llamamientos de amor. Hay tantas almas que en vida se dejaron seducir por los falsos halagos del mundo y hoy yacen en el sufrimiento eterno, hoy padecen soledad, amargura, ausencia eterna de Dios.
Hijos míos: “no queráis amar al mundo, ni las cosas mundanas. Si alguno ama al mundo, no habita en él la caridad o amor del Padre; porque todo lo que hay en el mundo, es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia u orgullo de la vida, lo cual no nace del Padre sino del mundo. El mundo pasa, y pasa también con él su concupiscencia. Mas, el que hace la voluntad de Dios permanece eternamente.” (1 Juan 2,15-17).
En este desierto de Amor Santo y Divino: descubrid quienes son: los hijos de Dios y los hijos del diablo.
¿Cuáles son las obras que proceden de la luz y cuáles son las obras que proceden de las tinieblas?
Alocución de María Santísima:
Mis pequeños: Dad gracias a Dios porque es bueno, porque es eterna su misericordia, porque os ha llamado; porque ha puesto sus ojos de amor en cada uno de vosotros, porque ha tocado la profundidad de vuestro corazón y habéis dicho: sí.
Dad gracias al Señor por la obra de amor que está haciendo encada uno de vosotros.
En este desierto de Amor Santo y Divino: vuestro corazón será rebozado del Amor de Jesús y de mi Amor Santo.
Alocución de Jesús:
En este desierto de Amor Santo y Divino: replantearéis firmes propósitos de cambio en vuestras vidas porque, aún, os falta morir al mundo; aún, os falta morir al hombre viejo. Caminad alentados en la fe, caminad avivados en la esperanza, caminad ligeros de equipaje porque a la vuelta del camino me podréis ver; a la vuelta del camino me podréis sentir; a la vuelta del camino me podréis escuchar.
Haced muchos actos de agradecimiento porque fuisteis llamados a una vida de santidad, porque estáis siendo aleccionados, avisados para que no caigáis en el pecado, para que no contristéis mi agonizante Corazón. Bastante desamor recibo de mis criaturas. Bastantes sacrilegios, irreverencias recibo en el Sagrario.
Vosotros amantísimos míos, como almas reparadoras que sois: llevad vida de santidad, sed hostias vivas, agradables e irreprensibles ante los ojos de mi Padre.
Os amo y os bendigo: . Amén.


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