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domingo, 8 de marzo de 2015

Diferentes revelaciones sobre la Iglesia y el Papa

TERCER MENSAJE AKITA, JAPÓN 
Agnes Katsuko Sagasawa
13 de Octubre de 1973

Mi querida hija, escucha bien lo que voy a decirte; informarás de ello a tu superior:  "Si los hombres no se arrepienten y no se mejoran, el Padre mandará un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo más grave que el diluvio, como jamás ha habido otro; caerá fuego del cielo y aniquilará una gran parte de la humanidad, tanto malos como buenos; no perdonando a fieles ni a sacerdotes.

Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos.  Las únicas armas que quedarán entonces serán el Rosario y el Signo dejado por mi hijo. ... Con el rosario rogad por el Papa, los Obispos y los sacerdotes. La acción del diablo se infiltrará hasta la Iglesia, de tal forma que se verán cardenales oponiéndose a otros cardenales, obispos contra obispos. 
  
Los sacerdotes que me veneren serán despreciados y combatidos por otros sacerdotes. Las iglesias y los altares serán saqueados. La Iglesia se llenará de quienes aceptan componendas, y el demonio empujará a muchos sacerdotes y almas consagradas a abandonar el servicio del Señor. El demonio atacará encarnizadamente sobre todo a las almas consagradas a Dios.

El pensamiento de la perdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y en gravedad, ya no habrá perdón para ellos. Recen mucho las oraciones del Rosario. 

Aquéllos que ponen su confianza en mí serán salvos.»

LA SALETTE, FRANCIA  (fragmentos)
(Aprobado por la Iglesia Católica)

Melanie, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858: Los Sacerdotes, Ministros de mi Hijo, los Sacerdotes..., por su mala vida, por sus irreverencias e impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. ¡Sí!, los Sacerdotes piden venganza y la venganza pende de sus cabezas....

¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a Mi Hijo! ...

La sangre correrá por todas partes. Las Iglesias serán cerradas o profanadas. Los Sacerdotes y religiosos serán perseguidos. ... Muchos abandonarán la Fé, y el número de sacerdotes que se separarán de la verdadera religión será grande; entre estas personas se encontrarán incluso Obispos...

El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque por un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Esta será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa. Dado el olvido de la santa Fe en Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. ...

El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días; pero ni él ni su sucesor verán el triunfo de la Iglesia de Dios...

Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para dar lugar al materialismo, al ateísmo, ...

Roma perderá la Fé y se convertirá en la sede del anticristo...
 

SEGUNDO MENSAJE DE GARABANDAL, España 

La Virgen me dijo: me da mucha pena decíroslo yo, pero os lo tengo que decir para vuestro bien por esta causa fue el Arcángel San Miguel quien lo dijo a Conchita en la tarde del día 18 de Junio de 1965

El Arcángel a dicho:

Como no se ha cumplido y no se ha dado mucho a conocer mi mensaje del 18 de Octubre, os diré que éste es el último .
Antes la copa se estaba llenando, ahora está rebozando.
Los Sacerdotes, Obispos y Cardenales van muchos por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas mas almas
La Eucaristía cada vez se le da menos importancia.
Debéis evitar la ira del buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos.
Si le pedís perdón con alma sincera El os perdonará.
Yo Vuestra Madre, por intercesión del Arcángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis.
Ya estáis en los últimos avisos.
Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación.
Pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos.
Debéis sacrificaros mas, pensad en la pasión de Jesús.
 

EL ESCORIAL (España) 
Amparo Cuevas
LA SANTÍSIMA VIRGEN: 14.01.1983
Hija mía, los dejé, hija mía como pastores de mi Iglesia y ¿qué han hecho de mi Iglesia? Casa de ladrones y de pecado.
LA SANTÍSIMA VIRGEN: 20.01.1983
Vendrán grandes calamidades sobre la Humanidad. Grandes terremotos; ciudades enteras quedarán destruidas. ¡Qué pena de almas! Muchos pastores de la Iglesia se han hecho asalariados. ¡Qué pena de almas! ¡Están al borde del abismo! Pagarán por todas las almas que arrastran al abismo. Hacen de la Iglesia guarida de ladrones y de pecado.

¡Cuántos anticristos hay entre los humanos, que quieren apoderarse de las almas!
Muchos sacerdotes, por su mala vida, por su falta de piedad, arrastran muchas almas diariamente al fondo del abismo. 
 


PEÑABLANCA CHILE, NUESTRA SEÑORA DEL MONTE CARMELO
1983 A 1988
La Iglesia sois vosotros mismos, y aquéllos que van por el camino de la perdición son la Iglesia Agonizante. A esa vengo a rescatar, para que triunfe y un día esté junto a la Iglesia Triunfante.»(Mensaje 3 de Febrero 1985.)

He insistido en este mensaje varias veces aquí. ... Lo dije en La Salette y hoy lo repito: "Los Sacerdotes, ministros de mi Hijo, por su impiedad en celebrar los Santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. Sí, claman venganza. La venganza está sujeta sobre sus cabezas. Maldición a los Sacerdotes y personas consagradas a Dios, que con su mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo, vuestro Señor".» (Mensaje 13-2-85.)

Quiero que los sacerdotes mantengan la fé en la Iglesia y respeten al Santo Padre, y que los ministros de mi Hijo solo se ocupen de las cosas de Dios. A toda la Iglesia hago este llamado: "Que defiendan la Fé y Tradiciones de la Iglesia Mundial, en especial la Iglesia Latinoamericana." (...) El Santo Padre tiene que pasar grandes pruebas y la Iglesia también tiene que ser sujeta a éstas. Pero la Iglesia está cada vez más..., está corrompida. Muchos sacerdotes ya no creen en la Eucaristía.» (Mensaje 12-6-1988.)
Dile a mis hijos que no es tiempo de pedir favores, sino solamente pedir la salvación de las almas y por cada uno.» (Mensaje 13-6-83.)
Os pido que todos vosotros vayáis a mi Hijo, al Santísimo, porque Él se encuentra sólo, frío y helado en aquellas Iglesias en que no entra nadie, ni siquiera un minuto... Y los domingos vayáis a misa a santificar el Día del Señor.» (Mensaje 15-9-84.)


REVELACIONES DE JESÚS Y LA SANTÍSIMA VIRGEN A TERESA MUSCO
(estigmatizada Italiana)
20 de mayo 1951
Verás muchos cambios en la Iglesia. Los cristianos que recen serán pocos Muchas almas caminan al infierno. Las mujeres perderán el pudor y la vergüenza. Satanás tomará su forma para hacer caer a muchos... En el mundo habrá crisis comunes... El Papa pasará horas de agonía; al final yo estaré para conducirlo al Paraíso. Tendrá lugar una gran guerra. ¡Muertos y heridos incalculables! Satanás cantará su victoria. Será el momento en que todos verán a mi Hijo aparecer sobre las nubes y juzgará a cuantos han despreciado su sangre inocente y divina. Y entonces mi Corazón triunfará".
7 de octubre 1951
A partir de 1972 se iniciará el tiempo de Satanás; el tiempo de las grandes pruebas. Hija mía, se atraviesa un tiempo muy delicado. Los cardenales se opondrán a los cardenales, los obispos a los obispos. Entre ellos no hay amor. Muchos hijos se encuentran sin amor y se han descarriado. No saben ya como dirigir las almas, pero no son capaces de acercarse a la oración".
14 de febrero de 1976

Verás una gran revolución en mi casa: los comunistas al poder en mi casa, pero se producirá sólo cuando puedan actuar libremente, sin obstáculos, entonces habrá derramamiento de sangre inocente."
"En el vaticano están los comunistas al poder, esperando el tiempo y el momento adecuado. Mi hija, te he escogido pobre y miserable porque tu me entiendes, el sabio y aprendido no puede comprender mi lenguaje, hasta que estén de rodillas con un corazón contrito".
13 de octubre de 1973 

Mi dolor es grande al ver que muchos de mis hijos predilectos le darán razón al diablo negando a Mi Hijo. Hija MIA, celebren misas con las partículas ya consagradas”
23 de julio de 1973

Mi hija Teresa, sabemos que muchos sacerdotes, mis amados hijos y muy queridos por mí, oscurecen la gloria y el honor de mi hijo ...”¡Oh, pobres Hijos míos insensatos ... Porque son ciegos ? Como se han dejado tomar por el diablo ...? Una gran parte han llegado a la ceguera de no escuchar a Jesús o a mí, pero estoy dispuesta a aceptarlos en mis brazos, con el perdón de cada ofensa."... pero no se me ha creado para servir a mi hijo?

No me ha dado a todos Uds. a los pies de su cruz? ... Y ahora ocultan la adoración de Jesús? ... Mis pobres hijos, cuantos son insensatos, cuantos son ciegos!...
El demonio hace uso de sus propios niños: dad a conocer esto.
Lo que yo necesito son sacerdotes humildes y valientes, dispuestos a ser sacrificados, burlados y pisoteados, sin temor a perder su vida, su sangre, para que a través de ellos pueda brillar en la Iglesia después de la gran purificación."
Mi hija, ofrece tus sufrimientos por los sacerdotes, porque la mayoría no entiende cual es la voluntad de Dios. Los pocos que permanecieron fieles a mí, tienen tanto miedo a exponerse, y así seguir viviendo, hasta cuando mi Hijo lo decida" 

Mi casa está pasando un mal momento: a los que he mandado contra la oscuridad, han hecho mucho daño por su comodidad porque la comodidad daña directamente a la carne y pone en silencio el espíritu. Hija, reza por ellos que tanto lo necesitan!. Y si en tu vida tienen algún un día sin haber rezado por mis hijos amados, ese es un día perdido en su vida"

Jesús habla: 
yo sangré por los sacerdotes, han dejado caer mi sangre y la de mi Madre Adoradísima. Me basta su fidelidad para hacer conocer a todos el designio divino."

Habla la Santísima Virgen: 
podrás ver cómo muchos sacerdotes, hijos predilectos de mi querido hijo, que niegan la presencia de él, muchos no quieren seguir. Sabes hija, que se necesitan muchas almas que se ofrezcan de víctimas por los sacerdotes. Muchos de ellos se oponen a sus obispos, y muchos ni siquiera admiten que se habían equivocado. Ofrece, sufre, reza por ellos."


AL PADRE GOBBI
1975
No se turbe, hijos, vuestro corazón; daos a mí en todo momento!. Ha llegado para mi Iglesia la hora de la desolación y el abandono. Será abandonada sobre todo por muchos de sus Ministros y por muchos también de sus hijos. Será menospreciada, traicionada, entregada en manos de quien es su enemigo y la quiere destruir. Serán algunos de sus mismos Ministros los que la entreguen en manos de sus verdugos.

Preparaos conmigo a vivir estos momentos: todo está ya dispuesto por el Padre. Este es el cáliz que deberéis beber hasta las heces.

También vosotros seréis menospreciados, traicionados y perseguidos junto con el Vicario de mi Hijo, el Papa. Muchos deberán ofrecer la propia vida y derramar su sangre. Los demás quedarán para consumirse en holocausto, viviendo los momentos de los grandes sufrimientos que se preparan para la purificación de la tierra. Seréis así mi luz en la gran tiniebla.

Pero durará poco, hijos míos predilectos, esta durísima prueba. Por una especial intervención mía de Madre, esas horas serán abreviadas.


BEATA ANA MARÍA TAIGI
1769-1837
El 31 de agosto de 1816, ella oye de Nuestro Señor:
"Oh Roma, Roma. Hijos criminales. ¨¿Ignoráis el bien que os hice?... Tomo nota de vuestra respuesta... Pero cuando Mi Padre Celestial dé la orden... Amada Mía: verás como terminará Roma."
"Sabe que ahora caen como la nieve las almas en el infierno... que lloran y sollozan amargamente... No se puede llamar ya a Roma la Santa... Tú los ves, lo ves claramente con tus propios ojos... Viven como bestias. Los hombres... No buscan aquí abajo más que el lujo, placeres y satisfacciones... y se dejan llevar de toda clase de deseos culpables... Y muchos se me quejan todavía de no poder llevar el peso de sus miserias. Pero si yo pudiera hablarte... quisiera abrirte Mi Corazón... Me vengaré... en ellos"
Según el Cardenal Sallotti, que tuvo acceso a todas las actas del proceso de beatificación, Nuestro Señor le mostró las tramas de las fuerzas secretas contra el alto clero. En una ocasión Él le dirigió palabras de fuego contra los sacerdotes que contaminaban los altares. Ella vio también el futuro castigo y al fin el triunfo de la Iglesia; Dios quiere purgar la tierra y su Iglesia, para lo cual está preparando una plantación nueva de almas desconocidas que operarán grandes y sorprendentes milagros (Mons. Sallotti, págs. 300-340).

martes, 1 de julio de 2014

Beata Ana María Taigi


Un día cualquiera de julio de 1837. Un trágico clamor se esparce por toda la ciudad: ¡el cólera ha hecho su aparición en Roma! El pánico cunde y la gente abandona sus hogares evitando todo contacto con los contaminados. En el nuevo cementerio de Campo Verano una muchedumbre se halla en oración ante una tumba aún reciente: piden al Señor que, por intercesión de la allí sepultada, les libre del azote que ha caído sobre ellos. En la pequeña cruz que preside la tumba unos débiles trazos de pintura, aún no del todo seca, componen un nombre: Ana María Taigï, y dos fechas: 1769-1837.

¿Qué influencia puede tener esta mujer para que ahora todos acudan a implorar su ayuda? Su historia es la más corriente y la más extraordinaria a la vez que se pueda imaginar. Su vida, la vida de una simple mujer.

Nacida en Siena el 29 de mayo de 1769, su existencia transcurre durante uno de los períodos más críticos para la Iglesia y Europa. La corte de Luis XV, hundida en la lucha de intrigas y voluptuosidades, prepara activamente su ruina al tiempo que la de la cristiandad. La Enciclopedia adquiere resonante brillo. Voltaire reina e inunda el mundo con su filosofía pagana. Todo está minado: la Iglesia, la moral, la realeza. En Roma Clemente XIV va a suprimir la Compañía de Jesús a ruegos de los Borbones. Las naciones más católicas, como España, Polonia, Austria e Italia, se ven arrastradas por el torbellino que producen les acontecimientos. La masonería impera por doquier.
Ana María pertenece a una honorable familia: su abuelo, Pietro Giannetti, dirige en Siena una farmacia. Su hijo Luis, después de seguir los estudios que le permitan suceder algún día a su padre, se casa con una buena cristiana: María Santa Masi. Nuestra Beata es el único fruto de este matrimonio. Casi al mismo tiempo, dos meses más tarde, nace en Córcega, frente a esta tierra toscana, Napoleón I.
Bautizada al día siguiente de su nacimiento, recibe los nombres de Ana María Antonia Gesualda. Durante los seis primeros años la vemos jugar entre los viñedos, olivos y rosales que, como muralla roja, coronan las arenosas llanuras de la Toscana.
Pero esta época feliz ha de durar poco: el espíritu algo disipador y extravagante de su padre va produciendo la falta de recursos en la familia. Muy pronto vende todo lo que tiene en Siena y marcha a Roma con esperanza de hacer allí fortuna. Sin embargo, ésta no se muestra propicia y la pequeña familia ha de ir a habitar una mísera casucha en el barrio denominado de los Montes.
En esta situación viven ocho años. Nada sobresaliente hay en su infancia que haga prever la misión que la Providencia le tiene reservada. Cada mañana Annette mete su comida en un pequeño serillo y marcha a la escuela gratuita de la vía Graziosa, regentada por hermanas del Instituto Maestre Pie fundado por Santa Lucía Filipini. Junto a las clases de religión y cálculo recibe la pequeña Giannetti las enseñanzas propias del hogar. Los domingos asiste en la parroquia a la catequesis semanal.
Mas los reveses de fortuna endurecen poco a poco el carácter de sus padres. Tristes, irascibles, en lugar de conformarse con su suerte y unirse en la adversidad avivan cada vez más la llaga. Luis, el primer responsable, en vez de remediar su culpa, vuelve sus malos humores contra su hija, maltratándola a diario sin razón. Hay que trabajar para comer.
Despedida a poco de ir a la escuela por causa de una epidemia de viruelas, no podrá volver a ella por tener que ayudar a su madre en los oficios de la casa. Ha aprendido a leer, pero no a escribir, y jamás sabrá otra cosa que apenas garabatear su firma.
Ana María tiene ahora trece años. En este tiempo no se habla de otra cosa sino de las innovaciones financieras de Nocker y de guerras. Inglaterra lucha contra sus colonias americanas y termina por reconocer la independencia de los Estados Unidos. Las nuevas ideas triunfan: Roma, París se apasionan por Diderot, D’Alembert.El contrato social y los aeróstatos. ¡El hombre, se canta, ha conquistado, los cielos y derrotado a los dioses! La multitud aplaude clamorosamente las sarcásticas e hirientes representaciones en las que se hace mofa de los reyes, señores, religión y moral. En cambio, Voltaire es sublimado y su nombre figura en las letrillas populares.
A pesar de sus pocos años Annette comienza a darse cuenta de todo esto. Oye las conversaciones de la calle y las noticias que cuentan las compañeras del taller donde ha comenzado a trabajar. Para llevar algún refuerzo al vacío erario familiar carda la seda y corta las viejas ropas en una pequeña tienda propiedad de dos hermanas solteras. De regreso a su casa lava la ropa y hace la comida, mientras su madre sirve de asistenta en varias casas para sacar con qué comer. Durante estos trabajos siempre tiene la sonrisa en los labios, tratando de alegrar un poco la amargada vida de sus padres.
Poco a poco su cuerpo va desarrollándose: su cimbreante tipo, interesante rostro y serena mirada atraen la atención de cuantos la ven por las calles de Roma. La llaman Anita la guapa. Como todas las chicas italianas de su edad, ella sueña con fundar un hogar maravilloso, adora los romances sentimentales y le gusta bailar.
En 1787 abandona el taller para ocupar una plaza de doncella en el palacio donde trabaja su padre. La patrona, encantada de sus condiciones domésticas, ofrece también un empleo a su madre, y desde entonces los Giannetti trasladan su residencia a dos habitaciones que amablemente les ha cedido la señora Sierra, su patrona. La indigencia de la familia ha terminado: su madre no tendrá ya que ir de asistenta por las casas y, al menos, no les faltará comida y techo en que cobijarse.
En este palacio, mezcla de fortaleza y de convento, como todos los antiguos de Roma, es donde conoce a un criado que, dos veces por semana, les lleva provisiones desde el palacio Chigi. Domenico Taigï es hombre de buenas costumbres, de sólida piedad, aunque rudo, inculto y de vivo genio. Poco tiempo después se celebra la boda en la iglesia de San Marcelino y, como en todas las demás, hay una buena comida, se baila y se canta hasta el cansancio. Annette acaba de cumplir veinte años y su esposo veintiocho.
El príncipe Chigi les cederá dos habitaciones de su palacio y allí pasarán su luna de miel y les nacerán seis de sus siete hijos. Estamos en 1790 y la tempestad que va a purificar al mundo se encuentra próxima. Pero aún Dios no cree llegada la hora de su conversión. Durante los tres primeros años de su matrimonio Anna María sigue siendo la muchacha bonita, alegre y entusiasta de la vida mundana.
Un día Domenico y su esposa, arrastrados por la multitud, ganan la plaza de San Pedro. En París ha estallado la revolución y la noticia corre de boca en boca entre el estupor de algunos y la alegría de no pocos. Mas Dios ha elegido ya a su sierva. junto a la columnata de Bernini su dulce mirada se cruza con la de un religioso servita, el padre Angelo. Este no había visto nunca a la joven, pero una voz interior le anuncia de repente: “Presta atención a esa mujer. Yo te la confiaré un día; tú trabajarás por su conversión. Ella se santificará porque yo la he escogido para santa”.
Ana comienza a no gustar las cosas de este mundo. Se despoja de su vanidad y busca el consuelo a su insatisfacción en la piedad. Va de uno a otro confesor en busca de consuelo y apoyo, hasta que un día entra en la iglesia de San Marcelo, donde se casó. Hay allí un confesonario y a él se dirige nuestra Beata. El confesor, un religioso servita, el padre Angelo, la reconoce por la voz y le dice: “¡Ah, al fin habéis venido, hija mía! El Señor os llama a la perfección y vos no debéis desatender su llamada”. Y acto seguido le cuenta el mensaje recibido en la plaza de San Pedro.
Han pasado tres años de matrimonio en medio de las vanidades del mundo. Una nueva vida comienza para Ana María: vida de penitencia, de mortificación. En casa se impone el sacrificio de la sed, y no bebe agua sino cuando su marido se extraña de su conducta. Castiga su cuerpo con cilicios y correas, y es el propio confesor el que ha de advertirle de su condición de esposa para que no maltrate su cuerpo, que no le pertenece enteramente. En 1808 toma el hábito de terciaria trinitaria y quiere perfeccionarse más.
Pero la verdadera perfección consiste, como le dijo el Señor en una de sus apariciones, en la mortificación de la propia voluntad, en ocultar dentro de lo posible a los ojos de los hombres las obras que se hacen, en ser buena, caritativa y paciente. Y Ana María sigue fielmente estos consejos del Maestro.
Quizá lo que más llama la atención de su vida es cómo ha sabido conjugar o ser perfecta en su estado matrimonial. Máxime cuando Domenico no era precisamente un San José. Ella deberá tener presente cada día sus deberes de esposa y de madre.
En su casa todo debe de seguir igual. Atiende a sus hijos con maternal solicitud. Se levanta temprano para tener preparado el desayuno, arregla la casa, hace la comida e inculca a sus hijos el amor al trabajo, la economía y el orden. Los manda al colegio y les enseña sus deberes para con Dios y la sociedad; pero jamás usará la violencia contra ellos, sino la persuasión, la bondad.
Con su marido, de mal genio, ha de mostrar continuamente su paciencia: ni una disputa, ni un mal gesto en sus cuarenta y ocho años de matrimonio. Ella sabe que Domenico, como jefe de familia, debe ser respetado y obedecido. Sabe los derechos que sobre su persona tiene. y, nunca se opone a su legítimo cumplimiento. Humildad y confianza en Dios fueron siempre sus armas para salir de los malos trances. Porque Dios le ha dicho: “Yo seré tu guía en la vida de perfección”.
Más Él quiere que su sierva sea víctima expiatoria por los pecados ajenos. Y uno tras otro tiene que soportar dolores, vejámenes y sufrimientos. Ve morir a cuatro de sus hijos con santa resignación, aceptando siempre la voluntad del Todopoderoso; sufre calladamente las burlas de muchas personas que la consideran visionaria. Jamás protesta por su humilde condición. Poco a poco su alma se va purificando.
Ya Napoleón Bonaparte ha dado el golpe del 18 Brumario y se ha erigido emperador de los franceses. Sus ejércitos avanzan incontenibles por todos los suelos de Europa. Se profanan las iglesias, se hace mofa de la religión, se predice por doquier el fin de la cristiandad. Las ideas revolucionarias alcanzan su máximo esplendor.
Ana María es la respuesta de Dios a todas estas cosas: al racionalismo triunfante, al orgullo de los poderosos, al materialismo del siglo. El Señor sigue fiel a su promesa:“Ensalzaré a los humildes y abatiré a los orgullosos”.
En su cotidiano vivir esta mujer nunca ha dejado de ser pobre, sencilla. Buena madre, fiel esposa y modelo de suegras. Inculta y sin apenas saber firmar, es a ella a la que se le concede uno de los más extraordinarios dones con que santo alguno haya sido distinguido: desde el año de su conversión podrá ver en una especie de globo luminoso el pasado, el presente y el porvenir. Los principales personajes políticos desfilan ante su mirada con sus sinceridades e hipocresías. Los designios de Dios para confundirlos, los complots y reuniones de las sectas secretas, los acontecimientos futuros en todo el mundo, las almas que padecen en el purgatorio, las que se condenan y se salvan. Todo lo ve con una claridad meridiana.
Las circunstancias extraordinarias por las que van a pasar el mundo y la Iglesia son la probable explicación, dice el decreto de beatificación, del prodigio, único en los anales de la santidad, con que la Providencia distinguió a esta simple mujer.
Pobres, cardenales y embajadores vienen a pedirle consejo o solución a sus problemas. Ella trata a todos igual. Nunca rehusa el consuelo y la ayuda a nadie y jamás admite regalo ni limosna alguna. Y cuando, como en alguna ocasión, una reina, desterrada en Roma, quiere ayudarla dándole oro, ella le responde: “Señora, yo sirvo al más grande de los reyes y Él sabrá recompensarme espléndidamente”.
Con su santidad —Ana María Taigï es la única santa que murió estando casada— Dios ha querido darnos dos estupendas lecciones: que la santidad no es patrimonio de ricos ni de clases y que, además, no está reñida con estado alguno. Cada persona puede ser santa en medio de su quehacer habitual, en el convento o en la calle, guardando la virginidad o cumpliendo los deberes matrimoniales.
Su actuación en esta vida habrá de servir de ejemplo a las muchas almas que pretenden ser perfectas en medio de los peligros del mundo. Durante su permanencia en él no dejó sino constancia de las virtudes que deben adornar a las madres y esposas. Sus milagros fueron incontables: ve desde Roma la muerte de Pío VI en el destierro, contempla día a día las tribulaciones de Pío VII durante los cinco años de su cautividad. Cura enfermedades, anuncia muertes y señala las fechas de elección de los nuevos papas. Así quiso la Providencia premiar su oscura y pobre vida, concediéndole a sus ruegos el que la peste no entre en Italia hasta después de su muerte.
Pero aún debe purificarse más. Como si fuera poco lo que ha tenido que sufrir, Dios le reserva siete meses de dolorosa agonía. A pesar de ello su eterna sonrisa no desaparece de sus labios. Lleva con alegría esta última prueba, sabiendo que sus días están contados. Por fin el 7 de junio de 1837, rodeada de su marido y tres hijos, deja de existir a los sesenta y ocho años de edad. Al día siguiente es enterrada en el nuevo cementerio de Campo Verano. Ocho días más tarde la peste entra en Roma.
Beatificada por Benedicto XV, es declarada patrona de las madres de familia y su cuerpo descansa, incorrupto, en la basílica de San Criságono, de Roma.
 LUIS PORTERO

Beata Ana María Taigi.

Ana María: te pedimos bendiciones para todas las madres de familia.

Que de tal manera brille vuestro buen ejemplo que los demás al ver vuestras buenas obras glorifiquen a Dios (Jesucristo).

Esposa y madre ejemplar

Su primer intento de abrir el corazón ante un sacerdote, chocó con una seca negativa; pero la segunda tentativa tuvo éxito. Encontró la guía espiritual que necesitaba.. en un fraile servita, el padre Angelo, quien habría de ser su confesor durante muchos años. El sacerdote se dio cuenta desde un principio que estaba tratando con un alma elegida y ella, por su parte, siempre consideró el momento en que conoció al padre Angelo como la hora de su conversión. Desde aquel día renunció a todas las vanidades del mundo y se contentó con vestir las ropas más sencillas. No volvió a tomar parte en diversiones mundanas, a menos que su esposo se lo pidiera especialmente. Su mayor consuelo y alegría los encontró en la oración, y su generoso deseo de someterse a mortificaciones externas, tuvo que ser moderarlo por su confesor quién lo adaptó a los límites en que no afectara los deberes de su vida diaria como ama de casa. Su marido era un buen hombre, pero de escasas luces y muy quisquilloso; si bien apreciaba las evidentes cualidades de su esposa, nunca pudo comprender los heroicos esfuerzos de Ana por adquirir la santidad ni sus dones especiales. Ella siempre cumplía su deberes cotidianos del hogar con extraordinaria entrega.
Con referencia a la época en que la beata comenzaba ya a ser conocida y admirada, Domenico declaró: “Con frecuencia sucedía que. al regresar a casa, la encontraba llena de gente desconocida. Pero en cuanto Ana me veía, dejaba cualquiera, ya fuese una gran señora o tal vez un prelado el que tuviese con ella, se levantaba y acudía a atenderme con el afecto y la solicitud de siempre. Se podía ver que lo hacía con todo el corazón; se habría arrodillado en el suelo a quitarme los zapatos, si yo se lo hubiese permitido. En resumidas cuentas, aquella mujer era una felicidad para mí y un consuelo para todos… Con su maravilloso tacto, era capaz de mantener una paz celestial en el hogar, a pesar de que éramos muchos, de muy distinto temperamento y había toda clase de problemas,  sobre todo cuando Camilo, mi hijo mayor, se quedó a vivir con nosotros durante los primeros tiempos de su matrimonio. Mi nuera era una mujer que se complacía en crear la discordia y se empeñaba en desempeñar el papel de ama de casa para molestar a Ana; pero aquella alma de Dios sabía cómo mantener a cada cual en el puesto que le correspondía y lo hacía de una manera tan sutil, tan suave, que no la puedo describir. A veces llegaba yo a la casa cansado, de mal humor y hasta enojado, pero ella siempre se las arreglaba para aplacarme y hacerme alegre la existencia.”
La familia que Ana debía cuidar estaba formada por sus siete hijos, dos de los cuales murieron cuando eran pequeños, su marido y sus padres, que vivían con ella. Cada mañana, los reunía a todos para orar; a los que podían. Los llevaba a oír misa y por la noche volvían a reunirse todos para escuchar lecturas espirituales y rezar las plegarias. Ana se preocupaba, sobre todo, de vigilar la conducta de los niños.
También tenía tiempo la beata para trabajar en sus costuras con las que, muchas veces, complementó el escaso salario de su marido, y, otras, pudo socorrer a los más pobres que ella, porque siempre fue extraordinariamente generosa y enseñó a sus hijos a serlo.

Visiones y experiencias místicas

Se diría que un trabajo doméstico tan excesivo hubiese monopolizado las energías de cualquier mujer; sin embargo, las obligaciones familiares no la privaban de entregarse a experiencias místicas de gran altura. Para dar una idea de lo que era aquello, recurrimos a las memorias sobre la beata, escritas después de su muerte por el cardenal Pedicini, a quien conoció por intermedio de su confesor y con quien compartió, durante treinta años la dirección espiritual de aquella alma elegida. Muy posiblemente, a través del cardenal se dieron a conocer las excelsas virtudes y dones sobrenaturales de la beata. Desde el momento de su conversión, Dios la gratificó con maravillosas intuiciones sobre sus designios respecto a los peligros que amenazaban a la Iglesia, sobre acontecimientos futuros y sobre los misterios de la fe. Estas cosas se le revelaron a Ana en un “sol místico” que reverberaba ante sus ojos y en el que vio también las iniquidades que los hombres cometían continuamente contra Dios. En aquellas ocasiones sentía que era su deber dar satisfacciones al Señor por aquellos agravios y ofrecerse como víctima.
Por eso sufría Ana verdaderamente agonías físicas y mentales cuando se entregaba a la plegaria por la conversión de algún pecador endurecido. Con frecuencia leía los pensamientos y adivinaba los motivos entre las gentes que la visitaban y, en consecuencia, podía ayudarlas de una manera que parecía sobrenatural. Entre las personalidades que estuvieron relacionadas con ella, debe mencionarse a San Vicente Strambi, a quien ella pronosticó la fecha exacta de su muerte.
En los primeros años después de su conversión, Ana María tuvo abundantes consuelos espirituales y arrobamientos, pero más tarde, especialmente durante los últimos años de su vida, sufrió grandemente por los ataques de Satanás. Estas pruebas, aunadas a los quebrantos de su salud y a las murmuraciones y calumnias, le dieron ocasión para mostrar resignación y soportarlas alegremente. El 9 de junio de 1837 murió, al cabo de nueve meses de agudos sufrimientos, a la edad de sesenta años.
Fue beatificada en 1920 y su sepulcro se encuentra en Roma, en la iglesia San Crisógono, de los padres Trinitarios, en cuya orden la beata era terciaria. Su cuerpo yace en ataúd de cristal para que su cuerpo incorrupto pueda contemplarse.

Oración

(dictada por la Virgen durante un éxtasis)

“Postrada a vuestros pies, gran reina del cielo, yo os venero con el más profundo respeto y confieso que sois Hija de Dios Padre, Madre del Verbo Divino, Esposa del Espíritu Santo. Sois la tesorera y la distribuidora de las divinas misericordias. Por eso os llamamos Madre de la divina Piedad. Yo me encuentro en la aflicción y la angustia. Dignaos mostrarme que me amáis de verdad. Os pido igualmente que roguéis con fervor a la Santísima Trinidad para que nos conceda la gracia de vencer siempre al demonio, al mundo y las malas pasiones; gracia eficaz que santifica a los justos, convierte a los pecadores, destruye las herejías, ilumina a los infieles y conduce los judíos a la verdadera fe. Obtenednos que el mundo entero forme un solo pueblo y una sola Iglesia.”
Tres últimos epígrafes, publicados por www.corazones.org Fuente: Vida de los Santos de Butler, Vol. II.

Las Profecías de la Beata Ana Maria Tiagi

“Después de purificar al mundo y a su iglesia y de arrancar de cuajo toda la mala hierba, preparaba un renacimiento, milagroso triunfo de su misericordia, y mi mano todopoderosa volverá a imponer el orden ahí donde es impotente el esfuerzo humano”.

“Dios enviará dos castigos: uno en forma de guerras, revoluciones y peligros originados en la tierra; y otro enviado del cielo. Vendrá sobre la tierra una oscuridad intensa que durará tres días y tres noches. Nada será visible y el aire se volverá pestilente y nocivo y dañará, aunque no exclusivamente, a los enemigos de la religión”.

“Durante los tres días de tinieblas la luz artificial será imposible; sólo las velas benditas alumbrarán. Durante estos días de tinieblas los fieles deben permanecer en sus casas rezando el santo rosario y pidiendo a dios misericordia”.

“Millones de hombre morirán por el hierro, unos en guerra, otros en industrias civiles; otro millones perecerán de muerte imprevista. A la prueba le seguirá un renacimiento universal. Este cambio ocurrirá cuando parezca que la iglesia ha perdido los medios humanos de hacer frente a las persecuciones”.

miércoles, 25 de julio de 2012

Visiones de santos y místicos sobre la apostasía del clero:


 

En la última década hemos sido testigos de la mayor apostasía del clero católico en toda la historia, en lo que se ha dado en llamar el “abuso sexual” o “pederastia”, que tanto ha costado a sacerdotes, laicos y a la institución eclesial. Este pecado es claramente producto de una pérdida de fe. Decenas de sacerdotes abusaron de fieles menores de edad o no, algunas veces protegidos por sus superiores.
Esto no es casual. La apostasía del clero está profetizada por varios santos, místicos y videntes, de los cuales publicamos algunos textos. Pero además en la medida que la lucha entre el maligno y la Virgen (con las huestes de San Miguel Arcángel) arrecie, es lógico que los más atacados sean los sacerdotes, porque son las almas elegidas por Dios para llevar la comunión a la humanidad.

SAN PÍO DE PIETRELCINA

En una carta a su director espiritual:
“En la mañana del viernes, me hallaba todavía en el lecho, cuando se me apareció JESUS. Se hallaba de mala traza y desfigurado. Y me mostró una gran multitud de sacerdotes religiosos y seculares, entre los cuales se hallaban varios dignatarios de la Iglesia. De ellos unos estaban celebrando, otros iban a celebrar y otros habían celebrado. La contemplación de Jesús, así angustiado, me causó mucha pena, por lo que quise preguntarle el motivo de tanto sufrimiento. No obtuve ninguna respuesta. Pero miraba a aquellos sacerdotes, hasta que como cansado de mirarlos retiro la vista y con gran horror mío, pude apreciar que dos lágrimas surcaban las mejillas.”
Se alejó de aquella multitud de sacerdotes con una expresión de gran disgusto y desprecio llamándolos “macellai” (carniceros). Y vuelto hacia mí, dijo: Hijo mío no creas que mi agonía haya durado tres horas; no; yo estaré en agonía por motivo de las almas más favorecidas por mí, hasta el fin del mundo. Durante el tiempo de mi agonía, hijo mío, no hay que dormir, mi alma busca una gotita de compasión humana, pero ¡ay! que me dejan solo bajo el peso de la indiferencia. La ingratitud y sueño de mis ministros me hacen más dura la agonía. ¡Ay! que mal corresponden a mi amor.
Lo que más me hace sufrir es que éstos a su indiferentismo añaden el desprecio y la incredulidad. ¡Cuántas veces estaba para acabar con ellos si no hubieran detenido mi brazo los ángeles y las almas enamoradas…! Escríbele a tu Padre, y refiérele esto que has visto y has oído de mí esta mañana.
“Jesús continuó todavía, pero aquello que me dijo no podré manifestarlo a criatura alguna de este mundo. Esta aparición me causó tal dolor en el cuerpo y mayor todavía en el alma que por todo el día sentí una gran postración y hubiera creído morirme, si el dulcísimo Jesús no me hubiera sostenido. Estos nuestros desgraciados hermanos corresponden al amor de Jesús; arrojándose con los brazos abiertos en la infame secta de la masonería. Roguemos por ellos a fin de que el Señor ilumine sus mentes y toque sus corazones.

SOR MARÍA ANGÉLICA MILLET

El sacerdocio entró en el secreto de Satán. La francmasonería sacerdotal.
Respecto del estado de la Iglesia, Sor María Angélica tiene, en 1919, una revelación de Nuestro Señor: “Es horroroso lo que Él me dijo y me muestra la francmasonería sacerdotal. Él estaba tan triste. Triste hasta dejarme ver las lágrimas en sus ojos diciéndome: ‘Yo tengo sacerdotes coaligados contra Mí. El sacerdocio entró en el secreto de Satán, él me libra a su odio y Mi corazón es de nuevo traspasado por él…”

SAN PIO X

Mientras daba una audiencia entró en una somnolencia misteriosa, cuando volvió en sí, exclamó: “Esto que veo es horroroso. ¿Seré yo? ¿Será mi sucesor? Lo que es seguro es que el Papa dejará Roma, y para salir del Vaticano, le será necesario pasar sobre los cadáveres de sus sacerdotes”
Al Canónigo Thellier de Poncheville, San Pio X le dijo: “Todo el mal depende de nosotros, sacerdotes…

BEATA ANA MARÍA TAIGI

El cuerpo de la Beata Ana María Taigi se encuentra incorrupto, en Roma
Oh Roma, Roma. Hijos criminales… Pero cuando Mi Padre Celestial dé la orden… verás como terminará Roma.
El 31 de agosto de 1816, ella oye de Nuestro Señor:
“Oh Roma, Roma. Hijos criminales. ¨¿Ignoráis el bien que os hice?… Tomo nota de vuestra respuesta… Pero cuando Mi Padre Celestial dé la orden… Amada Mía: verás como terminará Roma.”
“Sabe que ahora caen como la nieve las almas en el infierno… que lloren y sollocen amargamente… No se puede llamar ya a Roma la Santa… Tú los ves, lo ves claramente con tus propios ojos… Viven como bestias. Los hombres… No buscan aquí abajo más que el lujo, placeres y satisfacciones… y se dejan llevar de toda clase de deseos culpables… Y muchos se me quejan todavía de no poder llevar el peso de sus miserias. Pero si yo pudiera hablarte… quisiera abrirte Mi Corazón… Me vengaré… en ellos”
Según el Cardenal Sallotti, que tuvo acceso a todas las actas del proceso de beatificación, Nuestro Señor le mostró las tramas de las fuerzas secretas contra el alto clero. En una ocasión Él le dirigió palabras de fuego contra los sacerdotes que contaminaban los altares. Ella vio también el futuro castigo y al fin el triunfo de la Iglesia; Dios quiere purgar la tierra y su Iglesia, para lo cual está preparando una plantación nueva de almas desconocidas que operarán grandes y sorprendentes milagros (Mons. Sallotti, págs. 300-340).

UN TESTIMONIO INESPERADO (1879)

En un exorcismo, el 14 de febrero de 1879, el demonio se vio obligado a declarar: “Desde el Pontificado de Pío IX la Iglesia entró en una nueva fase de dolorosas pruebas. La Iglesia Militante tendrá que sufrir siempre un doble mal: exterior, por la persecución de sus enemigos; interior por la perversión de sus miembros. Desde Pío IX ese doble mal creció continuamente, debido a un asalto extraordinariamente fuerte sobre la tierra por parte de los espíritus infernales.”
Después dijo: “Yo tengo más servidores que la Virgen de ustedes. Para ustedes — agregó — Ella es toda misericordia, para nosotros terrible; más terrible que su Hijo” ( Victoria de la Inmaculada — Relatos de exorcismos, Viena, 1968, págs. 22 y ss.)
SANTA GEMA GALGANI
Santa Gema: “Son necesarias víctimas para impedir el gran castigo que nos amenaza”.
En la fiesta de Pentecostés, el año 1902, la santa tuvo una visión: Nuestro Señor le mostró la desgraciada situación de la Iglesia y de sus ministros. Un año antes, en 1901, Nuestro Señor le había dicho (octubre de 1901): “Hija Mía, que de ingratitud y malicia hay en el mundo! Los pecadores viven impenitentes y endurecidos en sus faltas. Mi Padre no puede soportarlos más. Las almas viles y débiles no hacen ningún esfuerzo para dominar la carne, las almas afligidas se desconciertan y desesperan; las almas fervorosas se entibian cada vez más; los servidores de Mi Santuario…; la indiferencia crece día a día y nadie se corrige”.
En un éxtasis – místico, en mayo de 1901, Santa Gema oyó a Nuestro Señor:
“Yo tengo necesidad de una gran expiación, sobre todo por los pecados y sacrilegios con los cuales me ultrajan los Ministros de Mi Santuario. No eran los ángeles que rodean Mi altar, cuantos Yo hubiera ya aniquilado”.
Ella se ofreció como víctima y murió el sábado Santo de 1903 (cfr. B. Sánchez, págs. 86-87).

SAN BENITO JOSÉ LABRÉ

Al respecto de la crisis de la Iglesia católica.
“Benito — cuenta el P. Marconi, su confesor — me ha hablado también de otras visiones que él tenía, mas siempre para acusarse como tentaciones. Así, él me ha expuesto que veía en fuego ya un lugar, ya otro, de aquellos donde había pasado en sus viajes por Francia… mas los hechos han bien probado que en lugar de tentaciones eran ilustraciones divinas representando en su espíritu el porvenir, bajo la forma de incendios que consumían ora un lugar, ora otro… yo debo acrecentar que más de una vez él me expone que me veía a mí y al Santísimo Sacramento, como cubierto de inmundicias, y diciéndolo, las lágrimas le corrían de los ojos. Él me repite aún estas palabras en su última confesión, y él terminaba siempre diciendo que ‘la sola penitencia’ podía desarmar la cólera de Dios… Me parece que yo no me alejaría mucho de la verdad si el ‘vous’ que usaba entonces el santo dirigiéndose a mí, se tomaba no como personal, mas como calificativo, de suerte que él hubiera querido hablar, no de mi persona en particular, mas en general de los sacerdotes que él veía cubiertos de inmundicias, para significar lo que sucedería en Francia en el orden sacerdotal, sea en lo físico, sea en lo moral”.
Eleonora Mazza, abadesa de Monte Lupone, cuenta en carta al P. Marconi, después de la muerte de San Benito, que él hizo saber a las religiosas del monasterio de Santa Clara en Verona “que la Iglesia estaba amenazada de males más grandes aún que aquellos que la afligían y que él no los vería”

SAN LUIS M. GRIGNION DE MONTFORT

“Desolatione desolata est omnis terra; la impiedad está sobre un trono; vuestro santuario es profanado, y la abominación entró hasta en el lugar santo…” ( Tratado de la Verdadera Devoción…, pág. 303).

VENERABLE BARTOLOMÉ HOLZHAUSER

Sobre la crisis de la Iglesia dice:
“Dios dejará libre curso a su cólera ya anunciada, incluso en otras partes. No quedarán más que pocos hombres, los reinos serán destruidos, los principados serán aniquilados, las repúblicas disueltas, las gentes distinguidas rebajadas y casi reducidas a la mendicidad. El ‘tigre’ afligirá a la Iglesia y sobre la Tierra reinarán la más grandes de las miserias, una miseria que lanzará por todos lados la confusión”

SANTA BRÍGIDA DE SUECIA

Nuestro Señor reclama a Santa Brígida por el estado de la Iglesia e incluso amenaza con irse a los paganos, abandonando a los cristianos y castigándolos. Extractos de una de sus visiones y conversaciones con Nuestro Señor:
“Delante de todo el ejército celestial el Padre Eterno dice: ‘Me quejo delante de vosotros de que desposé a Mi Hija con un hombre que la trata muy mal, y le sujeta los pies en un cepo, hasta que se le secan y quedan extenuados’. Respondió el Hijo: ‘Esa es, Padre Mío, la que Yo redimí con Mi Sangre, y recibí por Esposa, pero que ahora tratan de arrebatármela violentamente’. Enseguida, dijo la Santísima Virgen: ‘Vos Padre Eterno, Sois Mi Dios y Mi Señor, y traje en mis entrañas a Vuestro Bendito Hijo, que es verdadero Hijo Vuestro y verdadero Hijo mío. Mientras viví en el mundo hice vuestra voluntad, hacedme merced de apiadaros de Vuestra Hija’. Después decían los ángeles: ‘Vos Sois nuestro Dios y Señor, y en Vos tenemos todo nuestro bien, y no necesitamos otro que a Vos. Cuando nació Vuestra Hija la Iglesia, todos nos alegramos, y ahora con razón podíamos entristecernos porque la vemos en manos de quien tan vil y afrentosamente la trata, compadeceos de Ella por vuestra gran misericordia, pues es mucha su miseria, y no hay quien la consuele, ni la libre, sino Vos, Señor Dios Omnipotente…’” (Celestiales revelaciones…, págs. 61-62).

SAN PEDRO CELESTINO

Dice lo siguiente: “Antes que la Iglesia sea renovada, Dios permitirá que el trono de San Pedro sea vacante”.
PROFECÍAS DE SANTA HILDEGARDA
Sobre la crisis religiosa en la Iglesia y la restauración del orden cristiano:
“Que la justicia, la honestidad de las costumbres y la dignidad de las virtudes restauradas por los profetas después del diluvio hasta la venida de Jesucristo, y después de ellos por los apóstoles y doctores de la Iglesia, que brillarán por mucho tiempo, se depravarán en lo sucesivo: pero que después de aquellos días malos recobrarán su antiguo brillo entre los hombres antes del fin de los tiempos y después de grandes tribulaciones”
Castigo de Dios sobre los malos pastores:
“Tomando a su cargo la causa de la justicia, el soberano Juez castigará a los prevaricadores y, sobre todo, a los malos pastores de la Iglesia, permitiendo que se les despoje de sus bienes temporales, antes de reducirlos por medio de las tribulaciones. Purificado por fin con tantas pruebas, cada orden, eclesiástica y seglar, recobrará su fervor y dignidad primera”

SOR MARIANA DE JESÚS TORRES

“El ángel de la guardia le dice: ‘Vendrán tiempos amargos en que se habrá dejado el Oficio Parvo, y se habrá debilitado el espíritu. ¡­Ay! de aquellos que hayan tomado parte en esto’”
Nuestra Señora del Buen Suceso: “Este Monasterio será muy perseguido en los siglos venideros, llegando la persecución al extremo de atentar contra la vida de mis hijas. No consiguiendo eso, trabajarán con tenacidad infernal, por su extinción, valiéndose de religiosos y de la autoridad Superior. Sin embargo, como nada pueden los hombres contra las obras de Dios tendré en este mismo solar hijas dignas de mi amor”.
Nuestra Señora le anuncia la total decadencia de la fe a fines del siglo XIX hasta más allá de la mitad del siglo XX:
“Al finalizar el siglo XIX y hasta un poco más de la mitad del siglo XX, en la hoy colonia, y en la entonces República del Ecuador se desbordarán las pasiones y habrá una total corrupción de las costumbres por reinar Satanás en las sectas masónicas, las que tenderán principalmente a corromper a los niños de estos tiempos, el sacramento del Bautismo lo recibirán difícilmente, la Confirmación de igual manera, el sacramento de la Penitencia solo cuando permanezcan en las escuelas católicas, las que pondrá el diablo todo empeño para destruirlas valiéndose de pésimas autoridades , el de la Comunión de igual manera.


Fuentes: Camino de vida para ti, Signos de estos Tiempos