lunes, 30 de agosto de 2010

MENSAJE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO A SU HIJA AMADA, LUZ DE MARÍA

MENSAJE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
A SU HIJA AMADA, LUZ DE MARÍA.

29 DE AGOSTO 2010


Amadísimos Míos:

MI SANGRE PRECIOSA LES CUBRE.

LA UNIÓN DE MI PUEBLO LOGRARÁ VENCER LOS OBSTÁCULOS QUE SE PRESENTEN A SU PASO.

MI ESPÍRITU GUÍA A MIS FIELES.


La maldad se esparce por doquier, el maligno aumenta sus seguidores, encadenando primero la mente del hombre para impedirle razonar y entregándose así, una y otra vez a toda clase de vicios, llevándole a subsistir con el pecado.

Cuanto ha sido creado, alaba a su Creador. El hombre en cambio, se engrandece con el pecado, dándole muerte al amor.

Mi Cruz es victoria y brillará en el firmamento durante siete días con sus noches. Resplandecerá constantemente. Será señal previa a cuanto Mi Pueblo espera, y para los que no creen, será gran confusión. La ciencia tratará de dar explicación a lo que no tiene explicación científica.

El Cielo llora las ofensas de Mis hijos; los inofensivos riachuelos serán ríos caudalosos en un instante, cambiando la geografía. La naturaleza mostrará su fuerza ante un hombre debilitado por el vicio de la carne y los apetitos desenfrenados. Columnas de humo se levantarán por causa de algunos países que luchan por la supremacía en el mundo. Entonces la humanidad verá aproximarse su hecatombe.

¡OH HIJOS, SUCUMBIRÁN POR SU PROPIA MANO!

Las ansias de dominio han esparcido el dolor en toda época. Esta generación beberá de su propio cáliz. Cuanto avance tecnológico hay, será usado por el hombre en contra del hombre mismo.

Los inocentes son aniquilados constantemente, sin piedad. Hoy los Herodes caminan junto a los Míos, sin que lo perciban. Instante a instante son cruelmente abortados miles de inocentes, son marcados por el abuso miles de inocentes; en los mismos hogares la tecnología arrebata la inocencia de los niños. ¿Cuál será la razón? Los Herodes se encargan de arrojar de la tierra la inocencia, para que el mal tome poder y control sobre la humanidad, y así dar crecimiento a otra generación aliada mentalmente a los esplendores tecnológicos con los que el anticristo, enemigo de Mi Pueblo, se levantará principalmente por la juventud.

El bullicio de la multitud gritó: ¡CRUCIFÍCALE! El clamor de una juventud a la que poco a poco le han extraído EL AMOR, y le han injertado "libertinaje", enarbolará la bandera del anticristo y vitoreará al antipapa. El desconcierto será generalizado, la confusión reinará por el Orbe.

Y Yo: Rey de Reyes, Señor de Señores, apacentaré a los Míos. No les abandonaré, escucharé su llanto, les sostendré. El regazo de Mi Madre será refugio para todos. Mi Misericordia les acompañará todo instante, Mi Luz vencerá las tinieblas y abrirá paso a todo aquel que se acerque a Mí.

Oren por Tailandia.

Oren por Mi Vicario.

Oren por los gobernantes de las naciones.

Oren por New York.

Oren por la Tierra del fuego.


OREN UNOS POR OTROS, CÚBRANSE CON MI PRECIOSA SANGRE.

Son Mi Pueblo, el Rebaño que Yo guío.

Les Bendigo.

Tengan Mi Paz.

Su Jesús.


AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.



NO DESATIENDAN MIS LLAMADOS, MI AMOR LES ALERTA.


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COMENTARIO DEL INSTRUMENTO SOBRE EL MENSAJE


Hermanos (as):


UNA MEDITACIÓN PROFUNDA, UN SENTIMIENTO DE NOSTALGIA

INVADE EL SER DE CADA UNO DE NOSOTROS AL ESCUCHAR ESTE LLAMADO DIVINO.


Una humanidad deshumanizada, será el verdugo de sí misma.

Un llamado a los padres de familia que envejecidos, no sólo físicamente, sino espiritualmente, por ende anémicos en la autoridad son incapaces de guiar a sus hijos por el Camino de Dios.

Ahora Nuestro Señor alerta a todos los hombres para que no continúen entregando a la juventud en manos del anticristo, que prepara prontamente su aparición.

Hoy nos enumera pecados ante los que todo el Cosmos se asombra. Se cometen instante a instante, dejando de lado el corazón, la razón, la conciencia… todo valor.

UN AMOR INFINITO ANTE EL QUE TODOS LOS HOMBRES ESTAMOS OBLIGADOS A CORRESPONDER, YA, NO MAÑANA, YA.

Oremos, reparemos, intercedamos, clamemos ante la Santísima Trinidad y Nuestra Madre Santísima.

No nos detengamos, Nuestro Señor Jesucristo nos acompaña; no titubeemos, mantengamos firme la fe y la unidad en el Pueblo de Dios.

Amén.

domingo, 29 de agosto de 2010

MENSAJES DE NUESTRA SEÑORA - APELOS URGENTES: Anguera, Brasil



3.364 – Mensaje de Nuestra Señora, transmitido el 26/08/2010
Queridos hijos, Rafaela en lágrimas corre temiendo a la muerte, más sin resistencia salta aterrorizada y grita por santa rosa. He aquí que vendrán épocas difíciles para la humanidad. Doblad vuestras rodillas en oración y no se desvíen del camino que les he indicado en todos estos años. Yo soy vuestra Madre y yo sé lo que vendrá para ustedes. No retrocedáis. Asumid todos vosotros el verdadero papel de cristianos y contribuid para que la humanidad se torne más justa y fraterna. Este es el mensaje que les transmito en el nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reunirme con ustedes una vez más. Yo les bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.


3.364 Mensaje de Nuestra Señora transmitido el 24/08/2010
Queridos hijos, sufro por lo que les espera. Doblad vuestras rodillas en oración, Dios tiene prisa. No deben ustedes dejar todo para mañana. Unos hombres ejecutarán dos Toros y aterrorizados llegarán a la Puerta pero no pueden cruzar y muchos encontrarán la muerte. La humanidad se aleja de su Creador y se torna ciega espiritualmente. Vengo del cielo para indicarles el camino. Abran sus corazones y reciban mis llamados, porque sólo así es que puedo llevarles con mi Jesús. Adelante. Este es el que les transmito en el nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por venir a este encuentro, una vez más. Yo los bendigo a todos, en nombre del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.

viernes, 27 de agosto de 2010

Mensajes en Garabandal España

Conchita González

Vidente de Garabandal


Las fechas del Aviso y el Milagro.
Todo el mundo se pregunta cuando viene el Aviso y el Milagro. Lo cierto es que solo Conchita conoce la fecha del Milagro, ya que la Virgen le dijo que será un jueves y le dijo también el día, el mes y el año para que lo anunciase al mundo ocho días antes.
Sobre esto ha habido confusión ya que se ha dicho que más gente sabe por ella la fecha del Milagro, pero no es así, lo más que ella ha dado conocer privadamente son circunstancias del día del Milagro, como el acontecimiento muy importante para la Iglesia que coincidirá con la fecha del Milagro y que el Papa verá el Milagro desde donde esté.
Todo lo que oigas sobre fechas que se vienen dando no son ciertas. La Virgen dijo que habrá permiso oficial para que los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas suban a Garabandal, un tiempo antes del gran día del Milagro.
La Virgen María dijo que, antes del Milagro, el Obispo que esté en Santander, recibirá una prueba personal para que dé permiso Oficial a los Sacerdotes de subir y en esas fechas se retirarán todas las notas negativas. Urge mucho que se haga la Oración y Penitencia que tanto nos pide la Virgen María en sus Mensajes.
El santo sacerdote estigmatizado Padre Pío de Pietrelcina conocía personalmente las Apariciones de Garabandal de sus conversaciones personales con la Virgen María y escribió en vida a Conchita diciéndole entre otras cosas "no creerán en vuestras Apariciones y cuando crean será demasiado tarde".
Ya en 1965 el Arcángel San Miguel dijo "la Copa está ya rebosando", por los pecados del mundo, señal apocalíptica que hizo decir a la Virgen que "no esperamos el Castigo, pero sin esperarlo vendrá si no se deja de ofender a Dios", y para evitarlo, Dios nos enviará el Aviso y el Milagro.
El Aviso viene para purificarnos y prepararnos para el día del Milagro, como decía la Virgen María "a los buenos para acercarlos más a Dios, a los malos para advertirles que ya viene el Fin de los Tiempos" y como advertencia de los terribles sucesos que se avecinan para el mundo, especialmente si después del Milagro el mundo no cambia y que las niñas videntes lo vieron en la inolvidable "noche de los gritos".
El Milagro viene para ayudar al mundo a convertirse ya que ante Dios y Nuestra Madre María nunca es tarde para rectificar, pero si el mundo con esto no cambia, una purificación universal de Origen divino vendrá sobre la tierra, el Castigo.
Conchita dijo que los que queden vivirán para Dios. También dijo la Virgen que poco antes del Milagro muy poca gente creerá en Garabandal y también dijo que el Milagro viene para convertir el mundo entero.
Hay otros signos que la Virgen anunció, uno es que el Milagro coincidirá con un acontecimiento muy importante para la Iglesia, y también la Virgen dijo que vendrá el feliz día en que las Iglesias se unirán, como por contraste hay alusiones a divisiones importantes dentro de la Iglesia. De todos modos es importante que la auténtica Iglesia sea renovada, fiel al Evangelio en vida y obras.
También hay muchas anécdotas personales, como es el caso de Joey Lomangino, el Ciego que dirige uno de los centros de Garabandal en América, a quien la Virgen prometió en los años de las Apariciones que recuperaría su vista el día del Milagro, lo primero que verá con sus nuevos ojos, y como prueba viviente, en su visita al Padre Pío, le devolvió el olfato.
Había perdido los globos oculares y el nervio olfativo en un accidente. Sigue siendo un enigma para los médicos ya que varios de ellos lo examinaron y no tiene el nervio olfativo y sin embargo su olfato es perfecto.

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Fechas posibles del Gran Milagro de Dios y la cercanía del Gran Aviso de Dios...

Conchita dice: “Como el castigo es muy, muy grande, como lo merecemos, el milagro también es inmensamente grande, como el mundo lo necesita. A mí me ha dicho la Virgen la fecha del milagro y en qué va a consistir y ocho días antes tengo que decirlo a la gente para que venga. El Papa lo verá desde donde esté. Los enfermos que asistan a él sanarán, los pecadores se convertirán, y no quedará duda a quien vea este gran milagro que Dios Nuestro Señor por intercesión de la Virgen hará. Y ahora todos esperando ese gran día del milagro a ver si el mundo cambia y el castigo no viene.”
Parece inevitable pensar que pueda realizarse en el seno de la Iglesia un suceso importante y feliz en el futuro inmediato que no esté relacionado con el Concilio Vaticano II. En este contexto surge una hipótesis: la unidad de las Iglesias, es decir, la reconstrucción de la Iglesia primitiva por la reconciliación de los católicos y ortodoxos. Las niñas de Garabandal llegaron a decir que la Santísima Virgen en repetidas ocasiones les había hablado de la unión de las iglesias y que había que orar y trabajar mucho por este propósito. Somos de la opinión de que el gran milagro de Garabandal que ocurrirá, entre ocho días y doce meses después del aviso, coincidirá un jueves, con el acontecimiento grandioso de la Unidad de las Iglesias, particularmente la Católica y la Ortodoxa.
El milagro ocurrirá en los meses de marzo, abril o mayo, en los días 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14 ó 15; tendrá que ser jueves y que en ese día se celebre la fiesta con un santo mártir relacionado con la eucaristía. Asimismo, Conchita también ha dicho que no será ese día fiesta de la Santísima Virgen, lo que excluye a San Tarsicio, joven mártir de la eucaristía y cuya fiesta se celebra el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María.
De estos datos sólo es posible que el milagro ocurra en algunas de las siguientes fechas:
a. San Estanislao, el jueves 11 de abril (2013)
b. San Hermenegildo, el jueves 13 de abril (2017)
c. San Pancracio, el jueves 12 de mayo (2011)

Conchita dice: “Como el castigo es muy, muy grande, como lo merecemos, el milagro también es inmensamente grande, como el mundo lo necesita. A mí me ha dicho la Virgen la fecha del milagro y en qué va a consistir y ocho días antes tengo que decirlo a la gente para que venga. El Papa lo verá desde donde esté. Los enfermos que asistan a él sanarán, los pecadores se convertirán, y no quedará duda a quien vea este gran milagro que Dios Nuestro Señor por intercesión de la Virgen hará. Y ahora todos esperando ese gran día del milagro a ver si el mundo cambia y el castigo no viene.”

Parece inevitable pensar que pueda realizarse en el seno de la Iglesia un suceso importante y feliz en el futuro inmediato que no esté relacionado con el Concilio Vaticano II. En este contexto surge una hipótesis: la unidad de las Iglesias, es decir, la reconstrucción de la Iglesia primitiva por la reconciliación de los católicos y ortodoxos. Las niñas de Garabandal llegaron a decir que la Santísima Virgen en repetidas ocasiones les había hablado de la unión de las iglesias y que había que orar y trabajar mucho por este propósito. Somos de la opinión de que el gran milagro de Garabandal que ocurrirá, entre ocho días y doce meses después del aviso, coincidirá un jueves, con el acontecimiento grandioso de la Unidad de las Iglesias, particularmente la Católica y la Ortodoxa.

El milagro ocurrirá en los meses de marzo, abril o mayo, en los días 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14 ó 15; tendrá que ser jueves y que en ese día se celebre la fiesta con un santo mártir relacionado con la eucaristía. Asimismo, Conchita también ha dicho que no será ese día fiesta de la Santísima Virgen, lo que excluye a San Tarsicio, joven mártir de la eucaristía y cuya fiesta se celebra el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María.
De estos datos sólo es posible que el milagro ocurra en algunas de las siguientes fechas:

a. San Estanislao, el jueves 11 de abril (2013) EL AVISO PUEDE OCURRIR EN EL 2012

b. San Hermenegildo, el jueves 13 de abril (2017) EL AVISO PUEDE OCURRIR EN EL 2016

c. San Pancracio, el jueves 12 de mayo (2011) EL AVISO PUEDE OCURRIR A FINALES DEL 2010 o comienzo 2011

En conclusión, cada vez está más cerca el desarrollo de los grandes acontecimientos del final de los tiempos y la grandiosa venida de NUESTRO SEÑOR JESUSCRISTO...

PERMANEZCAN FIELES A MÍ Y VIVIRÁN - V.V.D.

PERMANEZCAN FIELES A MÍ Y VIVIRÁN
5.06.1997
Rodas, Grecia



Este mensaje fue dado a los miembros de la Asociación de la Verdadera Vida en Dios que se reunieron. Había 23 nacionalidades y 140 personas.


Señor mío, Tu palabra es
una Lámpara para mis pies.
Tu Presencia es la Alegría y
la Paz de mi corazón.

Salvador de la humanidad,
¿qué puedo hacer para
ser agradable a Tus Ojos?
¿Qué podría dar a cambio
a Yavhé, mi Padre,
por Su generosidad para conmigo?

La Paz sea contigo... 1 Haz resonar Mi Voz hasta los confines de la tierra; que todo el mundo oiga y aprenda que Yo soy un Dios de Ternura y Misericordia.

Mi pueblo, Mi propiedad, búsquenme con todo su corazón y aparten sus ojos del mundo, elévenlos a Mí y fijen su mirada en su Creador.

Yo, su Creador, Quien los amo entrañablemente les digo: la libertad se encuentra en Mi Espíritu, Tres veces Santo.

Mi Canción de Amor para ustedes es Mi Regalo para darles más conocimiento y para atraerlos hacia Mí, para que Me conozcan como su Padre.

Benditos de Mi Corazón, permanezcan fieles a Mí y vivirán.

¿Quién Me desea? Que venga a Mí y Yo seré su deleite, como él también será Mi deleite, Mi jardín y Mi cielo.

Sean bendecidos todos los que han venido, en Mi Nombre, a esta reunión, y sean uno en Nuestra Unidad.





(Alguien hizo una cinta de video, mientras yo estaba leyendo esto a la asamblea. Luego uno de los miembros quiso ver el video una vez más, en la cámara. Él vio que el Ícono del Pantocrator que estaba en la mesa cerca de mí, estaba moviendo simultáneamente Sus Labios, mientras yo leía el Mensaje. Sus Labios estaban sincronizados con los míos.)


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1 Habla el Padre

jueves, 26 de agosto de 2010

MENSAJES DE JESÚS - VVD







QUE MI PALABRA SEA SU LÁMPARA

5.04.89

¿Jesús Mío?

Yo Soy. ¡Ah, cómo Me deleito en estos momentos en que vienes a Mí, ofreciéndome tu voluntad! Quédate Conmigo y Yo les escribiré a Mis hijos.

(Jesús me dicta aquí el mensaje para la reunión del 21 de abril de 1989 1 )

La paz sea con ustedes. Yo soy el Señor, Yo soy el Verbo y estoy entre ustedes. Sientan Mi Presencia, pequeños hijos Míos. Mi Sagrado Corazón se deleita al verlos a todos reunidos, todos en uno. 2 Yo quiero que progresen en el Camino de la Santidad. A aquellos que aún no han entrado en Mi Camino, no los dejaré detrás, Yo regresaré a buscarlos. Yo buscaré a cada uno de ustedes y les mostraré Mi Camino de Rectitud y de Santidad. Yo los levantaré y los llevaré. Como un padre tierno, Yo los levantaré y les enseñaré Mis preceptos. Yo los enriqueceré con Mi Espíritu de Amor.

Yo, quien soy el Maestro del Amor, les enseñaré a amarme completamente y a amarse los unos a los otros como Yo los amo. Este será su primer paso hacia Mí. Yo los miro a todos como Mis pequeños hijos, que difícilmente saben cómo caminar solos. Yo les ofreceré Mis dos Manos y ustedes colocarán sus pequeñas manos en las Mías y juntos, juntos ustedes y Yo, daremos los primeros pasos hacia adelante... ¿Saben cómo Me deleito ya desde ahora? 3 Yo los haré progresar y embelleceré su alma conduciéndola a la perfección, si están dispuestos a abrirse enteramente a Mí.

Permítanme enseñarles Mis estatutos y les explicaré cómo cumplir Mis preceptos. Yo abriré las Puertas de las Virtudes a todos quienes deseen aprender. Sí, Yo Mismo, con Mi Propia Mano, colocaré en sus bocas Mis Frutos. Aférrense a Mí y Yo los rescataré en estos tiempos difíciles, donde la Furia se ha dejado suelta, estos tiempos en que muchos caen en la confusión, sin distinguir su mano izquierda de la derecha.

Hoy, más que nunca, el maligno y los demonios están vagando en cada rincón de esta tierra buscando engañarlos a todos, colocando trampas para que ustedes caigan. Esta es la razón por la que les estoy pidiendo que oren sin cesar. No dejen que Mi adversario los encuentre dormidos; estén en guardia estos días, no dejen tampoco que encuentre en ustedes un rincón vacío. Llénense con Mi Palabra, con Mi Amor, con Mi Paz, con Mis Virtudes. Vengan con frecuencia y recíbanme, con pureza, en la pequeña Hostia blanca, para que no cedan a la tentación. Oren sin cesar. Yo conozco sus necesidades incluso mejor que ustedes mismos y aún antes de que Me pidan Yo conozco su corazón. En cada ocasión posible, mírenme y oren; oren para reparar y para compensar la falta de oraciones de esta tierra. Que sus oraciones sean su armadura protegiéndolos de todo el mal que está vagando alrededor de ustedes. Desarmen al demonio con amor, dejen que el amor sea su arma, dejen que la paz esté escrita sobre sus frentes para que todos puedan verla. Deberían hacer de cada parte de su cuerpo un arma, combatiendo a Mi lado, y entonces el pecado ya no dominará su vida. 4 Dejen que Mi Palabra sea su Lámpara, propaguen Mi Mensaje de Amor y de Paz en cada rincón del globo terrestre para llegar a los corazones y convertirlos. Dejen que aquellos que todavía no Me conocen vengan y vean qué Horno de Amor es Mi Sagrado Corazón. Vengan y sientan Mi Sagrado Corazón en Llamas de Amor, y cuando lo hagan, incluso si su corazón está petrificado y árido por falta de amor, Yo lo convenceré con Mi Llama de Amor, en una antorcha viva.

Bienamados y benditos de Mi Alma, cómo sufre Mi Corazón cuando veo que algunos de ustedes todavía Me están resistiendo... Miren, ¿acaso se ha sabido que Yo soy infiel? Yo soy el Todo Fiel, quien nunca los niega o los abandona en tiempos de aflicción. Yo nunca los he abandonado. Yo los seguiré, como un joven sigue a su doncella, porque Yo soy su Dios Fiel quien vela por ustedes desde lo alto, con gran amor. Vengan a Mí y ofrézcanme sus sufrimientos con amor. Yo y ustedes, ustedes y Yo compartiremos esos sufrimientos.

Hijas e hijos Míos, ¿oraremos juntos ustedes y Yo, el "Padre Nuestro"? Antes de que lo hagan, mediten y oren lentamente desde el corazón. Dejen que esta oración llegue al Padre, mediten lo que están diciendo. Oren, Yo estoy escuchando... (...) y Mi Reino vendrá y Mi Voluntad se hará en la tierra como en el Cielo.

Yo sustituiré la presente oscuridad por la luz; sustituiré la maldad por el amor, y este letargo, en una vívida luz para guiar sus pasos. Yo no les fallaré, sanaré sus llagas y limpiaré sus manchas con Mi Ternura. Así que, vengan a Mí y ámenme. Dejen que su amor extinga Mi Llamarada de Justicia; dejen que las oraciones de su corazón alivien Mis Llagas; dejen que sus oraciones se eleven al Cielo como incienso, glorificándome y alabándome. Reparen las faltas de otros que vienen de noche para destruir Mi Viña, impidiéndole que produzca Sus Uvas. Hagan el bien y cesen de hacer el mal. Cualquier cosa que hagan, háganlo para Mi Gloria.

Vengan almas bienamadas y compartan Mi Cruz Conmigo. Mi Cruz grita por Amor, Paz y Unidad. Juntos, nosotros, la llevaremos, ustedes y Yo, Yo y ustedes, unidos en el Amor. Yo, su Señor Jesucristo, les doy a todos Mis bendiciones. Sean uno.


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1 Jesús me pidió que les leyera de las Escrituras, Efesios 4,17-32 y 5,1-20
2 Aquí, Jesús se refiere a todos los Cristianos, desde Católicos Romanos a Protestantes y Ortodoxos
3 ¡Jesús parecía tan feliz!
4 Romanos 6,13-14

MEDITANDO EL MENSAJE DEL 22 DE ABRIL 2010.

COMENTARIO DEL INSTRUMENTO SOBRE EL ÚLTIMO MENSAJE 22.04.2010

Hermanos (as):


HOY NOS DIJO EL SEÑOR Y NOS LO DIJO AYER TAMBIÉN POR MEDIO DE SU MADRE:
QUE NO TEMAMOS PORQUE ÉL ESTÁ CON NOSOTROS.
Nos dijo que no nos desanimemos; que ahora el enemigo está trabajando en contra de aquellos que tratamos de estar con el Señor, trabaja para desanimarnos y nos pone eventos, situaciones, que no son tan grandes, pero que nosotros las hacemos grandes y le permitimos al maligno que nos desestabilice.


Pero el Señor nos dice que hay situaciones de mayor envergadura, que se están cerniendo sobre la humanidad. Esas sí nos deberían preocupar.
Siento que nosotros ahora vivimos en un continuo ¡ay! de dolor por las cosas que nos suceden, nos hieren y preocupan. Pero ese ¡ay! debe transformarse en un ¡gracias Señor!, porque a través de determinada situación nos está permitiendo reparar un poquito. El Señor nos había dicho que en la medida en que nosotros demos gracias por lo que nos sucede, en esa medida, el demonio nos va a dejar de molestar porque a él no le sirve, ni le conviene que estemos agradeciendo por lo que nos llega.


Entonces el Señor, en la medida en que le agradezcamos por lo que nos llega, por las enfermedades, por las situaciones difíciles, en la medida en que digamos: ¡Gracias Señor te lo ofrezco por la salvación de las almas!, en esa medida se van a ir disminuyendo y alejando porque al “otro” no le conviene que nos sucedan cosas que nosotros, en lugar de transformarlas en un ¡ay! de lamentos, las transformemos en un ¡gracias y ofrecimiento! por y para la salvación de las almas.


En la medida en que nosotros vayamos transformando nuestra mente y nuestros sentimientos y los sepamos manejar como se maneja un carruaje y los pasemos a través de un corazón espiritualizado, entonces llevaremos todo por el camino del ¡gracias! Y por el camino de la salvación de las almas.
Hasta ahora hemos estado llevando el carruaje de los sentimientos por el camino del ¡ay!, del dolor, del ¿por qué me sucede esto? O del ¿para qué está permitiendo Dios esto? El Señor nos está llamando a enderezar ese carruaje de los sentimientos y a no dejar que sea el corazón egoísta el que lleve las riendas o el timón sino que sea – de ahora en adelante- el Espíritu Santo.


El Señor nos lo dijo ahora: somos creaturas inteligentes, pero con una inteligencia divina, con una inteligencia superior. Tenemos, entonces, que comenzar a vislumbrar y a diferenciar lo que Dios está permitiendo para bendición y para que nosotros nos transformemos en canales de gracia para la humanidad. Digámosles, pues, al Señor: “Ven, Señor, a ser mi inteligencia para que yo discierna con claridad los momentos en que el enemigo me quiere desestabilizar y los momentos en que yo tengo que tomar decisiones y ofrecer oraciones para la salvación de las almas”. Si le permitimos a Jesús que tome nuestra inteligencia, nuestra mente, nuestra razón, nuestros ojos que son las ventanas del alma, entonces, vamos a ver que todo lo que me está llegando, tiene que ser para la salvación de las almas.


De ahora en adelante, ya nada tiene que ser para perturbarnos sino que todo tiene que ser para bendecir.
Él me permitió ver un hecho –no puedo decir qué es- pero un hecho que va a asombrar a todo el mundo. Y esto nos lo está anunciando para que desde ahora oremos, para que desde ahora bendigamos a Dios porque Él, que ve más allá de donde nosotros vemos con nuestra limitación humana, Él sabe en Su infinito Amor, que todo lo que nos manda es para nuestro bien y que todo lo que permite, es para nuestro bien.


Nuestra generación ha caído muy bajo. Si revisamos las escrituras, nos damos cuenta que estamos viviendo tiempos como vivieron Sodoma y Gomorra, pero estamos viviéndolos elevados a la máxima potencia. Hace poco recordamos un ejemplo en la vida de los santos en que un santo vio al demonio sentado tranquilamente a las puertas de una ciudad, sin preocuparse por ir a tentar a la gente de aquella ciudad. El santo le preguntó al demonio: ¿por qué no entras?, ¿por qué estás afuera de la ciudad y no adentro tentando a la gente? satanás le contestó: porque ya no tengo por qué tentarlos, ya que ellos están pecando aún más de lo que yo esperaba. ¡Qué triste!, que hoy el demonio pueda decir: estoy con los brazos cruzados, sentado y mirando a la gente pecar sin que yo tenga que empujarlos a pecar.


Aquí es donde nosotros como Iglesia peregrina, pero guiada por Dios, caminantes pero no solos, debemos tener esa seguridad, esa confianza y esa firmeza de que nosotros somos creaturas bendecidas por Dios para atraer bendición a toda la Creación.


Vean que ahora el Señor lo dijo: un acontecimiento que estremezca a la Tierra, repercute sobre todo el Universo; repercute no solo sobre la tierra y sino sobre todo lo creado. Entonces, ¿cómo no va a tener toda la Creación, todo el cosmos, su mirada puesta sobre la tierra? El cosmos está a la expectativa, está temeroso y a la vez está enviando bendiciones a la tierra, porque lo que ocurra en la tierra, va a repercutir en toda la Creación.


Y todo cuanto hay en el cosmos, tiene impreso el sello de Dios; y ese sello de Dios, esa Mano de Dios, ese amor de Dios está vivo en cada planeta, en cada lugar. Y ese amor vivo siente que la tierra no está acorde con la Voluntad de Dios y que en cualquier momento va a ser el hombre mismo el causante de un desastre a nivel cósmico, y sobre nosotros va a caer esa gran responsabilidad de haber traído destrucción a toda la infinita obra de la Creación de Dios. ¡Qué gran responsabilidad de para nuestra generación! Por eso tenemos que ser purificados. Aunque nos duela, tenemos que aceptarlo. Y yo, humildemente le digo: ¡Señor, ven ya!, antes de que haya más pecado, antes de que todo se salga de las manos. Porque esta tensión que se está viviendo ya entre Estados Unidos e Irán, puede generar o puede degenerar en algo catastrófico.


Nosotros no conocemos los alcances que tiene ahora la ciencia, y en una sola bomba pueden traer la destrucción de todo el planeta, y lo que sucedió en Chernóbil va a ser como una leve pincelada frente a los avances que en estos momentos tienen en sus manos las grandes potencias. Tenemos que orar y el Señor nos lo ha dicho hace como tres años. Él nos lo había dicho que las grandes potencias se estaban armando y que oráramos por los gobernantes de las grandes potencias para que ellos pudieran discernir en el alcance que tendría una tercera guerra mundial porque allí sufriríamos todos y por eso el Señor nos está llamando con esa inteligencia que nos dotó, a tener sacramentales, a tener agua bendita. Nos ha dicho que si bendecimos los alimentos que estén contaminados – claro que siempre manteniendo mucha fe- no nos van a causar daño. Nos ha llamado a almacenar muchas cosas en recipientes herméticos para poder pasar esos tiempos, esos momentos. Sabemos que todo está a la puerta porque nuestra Madre no se cansa de avisarnos sobre la prontitud, sobre la inminencia del aviso. No se cansa de llamarnos a que cambiemos de vida porque está muy cerca el aviso. Después del aviso vendrá el milagro, pero muchísimos no creerán, y entonces vendrá un castigo que culminará con los 3 días de oscuridad.


El panorama no es alentador para el que no tiene su fe cimentada en el Señor. Me está recordando en este momento el Señor, que no se nos olvide que Él nos aseguró que “es el cimiento de la muralla”. No estamos sobre arenas movedizas, estamos sobre la roca firme, la que nada ni nadie puede mover y la que nadie va a penetrar jamás. Tenemos, pues, que tener esa fe, esa seguridad y esa convicción y comenzar ya a permitirle al Señor, que Él conduzca nuestro pensamiento, que Él conduzca nuestra mente, nuestra inteligencia, para que la inteligencia en manos de Nuestro Señor nos lleve a ver todo lo que acontece en otro plano, en un plano de bendición, en un plano de amor, en un plano de gracia.


Nosotros hemos limitado la capacidad que Dios nos ha dado. Dice Nuestro Señor que nosotros hemos limitado las facultades con las que Él nos dotó. Las hemos limitado, y por eso no pasamos de donde estamos, no avanzamos, porque nos hemos limitado a esto, que es carne, y no queremos penetrar en lo de adentro que es espíritu y si queremos, si queremos salir de la carne, tenemos que comenzar a ver a través del espíritu para no limitar las facultades.


Debemos como hermanos, estar no sólo unidos, sino fusionados, preocuparnos unos por otros.
Seamos conscientes de la magnitud de los llamados del Señor. Vayamos a esos países donde están ocurriendo desastres naturales, y compartamos el dolor, compartamos el amor, mandemos bendiciones a esos corazones que están desalentados a esas personas que están hambrientas, sedientas.


Mandémosles el alimento de Dios, mandémosles el agua de Dios, pidámosle a Dios milagros para esa gente, aunque no tengan fe, pero nosotros tomemos la incredulidad de ellos para llevarles nuestra fe y que ocurran milagros de conversión. Y recemos finalmente por el Papa. Él necesita nuestras oraciones, está cansado, está agobiado.


Recordemos que la Cruz no es sólo padecer, sino que es gloria, poder, majestad y es poder ilimitado.
Por eso la Segunda Venida de Cristo será de victoria, de alegría, de paz y de triunfo infinito.


NOTA COMPLEMENTARIA AL COMENTARIO DEL INSTRUMENTO:


Después de decir Jesús: “Debo decirles que un hecho asombroso llegará pronto y será visto y sentido por toda la humanidad”, en ese momento las personas presentes y los sacerdotes vieron cómo la vidente a través de la cual hablaba Jesús, estando de rodillas, abrió desmesuradamente los ojos con una expresión como nunca antes se había presenciado, mirando primero hacia el frente, luego levantó su cabeza y llevó su cuerpo a una posición casi horizontal hacia atrás y siguiendo con ojos atónitos y pupilas dilatas la trayectoria del acontecimiento que el Señor le estaba permitiendo vivir, al final de lo cual, la vidente se persignó solemnemente. Este hecho causó una gran impresión en los sacerdotes y en todas las personas presentes y los dejó sumidos en un silencio profundo y respetuoso.




MENSAJE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
A SU HIJA AMADA, LUZ DE MARÍA.

22 DE ABRIL 2010






Amadísimos Míos, amadísimos de Mi Corazón:


ÚNANSE, ES MOMENTO DE PERMANECER EN LA UNIDAD DE MI AMOR, ES MOMENTO DE SER MI MISMO AMOR.
Cada uno debe laborar en su campo personal y ser Mi mismo Amor. Lo demás se los daré por añadidura.


El enemigo trabaja incansablemente asechando a los débiles de espíritu para llevarles a caer en el pecado, para hundirles en las profundidades del pecado y que no puedan levantarse.
Ustedes Pueblo Mío, Pueblo fiel: no teman, no tambaleen; únanse, formen una fuerte muralla, el cimiento soy Yo. No teman, únanse; cierren sus oídos a las asechanzas del mal. Cierren sus oídos a aquellos que les quieren desanimar; cierren sus oídos a aquellos que con palabras vanas y maliciosas desean destruir Mi Iglesia.


Sean ustedes eco del amor y la entrega de Mi Madre, mediante la oración sincera. No olviden que el que ora, clama; el que ora, ama, el que ora, crece. Es imprescindible la oración para que mantengan esa unidad con Mi Casa.


ÚNANSE A MI CRUZ, SEAN UNO EN MI CRUZ. Sean inseparables de este Misterio que encierra Mi Cruz, Misterio de Mi Amor por cada uno de ustedes. Sean parte de este Misterio de Amor, siendo perseverantes, siendo verdaderos, permaneciendo con fe inmovible. Que lo venidero no sea motivo de flaquear en este momento, sino al contrario: que ustedes se mantengan firmes y constantes, sabiendo que YO JAMÁS LES ABANDONARÉ.


En este momento se dejan abrumar por las vicisitudes que les llegan a su vida, por varias situaciones que se enfrentan a ustedes. Porque así es: les hacen frente a ustedes para que reaccionen en contra de esa ecuanimidad y de esa fe en Mi protección que les he pedido. Hay acontecimientos de mayor envergadura, que se ciernen sobre todo lo creado. El mismo Universo está pendiente de la Tierra, puesto que bien saben ustedes, como criaturas de gran inteligencia, que cualquier hecho que ocurra dentro del Universo, acarrea parte de él hacia todo lo creado. Así la Tierra traerá un gran desorden en todo el Universo.


Debo decirles que un hecho asombroso llegará pronto y será visto y sentido por toda la humanidad.
Continúen siendo perseverantes, no desmayen en la oración, aliméntense diariamente de Mi Cuerpo y de Mi Sangre.


QUE CADA UNO DE USTEDES SEA UN SAGRARIO DE AMOR OFRECIDO A MÍ.


Les bendigo.
Queden en Mi Paz y en Mi Amor.
Su Jesús

martes, 24 de agosto de 2010

MENSAJES DE NUESTRA SEÑORA - Angera, Brasil

Mensajes de Nuestra Señora

Anguera, Brasil









3360-Nuestra Señora de mensaje, transmitido en 8/17/2010
Queridos hijos, el Cazador huirá aterrorizado del Bosque en llamas, pero llegando a Porto Belo llorará frente a la destrucción. Los tiempos duros vendrán para mis pobres hijos. Oren. Sólo a través de la oración se puede encontrar la paz. Volveos a mi Hijo Jesús. Ustedes no vivan apartados de la verdad. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.

3361-Nuestra Señora de mensaje, transmitido en 20/8/2010
Queridos hijos, los hombres lloran por causa de Tres Hermanos. Busque auxilio en el Carmelo, pero no lo encontrarán porque ahí también se ha llorado y se han lamentado. Doble las rodillas en oración. Yo soy tu Madre Dolorosa sufro por lo que viene a ustedes. He aquí los tiempos difíciles para la humanidad. Volveos a Mi Hijo Jesús, porque sólo en Él está tu felicidad completa. Coraje. No se retira. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.

3362-Nuestra Señora de mensaje, transmitido en 21/8/2010
Queridos hijos, Dolores viven ansiosos por ver la devastación en Belo Monte. La tierra estaba llena de maldad y los hombres caminan ciegos espiritualmente. Sufro a causa de tus sufrimientos. Les pido vivir con valentía el Evangelio de Jesús mío. No se aparten de la gracia de Dios. Abran sus corazones y sirvan fielmente al Señor. Conozco a cada uno de ustedes por su nombre y rogaré a mi Jesús para ustedes. Permanezcan lejos de todo lo que paraliza el verdadero amor y vuelvan a Él que les ama y les espera con los brazos abiertos. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.

lunes, 23 de agosto de 2010

MARÍA MADRE DE LA IGLESIA, Argentina

María Madre de la Iglesia.







23 de agosto de 2010

Dice Santa María:

Cuántas manos, hijitos e hijitas mías, necesito en mi morada para sembrar la tierra con la semilla del amor, la misericordia y la paz, y cuántas energías necesito que todos vosotros las tenéis y muchas veces las dejan caer en ese abismo negro de la desidia y el rencor, cuántas manos necesito para curar las heridas y cuántas gargantas que proclamen la nueva buena de mi amado Señor, cuántos hijitos estoy necesitando que con un paso tranquilo carguen sobre sus hombros todo el amor, lleguen hasta el corazón doliente de muchos de vuestros hermanos, necesito que llevéis en vuestras manos la Llama del Amor para encenderla en los corazones que se han apartado y crezca entre ellos la vocación de estar junto a todos los que sufren en el mundo, necesito que seáis la luz que ilumine los senderos más oscuros para que ya nadie más caiga en las garras afiladas del ángel desterrado y para que no os pierdas más en la inmensa oscuridad. Por eso os ruego y os pido, por eso veréis en todos los continentes mi presencia a través de la palabra, a través del amor que emana mi corazón de Madre. Amados hijitos, en la unidad estará la fuerza para construir un mundo de armonía y paz, sino todo se seguirá perdiendo en un abismo imponente donde caerán las almas de todos vuestros hermanos que se apartaron de mi morada, que creyendo que solos podrían caminar se soltaron de la mano de mi Hijo y hoy se encuentran perdidos entre la oscuridad y el dolor, vosotros sois los que tienen que salir a su encuentro, cada uno de vosotros tiene que ser aquel misionero que con las palabras más sencillas y un corazón puro y humilde llegue hasta cada uno de ellos y les entreguen la palabra y junto a la palabra les llevéis el amor de mi corazón de Madre, sólo tenéis que decirles que vengan hasta mi morada, que os espero a cada uno de vosotros, que deseo vuestra presencia al lado mío, que quiero guiarlos rumbo a mi Hijo y deseo entregarles mi amor, permitidme ser vuestra luz a través de mis hijos para que iluminen al mundo, permitidme acompañarlos en la inmensa evangelización, dejadme acompañarlos a todos vosotros y protegerlos bajo mi manto de eterno amor. Hijitos míos, os espero en mi morada junto a mi amado Hijo, os amo y quiero que comiencen a ver el sendero del amor y la luz, quiero, junto a mis milicias celestiales, defenderlos de las fuerzas del mal y cuando marchen a la batalla final no temáis porque yo, como comandante de ellas, iré al frente y os aseguro y os prometo que os liberaré de la serpiente por mil años y seréis libres hijitos míos, seréis libres y veréis reinar en vuestro mundo la luz del amor y la paz, sólo os tenéis que unir, sólo tenéis que abrir vuestros corazones a mi amado Hijo, sólo tenéis que comenzar a caminar por el sendero de la luz, sólo tenéis que aprender a vivir en armonía y unidad, y eso lo tendréis el día que desde el corazón saquéis de vuestros cuerpos todo pecado a través de la confesión y recibáis el cuerpo y la sangre de mi Hijo, de esa forma estaréis liberados de todo pecado y es ahí cuando seréis realmente libres criaturas de la creación y comenzaréis a transitar por el sendero de la luz, y esa luz os llenará de armonía y reinará la justicia y la paz sobre todo el mundo. Hijitos míos, os ruego volved al principio de la creación y sólo podréis volver si estáis todos unidos y quieren que vuelva a reinar sobre vosotros la luz eterna del amor. Os amo. Amén.

SANTA MARÍA MADRE DE LA IGLESIA.

23/08/2010 13:00 Horas.


23 de agosto de 2010 – Mensaje urgente

Dice Santa María:

Hijitos míos, cuánto dolor hay sobre todos vosotros, cuánto dolor se esparce a través de los continentes, cuántas manos necesito y gargantas que lleven a aquellos que tanto necesitan las palabras y a través de sus manos esa caricia que llena el corazón de vuestros hermanos de armonía y paz, cuántos están sufriendo las torturas más tremendas y son llevados hasta las mismas puertas de la desesperación y no sienten interés por seguir caminando, quieren dormirse para siempre, perderse en un instante, cerrar sus ojos y dejar de sufrir, y yo os pregunto a todos vosotros, aquellos que por simples dolores os quejáis, queréis tener todo en vuestras manos, qué desean todo lo que ven en donde os encontráis que no veis lo que está ocurriendo a vuestro alrededor, no sois capaces de tender vuestras manos para estar con aquellos que sufren y padecen las injusticias de un mundo que no sabe mirar y lo peor es que no les importa el dolor por el que están atravesando vuestros hermanos, mis amados pequeños, realmente, amados hijitos, no os dan cuenta del sufrimiento de vuestros hermanos, no pueden salir del egoísmo que sienten muchos de vosotros, no vais al encuentro de ellos y os ayudan, por qué os pregunto, muchos hijitos míos pareciera que en vez de un corazón tenéis una roca en su lugar, por eso os convoco a todos los misioneros, a todos aquellos hijitos e hijitas que me amáis y amáis a mi Hijo y en Él al Padre y al Espíritu Santo, que se unan en el amor y que comiencen a sembrar sobre todo el suelo la semilla del amor, de la misericordia, de la igualdad, de la paz y en cada uno de sus corazones comiencen a sentir que lo que están llevando adelante muchos poderosos se detengan en sus ansias de poder, en su egoísmo y comiencen a compartir lo que tienen con todos vuestros hermanos, basta, hijitos míos, de hablar de fronteras, de color, de religión, muchos de vosotros os golpeáis el pecho pidiendo perdón y os pregunto, qué hacéis al ser perdonados, os preocupáis por todos mis hijitos, salís a llevar la palabra y a compartir el pan con los que no tienen nada, cobijan a aquellos que sufren en la noches y días de terribles fríos, estáis con aquellos enfermos que no tienen a nadie que les acerque un vaso de agua, que estén con ellos acompañándolos en el dolor, qué os ha pasado a todos vosotros, y cuando les digo hijos míos les hablo a todos, no a un conjunto en especial, a todos mis hijos e hijas sea cual sea su religión y su nación, dónde se encuentra su amor, dónde están, no podéis comprender o no queréis comprender que estáis viviendo en un mundo que se está desangrando, en un mundo que ya no entiende ni quiere comprender lo que es el amor y que sólo viven para tomar todo lo que pueden sin importarles que al lado de cada uno de vosotros está padeciendo hambre un pequeño, un adolecente, un anciano o de aquellos que nunca tuvieron ni sintieron una caricia de ningún ser queridos, no pueden comprender que tienen sed de ser amados como verdaderos hermanos que son porque fueron abandonados, porque son sometidos a hacer lo que muchos mayores los obligan y permiten a muchos poderosos hasta cometer lo más aberrante que hay que es quitarle a niñas inocentes, pequeñas, la pureza siendo abusadas, cuánto dolor hay sobre la tierra y cuánta dejadez, cuánto abandono, cuánta desidia de parte de aquellos que tenían que estar al lado de todos ellos, de aquellos que tienen que defender a los más humildes, de aquellos que hablan en nombre de mi Hijo y os repito, os golpeáis el pecho y dicen a gritos que sois seguidores de CRISTO JESÚS y yo os digo con el dolor más inmenso que nadie es seguidor de CRISTO JESÚS si no están junto a los que sufren, si no están llevando la palabra, si no los cobijan y los albergan, si no se entregan en cuerpo y alma y si no sienten en carne propia el dolor de esos hermanos. Por eso os ruego recapaciten y vengan a mi morada, y frente al Sagrado Corazón de mi Hijo hagan votos de ser verdaderos misioneros en vuestro mundo y ofrezcan horas de vuestras vidas para estar junto a todos aquellos que sufren y sean apóstoles de la palabra, lleven la palabra a todos los que tienen sed de ellas, igual que la llama que emana de su corazón. Os ruego a todos vosotros, basta de pelearse entre vosotros, basta de querer tener poder, y os ruego vuelvan a caminar todos juntos unidos por el amor y bajo la luz divina de CRISTO JESÚS, tras sus pasos y llevando el amor, la paz, la misericordia y la justicia a todo lugar de vuestra tierra. Sé que a muchos de vosotros lo que os estoy pidiendo dirán al leerlo pero para mí no es, porque yo cumplo, y yo os diré, no sólo se cumple por venir a mi morada, para ingresar en el Reino de los Cielos tenéis que escribir en el Libro de la Verdad y la Vida muchas cosas que muchos de vosotros, amados hijitos, no lo hacéis y veo muchos libros que sus hojas están totalmente vacías porque sois llevados por la ambición. Os ruego la unidad de todos, os pido que vuelvan sus ojos hacia mi morada y acompañados de vuestros Pastores hagáis brillar la luz divina del amor, vosotros podéis cambiar el mundo, en vuestras manos se encuentran los rayos de la luz que hay en cada uno de vuestros corazones, sólo tenéis que limpiar de pecados vuestros corazones y abrazando vuestras cruces caminar todos unidos rumbo al amor y la luz y entregarlo a todos aquellos que en el silencio del día y de la noche no escucháis sus llantos y sus gritos pidiéndoles a todos vosotros que les tiendan la mano y estéis a su lado. Os ruego seguid los pasos de mi Hijo, los pasos del amor. Amén.

SANTA MARÍA MADRE DE LA IGLESIA.

23/08/2010 03:00 Horas.


AVISOS URGENTES, MENSAJES DE NUESTRA SEÑORA, Anguera Brasil.

3359-Nuestra Señora de mensaje, transmitido en 8/14/2010

Queridos hijos, un Devoto angustiado correrá para la Esquina distruída, más encontrará Mercedes en lágrimas por ver tanta destrucción. La humanidad se ha alejado de Dios y ahora están espiritualmente pobres. Vuelvan hacia Aquel que es su único y gran amigo. Él te ama y te espera con gran amor del Padre No te alejes de la oración. El amor y la defensa de la verdad. Sólo la verdad os hará libres. Yo soy tu mamá y rogaré a mi Jesús para usted. ¡Ánimo, fe y esperanza. Después de toda la humanidad tribulación encontrar la paz. Escuchen mi llamado. No he venido del cielo como una broma. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.

3358 - Mensaje de Nuestra Señora, transmitida en Bandeirante / DF enviado el 11/08/2010

Queridos hijos adelante en la oración. He aquí que llegó el momento para mí predicho. No se retiren. Dios necesita vuestro testimonio sincero y valiente. La humanidad camina hacia el abismo de la destrucción que los hombres han preparados por sus propias manos. Vuelve a Jesús. Sólo él es su todo y no puedes hacer nada sin Él. Yo soy tu Mamá y me vengo del cielo a invitarte a la conversión. Entrega lo mejor de vosotros en la misión que el Señor ha confiado a ustedes. Sepan que en muchos lugares que estamos contemplando ya no van a existir. La tierra será transformada después de la gran tribulación y los hombres verán la poderosa mano de la obra de Dios. En tierra habrá una gran destrucción y dolor Mis pobres hijos llevarán pesada cruz. No cruce los brazos. Lo que tienes que hacer es no dejar para mañana. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.

3357 - Mensaje de Nuestra Señora de transmisión de Gama / DF enviado el 10/08/2010

Queridos hijos, los fuertes vientos estremecer las torres y Mis pobres hijos temerán. Los hombres huyen de la Casa Blanca en las cadenas y encontrar la muerte. Ese es el momento para el dolor de la Santa Cruz. La Tierra se verá afectada. Su cruz será pesada, pero Dios estará a su lado. Doble las rodillas en oración, porque sólo entonces se puede lograr la victoria. Vengo del cielo para acercarlos a Mi Hijo Jesús. Abran sus corazones y sean obedientes a mi llamado. Adelante sin miedo. Después de toda tribulación vendrá a la gran victoria de Dios. No se retiren. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.

3356 - Mensaje de Nuestra Señora, aprobada en Ceilândia / DF enviado el 09/08/2010

Queridos hijos, Yo soy tu Madre Dolorosa y sufro a causa de tus sufrimientos. Le pido que confíes en mi Hijo Jesús. Sólo en él es su verdadera liberación. Mis pobres hijos buscan su confianza y seguridad en el oro y riquezas, pero no lo encuentra. En lágrimas piden a gritos el descanso, pero no progresan. Diles a todos que este es el momento de su conversión. Sed mansos y humildes de corazón y yo le llevaré a mi Hijo Jesús. Adelante con valor. Estaré a tu lado. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.

3355 - Mensaje de Nuestra Señora, emitido el 07/08/2010

Queridos hijos, Doblen las rodillas en oración. Aunque podrás ver horrores en la tierra. La gran colina descender y causar una gran aflicción. El puente elevado se romperá y los hijos de la princesa que será el llanto y llorar. Yo sufro por lo que viene a ustedes. Vuélvete al Señor y permanezcan llenos de su amor. No deje el camino que he señalado. Cambien de vida y digan sí a la llamada del Señor. Lo que tienes que hacer es no dejarlo para mañana. Yo conozco tus necesidades y rogaré a mi Jesús para usted. Ten confianza, fe y esperanza. Quién está en el Señor nunca será abandonado. Servid al Señor con fidelidad y Él siempre estará a su lado. Coraje. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.


3354 - Mensaje de Nuestra Señora, emitido el 03/08/2010

Queridos hijos, yo soy tu mamá y yo vengo del cielo para traer la conversión sincera. No cruce los brazos. Ustedes viven en peor clima, en tiempos de inundaciones y la humanidad se queda ciega espiritualmente. Vuélvete al Señor, porque Él te ama y te espera. Huye del pecado y buscar la gracia del Señor para ser salvos. Acepta el Evangelio de Jesús mío y dejar que sus palabras te conviertan. Necesito cada uno de ustedes. No se retiren. La humanidad se ha alejado del Creador y se convirtió en infiel. Aquí es el momento oportuno para volver. Doble las rodillas en la oración y la paz prevalezca en la tierra. Un hecho doloroso pasar en la Tierra de Santa Cruz (Brasil). Los hombres tratan de escapar del tiburón, pero encuentran la muerte. Yo sufro por lo que viene a ti. No quiero obligarte, pero escúchame. Yo rogaré a mi Jesús por cada uno de ustedes. Coraje. Este es el mensaje que yo transmito a usted en nombre de la Trinidad. Gracias por permitirme a reunirse aquí una vez más. Yo los bendigo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Permaneced en la paz, Amén.

domingo, 22 de agosto de 2010

Profecías de la Beata Ana Catalina Emmerich



Anna Catalina Emmerich nació en Alemania en 1774 de familia muy pobre; tuvo una vida de continuas enfermedades agravadas al quedarse inválida por un accidente. En los últimos años de su vida, hasta su muerte en 1824, recibió las visiones de la vida de Cristo, de la Virgen María y de la vida después de la muerte, así como otras videncias de sucesos que acontecerían tiempo después como el Muro de Berlín, el Concilio Vaticano II, etc. Con sus visiones en la mano descubrió Reynolds los restos de la ciudad de Ur de Caldea, y la recién descubierta morada de la Virgen en Éfeso resultó ser también tal como ella la había descrito. Del mismo modo se descubrieron en 1981 los pasadizos bajo el Templo de Jerusalén, que Ana vio al contemplar el misterio de la Inmaculada Concepción de María, dogma que no sería proclamado por la Iglesia hasta treinta años después de la muerte de esta vidente.

1. Los Demoledores.

1.1 El Misterio de Iniquidad
«Vi diferentes partes de la tierra: mi guía me nombró Europa y, mostrándome un rincón arenoso, me dijo estas importantes palabras: – He aquí la Prusia enemiga. El me enseño a continuación un punto más al norte diciendo: – He aquí la Moscovia trayendo con ella muchos males.» (AA.III.133)
«Los habitantes eran de un orgullo inusitado. Vi que se armaban y que se trabajaba por todos los lados. Todo era sombrío y amenazante»
«Vi ahí a San Basilio y a otros. Vi sobre el castillo de tejados relucientes, al maligno que se sostenía en las agujas»
«Vi que de entre los demonios encadenados por Cristo, cuando su descenso a los infiernos, algunos estaban sueltos, desde no hace mucho y habían suscitado esta secta. Vi que otros serán soltados de dos generaciones en dos generaciones. (19 octubre 1823).
«Ella vio (habla Brentano; el transcriptor) con sus terribles consecuencias, las medidas que los propagadores de las luces tomaban por todas partes por donde llegaban al poder y a la influencia, para abolir el culto divino así como todas las prácticas y los ejercicios de piedad, o para hacer de estos algo tan vano como lo eran las grandes palabras de luz, de caridad de espíritu, bajo las cuales ellos se ocultaban a sí mismos y a los demás el vacío desolador de sus asuntos en los que Dios no estaba para nada. (AA.III.161)
«Mi guía me condujo alrededor de toda la tierra: me hizo recorrer sin cesar inmensas cavernas hechas de tinieblas y en las cuales vi una inmensa cantidad de personas errando por todas partes y ocupadas en obras tenebrosas. Parecía que yo recorriera todos los puntos habitados del globo, no viendo más que el mundo del vicio»
«A menudo veía nuevas tropas de hombres caer como desde lo alto en esta ceguera del vicio. No vi que nada mejorase… Me hizo entrar en las tinieblas y considerar de nuevo la malicia, la ceguera, la perversidad, los engaños, las pasiones vindicativas, el orgullo, el engaño, la envidia, la avaricia, la discordia, el asesinato, la lujuria y la horrible impiedad de los hombres, todo tipo de cosas que sin embargo no les eran de ningún beneficio, sino que les hacía cada vez más ciegos y miserables y les hundían en las tinieblas cada vez más profundas. A menudo tuve la impresión de que ciudades enteras se encontraban situadas sobre una corteza de tierra muy fina y corrían el riesgo de hundirse muy pronto en el abismo.»
«Vi a esos hombres cavar ellos mismos para otros fosas ligeramente recubiertas: pero no vi personas de bien en esas tinieblas, ni a nadie por consiguiente, caer en las fosas. Vi todos a estos malvados como grandes espacios tenebrosos que se extendían de un lado hasta otro; los veía en barullo como en la confusión tumultuosa de una gran feria, formando diversos grupos que se ejercían en el mal y masas que se mezclaban unas con otras: ellos cometían todo tipo de actos culpables y cada pecado traía como consecuencia otro. A menudo me parecía que me sumergía más profundamente todavía en la noche. El camino descendía una pendiente escarpada: era algo horriblemente espantoso y que se extendía alrededor de la tierra entera. Vi pueblos de todos los colores, llevando los ropajes más diversos y todos sumergidos en las abominaciones: (AA.II.151)
«A menudo me despertaba lleno de angustia y de terror: veía la luna brillar apaciblemente a través de la ventana, y oraba a Dios suplicándole que no me hiciera ver esas imágenes espantosas. Pero enseguida El me hacía descender de nuevo en esos terribles espacios tenebrosos y ver las abominaciones que se cometían. Me encontraba una vez en una esfera de pecado tan horrible que creí estar en el infierno y me puse a gritar y a gemir. Entonces mi guía me dijo: «Yo no estoy cerca de ti, y el infierno no puede estar ahí donde yo estoy».
«Me pareció ver un lugar muy amplio que recibía más la claridad del día. Era como la imagen de una ciudad perteneciente a la parte del mundo que nosotros habitamos. Un horrible espectáculo me fue mostrado. Vi crucificar a Nuestro Señor Jesucristo. Yo temblaba hasta los huesos: porque no había ahí más que hombres de nuestra época. Era un martirio del Señor mucho más espantoso y mucho más cruel que el que debió sufrir de los judíos. (AA.II.157)
«Terminando el relato de esta horrible visión cuyo recuerdo le provocaban palpitaciones convulsivas, y que nada pudo convencerla para contarlo todo entero, ella dijo: –mi conductor me habló así: «Tú has visto las abominaciones a las cuales los hombres ciegos se libran en las tinieblas»
«Vi ahí con horror un gran número de personas conocidas mías, incluso sacerdotes. Muchas líneas y ramificaciones partiendo de las personas que erraban en las tinieblas desembocaban en este lugar (El lugar de la nueva Crucifixión) (AA.II.157)
«Vi una muchedumbre innumerable de desgraciados oprimidos, atormentados y perseguidos de nuestros días en varios lugares, y vi siempre que se maltrataba por ello a Jesucristo en persona. Estamos en una época deplorable en la que no hay ya más, refugio contra el mal: una densa nube de pecado pesa sobre el mundo entero, y veo a los hombres hacer las cosas más abominables con una tranquilidad y una indiferencia completas. (…)Vi todo esto en varias visiones mientras que mi alma era conducida a través de diversos países sobre toda la tierra» (CC.89)
«Vi nuevos mártires, no del tiempo presente (1820, año de la visión) sino del tiempo que vendrá. (…) Sin embargo veo que se les oprime ya» (AA.III.112)

1.2 La Demolición de la Iglesia
«He visto personas de la secta secreta minar sin descanso a la gran Iglesia… (AA.III.113)»
«… y he visto cerca de ellos una horrible bestia que había surgido del mar. Tenía una cola como la de un pez, garras como las de un león, y varias cabezas que rodeaban como una corona una cabeza más grande. Su boca era ancha y roja. Estaba manchada como un tigre y se mostraba muy familiar con los demoledores. Se acostaba a menudo en medio de ellos durante su trabajo: a menudo también, ellos iban a encontrarla en la caverna donde se escondía a veces.»
«Durante ese tiempo, vi por un lado y por otro, en el mundo entero, muchas personas buenas y piadosas, sobretodo eclesiásticos, vejados, prisioneros y oprimidos, y tuve el sentimiento de que ellos llegarían a ser mártires un día» (AA.III.113)
«Como la Iglesia estaba ya en gran parte demolida, no quedando en pié más que el coro con el altar, vi a estos demoledores penetrar en la iglesia con la bestia»
« (Los demoledores encontraron en el templo)… una mujer llena de majestad. Me parecía que ella estaba embarazada, ya que caminaba lentamente: los enemigos fueron presa del pánico al verla y la bestia no pudo ya dar ni un paso adelante. La bestia alargaba el cuello hacia la mujer con el aspecto más furioso, como si quisiera devorarla. Pero la mujer se volvió y se posternó con el rostro contra la tierra. Vi entonces a la bestia huir de nuevo hacia el mar y los enemigos correr en el mayor desorden) (AA.III.113)
«Vi la iglesia de San Pedro y una enorme cantidad de hombres que trabajaban en invertirla, pero vi ahí también a otros que hacían reparaciones. Cadenas de trabajo ocupadas de este doble trabajo se extendían a través de todo el mundo y me quedé asombrada de la coordinación con la que todo ello se hacía. Los demoledores extraían grandes fragmentos; eran particularmente sectarios en gran número y con ellos los apóstatas. Estas personas, haciendo su trabajo de destrucción, parecían seguir ciertas prescripciones y una cierta regla: llevaban delantales blancos rodeados de una cinta azul y proveídos de bolsillos, con paletas de albañil en la cintura. Ellos tenían además vestidos de todo tipo: había entre ellos hombre distinguidos, altos y gruesos, con uniformes y cruces, los cuales sin embargo no trabajaban directamente en la labor, sino que marcaban en los muros con la paleta los lugares donde había que demoler. Vi con horror que había también entre ellos sacerdotes católicos» (AA.II.202)
«Ya toda la parte anterior de la Iglesia estaba destruida: no quedaba en pié más que el santuario con el Santísimo Sacramento» (AA.II.203)
«He visto la Iglesia de San Pedro: estaba demolida con excepción del coro y del altar mayor (10 septiembre 1820). (AA.III.118)
«Vi también como, al final, María extendió su manto por encima de la Iglesia y como los enemigos de Dios fueron ahuyentados» (AA.II.414)
«Mayo de 1823. Tuve de nuevo la visión de la secta secreta socavando por todas partes la iglesia de San Pedro. Ellos trabajaban con instrumentos de toda especie y corrían por aquí y por allá, llevado piedras que habían arrancado. Fueron obligados a dejar el altar, no pudieron quitarlo. Vi profanar y quitar una imagen de María. (AA.III.556)
«Yo me lamentaba al Papa y le preguntaba como él podía tolerar que hubiera tantos sacerdotes entre los demoledores. (…) Vi en esta ocasión porque la Iglesia ha sido fundada en Roma; es porque ahí está el centro del mundo y que todos los pueblos si vinculan con ella por diferentes relaciones. Vi también que Roma permanecerá en pié como una isla, como una roca en medio del mar, cuando todo, alrededor de ella, caerá en ruinas.»
«Cuando vi a los demoledores, me quedé maravillada de su gran habilidad. Tenían todo tipo de máquinas: todo se hacía siguiendo un plan: nada se producía por sí mismo. Ellos no hacían ruido; ponían atención a todo; recurrían a artimañas de todo tipo, y las piedras parecían a menudo desaparecer de sus manos. Algunos de entre ellos reconstruían: destruían lo que era santo y grande y lo que edificaban no era más que vacío, hueco, superfluo. Llevaban las piedras del altar y hacían con ellas una escalinata en la entrada. (AA.III.556).

1.3 El Oscurecimiento de la Iglesia
«Vi la Iglesia terrestre, es decir la sociedad de los fieles sobre la tierra, el ejército de Cristo en su estado de paso sobre la tierra, completamente oscurecida y desolada» (AA.II.352)
« ¡Vosotros sacerdotes, que no os movéis! ¡Estáis dormidos y el redil arde por todos lados! ¡No hacéis nada! ¡Como llorareis por eso un día! ¡Si tan solo hubierais dicho un Pater! (…) ¡Veo tantos traidores! No soportan que se diga: «esto va mal». Todo está bien a sus ojos con tal de que puedan glorificarse con el mundo! (AA.III.184)
«Vi las carencias y la decadencia del sacerdocio, así como sus causas. Vi los castigos que se preparan» (AA.II.334)
«¡Los servidores de la Iglesia son tan laxos! Ya no hacen uso de la fuerza que poseen en el sacerdocio»(AA.II.245)
«¡Si algún día las almas reclaman lo que el clero les debe al ocasionarles tantas perdidas por su incuria y su indiferencia, sería algo terrible!» (AA.II.342)
«Ellos tendrán que dar cuenta de todo el amor, todas las consolaciones, todas las exhortaciones, todas las instrucciones referentes a los deberes de la religión, que ellos no nos dan; de todas las bendiciones que no distribuyen, a pesar de que la fuerza de la mano de Jesús esté sobre ellos, por todo lo que omiten de hacer a semejanza de Jesús (AA.II.358)
«… (Por) las caricias hechas al espíritu de la época por parte de los servidores de la Iglesia» (AA.II.377)
«Vi reliquias dejadas a la aventura y otras cosas del mismo género»(AA.II.347)
«… para una infinidad de personas que tenían buena voluntad, el acceso a las fuentes de la gracia del corazón de Jesús se encontraba impedido y cerrado por la supresión de los ejercicios de devoción, por el cierre y la profanación de las iglesias» (AA.III.167)
«Tuve una visión concerniente a las faltas de incontables pastores y la omisión de todos sus deberes hacia su rebaño» (AA.II.347)
«Vi muchos buenos y piadosos obispos, pero estaban mudos y débiles y el mal partido tomaba a menudo la fuerza» (AA.II.414)
«Todo esto me hizo conocer que la recitación de la genealogía de Nuestro Señor ante el Santísimo Sacramento, en la fiesta del Corpus Christi encierra un grande y profundo misterio; he conocido por ello que lo mismo, que entre los ancestros de Jesucristo, según la carne, muchos no fueron santos y fueron incluso pecadores si dejar de ser grados de la escala de Jacob, por los cuales Dios descendió hasta la humanidad, por lo mismo también los obispos indignos permanecen capaces de consagrar el Santísimo Sacramento y de conferir el sacerdocio con todos los poderes que le están ligados» (CC.175)
«Vi en una ciudad, una reunión de eclesiásticos, de laicos y de mujeres, los cuales estaban sentados juntos, comiendo y haciendo bromas frívolas, y por encima de ellos una nube oscura que desembocaba en una planicie sumergida en las tinieblas. En medio de esta niebla, vi a Satán sentado bajo una forma horrible y, alrededor de él, tantos acompañantes como personas había en la reunión que ocurría debajo. Todos estos malos espíritus estaban continuamente en movimiento y ocupados en empujar al mal a esta reunión de personas. Ellos les hablaban a la oreja y actuaban sobre ellos de todas las maneras posibles. Estas personas estaban en un estado de excitación sensual muy peligroso y ocupados en conversaciones ociosas y provocantes. Los eclesiásticos eran de esos que tienen como principio: «Hay que vivir y dejar vivir. En nuestra época no hay que estar aparte ni ser un misántropo: hay que alegrarse con los que se alegran». (AA.II.488)
«Como él (Satán) hablaba de su derecho y como quiera que ese lenguaje me sorprendía mucho, fui instruida que él realmente adquiría un derecho positivo cuando una persona bautizada que había recibido por Jesucristo el poder de vencerle se libraba por el contrario a él por el pecado libremente y voluntariamente». (AA.II.489)
«Veo una cantidad de eclesiásticos castigados de excomunión, que no parecen inquietarse ni incluso saberlo. Y sin embargo son excomulgados cuando toman parte en esas empresas, cuando entran en asociaciones y se adhieren a opiniones sobre las que pesa el anatema. Veo estos hombres rodeados de una nube como de un muro de separación. Se ve por esto cuanto Dios tiene en cuenta de los decretos, de las órdenes y de las defensas del jefe de la Iglesia y los mantiene en vigor cuando incluso los hombres no se inquietan de ello, reniegan de eso o se ríen. (AA.III.148)
«Se me mostró como los paganos de antaño adoraban humildemente a otros dioses diferentes de ellos mismos (…) El culto (de esos paganos) valía menos que el culto de aquellos que se adoraban a sí mismos en mil ídolos y no dejaban ningún lugar al Señor entre estos ídolos». (AA.III.102)
«Vi cuan funestas serían las consecuencias de esta falsificación de la Iglesia. Yo la vi crecer, vi a los heréticos de todas las condiciones venir en la ciudad (Roma)»
«Vi acrecentarse la tibieza del clero local, vi hacerse una gran oscuridad»
«Entonces la visión se agrandó por todos los lados. Vi por todo comunidades católicas oprimidas, vejadas, encarceladas y privadas de libertad. Vi muchas iglesias cerradas. Vi grandes miserias producirse por todas partes. Vi guerras y sangre vertida. Vi el pueblo salvaje e ignorante, intervenir con violencia.» (AA.III.103)
«… eso no durará mucho tiempo…»
«De nuevo vi la visión en la que la iglesia de San Pedro era minada, siguiendo un plan hecho por la secta secreta, al mismo tiempo que era deteriorada por las tormentas» (AA.III.103)
«Vi la ayuda llegar en el momento de mayor angustia» (AA.III.104)



1.4 La Iglesia de los Apóstatas
«Vi la iglesia de los apóstatas crecer grandemente. Vi las tinieblas que partían de ella, repartirse alrededor y vi muchas personas abandonar a la Iglesia legítima y dirigirse hacia la otra diciendo: «Ahí todo es más bonito, más natural y más ordenado» (AA.II.414)
«Vi cosas deplorables: se jugaba, se bebía, se parloteaba, se seducía a las mujeres en la iglesia, en una palabra se cometían allí todo tipo de abominaciones» (AA.III.120)
«Los sacerdotes dejaban que se hiciera cualquier cosa y decían la misa con mucha irreverencia. Vi pocos que tuvieran todavía piedad y juzgasen sanamente las cosas. Todo eso me afligió mucho. Entonces mi Esposo celeste me cogió por medio del cuerpo, como él mismo había sido atado a la columna y me dijo: «Es así como la Iglesia será todavía encadenada, es así como será estrechamente atada antes de que pueda revelarse» (AA.III.120)
«El (mi esposo celeste) me mostró también en cuadros innumerables la deplorable conducta de los cristianos y de los eclesiásticos, en las esferas cada vez más vastas extendiéndose a través del mundo entero estando mi país incluido. Era un cuadro inmenso e indeciblemente triste que es imposible describir. Me fue así mostrado que no hay casi ya más cristianos en el antiguo significado de la palabra. Esta visión me llenó de tristeza. (AA.III.125)
«Vi en el futuro la religión caída muy bajo y conservándose únicamente en algunos lugares, en algunos hogares y en algunas familias que Dios ha protegido también de los desastres de la guerra» (AA.III.557)
« (12 de septiembre de 1820). Vi construir una iglesia extraña y al revés de todas las reglas. El coro estaba dividido en tres partes, de las que cada una era unos grados más alta que la otra. Por debajo había una sombría bodega llena de humo. (AA.III.104)
« … en la primera parte vi arrastrar un trono … en la segunda un barreño lleno de agua. El agua sola parecía tener algo de santificado… en la más elevada una mesa …»
« No vi ningún ángel asistir a la construcción: pero diversos espíritus planetarios (que se encargan de engañar a los hombres) de los más violentos arrastraban todo tipo de objetos al sótano, donde personajes en pequeños mantos eclesiales los tomaban para llevarlos con ellos. Nada venía de lo alto en esta iglesia: todo venía de la tierra (…) y de la región tenebrosa (…) todo en esa iglesia, era oscuro, a contra sentido y sin vida: no había más que burla y ruina»
«Vi cerca otra iglesia donde reinaba la claridad y que estaba provista de toda especie de gracias de lo alto. Vi a los ángeles subir y descender, vi vida y crecimiento… (Y también) tibieza y disipación»
«Sin embargo, la Iglesia tradicional (todo lo imperfecta u oscurecida que esté para no saber la luz que le espera) era como un árbol lleno de sabia en comparación de la otra que parecía un baúl lleno de objetos inanimados. Esta era como un pájaro que planea, esta como un dragón de papel, con una cola cargada de cintas y de letreros, que se arrastra en un rastrojo en vez de volar. Vi que muchos de los instrumentos que estaban en la nueva iglesia, como por ejemplo las flechas y dardos, no estaban reunidos más que para ser empleados contra la iglesia viva» (AA.III.104)
«Ellos amasaban pan en la bodega de abajo; pero de ello no resultaba nada y se trabajaba en balde» (AA.III.105)
«Vi también a los hombres con pequeños mantos llevar madera ante las graderías donde se encontraba la sede del predicador, encender fuego, soplar con todas sus fuerzas y producirse un dolor extremo, pero todo esto no producía más que un humo y un vapor abominables» (AA.III.105)
«Entonces hicieron un agujero en lo alto con una vara, pero el humo no quería subir y todo permanecía sumergido en una oscuridad asfixiante.
«Todo permanecía en la tierra e iba a la tierra, y todo estaba muerto, artificial y hecho por la mano del hombre: es propiamente una iglesia de fábrica humana siguiendo la última moda, tan bien como la nueva iglesia heterodoxa de Roma, que es de la misma especie» (AA.III105)
«Me encontraba en una gran sala. A los dos lados había delante de los pupitres, jóvenes en hábito largo que parecían ser seminaristas. En medio un hombre grueso iba y venía. De repente en el lugar de los hombres, ya no vi más que caballos, a los dos lados, y en medio un gran buey rumiando que iba y venía, mientras que detrás de él los caballos mostraban los dientes y hacían todo tipo de muecas. Esperaba que el buey les mostraría los cuernos y que les obligaría a estar tranquilos, pero la única cosa que hizo, fue, llegando a un lado de la sala, golpear la pared con sus cuernos. Ya había un agujero y yo me decía que todo iba a derrumbarse sobre ellos» (AA.III.176)



1.5 La Falsa Iglesia
«12 de noviembre de 1820. – Viajaba a través de una comarca sombría y fría y llegue a la gran ciudad (Roma). Vi allí de nuevo la gran y singular iglesia que se estaba construyendo; no había nada de santo en ella; vi aquello de la misma manera que veo una obra católica, eclesiástica, en la cual trabajan en común los ángeles, los santos y los cristianos; pero aquí la colaboración se hacía de otras maneras más mecánicas. (AA. III. 105)
Vi arriba dibujar líneas y trazar figuras, y vi cómo, en seguida, en la tierra, un hombre había levantado un plano, un dibujo. Vi la acción de los orgullosos espíritus planetarios en sus relaciones con esta construcción hacerse sentir hasta en las regiones más alejadas. Vi llegar hasta distancias inmensas el impulso dado para la preparación de todo lo que podía ser necesario y útil para la construcción y para la existencia de esta iglesia; vi allí concurrir a todo tipo de personas y de cosas, de doctrinas y de opiniones. Había en todo esto, algo de orgulloso, de presuntuoso, de violento y todo parecía tener éxito y me era mostrado en una multitud de escenas.
Vi subir y bajar a los espíritus planetarios, los vi enviar rayos sobre las personas que construían el edificio. Todo se hacía según la razón humana. (AA.III.105)
No vi ni un solo ángel, ni un solo santo cooperar en esta obra. Pero vi mucho más lejos, en el fondo, el trono de un pueblo salvaje armado de espadas, y una figura que reía y que decía: «Constrúyela todo lo sólida que quieras, nosotros la derrumbaremos» (AA.III.105)
(Vi) que se mina y se asfixia la religión tan hábilmente que no queda a penas más que un pequeño número de sacerdotes que no estén seducidos. No puedo decir como se ha hecho esto, pero veo la niebla y las tinieblas extenderse cada vez más. Sin embargo hay tres iglesias en las que no pueden pertrecharse: son las de San Pedro, la de Santa María Mayor y la de San Miguel. Ellos trabajan continuamente para demolerlas pero no lo consiguen. Todos trabajan para la demolición, incluso los eclesiásticos. Una gran devastación está próxima. (AA.III.122)
Vi muchas abominaciones con gran detalle; reconocí a Roma y vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior. (AA.III.159)
Vi sobre una verde pradera muchas personas, entre los cuales había sabios, reunirse aparte… (AA.III.156)
… y apareció una nueva iglesia en la cual ellos estaban reunidos. Esta iglesia era redonda con una cúpula gris y tantas personas afluían que yo no comprendía como ese edificio podía contenerlas a todas. Era como un pueblo entero.
Sin embargo esta nueva iglesia se volvía cada vez más sombría y negra (al comienzo solo era gris) y todo lo que se hacía en ella era como un vapor negro. Estas tinieblas se extendieron fuera y todo el verdor se marchitó; varias parroquias de los alrededores fueron invadidas por la oscuridad y la sequedad, y el prado, a una gran distancia, se volvió como una sombría ciénaga.
Vi entonces varios grupos de gentes bien intencionadas corres hacia un lado de la pradera donde había todavía verdor y luz.
No puedo encontrar palabras para describir la acción terrible, siniestra, mortífera, de esta iglesia. Todo verdor se marchitaba, los árboles morían, los jardines perdían su aderezo. Vi, como se puede ver en una visión, las tinieblas producir su efecto a una gran distancia; por todo donde ellas llegaban, se extendía como una cuerda negra. No sé lo que pasó con todas las personas que estaban dentro de esa iglesia. Era como si devorara a los hombres: se volvía cada vez más negra, semejaba totalmente al carbón de forja y se descamaba de manera horrible.
Tras esto (tras la horrible visión de la iglesia negra) fui, guiada por tres ángeles, a un lugar verdeante rodeado de muros, grande aproximadamente como el cementerio que está aquí ante la puerta;
Fui colocada allí como en una banqueta elevada. No sabía si estaba viva o muerta, pero tenía un gran vestido blanco. (AA.III.157)
El mayor de los tres me dijo: «¡Alabado sea Dios! Aquí todavía queda luz y verdor» entonces cayó del cielo, entre la iglesia negra y yo, como una lluvia de perlas brillantes y de piedras preciosas deslumbrantes…
Y uno de mis compañeros (uno de los tres ángeles) me ordeno recibirlas.
Después se fueron. No sé si partieron todos; me acuerdo solamente que, en la gran ansiedad que me causaba la iglesia negra, no tuve el coraje de recibir las piedras preciosas. Pero cuando el Ángel volvió a mí, me preguntó si las había recogido y le respondí que no; entonces me ordeno hacerlo en seguida.
Entonces me incliné hacia delante y encontré todavía tres pequeñas piedras con las caras talladas como cristales. Estaban situadas por orden: la primera era azul, la segunda de un rojo claro, la tercera de un blanco brillante y transparente. Yo las llevaba a mis dos otros acompañantes que eran más pequeños que el primero, y, siempre marchando de aquí para allá, ellos las frotaban unas contra otras e hicieron surgir de ellas los más bellos colores y los más bellos rayos de luz que se extendieron por todo.
Allí a donde llegaban, el verdor renacía, la luz y la vida se propagaban. Vi también a un lado a la iglesia tenebrosa que se degradaba.
Después, de golpe, una gran multitud se extendió por el prado verdeante e iluminado, dirigiéndose hacia una villa luminosa.
Por el otro lado de la iglesia negra todo permanecía todavía en una noche sombría. (AA.III.156)
Quieren ellos ser un solo cuerpo en algo diferente que el Señor.
Se formó un cuerpo, una comunidad fuera del cuerpo de Jesús que es la Iglesia: una falsa Iglesia sin Redentor, en la que el misterio es no tener misterio. (AA.II.89)
Es cuando la ciencia se ha separado de la fe cuando nade esta Iglesia sin Salvador, las pretendidas buenas obras sin la fe, la comunión de los incrédulos teniendo la apariencia de virtud, en una palabra la anti-Iglesia cuyo centro está ocupado por la malicia, el error, la mentira, la hipocresía, la laxitud, los artificios de todos los demonios de la época. (AA.II.89)



1.6 La Comunión de los Profanos
Todo es (en esta «falsa iglesia») fundamentalmente malo; es la comunión de los profanos.
No sé decir hasta donde todo lo que ellos hacen es abominable, pernicioso y vano. (AA.II.89)
¡Quieren ser uno solo cuerpo en algo diferente que el Señor! (AA.II.89)
Tuve una visión en la que vi a los otros en la falsa iglesia, edificio cuadrado, sin campanario, negro y sucio, con una cúpula elevada. Ellos estaban en gran intimidad con el espíritu que reinaba ahí. Esta iglesia está llena de inmundicias, de vanidades, de necedad y de oscuridad. Casi nadie de ellos conocía las tinieblas en medio de las cuales trabajaba. Todo es puro en apariencia: pero no es más que vacío. (AA.II.88)
(La falsa iglesia) está llena de orgullo y de presunción, y con eso destruye y conduce al mal con toda clase de buenas apariencias. Su peligro está en su inocencia aparente (AA.II.89)
Ellos hacen y quieren cosas diferentes: en ciertos lugares su acción es inofensiva: además trabajan para corromper a un pequeño número de sabios, y así todos juntos desembocan en un centro, en una cosa mala por su origen, en un trabajo y en una acción fuera de Jesucristo por el cual únicamente toda vida es santificada y fuera del cual todo pensamiento y toda acción permanecen como el imperio de la muerte y del demonio. (AA.II.89)
Me encontraba en un navío agujereado y estaba tumbada en el fondo, en el único lugar que estaba intacto: las personas estaban sentadas en los dos bordes del navío. Yo oraba continuamente para que no fueran precipitados a las olas: sin embargo ellos me maltrataban y me daban patadas. Veía a cada instante el navío a punto de hundirse y estaba muerta de miedo. (AAA.III.147)
Finalmente ellos fueron obligados a conducirme a tierra donde mis amigos me esperaban para llevarme a otro lugar.
Yo rezaba siempre para que estos desdichados desembarcasen también…
… pero apenas estaba sobre la orilla que el navío se hundió y ninguno de los que allí estaban pudo salvarse, lo cual me llenó de tristeza. En el lugar donde fui había una gran abundancia de frutos. (AA.III.147)
Cuando miraba debajo de mí, vi muy distintamente, a través de un velo de color sombrío, los errores, extravíos y los pecados innumerables de los hombres, y con qué necedad y que maldad ellos actuaban contra toda verdad y toda razón. Vi escenas de toda especie: volví a ver el navío en peligro, llevando a estos hombres convencidos de su inmenso mérito y admirados también por muchos otros, pasar cerca de mí sobre un mar peligroso y yo esperaba que en cualquier momento perecerían. Vi entre ellos a sacerdotes y sufrí profundamente para ayudarles a volver al arrepentimiento. (AA.III.149)
¡Vi tantos traidores! Ellos no soportan que se les diga: «esto va mal». Todo está bien ante sus ojos con tal de que puedan glorificarse con el mundo. (AA.III.184)



1.7 El Papa Traicionado
Vi al Papa en oración; estaba rodeado de falsos amigos que a menudo hacían lo contrario de lo que decía. (AA.II.203)
Vi al santo Padre en una gran tribulación y una gran angustia que afectaba a la Iglesia. Le vi muy rodeado de traiciones. (AA.II.414)
¡Ellos quieren quitar al pastor el prado que le es propio! ¡Quieren imponer otro que deja todo en manos de los enemigos! Entonces, tomada por la cólera, ella elevaba el puño cerrado diciendo: ¡Alemanes Bribones! ¡Escuchad! ¡No lo conseguiréis! ¡El pastor está en una rocalla! ¡Ustedes, sacerdotes, no se mueven! ¡Dormís y la granja arde por todos los lados! ¡No hacéis nada! ¡Como lloraréis por eso un día! (AA.III.184)
Vi que, en ciertos casos de extrema desdicha, el Papa tiene visiones y apariciones (AA.II.414) .



1.8 El Falso Ecumenismo
Vi, bajo una imagen de varios jardines formando un círculo alrededor mío, la relaciones del Papa con los obispos. Vi al Papa mismo sobre su trono, colocado como en un jardín. Vi en diversos jardines, los derechos y los poderes de estos obispos, bajo forma de plantas, flores y frutos, y vi relaciones, corrientes, influencias, como hilos o rayos yendo de la sede de Roma a los jardines. Vi sobre la tierra, en estos jardines, la autoridad espiritual del momento: vi en el aire, encima de ellos, la cercanía de nuevos obispos. Así, por ejemplo, vi en el aire (en el futuro), encima del jardín donde se encontraba el severo superior (el obispo de entonces, severo porque era firme en la fe), un nuevo obispo mitrado, la mitra y todo lo demás. Vi alrededor de él protestantes que querían hacerle descender en el jardín, pero no con las condiciones que el Papa había exigido. (AA.III.128)
Ellos buscaban infiltrarse por toda clase de medios: desordenaban ciertas partes del jardín donde plantaban malas semillas. Les vi tanto en un lugar, tanto en otro, cultivar, o dejar en baldío, demoler y no quitar los escombros, etc. todo estaba lleno de trampas y de ruinas. Les vi interceptar y desviar las vías que iban al Papa. (AAA.III.128)
Vi a continuación que cuando ellos introducían el obispo de la manera que se habían propuesto, él era intruso, introducido contra la voluntad del Papa y que no poseía legítimamente la autoridad espiritual. (AA.III.128)
Vi, por lo que creo, casi todos los obispos del mundo, pero un pequeño número solamente perfectamente sano. (AA.III.136)
Vi todo lo que respecta al protestantismo tomar cada vez más poder, y la religión caer en decadencia completa. (AA.III.137)
Había en Roma, incluso entre los prelados, muchas personas de sentimientos poco católicos que trabajaban para el éxito de este asunto (la fusión de las iglesias).
Vi también en Alemania a eclesiásticos mundanos y protestantes iluminados manifestar deseos y formar un plan para la fusión de las confesiones religiosas y para la supresión de la autoridad papal. (AA.III.179)
¡… y este plan tenía, en Roma misma, a sus promotores entre los prelados! (AA.III.179)
Ellos construían una gran iglesia, extraña y extravagante; todo el mundo tenía que entrar en ella para unirse y poseer allí los mismos derechos; evangélicos, católicos, sectas de todo tipo: lo que debía ser una verdadera comunión de los profanos donde no habría más que un pastor y un rebaño. Tenía que haber también un Papa pero que no poseyera nada y fuera asalariado. Todo estaba preparado de antemano y muchas cosas estaban ya hechas: pero en el lugar del altar, no había más que desolación y abominación. (AA.III.188) .



1.9 Profanación de la Eucaristía
Vi muy a menudo a Jesús mismo cruelmente inmolado sobre el altar por la celebración indigna y criminal de los santos misterios. Vi ante los sacerdotes sacrílegos la santa Hostia reposar sobre un altar como un Niño Jesús vivo que ellos cortaban en trozos con la patena y que martirizaban horriblemente. Su misa, aunque realizando realmente el santo sacrificio, me parecía como un horrible asesinato. (CC.89)
… la devoción al Santísimo Sacramento caería completamente en decadencia y el sacramento mismo en el olvido. Ella decía esto aplicándolo particularmente a esa parte de la Iglesia en la que vio todas las cosas desecarse y morir ante el progreso de las luces y bajo el régimen de la libertad, de la caridad y de la tolerancia. (AA.III.164)
Veo los enemigos del Santísimo Sacramento que cierran las Iglesias e impiden que se le adore, acercarse a un terrible castigo. Yo los veo enfermos y en el lecho de muerte sin sacerdote y sin sacramento (AA.III.167)
La fiesta del Santísimo Sacramento se había vuelto una necesidad porque en esa época (la de su institución) la adoración que le era debida estaba muy descuidada y la Iglesia debía proclamar su fe por una adoración pública. No hay fiesta y devoción establecidas por la Iglesia, artículo de fe promulgado por ella que no sean indispensables, necesarios y exigidos para el mantenimiento de la verdadera doctrina en una época dada. (AA.II.286) .



1.10 La Bendición Descuidada
Es muy triste que los sacerdotes, en nuestro tiempo, (el de Ana Catalina) sean tan indiferentes en lo que toca al poder de bendecir. Se diría a menudo que ya no saben lo que es la bendición sacerdotal; muchos a penas creen en ella y se avergüenzan de la bendición como de una ceremonia anticuada y supersticiosa.
Muchos, finalmente, no reflexionan nada en esa virtud y en esa gracia que se les ha dado por Jesucristo y tratan la cosa muy ligeramente. Como el Señor ha instituido el sacerdocio y le ha transmitido el poder de bendecir, me es necesario languidecer y consumirme en el deseo de recibir la bendición. Todo en la Iglesia no hace más que un solo cuerpo: el rechazo de una parte hace que la otra quede afectada. (AA.I.523) .



1.11 El Celibato de los Sacerdotes
Desde el domingo de Quasimodo hasta el tercer domingo tras la Pascua (1820), sus sufrimientos expiatorios aumentaron hasta tal punto que su entorno, a pesar de estar acostumbrado desde hacía tiempo a parecidos espectáculos, podía a penas soportarlo. Ana Catalina sufría a causa de los ataques dirigidos por los adherentes de Wessemberg contra el celibato de los sacerdotes y de los numerosos escándalos ligados a esos desgraciados manejos. (AA.III.167)
He sido conducida hacia un rebaño, en una de las extremidades del campo de la casa de bodas. Entre los corderos que lo componían, había muchos malos carneros que deterioraban el rebaño golpeándolo con sus cuernos. (AA.III.174)
Se me ordenó poner a parte a los carneros malos. Esto era muy desagradable y muy penoso para mí, ya que yo no podía distinguirlos bien de los otros. . .



1.12 Lengua Profana y Lengua Sagrada
No puedo hacer uso de las oraciones de la Iglesia traducidas al alemán. Ellas son para mi demasiado insípidas y demasiado repelentes. En la oración no estoy ligada a ninguna lengua y, en el transcurso de mi vida, las oraciones latinas de la Iglesia me han parecido siempre mucho más profundas y más inteligibles. En el convento, me regocijaba siempre de antemano cuando debíamos cantar los himnos y responsos en latín. La fiesta era todavía más viva para mí y veía todo lo que cantaba. Sobre todo cuando catábamos en latín las letanías de la Santa Virgen, veía sucesivamente en una maravillosa visión todas las figuras simbólicas de María. Era como si mis palabras hubieran hecho aparecer esas imágenes, y al comienzo estaba muy asustada de ello; pero pronto eso fue para mí una gracia y un fervor que estimulaban mucho mi devoción. He visto así las escenas más admirables. (AA.I.258).



1.13 La Anarquía de la Iglesia
No hay más que una Iglesia, la Iglesia católica romana. Y cuando no quedare sobre la tierra más que un católico, este constituiría la Iglesia una, universal, es decir católica, la Iglesia de Jesucristo, contra la cual las puertas del infierno no prevalecerán.
El conocimiento de la grandeza y de la magnificencia de esta Iglesia, en la cual los sacramentos son conservados con toda su virtud y su santidad inviolable, es desgraciadamente una cosa rara en nuestros días, incluso entre los sacerdotes. Y es porque tantos sacerdotes no saben ya más lo que ellos son y no comprenden más el sentido de esta palabra, «pertenecer a la Iglesia».
Es algo muy grande, pero también algo imposible sin la verdadera luz, sin la simplicidad y la pureza, el vivir según la fe de esta santa Iglesia. (AA.I.528)
Veo en todos ellos, incluso en los mejores de entre ellos, un orgullo espantoso, pero en ninguno veo humildad, simplicidad, obediencia. Son terriblemente vanos de la separación en la que viven. Hablan a veces de fe, de luz, de cristianismo vivo; pero menosprecian y ultrajan la santa Iglesia en la cual únicamente hay que buscar la luz y la vida. (AA.I.535)
Se sitúan por encima de todo poder y de toda jerarquía eclesiástica y no conocen ni la sumisión ni el respeto hacia la autoridad espiritual. En su presunción, pretenden comprenderlo todo mejor que los jefes de la Iglesia e incluso que los santos doctores. Rechazan las buenas obras y quieren sin embargo poseer toda perfección, ellos que, con su pretendida luz, no juzgan necesarias la obediencia, ni las reglas de disciplina, ni mortificaciones, ni penitencia. Yo los veo siempre alejarse cada vez más de la Iglesia, y veo un mal porvenir para ellos. (AA.I.536)
Ninguna desviación lleva a consecuencias tan desastrosas y es tan difícil de curar como este orgullo del espíritu por consecuencia del cual el hombre pecador pretende llegar a la suprema unión con Dios sin pasar por el camino laborioso de la penitencia, sin practicar incluso las primeras y las más necesarias de las virtudes cristianas y sin otra guía que el sentimiento íntimo y la luz que da al alma la certeza infalible que Cristo opera en ella. (AA.I.536)
Estos «iluminados», los veo siempre en una cierta relación con la venida del Anticristo, ya que ellos también, por sus manejos, cooperan en el cumplimiento del misterio de iniquidad. (AA.I.536) .



1.14 ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!
¡Cristo para nosotros! ¡Cristo en nosotros! (AA.I.536)
Ellos habían rechazado todo juicio de la autoridad legítima de la Iglesia, que únicamente ella ha recibido su poder de Dios, que únicamente ella tiene misión para poder decidir sobre la verdad o falsedad de estos tipos de manifestaciones interiores; ellos se habían puesto por encima de las reglas de la fe y de los mandamientos divinos y habían por ello quitado toda barrera que hubiera podido preservar a estos infortunados de este mal cuya influencia desastrosa hacían crecer como una simiente de maldición por todo lugar por donde pasaban. (AA.I.537)
Jesús les habló de diferentes sectas religiosas que existían entonces, y que Él las describió como sepulcros blanqueados y llenos de la corrupción más espantosa. (BB.II.180)
El tiempo del Anticristo no está tan próximo como algunos creen. Habrá todavía algunos precursores. He visto en dos ciudades doctores, de cuya escuela podrían salir estos precursores. (AA.II.441)
… ella vio el cese del sacrificio en la época del Anticristo (AA.II.492)
27 de junio de 1822 – He tenido un penoso trabajo que hacer en una iglesia en la que se había, por temor a una profanación, cerrado y tapiado el Santísimo Sacramento en un pilar y donde se decía la misa en secreto en una bodega debajo de la sacristía. No puedo decir donde ocurría esto: la iglesia era muy vieja y tenía yo un terror mortal de que el sacramento estuviera expuesto a algún peligro. Entonces mi conductor me exhortó de nuevo a orar y a pedir con todo mi conocimiento oraciones para la conversión de los pecadores y sobre todo para que los sacerdotes tengan una fe firme: ya que los tiempos muy difíciles se acercan: los no católicos quieren por todos los medios posibles disputar y quitar a la Iglesia todo lo que es de su dominio. La confusión será cada vez mayor. (AA.II.475)



1.15 El Hedonismo y la Cruz
… se guardaba silencio sobre la cruz, sobre el sacrificio y la satisfacción, sobre el mérito y el pecado, donde los hechos, los milagros y los misterios de la historia de nuestra redención debían dejar paso a «profundas teorías de la revelación», donde el hombre-Dios, para ser soportado, sólo debía ser presentado como «el amigo de los hombres, de los niños, de los pescadores», donde su vida no tenía valor más que como «enseñanza», su Pasión como «ejemplo de virtud», su muerte como «caridad» sin objeto; donde se le quitaba al pueblo creyente el antiguo catecismo que se reemplazaba por «historias bíblicas» donde la falta total de doctrina debía de ser velada bajo «un lenguaje ingenuo al alcanza de todas las inteligencias»; donde los fieles estaban forzados a «cambiar todos sus libros de piedad», sus viejas fórmulas de plegaria y sus antiguos cánticos por producciones de fábrica moderna «tan malas y tan impías» como aquellas por las que se intentaba reemplazar el misal, el breviario y el ritual. (AA.II.415)
No es solamente para los incrédulos y los enemigos de Dios que combatían a la santa Iglesia con todas las armas de la violencia y de la astucia, que la cruz era una locura y un escándalo, sino que, al margen de los hombres que no querían renegar de la fe en Jesucristo, uno se asustaba del número de aquellos que comprendían todavía el testimonio del príncipe de los Apóstoles: «Sabed que no habéis sido buscados por el oro y la plata, cosas perecederas, sino por la sangre preciosa de Cristo, como por la de un cordero sin mancha.» ..



2. La Gran Tribulación .



2.1 La Escisión de la Iglesia
12 de abril de 1820 – Tuve todavía una visión sobre la gran tribulación, bien en nuestra tierra, bien en países alejados. Me pareció ver que se exigía del clero una concesión que no podía hacer. Vi muchos ancianos sacerdotes y algunos viejos franciscanos, que ya no portaban el hábito de su orden y sobre todo un eclesiástico muy anciano, llorar muy amargamente. Vi también algunos jóvenes llorar con ellos. (AA.III.161)
Vi a otros, entre los cuales todos tibios, se prestaban gustosos a lo que se les demandaba.
Vi a los viejos, que habían permanecido fieles, someterse a la defensa con una gran aflicción y cerrar sus iglesias. Vi a muchos otros, gentes piadosas, paisanos y burgueses, acercarse a ellos: era como si se dividieran en dos partes, una buena y una mala. (AA.III.162).



2.2 El Rosario, Arma del Combate Escatológico
Como los propagadores de las luces tenían un odio muy especial a la devoción del rosario, la importancia de esta devoción me fue mostrada en una visión de sentido muy profundo. (AA.III.162)
Después de esto (de la visión de los propagadores de las luces, enemigos del rosario), Ana Catalina hizo la descripción del rosario; pero fue imposible al Peregrino (el transcriptor de sus visiones) reproducir sus palabras, ella misma, en el estado de vigilia no podía expresar bien lo que había visto… Los diversos Ave María eran estrellas formadas por cientos de piedras preciosas sobre las cuales los patriarcas y los ancestros de María estaban figurados en escenas que se relacionaban con la preparación de la Encarnación y con la Redención. Así, este rosario abrazaba al cielo y la tierra, Dios, la naturaleza, la historia, la restauración de todas las cosas y del hombre por el Redentor que ha nacido de María; y cada figura, cada materia, cada color, según su significado esencial, era empleado para la realización de esta obra de arte divino. (AA.III.162) .



2.3 La Traslación de la Iglesia
Llegué a la casa de San Pedro y San Pablo (Roma) y vi un mundo tenebroso lleno de angustia, de confusión y de corrupción. (AA.II.413)
Vi al santo Padre en una gran tribulación y una gran angustia respecto a la Iglesia. (AA.II.414)
Vi la Iglesia de San Pedro que un hombre pequeño llevaba sobre sus hombros; tenía algo de judío en los trazos del rostro. El asunto parecía muy peligroso. María estaba de pié sobre la iglesia en el lado norte y extendía su manto para protegerla. (AA.III.124)
Ese hombrecito parecía sucumbir. Parecía ser todavía laico y yo lo conocía.
Los doce hombres que veo siempre como nuevos apóstoles debían ayudarle a llevar su carga: pero ellos venían demasiado lentamente. Parecía que él caería bajo el peso de la carga, entonces, finalmente, llegaron todos ellos, se pusieron debajo y numerosos ángeles vinieron en su ayuda. Eran solamente los cimientos y la parte posterior de la iglesia (el coro y el altar), todo el resto había sido demolido por la secta y por los servidores de la iglesia mismos. (AA.III.124)
Ellos llevan la Iglesia a otro lugar y me parece que varios palacios caían ante ellos como campos de trigo que se cosechan. (AA.III.124)
Cuando incluso no quedara más que un solo cristiano católico, la Iglesia podría triunfar de nuevo. (AA.III.124)
Cuando vi la iglesia de San Pedro en su estado de ruina y como tantos eclesiásticos trabajaban, estos también, a la obra de destrucción, sin que ninguno de ellos lo hiciera abiertamente ante los demás, sentí una tal aflicción que grité hacia Jesús con todas mis fuerzas, implorando su misericordia. Entonces vi ante mí a mi esposo celeste bajo la forma de un hombre joven y me habló durante largo tiempo. Él dijo, entre otras cosas, que esta translación de la iglesia de un lugar a otro significaba que ella estaba en completa decadencia, pero que reposaba sobre esos porteadores y se revelaría con su ayuda. Incluso cuando sólo quedara un solo cristiano católico, la Iglesia podría triunfar de nuevo, ya que ella no tiene su fundamento en la inteligencia y los consejos de los hombres.
Él me mostró entonces como nunca habían faltado personas orando y sufriendo por la Iglesia. Me hizo ver todo lo que Él mismo había sufrido por ella, qué virtud había dado a los méritos y a los trabajos de los mártires y como Él padecería de nuevo todos los sufrimientos inimaginables si le fuera posible sufrir de nuevo. Me mostró también en escenas innumerables la deplorable conducta de los cristianos y de los eclesiásticos, en esferas cada vez más vastas, extendiéndose a través del mundo entero, incluido mi país, después me exhortó a perseverar en la oración y el sufrimiento. Era una escena inmensa e indeciblemente triste que es imposible describir. Se me mostró también que ya no hay apenas cristianos en el antiguo sentido del término, por lo mismo que todos los judíos que existen todavía hoy son puros fariseos, solamente más endurecidos que los antiguos: no hay más que le pueblo de Judith en África que es semejante a los judíos de antaño. Esta visión me llenó de tristeza. (AA.III.125) .



2.4 La Tormenta
Vi una gran tormenta venir del Norte. Avanzaba en semicírculo hacia la ciudad de alta torre (Viena) y se extendía también hacia el poniente. Vi a lo lejos combates y surcos de sangre en el cielo por encima de varios lugares, y vi acercarse infinitas desgracias y miserias para la Iglesia. (AA.II.244)
He visto en esta villa (Roma) terribles amenazas viniendo del Norte. (AA.II.414)
Vi el sacrificio de Isaac en el monte Calvario. La parte de atrás del altar estaba vuelta hacia el Norte: los patriarcas colocaban siempre así el altar porque el mal venía del Norte. (AA.II.484)
¡Oh ciudad, oh ciudad (Roma)! ¿De qué estás amenazada? La tormenta está próxima. ¡Mantente en guardia! Pero espero que permanezcas inquebrantable. (AA.III.127)
Vi a Roma en un estado tan deplorable que la menor chispa podía prender fuego por todas partes. Vi a Sicilia en sombras, espantosa y abandonada por todos aquellos que pudieran huir. (AA.III.127)
Un día, estando en éxtasis, ella exclamó en voz alta y gimió: «Veo la Iglesia completamente aislada y como completamente abandonada. Parece que todo el mundo huye de ella. Todo está en lucha a su alrededor. Por todas partes veo grandes miserias, el odio, la traición y el resentimiento, el conflicto, el abandono y una ceguera completa. (AA.III.127)
Veo desde un punto central y tenebroso (y situado, parece ser, en Roma misma) partir mensajeros para llevar algo a varios lugares: esto sale de su boca como un vapor negro que cae sobre el pecho de los oyentes y enciende en ellos el odio y la rabia. (AA.III.127)
Oro ardientemente por los oprimidos. Sobre los lugares donde oran algunas personas, veo descender la luz, en otros veo descender espesas tinieblas. La situación es terrible. ¡Cuánto he rezado! (AA.III.127) .



2.5 Viena
Tuve la visión de una gran iglesia con una torre muy alta y muy artísticamente trabajada, situada en una gran ciudad, cerca de un largo río. El patrón de la iglesia era san Esteban y vi cerca de él otro santo que fue martirizado tras él. (AA.II.243)
Cerca de esta iglesia, vi a muchas personas distinguidas, entre las cuales varios extranjeros, con delantales y paletas de albañil. Parecían enviados ahí para demoler esta iglesia que estaba cubierta de pizarra. Todo tipo de personas del país se unían a ellos: había incluso sacerdotes y religiosos.
Vi a continuación a cinco hombres entrar en esta iglesia (la catedral de Viena), tres que parecían sacerdotes se habían revestido de ornamentos sacerdotales pesados y antiguos; los otros dos eran eclesiásticos muy jóvenes que parecían llamados a las santas órdenes. Me pareció también que estos recurrían a la santa comunión y que estaban destinados a despertar la vida de las almas.
De golpe, una llama partió la torre, se extendió sobre el tejado y parecía que todo se iba a consumir. Pensaba yo entonces en el ancho río que pasaba por uno de los lados de la ciudad, preguntándome si no se podría con su agua apagar el fuego. Pero las llamas hirieron muchos de los que habían puesto su mano en el trabajo de demolición: las llamas los cazaron y la iglesia continuó de pié. Sin embargo vi que no se salvaría más que tras la gran tormenta que se aproximaba.
Este incendio, cuyo aspecto era espantoso, indicaba en primer lugar un gran peligro, en segundo lugar un nuevo esplendor de la Iglesia tras la tempestad. En este país ellos han comenzado ya a arruinar a la Iglesia por medio de escuelas que entregan a la incredulidad.
Vi una gran tormenta venir del norte. Avanzaba en semicírculo hacia la ciudad de la alta torre y se extendía hacia el poniente. Vi a lo lejos combates y surcos de sangre en el cielo por encima de varios lugares, y vi acercarse desdichas y miserias infinitas para la Iglesia. (AA.III.245)
Los protestantes se ponen por todas partes a atacar a la Iglesia. (AA.III.245)



2.6 París
En un lugar, me parecía que se minaba por debajo una gran ciudad en la que el mal estaba a sus anchas. Había varios diablos ocupados en este trabajo. Estaban ya muy avanzados y yo creía que con tantos y tan pesados edificios la ciudad se derrumbaría pronto. He tenido siempre a propósito de París la impresión de que debía de ser así engullido: veo tantas cavernas por debajo, pero que no se parecen a las grutas subterráneas de Roma con las esculturas que las decoran. (AA.II.157) .



2.7 La Crisis Universal
Cuando llego a un país, veo lo más a menudo en su capital, como en un punto central, el estado general de este país bajo forma de noche, de bruma, de frío; veo también de muy cerca las sedes principales de la perdición, yo comprendo todo y veo en escenas donde están los mayores peligros. De estos focos de corrupción, veo derrames y cenagales extenderse a través del país como canales envenenados y veo en medio de todo esto a gentes piadosas en oración, las iglesias donde reposa el Santo Sacramento, los cuerpos innumerables de santos y bienaventurados, todas las obras de virtud, de humildad, de fe, ejercer una acción que sofoca, que apacigua, que detiene el mal, que ayuda donde hace falta. A continuación tengo visiones donde los malvados como los buenos pasan ante mis ojos. (AA.II.408)
Veo planear sobre ciertos lugares y ciertas ciudades, apariciones espantosas que les amenazan con grandes peligros o incluso con una destrucción total. Veo tal lugar derrumbarse de alguna manera en la noche: en otro, veo la sangre correr a ríos en las batallas libradas en el aire, en las nubes. (AA.II.408)
Y esto peligros, estos castigos, no los veo como cosas aisladas, sino que los veo como consecuencias de lo que pasa en otros lugares donde el pecado estalla en violencias y en combates encarnizados, y veo el pecado devenir la vara que golpea a los culpables. (AA.II.409)
Atravesaba la viña (la diócesis) de Saint Ludger (Munich) donde encontré todo en sufrimiento como anteriormente y pase por la viña de saint Liboire (Paderborn) donde trabajé en último lugar y que encontré en vías de mejora. Pasé por el lugar (Praga) donde reposan san Juan Nepomuceno, san Wenceslao, Santa Ludmila y otros santos. Habían muchos santos, pero entre los vivos pocos sacerdotes piadosos y me parecía que las personas buenas y piadosas se mantenían escondidas ordinariamente. Iba siempre hacia el mediodía (tras esa subida hacia el nordeste) y pasaba delante de la gran ciudad (Viena) que domina una alta torre y alrededor de la cual hay muchas avenidas y barrios. Dejaba esta ciudad a la izquierda y atravesé una región de altas montañas (los Alpes austríacos) donde todavía había, por aquí y por allá, mucha gente piadosa, especialmente entre aquellos que vivían dispersos: después, yendo siempre hacia el mediodía, llegue a la villa marítima (Venecia) donde vi recientemente a San Ignacio y sus compañeros. Vi ahí también una gran corrupción: vi a San Marcos y otros santos. Iba por la viña de san Ambrosio (la diócesis de Milán). Me acuerdo de muchas visiones y de gracias obtenidas por la intercesión de san Ambrosio, sobre todo la acción ejercida por él sobre san Agustín. He aprendido muchas cosas sobre él y, entre otras, que había conocido a una persona que tenía, en un cierto grado, el don de reconocer las reliquias. Tuve visiones a propósito de ese asunto y creo que él ha hablado de ello en uno de sus escritos…
Llegué a la casa de san Pedro y san Pablo (Roma) y vi un mundo tenebroso lleno de angustia, de confusión y de corrupción… vi en esta ciudad terribles amenazas viniendo del norte.



2.8 España
Partiendo de ahí, atravesé el agua (el Mediterráneo), tocando a las islas donde hay una mezcla de bien y de mal y encontré que los más aislados eran los más felices y los más luminosos: después fui a la patria de Francisco Javier (España), porque yo viajaba en la dirección del poniente. Vi allí numerosos santos y vi el país ocupado por soldados rojos. (AA.II.411)
Su jefe (el de España) estaba hacia el mediodía más allá del mar. Vi a este país (donde se encontraba el jefe) pasablemente tranquilo en comparación de la patria de san Ignacio en donde yo entré a continuación y vi en un estado espantoso. (AA.II.414)
Vi a las tinieblas extendidas por toda esta región, sobre la cual reposaba un tesoro de méritos y de gracias provenientes de san Ignacio. Yo me encontraba en el punto central del país (Madrid). Reconocí el lugar donde, mucho tiempo antes, yo había visto en una visión a inocentes arrojados en una hoguera. (AA.II.414)
Vi finalmente a los enemigos del interior avanzando por todos los lados y aquellos que atizaban el fuego arrojados ellos mismos a la hoguera. (AA.II.415)
Vi enormes abominaciones extenderse sobre el país. Mi guía me dijo: «Hoy Babel está aquí». Y vi por todo el país una larga cadena de sociedades secretas, con un trabajo como en Babel, y vi el encadenamiento de estas cosas, hasta la construcción de la torre, en un tejido, fino como una tela de araña, extendiéndose a través de todos los lugares y toda la historia: el producto supremo de esta floración era Semiramis, la mujer diabólica. (AA.II.415)
Vi destruir todo lo que era sagrado y la impiedad y la herejía hacer irrupción. (AA.II.415)
Había una amenaza de guerra civil próxima y de una crisis interior que iba a destruirlo todo. (AA.II.415) .



2.9 Irlanda
Desde este desgraciado país (España) fui conducida por encima del mar, aproximadamente hacia el norte, en una isla donde estuvo san Patricio (Irlanda). No había más que católicos pero estaban muy oprimidos: tenían sin embargo relaciones con el Papa, pero en secreto. Había todavía mucho de bueno en este país porque las personas estaban unidas entre ellas. (AA.II.416)
De la isla de san Patricio llegue por encima de un brazo de mar (mar de Irlanda) a una gran isla. Estaba sombría, brumosa y fría.
Vi por aquí y por allá algunos grupos de piadosos sectarios (…) el resto estaba todo en una gran fermentación.
Casi todo el pueblo estaba dividido en dos partidos, y ellos estaban ocupados en intrigas tenebrosas y desagradables.
El partido más numeroso era el más malo: el menos numeroso tenía los soldados a sus órdenes; no valía tampoco gran cosa, pero sin embargo valía más. Vi una gran confusión y una lucha que se aproximaba y vi el partido menos numeroso tomar el poder.
Había en todo esto abominables maniobras: había traiciones mutuas, todos se vigilaban los unos a los otros y cada uno parecía ser el espía de su vecino.
Encima de este país vi una gran cantidad de amigos de Dios pertenecientes a los tiempos pasados: ¡cuántos santos reyes, obispos, propagadores del cristianismo que habían venido de allí hacia Alemania a trabajar en nuestro beneficio! Vi a santa Walburge, el rey Eduardo, Edgar y también santa Úrsula.
Vi mucha miseria en el país frío y brumoso: vi la opulencia, vicios y numerosos navíos.
De allí, fui al levante, más allá del mar, a un territorio frío donde vi a santa Brígida (de Suecia), san Canut (rey de Dinamarca y patrón de ese país) y a san Eric (rey de Suecia). Este país estaba más tranquilo y más pobre que el precedente, pero era también frío, brumoso y sombrío. No sé ya más que es lo que he visto y hecho allí. Todo el mundo era protestante. (AA.II.417)
Desde ese lugar fui a un inmenso territorio (Rusia) completamente tenebroso y lleno de maldad, de allí surgían grandes tormentas. Los habitantes eran de un orgullo inusitado. (AA.II.418)
Construían grandes iglesias y creían tener la razón de su parte. Vi que se armaban y que se trabajaba por todos los lados: todo era sombrío y amenazante. Vi ahí a san Basilio y a otros. Vi sobre el castillo de tejados deslumbrantes el Maligno que se mantenía en las agujas. (AA.II.418)
Mientras que todo esto surge como un desarrollo de los cuadros tenebrosos que veo en la tierra en estos países, veo los buenos gérmenes luminosos que hay en ellos, dar nacimiento a escenas situadas en una región más elevada. Veo por encima de cada país un mundo de luz que representa todo lo que se ha hecho por él por los santos, hijos de ese país, los tesoros de gracia de la Iglesia que ellos han hecho descender sobre él por los méritos de Jesucristo. Vi por encima de iglesias devastadas planear iglesias en la luz, vi a los obispos y los doctores, los mártires, los confesores, los videntes y todos los privilegiados de la gracia que han vivido allí: entro en las escenas donde figuran sus milagros y las gracias que ellos han recibido, y veo las visiones, las revelaciones, las apariciones más importantes que ellos han recibido: veo todas sus vidas y sus relaciones, la acción que han ejercido de cerca o de lejos, el encadenamiento de sus trabajos y los efectos producidos por ellos hasta las distancias más alejadas. Veo todo lo que ha sido hecho, como ha sido todo ello aniquilado; y como, con todo, la bendición permanece siempre sobre las vías que ellos han recorrido, como ellos permanecen siempre en unión con su patria y su rebaño por la intermediación de gentes piadosas que guardan su memoria y particularmente como sus osamentas, allí donde reposan, son, por medio de una relación íntima que las religa a ellos, fuentes de su caridad y de su intercesión.
Sin el socorro de Dios, no se podrían contemplar tantas miseria y abominaciones hacia esta caridad y esta misericordia, sin morir por ello de dolor. (AA.II.409) .



2.10 La Naturaleza Herida de Muerte
Vi la tierra como una superficie redonda que estaba cubierta de oscuridad y de tinieblas. (AA.II.158)
Todo se desecaba y parecía perecer. Vi esto con detalles innumerables en criaturas de toda especie, tales como los árboles, los arbustos, las plantas, las flores y los campos. Era como si el agua hubiera sido quitada de los arroyos, las fuentes, los ríos y los mares, o como si ella volviera a su origen, a las aguas que están por encima del firmamento y alrededor del paraíso. Atravesé la tierra desolada y vi los ríos como líneas delgadas, los mares como negros abismos donde no se veía más que algunos charcos de agua en el centro. Todo el resto era un fango espeso y turbio en el cual veía animales y peces enormes atrapados luchando contra la muerte. Iba lo suficientemente lejos para poder reconocer la orilla del mar donde yo había visto antes ahogar a san Clemente. Vi también lugares y hombres en el más triste estado de confusión y de perdición y vi, a medida que la tierra se volvía más desolada y más árida, las obras tenebrosas de hombres que las cruzaban. Vi muchas abominaciones con un gran detalle; reconocí Roma y vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior. (AA.III.158)



2.11 Cincuenta o Sesenta Años antes del Año 2000
En medio del infierno había un abismo espantoso; Lucifer fue precipitado allí cargado de cadenas, una espesa humareda lo rodeaba por todas partes. Su destino era regulado por una ley que Dios mismo había dictado; vi que, cincuenta o sesenta años, si no me equivoco entes del año 2000, Lucifer debía salir durante algún tiempo del abismo.
Vi muchos otros datos que he olvidado, otros demonios debían también ser puestos en libertad en una época más o menos alejada, con el fin de tentar a los hombre y de servir de instrumentos a la justicia divina. Muchos de estos demonios deben salir del abismo en esta época y otros de aquí a poco tiempo. (DD.452)
Vi que los apóstoles fueron enviados a la mayor parte de la tierra para abatir por todas partes el poder de Satán y para aportar bendiciones, y que las regiones donde operan eran las que habían sido más fuertemente envenenadas por el enemigo.
Si estos países no han perseverado en la fe cristiana y están ahora dejados al abandono, eso ha sido, como lo he visto, por una sabia disposición de la Providencia. Ellos debían ser solamente bendecidos para el porvenir y ellos permanecen baldíos con el fin de que sembrados de nuevo, lleven frutos abundantes cuando los demás se hayan quedado sin cultura. (AA.II.340)
Cuando Jesús descendió sobre la tierra y fue la tierra regada con su Sangre, la potencia infernal disminuyó considerablemente, y sus manifestaciones se hicieron más tímidas. (BV.56) .




3. La Gloria Crepuscular de la Iglesia.



3.1 La Reconstrucción de la Iglesia
Entonces vi reconstruir la Iglesia muy rápidamente y con más magnificencia que nunca. (AA.III.114)
Vi una mujer llena de majestad avanzar en la gran plaza que está ante la Iglesia. Ella mantenía su amplio manto sobre los dos brazos y se elevaba suavemente en el aire. Se posó sobre el domo y extendió sobre toda la extensión de la Iglesia su manto que parecía irradiar oro. Los demoledores se habían tomado un momento de reposo, pero, cuando quisieron volver al trabajo, les fue absolutamente imposible acercarse al espacio cubierto por el manto. (AA.II.204)
Después vi, a lo lejos, acercarse grandes cohortes, ordenadas en círculo alrededor de la iglesia, unas sobre la tierra, otras en el cielo. La primera se componía de hombres y mujeres jóvenes, la segunda de personas casadas de toda condición entre los cuales reyes y reinas, la tercera de religiosos, la cuarta de gentes de guerra. Ante ellos vi a un hombre montado sobre un caballo blanco. La última tropa estaba compuesta de burgueses y de paisanos de los cuales muchos estaban marcados en la frente con una cruz roja. (AA.III.113)
Vi la iglesia de San Pedro: estaba desnuda, con excepción del coro y del altar mayor. Después vinieron de todas partes del mundo sacerdotes y laicos que rehicieron los muros de piedra. (AA.III.118)
Mientras se acercaban, cautivos y oprimidos fueron liberados y se unieron a ellos. (AA.III.114)
Todos los demoledores y los conjurados fueron expulsados de todas partes y fueron, sin saber cómo, reunidos en una única masa confusa y cubierta de una bruma. Ellos no sabía ni lo que habían hecho, ni lo que debían hacer, y corrían, dándose cabezazos unos contra otros. Cuando fueron todos reunidos en una sola masa, los vi abandonar su trabajo de demolición de la iglesia y perderse en los diversos grupos. (AA.III.114)
Entonces vi rehacer la Iglesia muy rápidamente y con más magnificencia que nunca: porque las personas de todas las cohortes se hacían pasar las piedras de un extremo del mundo al otro. Cuando los grupos más alejados se acercaban, el que estaba más cerca del centro se retiraba tras los otros. Era como si ellos representasen diversos trabajos de la oración y el grupo de soldados las obras de la guerra. Vi en este a amigos y enemigos pertenecientes a todas las naciones. Eran simplemente gentes de guerra como los nuestros (como los soldados de su tiempo) y vestidos igual (con uniformes).
El círculo que formaban no estaba cerrado, pero había hacia el norte un gran intervalo vacío y sombrío: era como un agujero, como un precipicio. Tuve el sentimiento de que había allí una tierra cubierta de tinieblas. (AA.III.114)
Vi también a una parte de este grupo permanecer atrás: no querían ir hacia delante y todos tenían un aspecto sombrío y permanecían juntos unos contra otros. En todos estos grupos, vi muchas personas que debían sufrir el martirio por Jesús: había todavía hay muchos malvados y otra separación tendría que suceder más adelante…
Sin embargo vi a la iglesia completamente restaurada; por encima de ella, sobre una montaña, el Cordero de Dios rodeado de un grupo de vírgenes con palmas en las manos, y también los cinco círculos formados por las cohortes celestiales correspondientes a aquellos de aquí abajo que pertenecen a la tierra. (AA.III.113- .



3.2 La Guerra Espiritual
Vi grandes tropas viviendo de varios países dirigirse hacia un punto y combates que se libraban por todas partes. Vi en medio de ellos una gran mancha negra, como un enorme agujero; aquellos que combatían alrededor eran cada vez menos numerosos, como si muchos cayeran sin que se dieran cuenta.
Durante ese tiempo, vi todavía en medio de los desastres a los doce hombres, de los que ya he hablado, dispersados en diversos lugares sin saber nada los unos de los otros, recibir rayos del agua viva. Vi que todos hacían el mismo trabajo en diversos lados; que ellos no sabían de donde se les había pedido hacerlo y que cuando una cosa se había hecho, otra se les daba para hacer. Eran siempre doce de los cuales ninguno tenía más de cuarenta años… vi que todos recibían de Dios lo que se había perdido y que operaban el bien por todos lados; eran todos católicos. Vi también, en los tenebrosos destructores, falsos profetas y gentes que trabajaban contra los escritos de los doce nuevos apóstoles.
Como las fuerzas de los que combatían alrededor del abismo tenebroso se iban debilitando cada vez más, y como durante el combate toda una ciudad había desaparecido, los doce hombres apostólicos ganaban sin cesar un gran número de adherentes, y de la otra ciudad (Roma) partía como un cono luminoso que entraba en el círculo sombrío. (AA.III.159) .



3.3 Las Dos Ciudades
Vi en dos esferas opuestas, al imperio de Satán y al imperio del Salvador. Vi la ciudad de Satán y una mujer, la prostituta de Babilonia, con sus profetas y sus profetisas, sus taumaturgos y sus apóstoles. Ahí todo era rico, brillante, magnifico, comparado con el imperio del Salvador. Vi allí a reyes, emperadores, sacerdotes magníficamente vestidos y subidos en carrozas; Satán tenía un trono magnífico.
Al mismo tiempo vi el imperio del Salvador, pobre y a penas visible sobre la tierra, sumergido en el luto y la desolación. La Iglesia me fue presentada a la vez bajo los rasgos de la Virgen y bajo los del Salvador en la cruz, cuyo costado entreabierto parecía indicar al pecador el asilo de la gracia. (BB.IV.168) .



3.4 María, Protectora de la Iglesia
Vi por encima de la iglesia (San Pedro de Roma) muy disminuida, una mujer majestuosamente vestida con un manto azul cielo que se situaba a lo lejos, portando una corona de estrellas sobre la cabeza. (AA.III.160)
Vi una especie de gran manto que iba ampliándose constantemente y que acabó por abrazar todo un mundo con sus habitantes. Al mismo tiempo este símbolo fue para mí una imagen del tiempo presente, y vi a sacerdotes hacer agujeros en ese manto para mirar a través de él. (BB.III.344)
Vi en una gran ciudad una iglesia que era la más pequeña, llegar a ser la primera. (AA.III.160)
Los nuevos apóstoles se reunieron todos en la luz. Creo haberme visto entre los primeros con otro que yo conocía. (AA.III.160)
Ahora todo volvía a florecer. Vi un nuevo Papa, muy firme; vi también el negro abismo retraerse cada vez más: al final llegó un momento que un cubo de agua podía cubrir la abertura.
En último lugar vi todavía tres grupos o tres reuniones de hombres unirse a la luz. Tenían entre ellos personas iluminadas, y entraron en la iglesia.
Las aguas abundaban por todas partes: todo era verde y florido. Vi construir iglesias y conventos. (AA.III.161)
Vi también que la ayuda llegaba en el momento de más desolación.
Vi de nuevo a la Santa Virgen subir a la iglesia y extender su manto. Cuando tuve esta última visión, no vi al Papa actual. Vi uno de sus sucesores. Le vi a la vez suave y severo. Él sabía atraerse a los buenos sacerdotes y expulsar a los malos.
Vi todo renovarse y una iglesia que se elevaba hasta el cielo. (AA.III.103).



3.5 El Combate de San Miguel
Ya toda la parte anterior de la iglesia se había derrumbado: no quedaba de pié más que el santuario con el Santísimo Sacramento. Estaba yo derrumbada de tristeza y me preguntaba dónde estaba ese hombre que había visto otras veces sobre la iglesia para defenderla, llevando una vestimenta roja y un estandarte blanco. (AA.II.203)
Vi de nuevo la iglesia de San Pedro con su alta cúpula. San Miguel se mantenía en lo alto, brillante de luz, llevando una vestimenta roja de sangre y sosteniendo en la mano un gran estandarte de guerra.
Sobre la tierra había un gran combate. Los verdes y los azules combatían contra los blancos, y estos blancos que tenían por encima de ellos una espada roja y llameante, parecían estar derrotados: pero todos ignoraban por que combatían. (AA.II.205)
La Iglesia estaba completamente roja de sangre como el ángel, y se me dijo que ella sería lavada en la sangre.
Cuanto más duraba el combate, más el color sangrante se borraba de la iglesia y se volvió cada vez más transparente. Sin embargo el ángel descendió, fue hacia los blancos y le vi varias veces al frente de todas sus cohortes. Entonces fueron animados de un coraje maravilloso sin que ellos supieran de donde venía eso; era el ángel que multiplicaba sus golpes entre los enemigos, los cuales huían por todos lados. La espada de fuego que estaba por encima de los blancos victorioso desapareció entonces.
Durante el combate, las tropas de enemigos pasaban continuamente a su lado y una vez vino una muy numerosa.
Por encima del campo de batalla, tropas de santos aparecieron en el aire: mostraron, indicaban lo que había que hacer, hacían signos con las mano: todos eran diferentes entre ellos, pero inspirados de un mismo espíritu y actuando en un mismo espíritu.
Cuando el ángel descendió de lo alto de la iglesia, vi por encima de él en el cielo una gran cruz luminosa a la cual el Salvador estaba ligado; de sus cicatrices surgían haces de rayos resplandecientes que se extendían sobre el mundo. Las cicatrices eran rojas y semejantes a puertas brillantes cuyo centro era del color del sol. No llevaba corona de espinas, sino que de todas las heridas de la cabeza surgían rayos que se dirigían horizontalmente sobre el mundo. Los rayos de sus manos, del costado y de los pies tenían los colores del arco iris; se dividían en líneas muy menudas, a veces también se reunían y alcanzaban de esa manera a pueblos, ciudades, casas sobre toda la superficie del globo. Los vi por un lado y por otro, a veces lejos, a veces cerca, caer sobre diversos moribundos y aspirar las almas que, entrando en uno de estos rayos coloreados, penetraban en la llaga del Señor. Los rayos de la herida del costado se repartían sobre la iglesia situada por encima, como una corriente abundante y muy amplia. La iglesia estaba toda iluminada, y vi la mayor parte de las almas entrar en el Señor por esta corriente de rayos. (AA.II.205)
Vi también planear sobre la superficie del cielo un corazón brillando con una luz roja, del cual partía una vía de rayos blancos que conducían a la llaga del costado…
… y otra vía que se extendía sobre la Iglesia y sobre muchos países…
… estos rayos atraían hacia ellos un gran número de almas que, por el corazón y la vía luminosa, entraban en el costado de Jesús. Se me dijo que el corazón era María. (AA.II.205)
Tuve entonces la visión de una inmensa batalla. Toda la planicie estaba cubierta de una gran humo: había bosquecillos llenos de soldados de donde surgían continuamente. Era un lugar bajo: se veían grandes ciudades en la lejanía. Vi a san Miguel descender con una numerosa tropa de ángeles y separar a los combatientes. Pero esto no llegará más que cuando todo parezca perdido. Un jefe invocará a san Miguel y entonces la victoria descenderá.
Ella ignoraba la época de esta batalla. Dijo una vez que eso ocurriría en Italia, no lejos de Roma donde muchas cosas antiguas serían destruidas y donde muchas santas cosas nuevas (es decir desconocidas hasta entonces) reaparecerían un día. (AA.III.24)
San Miguel descendió en la iglesia (demolida con excepción del coro y del altar mayor) revestido con su armadura, y detuvo, amenazándoles con su espada, a varios malos pastores que querían penetrar allí. Los expulsó a un rincón oscuro donde se sentaron, mirándose unos a otros. La parte de la Iglesia que estaba demolida fue enseguida rodeada de una ligera claridad, de manera que se pudo celebrar perfectamente el servicio divino. Después vinieron de todas partes del mundo sacerdotes y laicos, que rehicieron los muros de piedra, ya que los demoledores no habían podido quitar las fuertes piedras de los cimientos. (AA.III.118).



3.6 La Mujer Fuerte
Vi a la hija del rey de reyes atacada y perseguida. Lloraba mucho por toda la sangre que se iba a verter y pasaba su vista sobre una tribu de vírgenes fuertes que debían combatir a su lado. Tuve mucho que hacer con Ella y le supliqué que pensara en mi país y en ciertos lugares que le recomendé. Pedí para los sacerdotes algo de sus tesoros, Ella me respondió: «Sí, tengo grandes tesoros, pero son pisoteados». Ella llevaba una vestimenta azul cielo. (AA.III.181)
Allí arriba, recibí de mi conductor una nueva exhortación a orar yo misma y a animar a todo el mundo, todo lo posible, a orar por los pecadores y en particular por los sacerdotes desviados. Muy malos tiempos van a venir, me dijo él. (AA.III.182)
Los no católicos seducirán a muchas personas y buscarán por todos los medios imaginables quitarle todo a la Iglesia. Seguirá de ello una gran confusión (AA.III.182)
Tuve otra visión donde vi cómo se preparaba la armada de la hija del rey. Una multitud de personas contribuían a ello. Y lo que ellas aportaban consistía en oraciones, en buenas obras, en victorias sobre sí mismas y en trabajos de toda especie. Todo esto iba de mano en mano hasta el cielo y allí, cada cosa, tras haber pasado por un trabajo particular, llegaba a ser una pieza de la armadura de la que se revestía la Virgen. No se podía dejar de admirar hasta qué punto todo se ajustaba bien y era impresionante ver como cada cosa significaba otra. La Virgen fue armada de la cabeza a los pies. Reconocí varias de las personas que daban su ayuda y vi con sorpresa que establecimientos enteros y grandes y sabios personajes no proveían nada, mientras que las piezas importantes de la armadura provenían de gentes pobres y de pequeña condición. (AA.III.182)
Vi la batalla. Los enemigos eran infinitamente más numerosos; pero la pequeña tropa fiel abatía a filas enteras. Durante el combate la Virgen armada estaba sobre una colina: yo corrí hacia Ella y le recomendé mi patria y los lugares por los cuales yo rezaba. Su armadura tenía algo de extraño: todo tenía un significado: llevaba un casco, un escudo y una coraza. En cuanto a las gentes que combatían, se asemejaban a los soldados actuales. Era una guerra terrible: al final no quedó más que una pequeña tropa de líderes de la buena causa, los cuales tuvieron la victoria. (AA.III.182) .



3.7 La Purificación
La incredulidad de la época (en la que vivía Ana Catalina) está en su plenitud: habrá todavía una confusión increíble; pero después de la tormenta la fe se restablecerá. (AA.II.132)
Sin embargo, del otro lado, aquellos que restauraban se pusieron a trabajar con una increíble actividad. Vinieron hombres de mucha edad, impotentes, olvidados, después muchos jóvenes fuertes y vigorosos, mujeres, niños, eclesiásticos y seglares y el edificio fue muy pronto restaurado enteramente. (AA.II.204)
Vi entonces a un nuevo Papa venir con una procesión. Era más joven y mucho más severo que el precedente. Se le recibió con una gran pompa. Parecía listo para consagrar a la iglesia (San Pedro de Roma) pero oí una voz diciendo que una nueva consagración no era necesaria, que el Santísimo Sacramento había permanecido siempre allí. (AA.II.204)
Debían entonces celebrarse muy solemnemente una doble fiesta: un jubileo universal y la restauración de la iglesia. El Papa, antes de comenzar la fiesta, había ya dispuesto a sus gentes que echaron fuera de la asamblea de los fieles, sin encontrar ninguna oposición, una muchedumbre de miembros del alto y bajo clero. (AA.II.204)
Vi que ellos dejaron la asamblea murmurando y llenos de cólera. El Papa tomó a su servicio otras personas, eclesiásticas e incluso laicas. Entonces comenzó la gran solemnidad en la iglesia de San Pedro. (AA.II.204)
Los hombres del delantal blanco continuaban trabajando en su obra de demolición sin ruido y con cuidado, cuando los otros no les veían: eran cuidadosos y estaban al acecho. (AA.II.204-205)
En la fiesta de la Purificación, en 1822, ella contó lo que sigue:
He visto, estos días, cosas maravillosas en torno a la Iglesia. La iglesia de San Pedro estaba casi enteramente destruida por la secta: pero los trabajos de la secta fueron también destruidos y todo lo que les pertenecía, sus delantales y sus pertrechos fueron quemados por el verdugo en una plaza marcada de infamia. Era solamente cuero de caballo y la hediondez era tan grande que me puso enferma.
He visto en esta visión a la Madre de Dios trabajar de tal manera para la Iglesia que mi devoción hacia Ella todavía se incrementó más. (AA.III.115) .



3.8 La Casa Nupcial
El Esposo celebra su boda, es decir su indisoluble unión con la Iglesia, como renovándose constantemente, y para presentarla a Dios el Padre puro y sin mancha en todos sus miembros, Él vierte incesantemente torrentes de gracia. Pero cada uno de estos dones debe ser tenido en cuenta y entre aquellos que los reciben, un pequeño número solamente podría encontrarse en regla para esta rendición de cuentas, si el Esposo de la Iglesia no preparase en todas las épocas instrumentos que recojan lo que otros dejan perder, que hacen valer los talentos que otros rechazan, que paguen las deudas contraídas por otros.
Antes de haberse manifestado en carne en la plenitud de los tiempos para concluir en su Sangre el nuevo matrimonio, Él había, por el misterio de la Inmaculada Concepción, preparado a María para ser el tipo primordial y eternamente inmaculado de la Iglesia. (AA.II.247)
Hace veinte años ahora que mi novio me condujo a la casa nupcial y me puso sobre el áspero lecho de novia en el cual estoy todavía yaciendo. (AA.I.246)
Me encontraba en la Casa Nupcial y vi un ruidoso cortejo matrimonial llegar en varias carrozas. La novia, que tenía cerca de ella muchos hombres y mujeres, era una persona de gran talla, con aspecto descarado y con una apariencia de cortesana.
Tenía sobre la cabeza una corona, en el pecho muchas joyas, tres cadenas y tres broches de oropel de los que estaban suspendidos una cantidad de instrumentos, de figuras representando cangrejos de río, ranas, sapos, saltamontes, y también pequeños cuernos, anillos, silbatos, etc. Su vestimenta era escarlata. Sobre su hombro se agitaba un búho, que le hablaba a la oreja, tanto a la derecha, tanto a la izquierda: parecía ser su espíritu familiar.
Esta mujer, con toda su corte y numerosos equipajes, entró pomposamente en la casa nupcial y expulsó a todos los que allí estaban. Los viejos señores y eclesiásticos tuvieron a penas tiempo de recoger sus libros y sus papeles, todos fueron obligados a salir, unos llenos de horror, otros llenos de simpatía hacia la cortesana. Unos fueron a la iglesia, otros en diversas direcciones, marchando en grupo separados.
Ella dio la vuelta a todo lo que había en la casa, hasta la mesa y los vasos que estaban encima.
Tan solo la habitación donde estaban los hábitos de la novia y la sala que yo vi transformarse en una iglesia consagrada a la Madre de Dios permanecieron firmes e intactas.
Cosa remarcable, la cortesana, todos sus pertrechos y sus libros brillaban lustrosos, y ella tenía el olor infecto de ese escarabajo brillante que huele tan mal. Las mujeres que la rodeaban eran profetisas magnéticas: ellas profetizaban y la sostenían.
Pero esta innoble novia quería casarse y, lo que es más, con un joven sacerdote piadoso e iluminado. Creo que era uno de los doce que veo a menudo operar obras importantes bajo la influencia del Espíritu Santo. Él había huido de la casa ante esta mujer. Ella le hizo volver dirigiéndole las palabras más aduladoras.
Cuando él llegó, ella le mostró todo y quería poner todo en sus manos. Él se detuvo algún tiempo: pero como ella se mostraba con él presionante y sin discreción, y que ella empleaba todos los medios imaginables para llevarlo a tomarla como mujer, él tomo un aspecto muy grave y muy imponente: la maldijo así como todos sus manejos, como siendo los de una infame cortesana, y se retiró.
Entonces vi todo lo que había con ella, irse, ceder el lugar, morir y calumniar. Toda la Casa nupcial devino en un instante sombría y negra, y las cosas brillantes comenzaron a carcomerse. La mujer misma, carcomida enteramente, cayó por tierra y quedo en el suelo, conservando su forma exterior: pero todo en ella se había descompuesto.
Entonces, cuando todo se redujo a polvo y el silencio reinó por todo, el joven sacerdote volvió y con él otros dos, de los cuales uno, que era un hombre de edad, parecía enviado de Roma.
El viejo llevaba una cruz que plantó ante la Casa nupcial, que se había vuelto totalmente negra: sacó algo de esa cruz, entró en la casa, abrió las puertas y ventanas, y pareció que los demás que estaban ante la casa oraban, consagraban y hacían exorcismos.
Se levantó una tormenta impetuosa que pasó a través de la casa y salió de ella un vapor negro que se fue a lo lejos hacia una gran ciudad en la que se dividió en nubes de diverso tamaño. En cuanto a la Casa, fue de nuevo ocupada por un número elegido entre los antiguos habitantes. Se instalaron también algunos de aquellos que habían venido con la novia impura y que se habían convertido. Todo fue purificado y comenzó a prosperar. El jardín también volvió a su primitivo estado. (AA.II.398)
Vi una gran fiesta en la iglesia que, tras la victoria irradiaba como el sol
Vi un nuevo Papa muy austero y muy enérgico
Vi antes del comienzo de la fiesta, muchos obispos y pastores expulsados por él a causa de su maldad.
Vi entonces, cerca de ser cumplida, la plegaria: «Venga a nosotros tu reino». (AA.II.209)
El 27 de diciembre, fiesta de San Juan Evangelista, ella vio a la Iglesia romana brillante como un sol. Partían de ella rayos que se repartían por el mundo entero: «Se me dijo que eso se relacionaba con el Apocalipsis de san Juan, sobre el cual diversas personas en la Iglesia deben recibir luces y esa luz caerá toda ella sobre la Iglesia». (AA.II.202)
Mientras el combate tenía lugar sobre la tierra, la Iglesia y el ángel, que desapareció pronto, se habían vuelto blancos y luminosos. La cruz también se desvaneció y en su lugar se mantenía de pié sobre la Iglesia una gran mujer brillante de luz que extendía hasta lejos y por encima de ella su manto de oro irradiante.



3.9 La Renovación de la Iglesia
En la Iglesia se vio operar una reconciliación acompañada de testimonios de humildad. Vi a los obispos y pastores aproximarse unos a otros y cambiar sus libros: las sectas reconocían a la Iglesia, a su maravillosa victoria y a las claridades de la revelación que ellas habían visto con sus ojos irradiar sobre ella. Estas claridades venían de los rayos del surtidor que san Juan había hecho brotar del lago de la montaña de los profetas. Cuando vi esta reunión, sentí una profunda impresión de la proximidad del reino de Dios. Sentí un esplendor y una vida superior manifestarse en toda la naturaleza y una santa emoción embargar a todos los hombres, como en los tiempos cuando el nacimiento del Señor estaba próximo y sentí de tal manera la cercanía del reino de Dios que me sentí forzada a correr a su encuentro y a dar gritos de alegría.
Tuve el sentimiento del advenimiento de María en sus primeros ancestros. Vi su estirpe ennoblecerse a medida que Ella se aproximaba al punto en el que se produciría esta flor. Vi llegar a María, ¿cómo fue? Yo no sé expresarlo; es de la misma manera que tengo el presentimiento de un acercamiento del reino de Dios. Yo lo he visto aproximarse, atraído por el ardiente deseo de muchos cristianos, llenos de humildad, de amor y de fe; era el deseo que le atraía.
Vi una gran fiesta en la Iglesia que, tras la victoria conseguida, irradiaba como el sol. Vi un nuevo Papa austero y muy enérgico. Vi, antes del comienzo de la fiesta, muchos obispos y pastores expulsados por él, a causa de su maldad. Vi a los santos apóstoles tomar una parte muy especial en la celebración de esta fiesta en la Iglesia. Vi entonces muy cerca de su realización la plegaria: «Venga a nosotros tu reino». Me parecía ver jardines celestes, brillantes de luz, descender de arriba, reunirse en la tierra, en lugares donde el fuego estaba encendido, y bañar todo lo que está por debajo en una luz primordial.
(…)
Lo mismo que en la estirpe de David, la promesa fue preservada hasta su cumplimiento en María en la plenitud de los tiempos; lo mismo que esa estirpe fue cuidada, protegida, purificada hasta el momento en el que ella produjo en la Santa Virgen la luz del mundo, de la misma manera, este santo de la montaña de los profetas purifica y conserva todos los tesoros de la creación y de la promesa, así como el significado y la esencia de toda palabra y de toda criatura hasta que los tiempos se cumplan. Él rechaza y borra todo lo que es falso y malo; entonces es una corriente tan pura como cuando sale del seno de Dios, y es así como fluye hoy en la naturaleza entera.
Yo estaba en el jardín de la Casa nupcial. La matrona estaba todavía enferma, pero sin embargo ella ponía en orden, limpiaba y quitaba los escombros por aquí y por allí en el jardín.
Vi a varios santos revestidos de antiguos hábitos sacerdotales que limpiaban diversas partes de la iglesia y quitaban las telas de araña. La puesta estaba abierta, la iglesia se volvía cada vez más luminosa. Era como si los dueños hicieran el trabajo de los criados: ya que aquellos que estaban en la casa nupcial no hacían nada y muchos estaban descontentos. (AA.II.361)
Había sin embargo por aquí un gran movimiento. Parecía que algunos dudaran de entrar aun cuando la iglesia estaba totalmente puesta en orden: pero algunos entonces debían ser apartados a un lado. (AA.II.361)
Mientras que la iglesia se volvía cada vez más bella y más luminosa, surgió de repente en su seno una bella fuente limpia que extendió por todas partes un agua pura como el cristal, salió a través de los muros y, fluyendo en el jardín, reanimó todo. (AA.II.361)
A la efusión de esta fuente, todo se volvió luminoso y más dichoso y vi por encima de ella un altar resplandeciente como un espíritu celeste, como una manifestación y un crecimiento futuros (AA.II.361)
Parecía que todo iba creciendo en la iglesia, muros, tejados, decoraciones, cuerpo del edificio, en fin todo; y los santos continuaban trabajando y el movimiento cada vez más grande en la Casa nupcial. (AA.II.361)
Entonces tuve una nueva visión. Vi a la Santa Virgen por encima de la iglesia, y alrededor de ella a los apóstoles y obispos. Vi por encima grandes procesiones y ceremonias solemnes.
Vi grandes bendiciones repartidas desde lo alto y muchos cambios. Vi también al Papa ordenar y regular todo ello. Vi surgir hombres pobres y simples de los cuales muchos eran todavía jóvenes. Vi muchos antiguos dignatarios eclesiásticos que, habiéndose puesto al servicio de los malos obispos, habían dejado en el olvido los intereses de la Iglesia, arrastrarse en muletas, como cojos y paralíticos; fueron llevados por dos conductores y recibieron su perdón.
Vi una cantidad de malos obispos, que habían creído poder hacer algo ellos mismos y que no recibían por sus trabajos la fuerza de Cristo por la intermediación de sus santos predecesores y de la Iglesia, alejados y reemplazados por otros. (AA.II.492)
Los enemigos que habían huido en el combate no fueron perseguidos; pero se dispersaron por todos lados. (AA.II.240)
Vi al sacerdocio y a las órdenes religiosas renovarse tras una larga decadencia.
Me parecía que una masa de personas piadosas había surgido y que todo salía de ellos y se desarrollaba (AA.III.176)
Vi en la iglesia de San Pedro, en Roma, una gran fiesta con muchas luces y vi que el Santo Padre, así como muchos otros, ha sido fortalecido por el Espíritu Santo.
Vi también, en diversos lugares del mundo, la luz descender sobre los doce hombres que veo tan a menudo como doce nuevos apóstoles o profetas de la Iglesia. (AA.II.429) .



3.10 El Papa Futuro
Le vi a la vez suave y severo. Sabía atraerse a los buenos sacerdotes y rechazar lejos de él a los malos. Vi todo renovarse y una iglesia que se elevaba hasta el cielo. (AA.III.103)
Vi un nuevo Papa muy firme (AA.III.161)
Hubo en la iglesia espiritual una fiesta de acción de gracias; había allí una gloria espléndida, un trono magníficamente adornado. San Pablo, San Agustín y otros santos convertidos figuraban allí de una manera muy especial. Era una fiesta en la que la Iglesia triunfante daba gracias a Dios de una gran gracia que no debe llegar a su madurez más que en el futuro. Era algo como una consagración futura. Esto tenía relación con el cambio moral operado en un hombre de condición esbelta y bastante joven, el cual debe un día llegar a ser Papa.
He visto también en esta visión muchos cristianos entrar en la Iglesia. Entraban a través de los muros de la iglesia. (AA.III.177)
Vi que este Papa debe ser severo y que él alejará de sí a todos los obispos tibios y fríos. Pero mucho tiempo debe todavía pasar hasta que esto ocurra. (AA.III.177)
Vi a este futuro Papa en la iglesia rodeado de otros hombres piadosos: estaba relacionado con ese viejo sacerdote que vi morir en Roma, hace algunos días.
El joven estaba ya en las órdenes y parecía que recibiera hoy (27 de enero de 1822) una dignidad. No es Romano, sino italiano, de un lugar que no está muy alejado de Roma, y pertenece, creo, a una piadosa familia principesca. (Se trataba del futuro Papa Pío IX) (AA.III.178) .



3.11 El Libro de los Siete Sellos
Hubo una gran solemnidad en la iglesia y vi por encima de ella una nube luminosa sobre la cual descendían los apóstoles y los santos obispos que se reunían en coros por encima del altar. Vi entre ellos a san Agustín, san Ambrosio y todos aquellos que han trabajado mucho por la exaltación de la Iglesia. (AA.II.493)
Era una gran solemnidad; la misa fue celebrada, y vi en medio de la iglesia un gran libro abierto del que pendían tres sellos por el lado más ancho y dos otros sellos por cada uno de los otros lados. Vi también en lo alto al apóstol san Juan y aprendí que eran las revelaciones que él había tenido en Pathmos. El libro estaba situado sobre un pupitre en el coro. Antes de que ese libro fuera abierto, ocurrió algo que he olvidado. Es una pena que haya esta laguna en la visión. (AA.II.493)
El 27 de diciembre ella vio la Iglesia romana brillante como un sol:
Se me dijo que eso se relacionaba con el Apocalipsis de san Juan, sobre el cual diversas personas en la iglesia deben recibir luces y esta luz caerá toda ella sobre la Iglesia. (AA.II.202).



3.12 La Vuelta a la Unidad Cristiana
El Papa no estaba en la Iglesia. Estaba oculto. (AA.II.493)
Creo que aquellos que estaban en la iglesia no sabían dónde estaba. No sé si él rezaba o estaba muerto. Pero vi que todos los asistentes, sacerdotes y laicos, debían poner la mano sobre un cierto pasaje del libro de los Evangelios y que sobre muchos de ellos descendía, como un signo particular, una luz que era transmitida por los santos apóstoles y los santos obispos. Vi también que varios de ellos no hacían esto más que por la forma. (AA.II.493)
Vi muchos antiguos dignatarios eclesiásticos que, habiéndose puesto al servicio de los malos obispos, habían dejado en el olvido los intereses de la Iglesia, arrastrarse en muletas, como cojos y paralíticos; fueron llevados por dos conductores y recibieron su perdón. (AA.II.492)
Fuera, alrededor de la iglesia, vi llegar muchos judíos que querían entrar, pero que no lo podían hacer todavía. (AA.II.493)
Al final, aquellos que no habían entrado al comienzo llegaron, formando una multitud innumerable: pero vi entonces el libro cerrarse de golpe, como bajo el impulso de un poder sobrenatural.
Al fondo en lontananza, vi un sangriento y terrible combate y vi especialmente una inmensa batalla del lado norte y por el poniente.
Fue una gran visión muy impactante. Siento mucho haber olvidado el lugar del libro sobre el cual se debía poner el dedo. (AA.II.493)
Conocí, por una visión, que hacia el fin del mundo, una batalla será librada contra el Anticristo, en la planicie de Mageddo. (EE.I.234).



3.13 El Tiempo de Paz
Ese día Ana Catalina tuvo una larga conversación con dos de sus visitantes celestes, san Francisco de Sales y San Francisco de Chantal:
Ellos decían que la época actual era muy triste, pero que tras muchas tribulaciones, vendría un tiempo de paz en el que la religión retomaría su imperio y en el que habría entre los hombres mucha cordialidad y caridad, y que entonces muchos conventos reflorecerían en el verdadero sentido de la palabra. Vi también una imagen de este tiempo lejano que no puedo describir, pero vi sobre toda la tierra retirarse la noche y el amor extender una nueva vida. Tuve en esta ocasión visiones de toda especie sobre el renacimiento de las órdenes religiosas. (AA.II.440)
El tiempo del Anticristo, no está tan próximo como algunos piensan. Habrá todavía precursores. He visto en dos ciudades a doctores, de la escuela de los cuales podrían salir estos precursores. (AA.II.441).



3.14 El Nuevo Pentecostés
He visto Pentecostés, en tanto que fiesta en la Iglesia, la comunicación del Espíritu Santo, a través del mundo entero, me ha sido mostrada en diversas escenas, tal y como me ha ocurrido a menudo. He visto también a los doce nuevos apóstoles y su relación con la Iglesia... He visto todavía una iglesia espiritual formarse con muchas parroquias reunidas y estas recibir el Espíritu Santo. Era un nuevo despertar de la Iglesia católica. He visto un gran número de personas recibir el Espíritu Santo. (AA.III.144 .



3.15 La Iglesia Espiritual
Tuve una visión del Espíritu Santo: era como una figura alada, en una superficie triangular, con una efusión de luz de siete colores. Vi como esta luz se extendió sobre la Iglesia espiritual flotando en el aire, y sobre aquellos que se encontraban en relación con ella. (AA.III.144)
Un incendio estallará en la Iglesia, amenazándola de una ruina total. (AA.II.244)
Este incendio, cuyo aspecto era espantoso, indicaba en primer lugar un gran peligro; en segundo lugar, un nuevo esplendor en la Iglesia, tras la tempestad. (AA.II.244)
Vi sobre toda la tierra una gran cantidad de efusiones del Espíritu: algunas veces era como un relámpago que descendía sobre una iglesia; yo veía a los fieles en la iglesia, y entre ellos a aquellos que habían recibido la gracia: o bien los veían aisladamente en sus moradas o en las iglesias en las que llegaba la luz y la fuerza. Esto me causó una gran alegría y me dio confianza, de que en medio de las tribulaciones siempre crecientes, la Iglesia no sucumbirá, puesto que he visto en todos los países del mundo al Espíritu Santo suscitar instrumentos. Sí, he sentido que la opresión exterior que le hacen sufrir los poderes de este mundo prepara a la Iglesia mejor a recibir una fuerza interior.
Vi en la iglesia de San Pedro, en Roma, una gran fiesta con muchas luces y vi que el Santo Padre, así como muchos otros, fue fortificado en el Espíritu Santo. (AA.II.429)
Vi también, en diversos lugares del mundo, la luz descender sobre los doce hombres que veo a menudo como doce nuevos apóstoles o profetas de la Iglesia. (AA.II.429)



3.16 Los Doce Apóstoles Futuros
Del lado oriental de esta iglesia avanzó con un esplendor infinito una figura sacerdotal: era como si fuera el Señor. Pronto se mostraron alrededor del doce hombres luminosos y alrededor de estos muchos más todavía. Entonces salió de la boca del Señor un pequeño cuerpo luminoso que, habiendo salido, se hizo cada vez más grande y con una forma más definida, después, repitiéndose de nuevo, entró como una figura de niño resplandeciente en la boca de los doce que rodeaban al Señor, después en la de los demás. No era la escena histórica del Señor haciendo la cena con los discípulos, tal como la vi el jueves santo, sin embargo lo que vi me la recordó. Aquí todos eran luminosos e irradiantes, era un oficio divino, era como una solemnidad eclesiástica.
Vi la fiesta eclesiástica llegar a su fin y eso fue par mi como si hubiera visto allí a esos hombres que iban a despertar y animar de un fervor nuevo el sentimiento adormecido del admirable misterio de la presencia de Dios multiplicándose sobre la tierra. (AA.II.425)
Los sacerdotes estaban sumidos en un profundo sueño y lo que hacían me parecía semejante a telas de araña. Por varios lados la malicia, la astucia y la violencia tomaban tal crecimiento que se traicionaban a sí mismas. Vi a algunas personas perder sus lugares que eran tomados por otros, y todo un encadenamiento de infamias descendiendo de arriba hacia abajo hacia el mundo.
Entonces vi a un grupo de hombres que avanzaban por una gran pradera que veía a cierta distancia. Uno de ellos se elevaba por encima de todos los demás. Eran una centena al menos. Me preguntaba si sería el lugar donde el Señor dio de comer a siete mil hombres.
El Señor vino a mi encuentro con todos sus discípulos y eligió doce de entre ellos. Vi como ponía los ojos en uno y en otro. Los reconocí a todos: los viejos llenos de simplicidad y los jóvenes robustos con tez curtida. Vi también como Él les enviaba a lo lejos en todas direcciones, y los seguía con la mirada en sus caminatas lejanas entre las naciones. Y como yo me decía: « ¡ay! ¿Qué puede hacer un tan pequeño número de hombres entre las multitudes innumerables?» el Señor me dijo aproximadamente: «Su voz se hace oír a lo lejos por todos los lados. Así, ahora todavía, varios son enviados; cualesquiera que sean, hombres y mujeres, pueden lo mismo. Mira la salvación que esos doce han aportado; los que envío a tu época la aportan también, aunque permanezcan oscuros y despreciados. (AA.II.128)
Ella vio a los doce apóstoles futuros, cada uno en su lugar. (AA.II.422)
Vi la Iglesia de San Pedro que un hombre pequeño llevaba sobre sus hombros; tenía algo de judío en los trazos del rostro. El asunto parecía muy peligroso. María estaba de pié sobre la iglesia en el lado norte y extendía su manto para protegerla. (AA.III.124)
Ese hombrecito parecía sucumbir. Parecía ser todavía laico y yo lo conocía.
Los doce hombres que veo siempre como nuevos apóstoles debían ayudarle a llevar su carga: pero ellos venían demasiado lentamente. Parecía que él caería bajo el peso de la carga, entonces, finalmente, llegaron todos ellos, se pusieron debajo y numerosos ángeles vinieron en su ayuda. Eran solamente los cimientos y la parte posterior de la iglesia (el coro y el altar), todo el resto había sido demolido por la secta y por los servidores de la iglesia mismos. (AA.III.124)
Vi muchas abominaciones con gran detalle; reconocí a Roma y vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior.
Durante ese tiempo, vi todavía en medio de los desastres a los doce hombres de lo que ya he hablado, dispersos en diversos lugares sin saber nada los unos de los otros, recibir rayos del agua viva. Vi que todos hacían el mismo trabajo de diversos lados; que ellos no sabían de donde se les encomendaba ese trabajo y que cuando una cosa se había hecho, otra se les daba para hacer. Siempre eran doce de los cuales ninguno tenía más de cuarenta años.
No había nada de particular en su vestimenta, pero cada uno estaba vestido a la manera de su país y siguiendo la moda actual: vi que todos recibían de Dios lo que se había perdido y que ellos operaban el bien por todos los lados; eran todos católicos. (AA.III.159)
Vi también en los tenebrosos destructores a falsos profetas y a personas que trabajaban contra los escritos de los doce nuevos apóstoles. Vi también una centena de mujeres sentadas con en estado de maravillamiento y cerca de ellas hombres que las magnetizaban; las vi profetizar. (AA.III.160...



3.17 Los Que Rehúsan el Advenimiento
¡El tiempo del martirio de los santo Inocentes está próximo! (AA.III.227)
Un día en la Casa nupcial, Ana Catalina vio un belén… «Con imágenes de santos Inocentes y la escena del castigo infligido a Herodes por haber querido suprimir el advenimiento del Salvador. Conocí que esta imágenes se aplicaban al tiempo presente, sobre todo como se relacionaban con aquellos que quieren quitar del mundo y destruir la gracia renovada de este advenimiento. (AA.III.476)
Vi, próxima a ser realizada la plegaria «VENGA A NOSOTROS TU REINO». (AA.II.209)



3.18 Visión de la Isla de las Profecías
Algunas semanas antes de la Navidad de 1819, Ana Catharina fue conducida por el ángel, su guía, como cada año, sobre el alto-lugar que ella llamaba «La Montaña de los Profetas» situada, según nos dice ella, encima de la cima más elevada y completamente inaccesible de una montaña del Tíbet.
Aquí está el relato casi entero de las impresiones que contó de su extraordinario viaje. Fue anotado por Brentano los días 9 y 10 de Diciembre de 1819. No fue más que algunos días más tarde, parece ser, cuando Ana Catharina comprendió todo el asunto. Ella lo describe aquí sin comentarios según su costumbre:
Esta noche he recorrido en diversas direcciones la Tierra prometida, tal como era en tiempos de Nuestro Señor… Vi varias escenas y fui rápidamente de lugar en lugar. Partiendo de Jerusalén, avancé muy lejos hacia Oriente. Pasé varias veces cerca de grandes cantidades de agua y por encima de las montañas que habían franqueado los magos de oriente para venir a Belén. Atravesé también países muy poblados, pero no tocaba los lugares habitados: la mayor parte del tiempo pasaba por desiertos. Llegue a continuación a una región en la que hacía mucho frío y fui conducida cada vez más alto hasta un punto extremadamente elevado; a lo largo de las montañas, desde el poniente al levante, se dirigía una gran ruta sobre la cual vi pasar grupos de hombres. Había una raza de pequeña talla, pero muy viva en sus movimientos, llevaban con ellos pequeños estandartes, los de la otra raza eran de una talla alta, no eran cristianos. Esta ruta iba descendiendo; mi camino me conducía hacia arriba a una región de una belleza increíble. Allí hacía calor y todo era verde y fértil, había flores maravillosamente bellas, bellos bosquecillos y bellos bosques; una cantidad de animales jugueteaban por alrededor, no parecían peligrosos.
Esta tierra no estaba habitada por ninguna criatura humana y nunca ningún hombre venía por aquí; porque de la gran ruta no se veían más que nubes.
Vi grupos de animales semejantes a pequeños corzos con las patas muy finas; no tenían cuernos, su piel era de un marrón claro con manchas negras. Vi también un animal rechoncho de color negro semejante a un cerdo, y después animales como machos cabríos de gran tamaño, pero más parecidos a corzos; eran muy familiares, muy ligeros a la carrera: tenían unos bellos ojos muy brillantes: vi a otros semejantes a corderos; eran muy gruesos, tenían como una peluca de lana y colas muy gruesas: otros parecían pequeños asnos, pero moteados; grandes aves con largas patas que corrían muy rápido, otros semejantes a pollos agradablemente adornados y finalmente una cantidad de bonitos pájaros muy pequeños y de colores variados. Todos estos animales jugaban libremente, como si ignoraran la existencia de los hombres.
De este lugar paradisíaco, subí más arriba y era como si fuera conducida a través de las nubes. Llegué así a la cumbre de esa alta región de montañas donde vi muchas cosas maravillosas. En lo alto de la montaña había una gran planicie y en esta planicie un lago; en el lago una isla verdeante. Esta isla estaba rodeada de grandes árboles semejantes a cedros. Fui elevada a la cumbre de uno de esos árboles y agarrándome fuertemente a las ramas, vi desde lo alto toda la isla.
Cuando desde lo alto de mi árbol, pasaba la mirada sobre la isla, podía ver en su otro extremo el agua del lago, pero no la montaña. Esta agua estaba viva y de una limpidez extraordinaria: el agua atravesaba la isla por diferentes afluentes y se derramaba bajo tierra a través de varios arroyos más o menos grandes.
Frente a la estrecha lengua de tierra, en la verde planicie, se elevaba una gran tienda extendiéndose a lo ancho, que parecía estar hecha de tejido gris; estaba decorada en el interior, en la parte de atrás, con largos paneles de tejidos de diversos colores y cubierta con toda especie de figuras pintadas o bordadas. Alrededor de la mesa que se encontraba en medio, había asientos de piedra sin respaldos y con forma de cojines: estaban recubiertos de un verdor siempre fresco.
En el asiento de honor situado en medio, tras la mesa de piedra que era baja y de forma oval, un hombre rodeado de una aureola como la de los santos estaba sentado con las piernas cruzadas, a la manera oriental y escribía con una pluma de caña sobre un gran libro. La pluma era como una pequeña rama. A la derecha y a la izquierda se veían varios grandes libros y pergaminos enrollados en varas de madera con bolas en sus extremos; y cerca de la tienda había en la tierra un agujero que parecía estar revestido de ladrillos y donde ardía un fuego cuya llama no sobrepasaba el borde. Todo el lugar alrededor era como una bella isla verde rodeada de nubes. El cielo por encima de mi cabeza era de una serenidad inexpresable. No vi del sol más que un semicírculo de rayos brillando tras las nubes. Este semicírculo pertenecía a un disco que parecía mucho más grande que en nuestro mundo.
El aspecto general tenía algo de inexpresablemente santo.
Era una soledad, pero llena de encanto. Cuando tenía ese espectáculo bajo mis ojos, me pareció saber y comprender lo que era y lo que significaba todo ello, pero sentí que no podía llevar conmigo y conservar este conocimiento. Mi conductor había estado a mi lado hasta ese momento pero, cerca de la tienda, se hizo invisible para mí.
Como yo consideraba todo esto, me dije: « ¿Qué tengo que hacer yo aquí, y por qué es necesario que una pobre criatura como yo vea todas estas cosas?». Entonces la figura me dijo desde dentro de la tienda: «Es porque tú tienes una parte de todo esto». Esto redoblo entonces mi asombro y descendí o volé hacia esa figura, en la tienda, donde estaba sentada, vestida como lo están los espíritus que veo: la figura tenía en su exterior y en su apariencia algo que recordaba a San Juan Bautista o a Elías.
Los libros y los volúmenes numerosos que estaban por el suelo alrededor de esa figura, eran muy antiguos y muy preciosos. En algunos de estos libros había ornamentos y figuras de metal en relieve, por ejemplo un hombre sosteniendo un libro en la mano. La figura me dijo, o me hizo conocer de otra manera, que estos libros contenían todo lo que había de más santo de lo que venía de los hombres; ella examinaba, comparaba todo y desechaba lo que era falso en el fuego encendido cerca de la tienda. Él me dijo que estaba allí para que nadie pudiera llegar a ello: estaba encargado de vigilar sobre todo eso y guardarlo hasta que el tiempo llegara de hacer uso de ello. Este tiempo había podido llegar en ciertas ocasiones; pero había siempre grandes obstáculos. Yo le pedí si él no tenía el sentimiento de la espera tan larga que se le había impuesto. Me respondió: «En Dios no hay tiempo».
Me dijo también que debería ver todo, me condujo fuera de la tienda y me mostró el país que la rodeaba.
La tienda tenía aproximadamente la altura de dos hombres: era larga como de aquí a la iglesia de la ciudad: su anchura era de aproximadamente la mitad de su altura. Tenía en la cumbre una especia de nudo por el cual la tienda estaba como suspendida a un hilo que subía y se perdía en el aire, de manera que yo no podía comprender donde estaba atado. En los cuatro ángulos habían columnas que no se podían abarcar con las dos manos. La tienda estaba abierta por delante y en los lados. En medio de la mesa estaba depositado un libro de una dimensión extraordinaria que se podía abrir y cerrar: parecía que estaba sujeto sobre la mesa. El hombre miraba en ese libro para verificar la exactitud. Me pareció que había una puerta bajo la mesa y que un gran santo tesoro, una cosa santa estaba conservada allí.
El me mostró entonces los alrededores y entonces hice, a lo largo del río exterior, la vuelta al lago cuya superficie estaba perfectamente nivelada con la isla. Esta agua que yo sentía correr bajo mis pies se diversificaba bajo la montaña por muchos canales y salía a la luz muy por debajo, bajo forma de fuentes grandes y pequeñas. Me parecía que toda esta parte del mundo recibía de ahí, salud y bendición: en lo alto, no se desbordaba por ningún lugar. Descendiendo por el levante y por el mediodía, todo era verde y cubierto de bellas flores; en el poniente y al norte, había también verdor, pero no flores.
Llegando al extremo del lago, atravesé el agua sin puente y pasé a la isla que recorrí circulando en medio de torres. Todo el suelo parecía ser una cama de espuma muy espesa y fuerte; se diría que todo era hueco por debajo: las torres salían de la espuma como un crecimiento natural…
Tuve el sentimiento de que en las torres se conservaban los más grandes tesoros de la humanidad: me parecía que allí reposaban cuerpos santos. Entre algunas de esas torres vi un carro muy extraño con cuatro ruedas bajas: cuatro personas podían sentarse bien; había dos bancos y más adelante un pequeño asiento. Este carro, como todo el resto aquí, estaba totalmente revestido de una vegetación verde o bien de una herrumbre verde. No tenía timón y estaba adornado de figuras esculpidas, si bien que a primera vista creí que había en el personas sentadas. Las ruedas eran gruesas como las de los carros romanos. Este me pareció bastante ligero para poder ser tirado por hombres. Yo miraba todo muy atentamente, porque el hombre me había dicho: «Tú tienes aquí tu parte y puedes enseguida tomar posesión de él». Yo no podía de ninguna manera comprender que especia de parte podía tener ahí. ¿Qué tengo que hacer –me preguntaba– con este singular carro, estas torres y estos libros? Pero tenía una viva impresión de la santidad del lugar. Era para mí como si, con esta agua, la salvación de varias épocas hubiera descendido a los valles y como si los hombres mismos hubieran venido a estas montañas de donde ellos habían descendido para hundirse cada vez más profundamente. Yo tenía también el sentimiento de que celestiales presentes eran ahí conservados, guardados, purificados, preparados de antemano para los hombres. Tuve de todo ello una percepción muy clara: pero me parecía que no podía llevar conmigo esta claridad: conservaba solamente la impresión general.
Cuando entré en la tienda, el hombre me dijo todavía una vez lo mismo: «Tú tienes una parte en todo esto y tú puedes enseguida tomar posesión de ello». Y como yo le mostraba mi ineptitud, él me dijo con una tranquilidad llena de confianza: «Volverás pronto hacia mí». El no salió de la tienda mientras yo estuve allí, pero daba vueltas continuamente alrededor de la mesa y de los libros.
En la tienda, tuve la impresión de que un cuerpo santo estaba allí enterrado: me parecía que había allí debajo un subterráneo y que un olor suave exhalaba de una tumba sagrada. Tuve la sensación de que el hombre no estaba siempre en la tienda cerca de los libros. Él me había acogido y me había hablado como si me hubiera conocido de toda la vida y supiera que yo iba a llegar a ese lugar: me dijo con la misma seguridad que yo volvería y me mostró un camino descendente; yo iba en dirección del mediodía, pasaba de nuevo por la parte escarpada de la montaña, después a través de las nubes y descendí a la risueña tierra donde había tantos animales. Vi muchas pequeñas fuentes surgir de la montaña, precipitarse en cascadas y correr hacia abajo: vi también pájaros, más grandes que una oca, aproximadamente del color de la perdiz, con tres uñas delante y una detrás, con una cola un poco baja y un largo cuello, después otros pájaros de plumaje azulado, semejantes al avestruz pero más pequeño: vi finalmente todos los demás animales.
En este viaje, vi de nuevo muchas cosas y más seres humanos que en los primeros viajes. Atravesé una vez un pequeño río que, como lo he sabido interiormente, surgía del lago de arriba: más tarde, seguí sus orillas y después lo perdí de vista. Llegue entonces a un lugar donde pobres gentes de colores diversos vivían en chabolas. Me pareció que eran cristianos cautivos. Vi venir hacia ellos a otros hombres de tez morena con telas blancas alrededor de la cabeza. Les llevaban alimentos en cestas trenzadas: hacían esto extendiendo el brazo hacia delante como si tuvieran miedo, después se iban, con aspecto asustado, como si hubieran sido expuestos a algún peligro. Estas personas vivían en una ciudad en ruinas y habitaban cabañas de construcción ligera. Vi también agua donde crecían rosales de una densidad y una fuerza completamente extraordinarios.
Volví a continuación cerca del río: en este lugar, el río era muy ancho, lleno de escollos, de islotes de arena y de bellos macizos de verdor entre los cuales zigzagueaba. Era el mismo curso de agua que venía de la alta montaña y que yo había atravesado más arriba, cuando era todavía pequeño: una gran cantidad de personas con tez morena, hombres, mujeres y niños, vestidos de diferentes maneras, estaban ocupados en las rocas y los islotes, en beber y lavarse. Tenían el aspecto de haber venido de lejos. Había en su manera de ser algo que me recordó lo que yo había visto en los bordes del Jordán en la Tierra santa. Se encontraba allí también un hombre de gran talla que parecía ser su sacerdote. Llenaban con agua las vasijas que llevaban. Vi además muchas otras cosas: no estaba lejos del país donde estuvo san Francisco Javier: yo atravesaba el mar pasando por encima de islas innumerables.
El 22 de diciembre, Ana Catalina dijo al Peregrino:
Ya sé porque fui a la montaña: mi libro se encuentra entre los escritos que están sobre la mesa, se me dará para que lea las cinco últimas hojas. El hombre sentado ante la mesa volverá en su tiempo. Su carro permanece allí como recuerdo eterno. Es sobre este carro que el subió a esta altura y los hombres, con gran extrañeza, le verán descender sobre este carro.
Es ahí, en esta montaña, la más elevada del mundo y donde nadie puede llegar, que se ha puesto a buen recaudo, cuando la corrupción se acrecienta entre los hombres, los tesoros y los misterios sagrados. El lago, la isla, las torres no existen más que para que estos tesoros sean conservados y garantizados de todo ataque. Es por la virtud del agua que hay en esta cumbre que todas las cosas son refrescadas y renovadas. El río que desciende de allí y cuya agua es objeto de una tan gran veneración para los hombres que he visto, tiene realmente una virtud y los fortifica: es por eso que ellos la estiman más que sus vinos. Todos los hombres, todos los bienes han descendido de esta altura y todo lo que debía ser garantizado de la devastación ha sido allí preservado.
El hombre que está sobre la montaña me ha conocido: porque yo tengo allí mi parte. Nosotros nos conocemos todos, nos sostenemos todos los unos a los otros. No puedo expresarlo bien; pero somos como una simiente repartida en el mundo entero.
El paraíso no está lejos de aquí. He visto ya anteriormente como Elías vive siempre en un jardín ante el paraíso.
El 26 de diciembre:
He visto de nuevo la montaña de los profetas. El hombre que está en la tienda presentaba a una figura que venía del cielo y planeaba por encima de él, hojas y libros y recibía otros en su lugar. Este espíritu tenía un exterior diferente del primero. Este que flotaba en el aire me recordó vivamente a San Juan. Era más ágil, más rápido, más amable, más delicado que el hombre de la tienda, el cual tenía algo de más enérgico, de más severo, de más estricto, de más inflexible. El segundo se relacionaba a él como el Nuevo Testamento al Antiguo, es por eso que yo le llamaría gustosamente Juan y llamaría al otro Elías. Era como si Elías presentase a Juan revelaciones que ya se habían cumplido y recibiera otras nuevas.
Allí encima vi de repente, saliendo de la nube blanca, una fuente semejante a un surtidor de agua elevarse perpendicularmente bajo la forma de un rayo de apariencia cristalina que, en su extremidad superior, se dividía en rayos y en gotas innumerables; las cuales volvían a caer, formando inmensas cascadas, hasta los lugares más alejados de la tierra: y vi hombres iluminados por esos rayos en las casas, en las cabañas, en las ciudades de diversas partes del mundo.
El 27 de diciembre, fiesta de San Juan Evangelista, vio a la Iglesia de Roma brillante como un sol. Habló de los rayos que se repartían sobre el mundo entero:
Se me dijo que eso se relacionaba con el Apocalipsis de San Juan, sobre el cual diversas personas en la Iglesia deben recibir luces y esta luz caerá toda entera sobre la Iglesia. He visto una visión muy distinta en torno a este tema, pero no puedo reproducirla bien.
Vi la Iglesia de Pedro y una enorme cantidad de hombres que trabajaban para destruirla, pero vi allí también a otros que hacían reparaciones (…) Vi de nuevo a la Iglesia de Pedro con su alta cúpula. San Miguel estaba en la cumbre brillante de luz, llevando una vestimenta roja de sangre y manteniendo en la mano un estandarte de guerra. En la tierra, había un gran combate.
¡Lo que vi era inconmensurable, indescriptible… vi también de repente como si la montaña de los profetas fuera empujada hacia la cruz y acercada a ella; sin embargo, la montaña tenía sus raíces sobre la tierra y permanecía unida a ella. Tenía el mismo aspecto que cuando la primera visión, y más arriba, tras de ella, vi maravillosos jardines completamente luminosos en los cuales percibí animales y plantas brillantes; tuve el sentimiento de que era el Paraíso…
Mientras el combate tenía lugar sobre la tierra, la Iglesia y el ángel, que desapareció pronto, se habían vuelto blancos y luminosos. La cruz también se desvaneció y en su lugar se mantenía de pié sobre la Iglesia una gran mujer brillante de luz que extendía hasta lejos y por encima de ella su manto de oro irradiante. En la Iglesia se vio operar una reconciliación acompañada de testimonios de humildad. Vi a los obispos y pastores aproximarse unos a otros y cambiar sus libros: las sextas reconocían a la Iglesia, a su maravillosa victoria y a las claridades de la revelación que ellas habían visto con sus ojos irradiar sobre ella. Estas claridades venían de los rayos del surtidor que san Juan había hecho brotar del lago de la montaña de los profetas. Cuando vi esta reunión, sentí una profunda impresión de la proximidad del reino de Dios. Sentí un esplendor y una vida superior manifestarse en toda la naturaleza y una santa emoción embargar a todos los hombres, como en los tiempos cuando el nacimiento del Señor estaba próximo y sentí de tal manera la cercanía del reino de Dios que me sentí forzada a correr a su encuentro y a dar gritos de alegría.
Tuve el sentimiento del advenimiento de María en sus primeros ancestros. Vi su estirpe ennoblecerse a medida de que ella se aproximaba al punto en el que se produciría esta flor. Vi llegar a María, ¿cómo fue? Yo no sé expresarlo; es de la misma manera que tengo el presentimiento de un acercamiento del reino de Dios. Yo lo he visto aproximarse, atraído por el ardiente deseo de muchos cristianos, llenos de humildad, de amor y de fe; era el deseo que le atraía.
Vi una gran fiesta en la Iglesia que, tras la victoria conseguida, irradiaba como el sol. Vi un nuevo papa austero y muy enérgico. Vi, antes del comienzo de la fiesta, muchos obispos y pastores expulsados por él, a causa de su maldad. Vi a los santos apóstoles tomar una parte muy especial en la celebración de esta fiesta en la Iglesia. Vi entonces muy cerca de su realización la plegaria: «Venga a nosotros tu reino». Me parecía ver jardines celestes, brillantes de luz, descender de arriba, reunirse en la tierra, en lugares donde el fuego estaba encendido, y bañar todo lo que está por debajo en una luz primordial.
Lo mismo que en la estirpe de David, la promesa fue preservada hasta su cumplimiento en María en la plenitud de los tiempos; lo mismo que esa estirpe fue cuidada, protegida, purificada hasta el momento en el que ella produjo en la Santa Virgen la luz del mundo, de la misma manera, este santo de la montaña de los profetas purifica y conserva todos los tesoros de la creación y de la promesa, así como el significado y la esencia de toda palabra y de toda criatura hasta que los tiempos se cumplan. El rechaza y borra todo lo que es falso y malo; entonces es una corriente tan pura como cuando sale del seno de Dios, y es así como fluye hoy en la naturaleza entera..

NOTAS AL PIE
AA.- Vie d’Anne-Catherine Emerich (3 volúmenes), por el Padre K. E. Schmoeger. Tequi, editor, 1950.
BB.- Vie de N. S. Jésus-Christ (6 volúmenes), según las Visiones de Anne-Catherine Emerich, recogidas por Clement Brentano. H. Casterman, editor, 1862.
CC.- Vie de la Sainte-Vierge (1 volumen) Tequi editor
DD.- La Douloureuse Passion de N. S. Jésus-Chris (1 volumen) H. Casterman, editor, 1865)
EE.- Visions de’Anne-Catherine Emerich (3 volúmenes). Tequi editor, 1965...